sábado, 28 de septiembre de 2013

El centurión romano



Texto bíblico
Cfr Lc 7, 1-7

Jesús entró en Cafarnaúm, había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir.  Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor. Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.

Reflexión
La fe y humildad del centurión romano de Cafarnaúm ha trascendido hasta nuestros días, pasando a ser una de las frases más hermosas que decimos antes de tomar la sagrada comunión: "Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme".