«El Señor habla a San Pedro y le dice: "Yo te digo que tú eres
Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella... "Aunque a todos los apóstoles confiere igual
potestad después de su resurrección y les dice: "Así como me envió el
Padre... sin embargo, para manifestar la unidad estableció una cátedra, y con
su autoridad dispuso que el origen de esta unidad empezara por uno. Cierto que
lo mismo eran los demás Apóstoles que Pedro, adornados con la misma participación
de honor y potestad, pero el principio dimana de la unidad. A Pedro se le da el
primado, para que se manifieste que es una la Iglesia de Cristo... El que no
tiene esta unidad de la Iglesia ¿cree tener fe? El que se opone y resiste a la
Iglesia, ¿Tiene la confianza de encontrarse dentro de la Iglesia? (...) El
episcopado es uno solo, cuya parte es poseída por cada uno in solidum. La
Iglesia también es una, la cual se extiende con su prodigiosa fecundidad en la
multitud, a la manera que son muchos los rayos del sol, y un solo sol, y muchos
los ramos de un árbol, pero uno solo el tronco fundado en firme raíz, y cuando
varios arroyos proceden de un mismo manantial, aunque se haya aumentado su
número con la abundancia de agua, se conserva la unidad de su origen. Separa un
rayo del cuerpo del sol: la unidad no admite la división de la luz, corta un
ramo del árbol: este ramo no podrá vegetar, ataja la comunicación del arroyo
con el manantial y se secará. Así también la Iglesia, iluminada con la luz del
Señor, extiende sus rayos por todo el orbe; pero una sola es la luz que se
derrama por todas partes, sin separarse la unidad del cuerpo; con su fecundidad
y lozanía extiende sus ramos por toda la tierra» (San Cipriano de Cartago [c.
200-259]. De la Unidad de la Iglesia. 4.5).
Remar Mar Adentro, pretende, como laicos comprometidos, presentar temas de reflexión para vivir el reino de Dios; levantando las anclas en una tarea asumida generosamente. Ricardo Huante Magaña

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