En aquel tiempo, la gente le preguntó a Jesús: "¿Qué señal vas a
realizar tú, para que la veamos y podamos creerte? ¿Cuáles son tus obras?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a
comer pan del cielo".
Jesús les respondió: "Yo les aseguro: No fue Moisés quien les dio
pan del cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el
pan de Dios es aquel que baja del cielo y da la vida al mundo".
Entonces le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan". Jesús
les contestó: "Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá
hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed".
Reflexión
El hombre de hoy está sediento, está hambriento y no sabe de qué. Por
ello ha desatado una búsqueda sin tregua tratando de encontrar algo que
verdaderamente lo sacie.
Lo busca en el placer, en el poder, en la fama, en el dinero. Al final
de la búsqueda, siempre encuentra lo mismo: vacío y soledad. Y es que sólo
Jesús es el pan que sacia. Sólo la vida en el amor de Dios puede dar sentido a
la vida. Jesús dijo: "Yo soy el pan que da la vida".
Por ello sólo Él sacia, sólo su amor llena nuestros vacíos y nuestras
soledades. La vida en Cristo se transforma en plenitud. Por ello, quien tiene a
Cristo lo tiene todo, quien no lo tiene, carece de todo. Esta Pascua es de
nuevo la oportunidad para encontrarnos con Jesús resucitado, con el verdadero
pan que sacia, con el pan que da la vida; que es paz, alegría y amor.
Encuéntrate hoy con Jesús en tu oración personal. Está esperándote para
saciarte.
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