UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20220724
La oración cristiana nunca debe ser una huida de la vida humana.
Aunque provee momentos de descanso, consolación, y refugio durante el ajetreo
que es la vida cotidiana, nunca debe ser una fuga de todo lo que es humano. Por
un lado, durante la oración debemos llevar nuestra vida cotidiana -sus
esperanzas, sus angustias, y sus alegrías a Dios, y ofrecérsela como un
sacrificio agradable. Por otro lado, debemos volver a nuestra vida cotidiana,
renovados y vigorizados para vivir más fielmente la existencia de cada día. En
breve, la oración es un ejemplo de lo que el Concilio Vaticano II enseñó sobre
la liturgia, aunque no es siempre litúrgica: es "la cumbre a la cual
tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana
toda su fuerza"
(Sacrosanctum concilium n. 10).
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