DOMINGO I DE ADVIENTO Ciclo A Domingo 27 de noviembre 2022

DANDO MARCHA ATRÁS AL RELOJ
Is 2,1-5; Sal 121; Rom 13,11-14; Mt 24,37-44
En un cierto sentido, el Adviento intenta empezar de nuevo el tiempo.
Este inicio del año litúrgico nos invita a reformular nuestras vidas para que
sean como habrían debido ser desde el principio. Todas las lecturas señalan
este anhelo. En Isaías se anuncia un oráculo de restauración escatológica.
Sobre Sión, monte santo, estará presente el Señor con su pueblo, como si
estuviera estableciendo la alianza con él por primera vez. La epístola a los
romanos concluye anunciando que "el día del Señor" está para empezar
y, por lo tanto, ya es hora de despertar, despojarse de hábitos nocturnos y
vestir para el nuevo día. En Mateo, se afirma que el Señor puede volver en
cualquier momento y renovar la tierra. Esta certeza debe impulsar a la
comunidad a no instalarse y a no buscar en el mundo una ciudad permanente.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 24, 1-3
A ti, Señor, levanto mi alma; Dios mío, en ti confío, no quede yo
defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos; pues los que esperan en ti no
quedan defraudados.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Concede a tus fieles, Dios todopoderoso, el deseo de salir al encuentro
de Cristo, que viene a nosotros, para que, mediante la práctica de las buenas
obras, colocados un día a su derecha, merezcamos poseer el reino celestial. Por
nuestro Señor Jesucristo ...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
El Señor reúne a todos los pueblos en la paz eterna de su Reino.
Del libro del profeta Isaías: 2, 1-5
Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y Jerusalén: En días
futuros, el monte de la casa del Señor será elevado en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas, y hacia él confluirán todas las naciones.
Acudirán pueblos numerosos, que dirán: "Vengan, subamos al monte
del Señor, a la casa del Dios de Jacob, para que él nos instruya en sus caminos
y podamos marchar por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén,
la palabra del Señor".
Él será el árbitro de las naciones y el juez de pueblos numerosos. De
las espadas forjarán arados y de las lanzas, podaderas; ya no alzará la espada
pueblo contra pueblo, ya no se adiestrarán para la guerra. ¡Casa de Jacob, en
marcha! Caminemos a la luz del Señor. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 121,1-2.4-5.6-7.8-9.
R/. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
¡Qué alegría sentí, cuando me dijeron: "Vayamos a la casa del
Señor"! Y hoy estamos aquí, Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas.
R/.
A ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a
Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del Señor. En ella están los
tribunales de justicia, en el palacio de David. R/.
Digan de todo corazón: "Jerusalén, que haya paz entre aquellos que
te aman, que haya paz dentro de tus murallas y que reine la paz en cada
casa". R/.
Por el amor que tengo a mis hermanos, voy a decir: "La paz esté
contigo". Y por la casa del Señor, mi Dios, pediré para ti todos los
bienes. R/.
SEGUNDA LECTURA
Ya está cerca nuestra salvación.
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 13, 11-14
Hermanos: Tomen en cuenta el momento en que vivimos. Ya es hora de que
se despierten del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que
cuando empezamos a creer. La noche está avanzada y se acerca el día.
Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y revistámonos con las armas de la
luz.
Comportémonos honestamente, como se hace en pleno día. Nada de
comilonas ni borracheras, nada de lujurias ni desenfrenos, nada de pleitos ni
envidias. Revístanse más bien, de nuestro Señor Jesucristo y que el cuidado de
su cuerpo no dé ocasión a los malos deseos. Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Sal 84, 8
R/. Aleluya, aleluya.
Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. R/.
EVANGELIO
Velen y estén preparados.
Del santo Evangelio según san Mateo: 24, 37-44
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ''Así como sucedió en
tiempos de Noé, así también sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Antes del
diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el
arca. Y cuando menos lo esperaban, sobrevino el diluvio y se llevó a todos. Lo
mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Entonces, de dos hombres que
estén en el campo, uno será llevado y el otro será dejado; de dos mujeres que
estén juntas moliendo trigo, una será tomada y la otra dejada.
Velen, pues, y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su
Señor. Tengan por cierto que si un padre de familia supiera a qué hora va a
venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un
boquete en su casa. También ustedes estén preparados, porque a la hora que
menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO DE LOS APÓSTOLES
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador
del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que
fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María
Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde
allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la
santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, hermanos, al Señor y pidámosle confiadamente que despierte su
poder y venga a salvarnos. Digamos confiadamente: Ven Señor Jesús. (R/. Ven
Señor Jesús.)
Para que los fieles despierten del sueño de sus indolencias y reciban
con alegría la salvación que se acerca, roguemos al Señor.
Para que se afiance la paz en el mundo, y las riquezas de la creación
se transformen en instrumento de progreso y bienestar para todos los hombres,
roguemos al Señor.
Para que el Señor, con su venida, alivie los dolores de los enfermos,
dé paz y alegría a los que sufren en su espíritu y libre al mundo de sus males,
roguemos al Señor.
Para que nosotros mismos vivamos siempre alerta sin que las
preocupaciones de la vida nos impidan mantenemos en pie cuando llegue el Hijo
del hombre, roguemos al Señor.
Dios misericordioso, que enviaste a tu Hijo al mundo para que nos
instruyera en tus caminos, anduviéramos por tus sendas y todas las naciones se
reunieran en la montaña santa de tu reino, escucha nuestra oración y despierta
en nosotros un deseo tan vivo de tu venida, que, avanzando por la senda de tus mandatos,
lleguemos a contemplar en tu gloria al que ha de venir, Jesucristo nuestro
Señor. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, estos dones que te ofrecemos, tomados de los mismos
bienes que nos has dado, y haz que lo que nos das en el tiempo presente para
aumento de nuestra fe, se convierta para nosotros en prenda de tu redención
eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
Las dos venidas de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte
gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno, por Cristo, nuestro Señor. El cual, al venir por vez primera en la
humildad de nuestra carne, realizó el plan de redención trazado desde antiguo y
nos abrió el camino de la salvación, para que cuando venga de nuevo, en la
majestad de su gloria, revelando así la plenitud de su obra, podamos recibir
los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar. Por
eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de su gloria:
Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 84, 13
El Señor nos mostrará su misericordia y nuestra tierra producirá su
fruto.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Señor, que nos aprovechen los misterios en que hemos
participado, mediante los cuales, mientras caminamos en medio de las cosas
pasajeras, nos inclinas ya desde ahora a anhelar las realidades celestiales y a
poner nuestro corazón en las que han de durar para siempre. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
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