DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo C Domingo 4 de septiembre 2022
EL COSTO DEL DISCIPULADO
Sab 9, 13-19; Sal 89; Fil 9-10. 12-17; Lc 14, 25-33
En medio de su camino a Jerusalén -en una parte del Evangelio de Lucas
(9, 51 a 19, 28) frecuentemente considerada un relato de viaje- Jesús discute
las exigencias de seguirlo. Es como si intentara prevenir la misma especie de
malentendidos que algunos israelitas tuvieron acerca del éxodo desde la
esclavitud de Egipto a la liberación de la Tierra Prometida, a saber, que iba a
ser un viaje fácil, entretenido, y privilegiado. Al contrario de esos
"pensamientos torpes" y "razonamientos inseguros" (Sab 9,
14), el discipulado cristiano es un camino que exige, entre otras cosas, el
abandono de todo lo que podría ser un obstáculo a su meta, incluidos la
familia, el confort y lo que uno posee. Hay que pensar bien esta vida para
entender los retos inesperados y duros que, como cualquiera otro viaje, pueden
presentarse.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 118, 137. 124
Eres justo, Señor, y rectos son tus mandamientos; muéstrate bondadoso
con tu siervo.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor,
Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado
del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende
nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de
nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor, Dios, de quien nos viene la redención y a quien debemos la
filiación adoptiva, protege con bondad a los hijos que tanto amas, para que
todos los que creemos en Cristo obtengamos la verdadera libertad y la herencia
eterna. Por nuestro Señor Jesucristo ...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
¿Quién es el hombre que puede conocer los designios de Dios?
Del libro de la Sabiduría: 9, 13-19
¿Quién es el hombre que puede conocer los designios de Dios? ¿Quién es
el que puede saber lo que el Señor tiene dispuesto? Los pensamientos de los
mortales son inseguros y sus razonamientos pueden equivocarse, porque un cuerpo
corruptible hace pesada el alma y el barro de que estamos hechos entorpece el
entendimiento.
Con dificultad conocemos lo que hay sobre la tierra y a duras penas
encontramos lo que está a nuestro alcance. ¿Quién podrá descubrir lo que hay en
el cielo? ¿Quién conocerá tus designios, si tú no le das la sabiduría, enviando
tu santo espíritu desde lo alto?
Sólo con esa sabiduría lograron los hombres enderezar sus caminos y
conocer lo que te agrada. Sólo con esa sabiduría se salvaron, Señor, los que te
agradaron desde el principio. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 89,3-4.5-6.12-13.14.17.
R/. Tú eres, Señor, nuestro refugio.
Tú haces volver al polvo a los humanos, diciendo a los mortales que
retornen. Mil años para ti son como un día que ya pasó; como una breve noche.
R/.
Nuestra vida es tan breve como un sueño; semejante a la hierba, que despunta
y florece en la mañana y por la tarde se marchita y se seca. R/.
Enséñanos a ver lo que es la vida y seremos sensatos. ¿Hasta cuándo,
Señor, vas a tener compasión de tus siervos? ¿Hasta cuándo? R/.
Llénanos de tu amor por la mañana y júbilo será la vida toda. Haz,
Señor, que tus siervos y sus hijos, puedan mirar tus obras y tu gloria. R/.
SEGUNDA LECTURA
Recíbelo, no como esclavo, sino como hermano amadísimo.
De la carta del apóstol san Pablo a Filemón: 9-10. 12-17
Querido hermano: Yo, Pablo, ya anciano y ahora, además, prisionero por
la causa de Cristo Jesús, quiero pedirte algo en favor de Onésimo, mi hijo, a
quien he engendrado para Cristo aquí, en la cárcel.
Te lo envío. Recíbelo como a mí mismo. Yo hubiera querido retenerlo
conmigo, para que en tu lugar me atendiera, mientras estoy preso por la causa
del Evangelio. Pero no he querido hacer nada sin tu consentimiento, para que el
favor que me haces no sea como por obligación, sino por tu propia voluntad.
Tal vez él fue apartado de ti por un breve tiempo, a fin de que lo
recuperaras para siempre, pero ya no como esclavo, sino como algo mejor que un
esclavo, como hermano amadísimo. Él ya lo es para mí. ¡Cuánto más habrá de
serlo para ti, no sólo por su calidad de hombre, sino de hermano en Cristo! Por
lo tanto, si me consideras como compañero tuyo, recíbelo como a mí mismo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Sal 118, 135
R/. Aleluya, aleluya.
Señor, mira benignamente a tus siervos y enséñanos a cumplir tus mandamientos.
R/.
EVANGELIO
El que no renuncie a todos sus bienes no puede ser mi discípulo.
Del santo Evangelio según san Lucas: 14, 25-33
En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre y él,
volviéndose a sus discípulos, les dijo: "Si alguno quiere seguirme y no me
prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a
sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga
su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone
primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que,
después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se
enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: 'Este hombre comenzó a construir
y no pudo terminar'.
¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero a
considerar si será capaz de salir con diez mil soldados al encuentro del que
viene contra él con veinte mil? Porque si no, cuando el otro esté aún lejos, le
enviará una embajada para proponerle las condiciones de paz. Así pues,
cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi
discípulo". Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios,
Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los
hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue
crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al
tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha
del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino
no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede
del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa,
católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los
pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Pidamos, hermanos, al Señor que escuche nuestras plegarias y atienda a
nuestras peticiones. Digamos: Te rogamos, Señor. (R/. Te rogamos, Señor.)
Por la santa Iglesia de Dios, para que el Señor le conceda la paz y la
unidad, la guarde de todo mal y acreciente el número de sus hijos, roguemos al
Señor.
Por la paz del mundo, para que cesen las rivalidades entre las
naciones, renazca en el corazón de los hombres el amor y arraigue entre todos
los pueblos la mutua comprensión, roguemos al señor.
Para que Dios, Padre todopoderoso, purifique al mundo de todo error,
devuelva la salud a los enfermos, aleje el hambre, abra las prisiones injustas
y conceda el regreso a los que añoran la patria, roguemos al Señor.
Para que el Señor nos conceda perseverar en la fe hasta el fin de
nuestra vida y, después de la muerte, nos admite en el reino de la felicidad,
de la luz y de la paz, roguemos al Señor.
Señor, Dios todopoderoso y eterno, que sabes que apenas conocemos las
cosas de la tierra y con trabajo descubrimos el rastro de las del cielo,
escucha nuestras oraciones y envíanos la sabiduría de tu Espíritu, para que,
como verdaderos discípulos de tu Hijo, llevemos nuestra cruz de cada día y,
unidos a él, sigamos fielmente tus caminos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor Dios, fuente de toda devoción sincera y de la paz, concédenos
honrar de tal manera, con estos dones, tu majestad, que, al participar en estos
santos misterios, todos quedemos unidos en un mismo sentir.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
El Misterio de la salvación
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación
darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno, por Cristo Señor nuestro. Quien, compadecido del
extravío de los hombres, quiso nacer de la Virgen María; muriendo en la cruz,
nos libró de la muerte eterna y, resucitando, nos dio vida eterna. Por eso, con
los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin
cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo,
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 41, 2-3
Como la cierva busca el agua de las fuentes, así, sedienta, mi alma te
busca a ti, Dios mío. Mi alma tiene sed del Dios vivo.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concede, Señor, a tus fieles, a quienes alimentas y vivificas con tu
palabra y el sacramento del cielo, aprovechar de tal manera tan grandes dones
de tu Hijo amado, que merezcamos ser siempre partícipes de su vida. Él, que
vive y reina por los siglos de los siglos.
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