lunes, 16 de marzo de 2015

Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor Domingo 5 de abril 2015



Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor
Domingo 5 de abril 2015


ANTÍFONA DE ENTRADA

He resucitado y estoy contigo, aleluya: has puesto tu mano sobre mí, aleluya: tu sabiduría ha sido maravillosa, aleluya, aleluya. (Cfr. Sal 138, 18. 5-6)


Se dice Gloria.


ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que por medio de tu Unigénito, vencedor de la muerte, nos has abierto hoy las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos la solemnidad de la resurrección del Señor, resucitar también en la luz de la vida eterna, por la acción renovadora de tu Espíritu.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.


LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA (Hech 10, 34, 37-43)

Monición.- En casa del centurión Cornelio, Pedro pronuncia un auténtico discurso de fe. Inicia con el recuerdo del Bautismo de Jesús y su ministerio en Galilea y concluye con el anuncio de la novedad pascual, es decir; la resurrección de Cristo y su gloria.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: “Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos.
Él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que cuantos creen en él reciben, por su medio, el perdón de los pecados”.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL (Sal 117)

R. Éste es el día del triunfo del Señor. Aleluya.

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: “Su misericordia es eterna”. /R

La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. /R

La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. /R


SEGUNDA LECTURA (Col 3, 1-4)

Monición.- San Pablo invita a los creyentes en Cristo resucitado a concretizar la resurrección en la vida, buscando las cosas de arriba, poniendo el corazón en los bienes del cielo y no en los de la tierra. Éste es el camino para transformar la sociedad.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los colosenses

Hermanos: Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con él.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

SECUENCIA

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado,
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la vida,
triunfante se levanta.

“¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?”
“A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua”.

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (1 Cor 5, 7-8)

R. Aleluya, aleluya.  
Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua. /R


EVANGELIO (Jn 20, 1-9)

Monición.- Cuando uno pierde lo que más ama, lo que da sentido a la vida, se experimenta un terrible oscuridad; uno deja caer los brazos y no espera sino la muerte. Con María Magdalena no sucedió así. Ella, en medio de la oscuridad, sacó fuerzas para in al sepulcro y ser testigo de la resurrección del Señor.

† Lectura del santo Evangelio según san Juan

Gloria a ti, Señor.

El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto".
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor:

Gloria a ti, Señor Jesús.


O bien, en las Misas vespertinas


† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 24, 13-35)

Gloria a ti, Señor.

El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos: pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: "¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?"
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?" Él les preguntó: "¿Qué cosa?" Ellos le respondieron: "Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron".
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?" Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él.
Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer'. Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!"
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón". Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor

Gloria a ti, Señor Jesús.


Se dice Credo.


ORACIÓN UNIVERSAL

SAC.: Llenos de gozo por la santa resurrección del Señor, purificados nuestros sentimientos y renovado nuestro espíritu, supliquemos con insistencia al Señor, diciendo: Rey vencedor, escúchanos.

Todos: Rey vencedor, escúchanos.

1. A Cristo, que, con su gloriosa resurrección, ha sido constituido Cabeza de la Iglesia, pidámosle que, por su amor, conceda abundante felicidad, gozo y exultación a todos los fieles que celebren su triunfo.

2. A Cristo, que, con su santa resurrección, ha otorgado el perdón y la paz a los pecadores, supliquémosle que quienes han regresado al camino de la vida conserven íntegramente los dones que la misericordia del Padre les ha restituido.

3. A Cristo, que, con su gloriosa resurrección, ha inaugurado la resurrección universal, pidámosle que alegre el corazón de los hombres que aún desconocen su victoria y, con el anuncio evangélico, llene de gozo a todos los pueblos y naciones.

4. A Cristo, que, con su santa resurrección, ha colmado de alegría a los pueblos, los ha enriquecido con sus dones y ha hecho vibrar de gozo nuestros corazones, pidámosle que renueve la esperanza de los que sufren y lloran.

5. A Cristo, que, con su gloriosa resurrección, ha alegrado al mundo entero, pidámosle que renueve nuestro espíritu y nos conceda la esperanza firme de compartir su triunfo y de resucitar con Él a una vida nueva.

Intenciones de la Iglesia local

SAC.: Señor Jesucristo, que en el cielo eres glorificado por los ángeles y los santos y en la tierra eres enaltecido y adorado por tu Iglesia, en esta fiesta gloriosa de tu resurrección te pedimos que escuches nuestras plegarias y extiendas tu diestra misericordiosa sobre este pueblo que tiene puesta toda su esperanza en tu resurrección. Tú, que vives y reinas, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos.

TODOS: Amén.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Llenos de júbilo por el gozo pascual te ofrecemos, Señor, este sacrificio, mediante el cual admirablemente renace y se nutre tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.


