DOMINGO XI DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo B Domingo 13 de junio 2021

DESDE INICIOS PEQUEÑOS
Ez 17, 22-24; Sal 91; 2 Cor 5,6-10; Mc 4, 26-34
Ezequiel presenta la alegoría de las águilas,
ofreciendo de esta manera una promesa para la restauración del pueblo de Dios.
Tal restauración empieza de manera muy humilde, con un "gajo tierno",
pero gracias a la acción de Dios, llega a la apariencia inesperada de un rey futuro
que es reconocido como superior hasta por los demás reyes, por "todos los
árboles del campo". Las parábolas de Jesús proponen un tema parecido,
aunque tratan, en contraste, del crecimiento del evangelio y del nuevo y
universal pueblo de Dios. La elección de la imagen de la siembra no es
original: desde Platón y en adelante, se había usado universalmente. Original
es, en cambio, la amplia descripción del poder divino que actúa de forma
misteriosa, sorprendente e inexorable. La pequeñez de los inicios no importa;
lo que sí importa es el poder de Dios.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 26, 7. 9
Oye, Señor, mi voz y mis clamores. Ven en mi ayuda,
no me rechaces, ni me abandones, Dios, salvador mío.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a
quienes ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te
adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios
Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del
mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten
piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, fortaleza de los que en ti esperan,
acude bondadoso, a nuestro llamado y puesto que sin ti nada puede nuestra
humana debilidad, danos siempre la ayuda de tu gracia, para que, en
cumplimiento de tu voluntad, te agrademos siempre con nuestros deseos y
acciones. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Elevaré los árboles pequeños.
Del libro del profeta Ezequiel: 17,22-24
Esto dice el Señor Dios: "Yo tomaré un renuevo
de la copa de un gran cedro, de su más alta rama cortaré un retoño. Lo plantaré
en la cima de un monte excelso y sublime. Lo plantaré en la montaña más alta de
Israel.
Echará ramas, dará fruto y se convertirá en un
cedro magnífico. En él anidarán toda clase de pájaros y descansarán al abrigo
de sus ramas.
Así, todos los árboles del campo sabrán que yo, el
Señor, humillo los árboles altos y elevo los árboles pequeños; que seco los
árboles lozanos y hago florecer los árboles secos. Yo, el Señor, lo he dicho y
lo haré". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 91, 2-3.13-14.15-16.
R/. ¡Qué bueno es darte gracias, Señor!
¡Qué bueno es darte gracias, Dios altísimo, y
celebrar tu nombre, pregonando tu amor cada mañana y tu fidelidad, todas las
noches! R/.
Los justos crecerán como las palmas, como los
cedros en los altos montes; plantados en la casa del Señor, en medio de sus
atrios darán flores. R/
Seguirán dando fruto en su vejez, frondosos y
lozanos como jóvenes, para anunciar que en Dios, mi protector, ni maldad ni
injusticia se conocen. R/.
SEGUNDA LECTURA
En el destierro o en la patria, nos esforzamos por
agradar al Señor.
De la segunda carta del apóstol san Pablo a los
corintios: 5,6-10
Hermanos: Siempre tenemos confianza, aunque sabemos
que, mientras vivimos en el cuerpo, estamos desterrados, lejos del Señor.
Caminamos guiados por la fe, sin ver todavía. Estamos, pues, llenos de
confianza y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor.
Por eso procuramos agradarle, en el destierro o en la
patria. Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, para
recibir el premio o el castigo por lo que hayamos hecho en esta vida. Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es
Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre. R/.
EVANGELIO
El hombre siembra su campo, y sin que él sepa cómo,
la semilla germina y crece.
Del santo Evangelio según san Marcos: 4, 26-34
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "El
Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en
la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla
germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los
tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya
están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el
tiempo de la cosecha".
Les dijo también: "¿Con qué compararemos el
Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla
de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una
vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan
grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra".
Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo
exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les
hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador
del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo
Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los
siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado,
no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por
nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del
Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra
causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y
resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado
a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y
muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de
vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una
misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que
es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el
perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del
mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, hermanos, al Señor que conoce lo que está
escondido a nuestros ojos y sabe cuáles son las verdaderas necesidades de los
hombres:
Oremos por la santa Iglesia, para que Dios, nuestro
Señor, aumente el número de sus fieles, aleje de ella toda división y escuche
las plegarias que le dirigen todos los cristianos del mundo, roguemos al Señor.
Oremos también a nuestro Señor por los gobernantes
de nuestra patria y de todos los pueblos, para que Dios les dé sabiduría y
fuerza para gobernar y dirigir con paz y justicia el pueblo que tienen
encomendado, roguemos al Señor.
Oremos también por los que están lejos de su hogar,
para que nuestro Señor les conceda un viaje feliz, retornar con salud a sus
familias y la realización plena de los proyectos de su viaje, roguemos al
Señor.
Oremos también a nuestro Señor por los que hoy nos
hemos reunido aquí en su nombre y por el párroco (pastor) que nos preside, para
que nuestro Señor escuche nuestras oraciones y nuestras peticiones le sean
siembre agradables, roguemos al Señor.
Dios nuestro, que siembras a manos llenas en
nuestros corazones la semilla de la verdad y de la gracia, escucha nuestras
oraciones, concédenos acoger, con humilde esperanza, y cultivar, con paciencia
evangélica, el grano que tú has sembrado en nosotros, convencidos de que,
cuanto más profundamente arraigue tu palabra en nuestras vidas, más amor y más
justicia habrá en el mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Tú que con este pan y este vino que te presentamos
das al género humano el alimento que lo sostiene y el sacramento que lo
renueva, concédenos, Señor, que nunca nos falte esta ayuda para el cuerpo y el alma.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
El Misterio Pascual y el Pueblo de Dios
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y
fuente de salvación darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor,
Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo Señor nuestro. Quien, por
su Misterio Pascual, realizó la obra maravillosa de llamamos de la esclavitud
del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real,
nación consagrada, pueblo de tu propiedad, para que, trasladados por ti de las
tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas. Por eso
con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos
sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna
en el cielo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 26, 4
Una sola cosa he pedido y es lo único que busco,
habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que esta santa comunión, que acabamos de
recibir, así como significa la unión de los fieles en ti, así también lleve a
efecto la unidad en tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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