Evangelio del 8 de marzo 2025 Lucas 5, 27-32

En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano, llamado Leví (Mateo),
sentado en su despacho de recaudador de impuestos y le dijo:
"Sígueme". Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
Leví ofreció en su casa un gran banquete en honor de Jesús y estaban a
la mesa, con ellos, un gran número de publicanos y otras personas. Los fariseos
y los escribas criticaban por eso a los discípulos, diciéndoles: "¿Por qué
comen y beben con publicanos y pecadores?" Jesús les respondió: "No
son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos. No he venido a
llamar a los justos, sino a los pecadores para que se conviertan".
Reflexión
El gran problema de los fariseos era el sentirse buenos, creer que por
tener como padre a Abraham y ser discípulos de Moisés ya habían alcanzado la
perfección; que ellos eran los buenos de la historia y esto les daba el derecho
de despreciar a los demás, sobre todo a los que, de acuerdo con la Ley de
Moisés, eran pecadores, por lo tanto, rechazados de Dios.
Habían, por así decirlo, creado la "religión de los buenos"
en la cual los "malos" debían ser excluidos. Jesús nos presenta otro
tipo de religión. Una religión incluyente, en la que están llamados a
participar buenos y malos. Y no para que los malos sigan su mal camino, sino
para que busquen cambiar su vida y acercarse de una manera definitiva a Dios.
Mateo fue una de esas personas que, no siendo un buen Israelita, siendo incluso
un traidor a la patria, fue llamado por Jesús, y de este llamado surgió el gran
evangelista, amigo y compañero de Jesús. Jesús nos invita a abrirle las puertas
de la fe a los alejados, pues éstos son los que más necesitan del amor y del
perdón de Dios.
Sé tú como Cristo, un mediador para que los alejados puedan descubrir
el amor y la misericordia del Padre, que vino por los enfermos de este mundo,
por los enfermos del corazón y del alma.
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