Evangelio del 14 de febrero 2025
Evangelio del 14 de febrero 2025
Marcos 7, 31-37
En aquel tiempo, salió Jesús de
la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la
región de Decápolis. Le llevaron entonces a un hombre sordo y tartamudo, y le
suplicaban que le impusiera las manos. Él lo apartó a un lado de la gente, le
metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Después, mirando
al cielo, suspiró y le dijo: "¡Effetá!" (que quiere decir
"¡Ábrete!"). Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la
traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad.
Él les mandó que no le dijeran a
nadie; pero cuanto más se lo mandaba, ellos con más insistencia lo proclamaban;
y todos estaban asombrados y decían: "¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a
los sordos y hablar a los mudos".
Reflexión
Este pasaje nos muestra de manera
indirecta los dos elementos fundamentales de la construcción del Reino: oír y
hablar. Es necesario oír la palabra de Dios para luego poder hablar de ella.
¿Cómo conocerán a Dios si nadie
les habla de él y cómo les hablará alguien que nunca ha escuchado la buena
noticia del Evangelio? Por ello, Jesús no duda en hacer las dos cosas: Abre los
oídos del sordo y le destraba la lengua para que pueda hablar. Ahora, él mismo
se ha convertido en un testigo del amor de Dios y por ello, como dirá el
apóstol san Juan en su primera carta, puede dar testimonio de lo que ha visto y
de lo que ha oído.
Si hoy no hay muchos que hablen
de Jesús, es porque tienen sus oídos cerrados y su lengua trabada. Pidamos hoy
al Señor que abra nuestros oídos a su palabra y nos desate la lengua para
anunciar a nuestros compañeros y vecinos, la buena noticia del Evangelio.
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