Prefacio de Pascua I El Misterio Pascual

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado.  Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida.  Por eso, con esta efusión del gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN

Cristo, nuestro Cordero Pascual, ha sido inmolado. Aleluya. Celebremos, pues, la Pascua, con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad.
Aleluya.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dios de bondad, protege paternalmente con amor incansable a tu Iglesia, para que, renovada por los misterios pascuales, pueda llegar a la gloria de la resurrección.

Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.


MEDITACIÓN DEL PAPA

Nosotros, resucitados con Cristo mediante el Bautismo, debemos seguirlo ahora fielmente con una vida santa, caminando hacia la Pascua eterna, sostenidos por la certeza de que las dificultades, las luchas, las pruebas y los sufrimientos de nuestra existencia, incluida la muerte, ya no podrán separarnos de él y de su amor. Su resurrección ha creado un puente entre el mundo y la vida eterna, por el que todo hombre y toda mujer pueden pasar para llegar a la verdadera meta de nuestra peregrinación terrena. "He resucitado y estoy siempre contigo". Esta afirmación de Jesús se realiza sobre todo en la Eucaristía; en toda celebración eucarística la Iglesia, y cada uno de sus miembros, experimentan su presencia viva y se benefician de toda la riqueza de su amor. En el sacramento de la Eucaristía está presente el Señor resucitado y, lleno de misericordia, nos purifica de nuestras culpas; nos alimenta espiritualmente y nos infunde vigor para afrontar las duras pruebas de la existencia y para luchar contra el pecado y el mal. Él es el apoyo seguro de nuestra peregrinación hacia la morada eterna del cielo. (Benedicto XVI, 13 de abril de 2009).


martes, 10 de marzo de 2015

Domingo de Ramos “De la Pasión del Señor” Domingo 29 de marzo 2015



Domingo de Ramos “De la Pasión del Señor”

Domingo 29 de marzo 2015


EL SEÑOR ME AYUDA

El profeta Isaías vivió en el exilio y sintió la desolación de haber perdido la tierra y la certidumbre social que les daba el templo y el monarca. Sus contemporáneos vivían encandilados por el esplendor de Babilonia. El profeta se mantenía firme en la esperanza del regreso y eso le valía desprecios y adversidad. El exilio había sido además una escuela de esperanza incluyente, Israel no podría vivir enconchado en sus propios problemas. La misión del profeta incluiría alentar a las naciones extranjeras a vivir conforme al derecho y la justicia. El profeta se convirtió en un creyente resiliente, fortificado por la presencia discreta del Señor que lo alentaba a continuar adelante, cumpliendo su misión. De esa esperanza se alimentó el Señor Jesús para mantenerse anunciando fielmente la llegada de la generosa compasión divina, que gustaba de proclamar con una frase cargada de dinamismo: el reino de Dios, que era una opción superior al reino del César, estaba llegando.

LA MISA

Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote comienza la misa con la oración colecta.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se hiciera hombre y padeciera en la cruz para dar al género humano ejemplo de humildad, concédenos, benigno, seguir las enseñanzas de su pasión y que merezcamos participar de su gloriosa resurrección.
El, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.


PRIMERA LECTURA

Monición.- Cristianizando el pasaje que escucharemos en la primera lectura, es Jesús quien nos presenta el objetivo de su misión, acepta el sufrimiento por amor y la salvación de todos, por eso no opone resistencia a quien le golpea o insulta.

Lectura del libro del profeta Isaías 50, 4-7

En aquel entonces, dijo Isaías: "El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento. Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado".
Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.


Salmo responsorial

Del salmo 21
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: "Confiaba en el Señor, pues que Él lo salve; si de veras lo ama, que lo libre". R.
Los malvados me cercan por doquiera como rabiosos perros. Mis manos y mis pies han taladrado y se pueden contar todos mis huesos. R.
Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados. Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí alejado. R
A mis hermanos contaré tu gloria y en la asamblea te alabaré tu nombre. Que alaben al Señor los que lo temen. Que el pueblo de Israel siempre lo adore. R


Segunda lectura

San Pablo nos presenta el camino que siguió Jesús para cumplir su misión, el anonadamiento, la obediencia, la humildad y la entrega total en la cruz, por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas.

De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses 2, 6-11

Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Flp 2,8-9
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz. Por eso
Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.


PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

SEGÚN SAN MARCOS 14, 1-15, 47

(La señal † de cruz , se refiere a Cristo; la C, al cronista, y la S, a la sinagoga u otros).

