Texto bíblico
Cfr Lc 7, 1-7
Jesús entró en Cafarnaúm, había
allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir. Como había oído hablar de Jesús, envió a unos
ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor. Jesús fue con
ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por
unos amigos: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi
casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que
digas una palabra y mi sirviente se sanará.
Reflexión
La fe y humildad del centurión romano de
Cafarnaúm ha trascendido hasta nuestros días, pasando a ser una de las frases
más hermosas que decimos antes de tomar la sagrada comunión: "Señor, yo no
soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para
sanarme".