«Esto quiero decirles, hermanos: el tiempo se ha acortado. En adelante,
los que tienen esposa deben vivir como si no la tuvieran; los que lloran, como
si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que
compran, como si no hubieran adquirido nada; y los que gozan la vida presente,
como si no la gozaran. Piensen que todo lo actual está pasando. Yo quisiera
verlos libres de preocupaciones. Por lo tanto, ¿qué debe hacer el cristiano?
Servirse de este mundo, no servirlo a él. ¿Qué quiere decir esto? Que los que
tienen han de vivir como si no tuvieran, según las palabras del Apóstol:
"Esto quiero decirles, hermanos: el tiempo se ha acortado. En adelante,
los que tienen esposa deben vivir como si no la tuvieran; los que lloran, como
si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que
compran, como si no hubieran adquirido nada; y los que gozan la vida presente,
como si no la gozaran. Piensen que todo lo actual está pasando. Yo quisiera
verlos libres de preocupaciones! El que se ve libre de preocupaciones espera
seguro la venida de su Señor. En efecto, ¿qué clase de amor a Cristo es el de
aquel que teme su venida? ¿No nos da vergüenza, hermanos? Lo amamos y, sin
embargo, tememos su venida. ¿De verdad lo amamos? ¿No será más bien que amamos
nuestros pecados? Odiemos el pecado, y amemos al que ha de venir a castigar el
pecado. El vendrá, lo queramos o no; el hecho de que no venga ahora no
significa que no haya de venir más tarde. Vendrá, y no sabemos cuándo; pero, si
nos halla preparados, en nada nos perjudica esta ignorancia. Aclamen los
árboles del bosque. Vino la primera vez, y vendrá de nuevo a juzgar a la
tierra; hallará aclamándolo con gozo, porque ya llega, a los que creyeron en su
primera venida» (San Agustín [354-430]. Comentario al Salmo 95, 14.15).

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