C Faltaban dos días para la fiesta de Pascua y de los panes Ázimos. Los sumos sacerdotes y los escribas andaban buscando una manera de apresar a Jesús a traición y darle muerte, pero decían:
S "No durante las fiestas, porque el pueblo podría amotinarse".
C Estando Jesús sentado a la mesa, en casa de Simón el leproso, en Betania, llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el frasco y derramó el perfume en la cabeza de Jesús.
Algunos comentaron indignados:
S "¿A qué viene este derroche de perfume? Podía haberse vendido por más de trescientos denarios para dárselos a los pobres".
C Y criticaban a la mujer; pero Jesús replicó:
"Déjenla. ¿Por qué la molestan? Lo que ha hecho conmigo está bien, porque a los pobres los tienen siempre con ustedes y pueden socorrerlos cuando quieran; pero a mí no me tendrán siempre. Ella ha hecho lo que podía. Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura.
Yo les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique el Evangelio, se recordará también en su honor lo que ella ha hecho conmigo".
C Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, se alegraron y le prometieron dinero; y él andaba buscando una buena ocasión para entregarlo. El primer día de la fiesta de los panes ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le preguntaron a Jesús sus discípulos:
S "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?"
C Él les dijo a dos de ellos:
"Vayan a la ciudad. Encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo y díganle al dueño de la casa en donde entre: 'El Maestro manda preguntar: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?' Él les enseñará una sala en el segundo piso, arreglada con divanes. Prepárennos allí la cena".
C Los discípulos se fueron, llegaron a la ciudad, encontraron lo que Jesús les había dicho y prepararon la cena de Pascua.
Al atardecer, llegó Jesús con los Doce. Estando a la mesa, cenando, les dijo:
"Yo les aseguro que uno de ustedes, uno que está comiendo conmigo, me va a entregar".
C Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro:
S "¿Soy yo?".
C El respondió
"Uno de los Doce; alguien que moja su pan en el mismo plato que yo. El Hijo del hombre va a morir, como está escrito: pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre! ¡Más le valiera no haber nacido!".
C Mientras cenaban, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo:
"Tomen: esto es mi cuerpo".
C Y tomando en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias, se la dio, todos bebieron y les dijo:
"Esta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Yo les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios".
C Después de cantar el himno, salieron hacia el monte de los Olivos y Jesús les dijo:
"Todos ustedes se van a escandalizar por mi causa, como está escrito: 'Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas'; pero cuando resucite, iré por delante de ustedes a Galilea".
C Pedro replicó:
S "Aunque todos se escandalicen, yo no".
C Jesús le contestó:
"Yo te aseguro que hoy, esta misma noche, antes de que el gallo cante dos veces, tú me negarás tres".
C Pero él insistía:
S "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré".
C Y los demás decían lo mismo.
Fueron luego a un huerto, llamado Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos:
"Siéntense aquí mientras hago oración".
C Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan; empezó a sentir terror y angustia, y les dijo:
"Tengo el alma llena de una tristeza mortal. Quédense aquí, velando".
C Se adelantó un poco, se postró en tierra y pedía que, si era posible, se alejara de Él aquella hora. Decía:
"Padre, tú lo puedes todo: aparta de mí este cáliz. Pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres".
C Volvió a donde estaban los discípulos, y al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro:
"Simón, ¿estás dormido? ¿No has podido velar ni una hora? Velen y oren, para que no caigan en la tentación. El espíritu está pronto, pero la carne es débil".
C De nuevo se retiró y se puso a orar, repitiendo las mismas palabras. Volvió y otra vez los encontró dormidos, porque tenían los ojos cargados de sueño, por eso no sabían qué contestarle. Él les dijo:
"Ya pueden dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora. Miren que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya está cerca el traidor".
C Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, y con él, gente con espadas y palos, enviada por los sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles:
S "Al que yo bese, ése es. Deténganlo y llévenselo bien sujeto".
C Llegó, se acercó y le dijo:
S "Maestro".
C Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo apresaron. Pero uno de los presentes desenvainó la espada y de un golpe le cortó la oreja a un criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo:
"¿Salieron ustedes a apresarme con espadas y palos, como si se tratara de un bandido? Todos los días he estado entre ustedes, enseñando en el templo y no me han apresado. Pero así tenía que ser para que se cumplieran las Escrituras".
C Todos lo abandonaron y huyeron. Lo iba siguiendo un muchacho, envuelto nada más con una sábana y lo detuvieron; pero él soltó la sábana y se les escapó desnudo. Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote y se reunieron todos los pontífices, los escribas y los ancianos. Pedro lo fue siguiendo de lejos hasta el interior del patio del sumo sacerdote y se sentó con los criados, cerca de la lumbre, para calentarse. Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban una acusación contra Jesús para condenarlo a muerte y no la encontraban. Pues, aunque, muchos presentaban falsas acusaciones contra Él, los testimonios no concordaban. Hubo unos que se pusieron de pie y dijeron:
S "Nosotros lo hemos oído decir:
`Yo destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres días construiré otro, no edificado por hombres'.
C Pero ni aun en esto concordaba su testimonio. Entonces el sumo sacerdote se puso de pie y le preguntó a Jesús:
S "¿No tienes nada que responder a todas esas acusaciones?".
C Pero Él no le respondió nada. El sumo sacerdote le volvió a preguntar:
S "¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?"
C Jesús contestó:
"Sí lo soy. Y un día verán cómo el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y cómo viene entre las nubes del cielo".
C El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras exclamando:
S "¿Qué falta hacen ya más testigos? Ustedes mismos han oído la blasfemia. ¿Qué les parece?"
C Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle, y tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían:
S "Adivina quién fue",
C Y los criados también le daban de bofetadas. Mientras tanto, Pedro estaba abajo, en el patio.
Llegó una criada del sumo sacerdote, y al ver a Pedro calentándose, lo miró fijamente y le dijo:
S "Tú también andabas con Jesús Nazareno". A Él lo negó, diciendo:
S "Ni sé ni entiendo lo que quieres decir".
C Salió afuera hacia el zaguán, y un gallo cantó. La criada, al verlo, se puso de nuevo a decir a los presentes:
S "Ése es uno de ellos".
C Pero él lo volvió a negar. Al poco rato, también los presentes dijeron a Pedro:
S Claro que eres uno de ellos, pues eres galileo".
C Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar:
S "No conozco a ese hombre del que hablan".
C En seguida, cantó el gallo por segunda vez. Pedro se acordó entonces de las palabras que le había dicho Jesús: "Antes de que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres", y rompió a llorar.

