Evangelio del 17 de marzo 2025 Lucas 6, 36-38

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Sean
misericordiosos, como su Padre es misericordioso. No juzguen y no serán
juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
Den y se les dará: recibirán una medida buena, bien
sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la
misma medida con que midan, serán medidos».
Reflexión
El tiempo de la cuaresma nos invita a descubrirnos como
pecadores, como personas necesitadas del amor y la misericordia de Dios.
Y es importante llegar a ser conscientes de esta realidad,
ya que solamente cuando uno reconoce lo insignificante que es, su corazón se
puede abrir a los hermanos. Ordinariamente, las personas soberbias, déspotas y
egoístas no han tenido nunca la experiencia de encontrarse con sus debilidades
y darse cuenta de que, no sólo no son mejores que la gente a la que han juzgado
o maltratado, sino que, incluso muchas veces han sido peores que los demás.
Cuando sientas el impulso de juzgar o de condenar, mira un
poco en tu interior y descubrirás que no eres mejor que los demás, y que a
pesar de esto, Dios te ama y te muestra su misericordia, seguramente esta
mirada interior te llevará a amar, a perdonar y a ayudar a tu hermano.
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