Evangelio del 1 de marzo 2025 Marcos 10, 13-16

En aquel tiempo, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los
tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo.
Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: "Dejen que los niños
se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son
como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no
entrará en él".
Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las
manos.
Reflexión
Hoy en día, los niños con mayor premura quieren ser
"adultos". Cada día es más frecuente ver a "niños", cada
vez más pequeños, paseando solos en las plazas comerciales, buscando vestirse
con la moda del mundo, y buscando hacer todas las cosas que hacen los adultos.
No se dan cuenta de que se están perdiendo la mejor edad de la vida.
Lamentablemente vemos cómo los padres de familia son muchas veces los causantes
de esto por el terrible olvido que tienen para con sus hijos.
Y por si fuera poco, el pervertido mundo que les toca vivir, de una
manera despiadada les arranca la inocencia en edades cada vez más tiernas. El
Internet, los videojuegos y toda la tecnología que se vuelca sobre ellos para
hacerlos crecer antes de tiempo. Jesús, en el evangelio de hoy, se molesta
porque no dejan que los niños se acerquen a él y nos advierte: "Quien no
se hace pequeño como un niño no verá el Reino de los cielos".
Ayudemos a nuestros pequeños viviendo también nosotros la infancia
espiritual, anhelando los brazos amorosos de nuestro Dios. Siendo para ellos un
ejemplo vivo de sencillez y alegría. No los expongamos anticipadamente a
situaciones que los confundirán y no les permitirán vivir en plenitud su niñez;
dejemos que sean "verdaderamente niños" y que disfruten de los brazos
amorosos de su Padre del cielo. Protejamos la inocencia de nuestros niños y
nosotros mismos hagamos un serio esfuerzo de regresar a la transparencia que le
es propia a esta edad de la vida.
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