Comienza la lectura breve

C Luego que amaneció, se reunieron los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y el sanedrín en pleno, para deliberar. Ataron a Jesús, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato.
Éste le preguntó:
S "¿Eres tú el rey de los judíos?"
C Él respondió:
"Sí lo soy".
C Los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo:
S "¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan".
C Jesús ya no le contestó nada, de modo que Pilato estaba muy extrañado. Durante la fiesta de Pascua, Pilato solía soltarles al preso que ellos pidieran. Estaba entonces en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en un motín. Vino la gente y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les dijo:
S "¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?"
C Porque sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes
incitaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato les volvió a preguntar:
S "¿Y qué voy a hacer con el que llaman rey de los judíos?"
C Ellos gritaron:
S "¡Crucifícalo!"
C Pilato les dijo:
S "Pues ¿qué mal ha hecho?"
C Ellos gritaron más fuerte:
S "¡Crucifícalo!"
C Pilato, queriendo dar gusto a la multitud, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de mandarlo azotar, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio, al pretorio, y reunieron a todo el batallón. Lo vistieron con un manto de color púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a burlarse de Él, dirigiéndole este saludo:
S "¡Viva el rey de los judíos!".
C Le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante Él. Terminadas las burlas, le quitaron aquel manto de color púrpura, le pusieron su ropa y lo sacaron para crucificarlo. Entonces forzaron a cargar la cruz a un individuo que pasaba por ahí de regreso del campo, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir "lugar de la Calavera"). Le ofrecieron vino con mirra, pero Él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echando suertes para ver qué le tocaba a cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: "El rey de los judíos". Crucificaron con Él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: Fue contado entre los malhechores. Los que pasaban por ahí, lo injuriaban meneando la cabeza y gritándole:
S "¡Anda! Tú, que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo y baja de la cruz".
C Los sumos sacerdotes se burlaban también de Él y le decían: "Ha salvado a otros, pero a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos".
C Hasta los que estaban crucificados con Él también lo insultaban. Al llegar el mediodía, toda aquella tierra se quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. Y a las tres, Jesús gritó con voz potente:
"Eloí, Eloí, ¿lama sabactaní?"
C (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?) Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S "Miren, está llamando a Elías".
C Uno corrió a empapar una esponja en vinagre, la sujetó a un carrizo y se la acercó para que bebiera, diciendo:
S "Vamos a ver si viene Elías a bajarlo".
C Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.

(Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes)

C Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo. El oficial romano que estaba frente a Jesús, al ver cómo había expirado, dijo:
S "De veras este hombre era Hijo de Dios".

Fin de la lectura breve

C Había también ahí unas mujeres que estaban mirando todo desde lejos; entre ellas, María Magdalena, María (la madre de Santiago el menor y de José) y Salomé, que cuando Jesús estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y además de ellas, otras muchas que habían venido con Él a Jerusalén. Al anochecer, como era el día de la preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro distinguido del sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios. Se presentó con valor ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó que ya hubiera muerto, y llamando al oficial, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el oficial, concedió el cadáver a José. Éste compró una sábana, bajó el cadáver, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro excavado en una roca y tapó con una piedra la entrada del sepulcro.
María Magdalena y María, la madre de José, se fijaron en dónde lo ponían.
Palabra del Señor. T. Gloria a ti, Señor Jesús. Se dice Credo


Oración universal

Imploremos, hermanos, a Jesús, el Sumo Sacerdote de la fe que profesamos, que en la cruz presentó, con lágrimas en los ojos, oraciones y súplicas al Padre, y oremos también nosotros por todos los hombres: (R/, Te lo pedimos, Señor.)

