Num 6,22-27; Sal 66; Lc 2, 16-21
En las lecturas, el año nuevo amanece de una forma
inhabitual. En lugar de los remordimientos por las oportunidades perdidas del
año pasado o de las promesas soñadas para el año apenas iniciado, las lecturas
ofrecen una bendición. El libro de Números inicia con la bendición sacerdotal
asignada a Aarón y sus hijos. Un don de Dios, origen de los frutos de la tierra
y del seno materno, bendición que se extiende a toda la realidad en la liturgia
cósmica prefigurada por el Salmo 66. En Jesús la bendición llega a su plenitud.
Según el Evangelio de Lucas, los pastores se llenan de luz, gloria, y alegría,
la Virgen María se cubre de maravilla, y el universo se colma de vida divina.
Hoy es perfecto para reconocer las bendiciones que hemos recibido y para
compartirlas con los demás.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Te aclamamos, santa Madre de Dios, porque has dado
a luz al rey que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos.
Gloria
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a
quienes ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te
adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios
Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del
mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú
Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que por la fecunda virginidad de María
diste al género humano el don de la salvación eterna, concédenos sentir la
intercesión de aquella por quien recibimos al autor de la vida, Jesucristo,
Señor nuestro, Él, que vive y reina contigo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Invocarán mi nombre y yo los bendeciré.
Del libro de los Números: 6, 22-27
En aquel tiempo, el Señor habló a Moisés y le dijo:
"Di a Aarón y a sus hijos: 'De esta manera bendecirán a los israelitas: El
Señor te bendiga y te proteja, haga resplandecer su rostro sobre ti y te
conceda su favor. Que el Señor te mire con benevolencia y te conceda la paz'.
Así invocarán mi nombre sobre los israelitas y yo
los bendeciré". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 66, 2-3. 5. 6 y 8.
R/. Ten piedad de nosotros, Señor, y bendícenos.
Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor,
tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra
salvadora. R/.
Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al
mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a
las naciones. R/.
Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los
pueblos te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el
mundo entero. R/.
SEGUNDA LECTURA
Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer.
De la carta del apóstol san Pablo a los gálatas: 4,
4-7
Hermanos: Al llegar la plenitud de los tiempos,
envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a
los que estábamos bajo la ley, a fin de hacernos hijos suyos.
Puesto que ya son ustedes hijos, Dios envió a sus
corazones el Espíritu de su Hijo, que clama "¡Abbá!", es decir,
¡Padre! Así que ya no eres siervo, sino hijo; y siendo hijo, eres también
heredero por voluntad de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Hb 1, 1-2
R/. Aleluya, aleluya.
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló
Dios en el pasado a nuestros padres, por boca de los profetas. Ahora, en estos
tiempos, nos ha hablado por medio de su Hijo. R/.
EVANGELIO
Encontraron a María, a José y al niño. Al cumplirse
los ocho días, le pusieron por nombre Jesús.
Del santo Evangelio según san Lucas: 2, 16-21
En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa
hacia Belén y encontraron a María, a José y al niño, recostado en el pesebre.
Después de verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño y cuantos
los oían, quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas estas
cosas y las meditaba en su corazón.
Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y
glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les
había anunciado.
Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le
pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que
el niño fuera concebido. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
La buena noticia que viene del nacimiento del Hijo
de Dios en medio de los hombres, se muestra como algo que tiene que disfrutarse
inmediatamente. Los pastores van presurosos a Belén, su urgencia se debe a la
buena noticia que se les ha comunicado, es algo que no pueden perderse, quieren
ser los primeros, puesto que fueron los primeros que recibieron ese anuncio.
Así como Dios es rico para dar, así los sencillos son prontos a descubrir sus
maravillas, a reconocerlas y a anunciarlas. María, la humilde sierva del Señor,
ha sido la primera en gozar del don de Dios, pero junto con ella, la gente
sencilla es también la primera que recibe el anuncio gozoso del nacimiento del
Salvador.
No es que Dios olvide a la gente preparada, culta,
sabia y experimentada (eso se destacará en la Epifanía del Señor); lo que
sucede es que los humildes y sencillos, son similares a los niños y, antes de
querer entender o encontrar una explicación a lo maravilloso y extraordinario,
se gozan con ello, se dejan tocar por lo bello y hermoso y dejan que les llene
la vida y el corazón. Por eso, María, guarda estos prodigios en su corazón y
los medita profundamente, pero no intentando encontrar una explicación, sino un
por qué, es decir, ¿por qué Dios es tan rico y misericordioso que se abaja a
nuestra pequeñez y se hace uno de nosotros? Los inteligentes buscan el cómo,
los sencillos el por qué.
Sin embargo, una vez que han gozado del don de
Dios, regresan a sus labores, porque Dios quiere que las maravillas de su
misericordia guíen e iluminen nuestro diario vivir; Dios no nos llama a su lado
o a su amistad para enajenarnos, nos llama para que seamos pregoneros,
anunciadores, discípulos, apóstoles, portadores de buenas noticias, y no hay
mejor noticia que la contenida en el nombre del niño: Jesús; es decir, Yavhé
salva, porque Dios quiere que todos los hombres se salven y nos ha dado como
único Salvador a su propio Hijo para hacer de nosotros verdaderos hijos amados
suyos.
PROFESIÓN DE FE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador
del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo
Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los
siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado,
no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por
nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del
Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra
causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y
resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado
a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y
muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de
vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una
misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que
es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el
perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del
mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Levantemos nuestra voz suplicante al Señor y -por
la poderosa intercesión de la Madre de su Hijo- imploremos la misericordia
divina en favor de todos los hombres:
Para que los fieles, a imitación de María, mediten
y conserven en su corazón lo que han oído del Hijo de Dios, roguemos al Señor.
Para que los hombres de todas las razas y pueblos
descubran que tienen un único Dios, Padre de todos, y nunca se comporten como
enemigos unos de otros, roguemos al Señor.
Para que llegue a la presencia del Señor el lamento
de los que sufren a causa de las guerras, y pronto puedan experimentar el
retorno de la paz a sus hogares y naciones, roguemos al Señor.
Para que los que hoy nos hemos reunido para dedicar
al Señor las primicias de este año nuevo, vivamos en paz todos sus días y
podamos ver su final con salud y alegría, roguemos al Señor.
Tu trono, Dios nuestro, permanece para siempre, y
tus años no se acaban; escucha, pues, nuestras súplicas y bendice el año que
hoy comenzamos: que nuestro trabajo cotidiano nos dé el pan de cada día, y que
nuestras almas encuentren el alimento necesario para avanzar en el camino del
bien y en la contemplación fiel de tu palabra. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor Dios, que das origen y plenitud a todo bien,
concédenos que, al celebrar, llenos de gozo, la solemnidad de la Santa Madre de
Dios, así como nos gloriamos de las primicias de su gracia, podamos gozar
también de tu plenitud. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
PREFACIO I DE SANTA MARÍA VIRGEN
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y
salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno. Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la Festividad
de Santa María, siempre virgen. Porque ella concibió a tu Hijo único por obra
del Espíritu Santo, y sin perder la gloria de su virginidad, hizo resplandecer
sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo, Señor nuestro. Por Él, los ángeles y
los arcángeles y todos los coros celestiales, celebran tu gloria, unidos en
común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces, cantando humildemente tu
alabanza: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Hb 13, 8
Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por todos los
siglos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que estos sacramentos celestiales que hemos
recibido con alegría, sean fuente de vida eterna para nosotros, que nos
gloriamos de proclamar a la siempre Virgen María como Madre de tu Hijo y Madre
de la Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
EMPEZAR CON BENDICIONES