1. Para que el Señor, que en la cruz excusó a los ignorantes y pidió perdón por ellos, tenga piedad de los fieles que han caído en el pecado, les dé valor para recurrir al sacramento de la penitencia y les conceda el gozo del perdón y de la paz, roguemos al Señor.

2. Para que la sangre de Jesús, que habla más favorablemente que la de Abel, reconcilie con Dios a los que aún están lejos a causa de la ignorancia, la indiferencia, la maldad o las propias pasiones, roguemos al Señor.

3. Para que el Señor, que en la cruz experimentó la amargura de sentirse triste y abandonado, se apiade de los enfermos, los afligidos y los oprimidos y les envíe a su ángel para que los conforte, roguemos al Señor.

4. Para que el Señor, que recibió en su reino al ladrón arrepentido, se apiade de nosotros nos dé sentimientos de contrición y nos admita, después de la muerte, en su paraíso, roguemos al Señor.

Dios todopoderoso y eterno, que enviaste a tu Hijo al mundo, para que, con su pasión, destruyera el pecado y la muerte y, con su resurrección, nos devolviera la vida y la felicidad, escucha las oraciones de tu pueblo y haz que podamos gozar de los frutos de la cruz gloriosa de Jesucristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que la pasión de tu Unigénito, Señor, nos atraiga tu perdón, y aunque no lo merecemos por nuestras obras, por la mediación de este sacrificio único, lo recibamos de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.


PREFACIO: La Pasión del Señor


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 26,42

Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este cáliz, hágase tu voluntad.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Tú que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la muerte de tu Hijo nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos promete, concédenos, Señor, llegar, por medio de su resurrección, a la meta de nuestras esperanzas. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO

Dios y Padre nuestro, mira con bondad a esta familia tuya, por la cual nuestro Señor Jesucristo no dudó en entregarse a sus verdugos y padecer el tormento de la cruz. Por Jesucristo, nuestro Señor.


UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO


Con el paso del tiempo el mensaje de Jesús fue sufriendo un proceso de desgaste y deformación, que lo redujo a una cierta moral pequeño burguesa, que estaba asociada a las prohibiciones y a cierta espiritualidad individualista y separada de los compromisos sociopolíticos. El mensaje original de Jesús era un verdadero proyecto integral que ofrecía un cambio profundo del interior del ser humano, activado por la fuerza del Espíritu. Dicho proyecto implicaba una reordenación profunda de las relaciones sociales y familiares, marcadas por el dominio autoritario de los adultos mayores. Caifás logró captar el alcance de su propuesta y se decidió a quitarlo de en medio, como siguen hoy eliminando a los profetas incómodos que cuestionan los arreglos que los gobernantes corruptos siguen tramando con delincuentes y empresarios. Periodistas, líderes sociales y religiosos padecen represión bajo diferentes modalidades. El mensaje del Reino sigue adelante.

V Domingo de Cuaresma Domingo 22 de marzo 2015




V Domingo de Cuaresma

Domingo 22 de marzo 2015


SI EL GRANO DE TRIGO NO MUERE...

Jeremías había acuñado grandes esperanzas en la conversión de Israel. Le parecía que el desastre del exilio sería lo suficientemente aleccionador para que buscaran a Dios. El profeta sabía que la ley era una coacción externa, que podía provocar rechazo por parte de las personas. Las obligaciones impuestas resultan molestas, porque parecen invasivas hacia la autodeterminación de la persona. Jeremías da en el blanco, cuando discierne que Dios hará una alianza nueva, puesto que ya no habrá relaciones basadas en la coacción sino en la convicción nacida del interior de la persona. Esa novedad es la que se hará realidad con la vida, pasión y muerte de Jesús. Su victoria sobre la muerte, será la reivindicación de su proyecto de vida. Jesús entrega su vida motivado por la esperanza en el futuro esperanzador que Dios creará a través de su espíritu.

ANTÍFONA DE ENTRADA Sal. 42, 1-2

Señor, hazme justicia. Defiende mi causa contra gente sin piedad, sálvame del hombre injusto y malvado, tú que eres mi Dios y mi defensa.


No se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Te rogamos, Señor Dios nuestro, que, con tu auxilio, avancemos animosamente hacia aquel grado de amor con el que tu Hijo, por la salvación del mundo, se entregó a la muerte. El que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.


LITURGIA DE LA PALABRA


Primera lectura

Monición.- En la primera lectura el profeta Jeremías anuncia una nueva alianza por parte de Dios  con su pueblo, porque las anteriores no produjeron los frutos esperados. La nueva alianza será grabada en el corazón del hombre.

Del libro del profeta Jeremías: 31, 31-34

"Se acerca el tiempo, dice el Señor, en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No será como la alianza que hice con los padres de ustedes, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto. Ellos rompieron mi alianza y yo tuve que hacer un escarmiento con ellos. Ésta será la alianza nueva que voy a hacer con la casa de Israel: Voy a poner mi ley en lo más profundo de su mente y voy a grabarla en sus corazones.
Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya nadie tendrá que instruir a su prójimo ni a su hermano, diciéndole: 'Conoce al Señor', porque todos me van a conocer, desde el más pequeño hasta el mayor de todos, cuando yo les perdone sus culpas y olvide para siempre sus pecados". Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.


Salmo responsorial

Del salmo 50, 3-4, 12-13, 14-15
R/. Crea en mí, Señor, un corazón puro.

Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados. R/.

Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu. R/.

Devuélveme tu salvación, que regocija, y mantén en mí un alma generosa. Enseñaré a los descarriados tus caminos y volverán a ti los pecadores. R/.


Segunda lectura

Monición.- Cristo, escucharemos en la segunda lectura, a pesar de que esa el Hijo, aprendió a obedecer padeciendo y así “se convirtió en la causa de la salvación eterna para todos los que lo obedecen”.

De la carta a los hebreos: 5, 7-9

Hermanos: Durante su vida mortal, Cristo ofreció oraciones y súplicas, con fuertes voces y lágrimas, a aquel que podía librarlo de la muerte, y fue escuchado por su piedad. A pesar de que era el Hijo, aprendió a obedecer padeciendo, y llegado a su perfección, se convirtió en la causa de la salvación eterna para todos los que lo obedecen.
Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.


ACLAMACIÓN Jn 12, 26 R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. R/.


Evangelio

Monición.- En el evangelio de hoy, Jesús pronuncia su último discurso público. Es la víspera de su arresto, de su condena y de su muerte en le cruz. Su espíritu se turba. A pesar de la tristeza, vemos la decisión con la que afronta su pasión y muerte.

Del santo Evangelio según san Juan: 12, 20-33

Entre los que habían llegado a Jerusalén para adorar a Dios en la fiesta de Pascua, había algunos griegos, los cuales se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le pidieron: "Señor, quisiéramos ver a Jesús".
Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús y Él les respondió: "Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado. Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre.
Ahora que tengo miedo, ¿le voy a decir a mi Padre: `Padre, líbrame de esta hora'? No, pues precisamente para esta hora he venido. Padre, dale gloria a tu nombre". Se oyó entonces una voz que decía: "Lo he glorificado y volveré a glorificarlo". De entre los que estaban ahí presentes y oyeron aquella voz, unos decían que había sido un trueno; otros, que le había hablado un ángel. Pero Jesús les dijo: "Esa voz no ha venido por mí, sino por ustedes. Está llegando el juicio de este mundo; ya va a ser arrojado el príncipe de este mundo. Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí". Dijo esto, indicando de qué manera habría de morir.
Palabra del Señor. T. Gloria a ti, Señor Jesús. Credo.


PLEGARIA UNIVERSAL

Oremos, amados hermanos, y pidamos la misericordia del Señor para que, compadecido de su pueblo penitente, escuche nuestras plegarias: (R/. Escúchanos, Señor.)

Para que el Redentor del mundo, que se entregó a la muerte para vivificar a su pueblo, libere a la Iglesia de todo mal, roguemos al Señor.

Para que el Redentor del mundo, que oró en la cruz por quienes lo crucificaban, interceda ante el Padre por los pecadores, roguemos al Señor.

Para que el Redentor de mundo, que experimentó en la cruz el sufrimiento y la angustia, se compadezca de los que sufren, les dé fortaleza y paciencia y ponga fin a sus dolores, roguemos al Señor.

Para que el Redentor del mundo a nosotros, sus siervos, que en estos días nos disponemos a recordar con veneración su cruz, nos reconforte con la fuerza de su resurrección, roguemos al Señor.

Escucha, Padre, las súplicas de tu Hijo, que, para establecer la alianza nueva y eterna, por obediencia aceptó hasta la muerte de cruz; haz que, a través de las pruebas de la vida, sepamos participar íntimamente de su pasión y, alcanzando la fecundidad del grano que muere, merezcamos ser reunidos, como cosecha buena, en los graneros de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Escúchanos, Dios todopoderoso, y concede a tus siervos, en quienes infundiste la sabiduría de la fe cristiana, quedar purificados, por la eficacia de este sacrificio. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio I o II de Cuaresma.


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 12, 24-25

Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te rogamos, Dios todopoderoso, que podamos contarnos siempre entre los miembros de aquel cuyo Cuerpo y Sangre acabamos de comulgar. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO

Bendice, Señor, a tu pueblo, que espera los dones de tu misericordia, y concédele recibir de tu mano generosa lo que tú mismo lo mueves a pedir. Por Jesucristo, nuestro Señor.


UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO

Nuestro país vive procesos sociales dolorosos y aparentemente no disponemos de salidas a corto plazo. Se cambian las leyes, se publicitan reformas, se gastan millones de pesos en publicidad gubernamental; no obstante, la terca realidad no cambia en la dirección y la velocidad que la sociedad requiere. Entre otras variables, que explican la lentitud de nuestra transformación social, está el desacato de los valores cívicos. No somos un país que esté acostumbrado a cumplir las normas jurídicas ni las normas morales. Jeremías tenía razón al criticar el talante coactivo de las leyes religiosas, porque la relación con Dios no brota de la obligación, sino de la confianza y el amor. Sin embargo, en el terreno de las relaciones sociales y políticas, es necesario participar en el diseño de las normas que nos rigen y cumplirlas con decisión. En una verdadera democracia, no hay personas por encima de las leyes, por muy poderosas que éstas sean. Un respeto por la legalidad es necesario para reordenar la convivencia social.


martes, 3 de marzo de 2015

IV Domingo de Cuaresma Domingo 15 de marzo 2015



IV Domingo de Cuaresma
Domingo 15 de marzo 2015

TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO

El cuarto Evangelio y la carta a los Efesios coinciden en afirmar la fuerza capital del amor de Dios. Dos textos distintos sin duda alguna: el cuarto Evangelio es una obra nacida del testimonio creyente de una comunidad de discípulos convencidos de la fuerza del amor de Dios. Es la experiencia viva de quien fue llamado "el discípulo amado", la que subyace detrás de este testimonio creyente acerca del amor de Dios manifiesto en su Hijo Jesús. Por su parte, la Carta a los efesios es una reflexión sólida sobre la amplitud de la misericordia divina. Esta carta, que es una especie de memorándum enviado por el apóstol a todas las iglesias por él fundadas, recupera las vivencias fundamentales de la vida cristiana. Quien se considere cristiano, lo será en realidad, por haber conocido en carne propia la experiencia viva del amor de Dios.

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Is 66, 10-11
Alégrate, Jerusalén, y que se reúnan cuantos te aman. Compartan su alegría los que estaban tristes, vengan a saciarse con su felicidad.

No se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que por tu Palabra realizas admirablemente la reconciliación del género humano, concede al pueblo cristiano prepararse con generosa entrega y fe viva a celebrar las próximas fiestas de la Pascua. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.


LITURGIA DE LA PALABRA


Primera lectura

Monición.- La primera lectura nos presenta la realidad del hombre ante Dios, que se presenta con su pesado fardo de infidelidades; la respuesta de Dios es una sana pedagogía colmada de amor y misericordia que refuerza nuestra esperanza.  

Del segundo libro de las Crónicas: 36, 14-16. 19-23

En aquellos días, todos los sumos sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, practicando todas las abominables costumbres de los paganos, y mancharon la casa del Señor, que él se había consagrado en Jerusalén. El Señor, Dios de sus padres, los exhortó continuamente por medio de sus mensajeros, porque sentía compasión de su pueblo y quería preservar su santuario. Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus advertencias y se mofaron de sus profetas, hasta que la ira del Señor contra su pueblo llegó a tal grado, que ya no hubo remedio.
Envió entonces contra ellos al rey de los caldeos. Incendiaron la casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén, pegaron fuego a todos los palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. A los que escaparon de la espada, los llevaron cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos del rey y de sus hijos, hasta que el reino pasó al dominio de los persas, para que se cumpliera lo que dijo Dios por boca del profeta Jeremías: Hasta que el país haya pagado sus sábados perdidos, descansará de la desolación, hasta que se cumplan setenta años. En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de las palabras que habló el Señor por boca de Jeremías, el Señor inspiró a Ciro, rey de los persas, el cual mandó proclamar de palabra y por escrito en todo su reino, lo siguiente: "Así habla Ciro, rey de Persia: El Señor, Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha mandado que le edifique una casa en Jerusalén de Judá. En consecuencia, todo aquel que pertenezca a este pueblo, que parta hacia allá, y que su Dios lo acompañe".
Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.


Salmo responsorial

Del salmo 136, 1-2. 4-5. 6
R/. Tu recuerdo, Señor, es mi alegría.

Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos a llorar de nostalgia; de los sauces que estaban en la orilla colgamos nuestras arpas. R/.

Aquellos que cautivos nos tenían pidieron que cantáramos. Decían los opresores: "Algún cantar de Sión, alegres, cántennos". R/.

Pero, ¿cómo podríamos cantar un himno al Señor en tierra extraña? ¡Que la mano derecha se me seque, si de ti, Jerusalén, yo me olvidara! R/.

¡Que se me pegue al paladar la lengua, Jerusalén, si no te recordara, o si, fuera de ti, alguna otra alegría yo buscara! R/


Segunda lectura

Monición.- San Pablo, en la segunda lectura, nos presenta el amor salvífico y misericordioso de Dios manifestado gratuitamente en Cristo. Por medio de Él, nos hace entrar en una nueva vida. Esta salvación, no es un derecho que se exige, es un don de Dios.

De la carta del apóstol san Pablo a los efesios: 2, 4-10

Hermanos: La misericordia y el amor de Dios son muy grandes; porque nosotros estábamos muertos por nuestros pecados, y él nos dio la vida con Cristo y en Cristo. Por pura generosidad suya, hemos sido salvados. Con Cristo y en Cristo nos ha resucitado y con él nos ha reservado un sitio en el cielo. Así, en todos los tiempos, Dios muestra, por medio de Jesús, la incomparable riqueza de su gracia y de su bondad para con nosotros.
En efecto, ustedes han sido salvados por la gracia, mediante la fe; y esto no se debe a ustedes mismos, sino que es un don de Dios. Tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir, porque somos hechura de Dios, creados por medio de Cristo Jesús, para hacer el bien que Dios ha dispuesto que hagamos.
Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.


ACLAMACIÓN Jn 3, 16
 R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. R/.


Evangelio

Monición.- San Juan en el evangelio nos reporta el máximo regalo de Dios a la humanidad, su Hijo. Es el culmen del amor de Dios a los hombres, un amor sin límites. La finalidad de esa donación es para que todo el que crea en Cristo… tenga vida eterna.
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Del santo Evangelio según san Juan: 3, 14-21

En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: "Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por Él. El que cree en Él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios.
La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran.
En cambio, el que obra el bien conforme a la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios".
Palabra del Señor. T. Gloria a ti, Señor Jesús. Credo.


PLEGARIA UNIVERSAL

Oremos, hermanos, al Señor, que no desea la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, y pidámosle que tenga misericordia de su pueblo penitente:
 (R/. Escúchanos, Señor.)

Para que Dios aumente la fe y fortalezca la voluntad de los que se preparan a recibir en estos días cuaresmales el sacramento de la penitencia y les conceda un verdadero arrepentimiento de sus culpas, roguemos al Señor.

Para que el Señor abra la inteligencia y el corazón de los incrédulos, de manera que lleguen al conocimiento de la verdad, y en la fe encuentren aquel descanso que tanto desea su corazón, roguemos al Señor.

Para que Dios conceda su ayuda a los enfermos, a los pobres, a los que se sienten tentados y a todos aquellos que con su sufrimiento participan de le cruz de Cristo, roguemos al Señor.

Para que todos nosotros perseveremos en el esfuerzo cuaresmal y lleguemos, purificados e iluminados, a las fiestas de Pascua que se acercan, roguemos al Señor.

Dios bueno y fiel, que nunca dejas de llamar a los que se extravían para que se conviertan y vuelvan a ti y, en tu Hijo elevado sobre la cruz, nos curas de las heridas del Maligno, escucha nuestras oraciones y concédenos tu gracia, para que, renovados en el espíritu, podamos corresponder a los dones de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te presentamos, Señor, llenos de alegría, estas ofrendas para el sacrificio y pedimos tu ayuda para celebrarlo con fe sincera y ofrecerlo dignamente por la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio I o II de Cuaresma.


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Sal 121, 3-4)

Jerusalén ha sido edificada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor Dios, luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo, ilumina nuestros corazones con el resplandor de tu gracia, para que podamos siempre pensar lo que es digno y grato a tus ojos y amarte con sincero corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO

Protege, Señor, a quienes te invocan, ayuda a los débiles y reaviva siempre con tu luz a quienes caminan en medio de las tinieblas de la muerte; concédeles que, liberados por tu bondad de todos los males, alcancen los bienes supremos. Por Jesucristo, nuestro Señor.


UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO


Quien haya experimentado el amor gratuito de una persona bella por dentro y por fuera, que se dona libre y gustosamente a quien ama, comenzará a entender lo que san Pablo quiere decir, cuando afirma que Dios nos ama por pura generosidad. Las realidades más valiosas de la vida son gratuitas y solamente se acogen desde la gratitud. Las muestras del amor de Dios no son fácilmente reconocibles, pueden confundirse con las propias ilusiones o anhelos profundos. Un criterio que nos permitirá reconocerlas es la gratuidad; cuando encontramos una persona que se dona y se entrega sin pedir nada a cambio, estamos delante de una auténtica experiencia del amor divino. En la cultura de los intercambios interesados, el cálculo y el trueque, es posible advertir la presencia viva de Dios en la vida de personas que se regalan sin buscar su propio beneficio.