«Cúmplase tu voluntad en la tierra como en el cielo. No en el sentido de que Dios haga lo que quiere, sino en cuanto nosotros podamos hacer lo que Dios quiere. Pues ¿quién puede impedir a Dios hacer lo que quiera? Pero porque a nosotros se nos opone el diablo para que no esté totalmente sumisa a Dios nuestra mente y vida, pedimos y rogamos que se cumpla en nosotros la voluntad de Dios: y para que se cumpla en nosotros, necesitamos de esa misma voluntad, es decir, de su ayuda y protección, porque nadie es fuerte por sus propias fuerzas, sino por la bondad y misericordia de Dios. En fin, también el Señor, para mostrar la debilidad del hombre, cuya naturaleza llevaba, dice: Padre, si puede ser, que pase de mí este cáliz, y para dar ejemplo a sus discípulos de que no hicieran su propia voluntad, sino la de Dios, añadió lo siguiente: Con todo, no se haga lo que yo quiero, sino lo que Tú quieres. Por lo cual, si el Hijo obedeció hasta hacer la voluntad del Padre, cuánto más debe obedecer el servidor para cumplir la voluntad de su Señor, como exhorta y enseña en una de sus epístolas Juan a cumplir la voluntad de Dios: 1 Jn 2,15-17. La voluntad de Dios es la que Cristo enseñó y cumplió: humildad en la conducta, firmeza en la fe, reserva en las palabras, rectitud en los hechos, misericordia en las obras, orden en las costumbres, no hacer ofensa a nadie y saber tolerar las que se le hacen, guardar paz con los hermanos, amar a Dios de todo corazón, amarle porque es Padre, temerle porque es Dios; no anteponer nada a Cristo, porque tampoco él antepuso nada a nosotros; unirse inseparablemente a su amor, abrazarse a su cruz con fortaleza y confianza» (San Cipriano [e. 200-258]. La Oración del Señor).
Remar Mar Adentro, pretende, como laicos comprometidos, presentar temas de reflexión para vivir el reino de Dios; levantando las anclas en una tarea asumida generosamente. Ricardo Huante Magaña
viernes, 31 de marzo de 2023
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20230402
Todos saben que durante las liturgias de la Semana Santa
leemos el relato de la pasión de Cristo dos veces en voz alta y en público. En
las celebraciones del Domingo de Ramos y la del Viernes Santo, una parte muy
importante de nuestra participación en la liturgia es la lectura de la pasión.
Este hecho muy sencillo nos recuerda una verdad crucial: la necesidad del
contacto directo con las Escrituras. Es cierto que conocemos varias partes de
ellas por medio del arte litúrgico, por haberlas escuchado en el catecismo, por
verlas representadas en las obras teatrales y fílmicas y de muchas otras
maneras. No obstante, nada puede sustituir el contacto directo e intenso con
ellas. Sólo mediante ese contacto podemos encontrar la revelación divina en
toda su pureza y fuerza original.
DOMINGO DE RAMOS DE LA PASIÓN DEL SEÑOR Domingo 2 de abril 2023
LA PASIÓN, UNA NARRACIÓN VIVA
Is 50,4-7; Sal 21; Flp +2, 6-11; Mt 26, 14-27.66
Uno de los rasgos más distintivos de la pasión de Cristo, en la versión
del evangelista Mateo, es la presencia de detalles vividos y pintorescos. El
comportamiento cínico de las autoridades judías (26, 59-61), el uso de la plata
como soborno (26, 14-16), la intervención de una gentil, la mujer de Pilato,
que experimenta sueños al respecto (27, 19), son algunos ejemplos de tales
pormenores inolvidables. En Mateo, el relato de la pasión de Cristo experimenta
un proceso de expansión narrativa típico de la imaginación popular. La gente
añade al relato ciertos elementos que provienen de tradiciones orales, que se
encuentran en fuentes especiales o que simplemente parecen contestar preguntas
que todos tienen al escuchar la proclamación de la pasión. Lo mismo pasa cuando
intentamos adaptarla para presentaciones teatrales. La pasión sigue siendo una
narración viva.
ANTÍFONA DE ENTRADA Jn 12,1.12-13
Hosanna al Hijo de David. Bendito el que bien en nombre del Señor, el
Rey de Israel. Hosanna en el cielo.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se
hiciera hombre y padeciera en la cruz para dar al género humano ejemplo de
humildad, concédenos, benigno, seguir las enseñanzas de su pasión y que
merezcamos participar de su gloriosa resurrección. Él, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
No aparté mi rostro de los insultos, y sé que no quedaré avergonzado.
Del libro del profeta Isaías: 50, 4-7
En aquel entonces, dijo Isaías: "El Señor me ha dado una lengua
experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento. Mañana
tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo.
El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me
he echado para atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a
los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y
salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso
endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24.
R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen:
"Confiaba en el Señor, pues que él lo salve; si de veras lo ama, que lo
libre". R/.
Los malvados me cercan por doquiera como rabiosos perros. Mis manos y
mis pies han taladrado y se pueden contar todos mis huesos. R/.
Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados.
Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado. R/.
Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alábenlo; glorifícalo, linaje de Jacob; témelo, estirpe de
Israel. R/.
SEGUNDA LECTURA
Cristo se humilló a sí mismo, por eso Dios lo exaltó.
De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 2, 6-11
Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las
prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a
sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres.
Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso
la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que
está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla
en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que
Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Flp 2, 8-9
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la
muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le
otorgó el nombre que está sobre todo nombre. R/.
EVANGELIO
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san Mateo: 26, 14-27, 66
(La señal de cruz †, se refiere a Cristo; la C, al cronista, y la S, a
la sinagoga).
C En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver
a los sumos sacerdotes y les dijo:
S “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?".
C Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento
andaba buscando una oportunidad para entregárselo. El primer día de la fiesta
de los panes Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
S "¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?”
C Él respondió:
†"Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: El Maestro dice:
Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu
casa".
C Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena
de Pascua. Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce, y mientras cenaban,
les dijo:
† "Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme".
C Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno:
S 'Acaso soy yo, Señor?".
C El respondió:
†"El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a
entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero
¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a
ese hombre no haber nacido".
C Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
S "¿Acaso soy yo, Maestro?".
C Jesús le respondió:
† "Tú lo has dicho".
C Durante la cena, Jesús tomó un pan, y pronunciada la bendición, lo
partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
† "Tomen y coman. Éste es mi Cuerpo".
C Luego tomó en sus manos una copa de vino, y pronunciada la acción de
gracias, la pasó a sus discípulos, diciendo:
† "Beban todos de ella, porque ésta es mi Sangre, Sangre de la
nueva alianza, que será derramada por todos, para el perdón de los pecados. Les
digo que ya no beberé más del fruto de la vid, hasta el día en que beba con
ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre".
C Después de haber cantado el himno, salieron hacia el monte de los
Olivos. Entonces Jesús les dijo:
† "Todos ustedes se van a escandalizar de mi esta noche, porque
está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño. Pero
después de que yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea".
C Entonces Pedro le replicó:
S "Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me
escandalizaré".
C Jesús le dijo:
† "Yo te aseguro que esta misma noche, antes de que el gallo
cante, me habrás negado tres veces".
C Pedro le replicó:
S "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré".
C Y lo mismo dijeron todos los discípulos: Entonces Jesús fue con ellos
a un lugar llamado Getsemaní y dijo a los discípulos:
† "Quédense aquí mientras yo voy a orar más allá".
C Se llevó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a
sentir tristeza y angustia. Entonces les dijo:
† "Mi alma está llena de una tristeza mortal. Quédense aquí y
velen conmigo".
C Avanzó unos pasos más, se postró rostro en tierra y comenzó a orar,
diciendo:
† "Padre mío, si es posible, que pase de mi este cáliz; pero que
no se haga como yo quiero, sino como quieres tú".
C Volvió entonces a donde estaban los discípulos y los encontró
dormidos. Dijo a Pedro:
† "¿No han podido velar conmigo ni una hora? Velen y oren, para no
caer en la tentación, porque el espíritu está pronto, pero la carne es
débil".
C Y alejándose de nuevo, se puso a orar, diciendo:
† "Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba,
hágase tu voluntad".
C Después volvió y encontró a sus discípulos otra vez dormidos, porque
tenían los ojos cargados de sueño. Los dejó y se fue a orar de nuevo, por
tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Después de esto, volvió a donde
estaban los discípulos y les dijo:
† "Duerman ya y descansen. He aquí que llega la hora y el Hijo del
hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya
está aquí el que me va a entregar".
C Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegó Judas, uno de los Doce,
seguido de una chusma numerosa con espadas y palos, enviada por los sumos
sacerdotes y los ancianos del pueblo. El que lo iba a entregar les había dado
esta señal:
S "Aquel a quien yo le dé un beso, ése es. Aprehéndanlo
C Al instante se acercó a Jesús y le dijo:
S "¡Buenas noches, Maestro!".
C Y lo besó. Jesús le dijo:
† "Amigo, ¿es esto a lo que has venido?".
C Entonces se acercaron a Jesús, le echaron mano y lo apresaron. Uno de
los que estaban con Jesús, sacó la espada, hirió a un criado del sumo sacerdote
y le cortó una oreja. Le dijo entonces Jesús:
† "Vuelve la espada a su lugar, pues quien usa la espada, a espada
morirá. ¿No crees que si yo se lo pidiera a mi Padre, él pondría ahora mismo a
mi disposición más de doce legiones de ángeles? Pero, ¿cómo se cumplirían
entonces las Escrituras, que dicen que así debe suceder?”.
C Enseguida dijo Jesús a aquella chusma:
† "¿Han salido ustedes a apresarme como a un bandido, con espadas
y palos? Todos los días yo enseñaba, sentado en el templo, y no me
aprehendieron. Pero todo esto ha sucedido para que se cumplieran las
predicciones de los profetas".
C Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Los que
aprehendieron a Jesús lo llevaron a la casa del sumo sacerdote Caifás, donde
los escribas y los ancianos estaban reunidos. Pedro los fue siguiendo de lejos
hasta el palacio del sumo sacerdote. Entró y se sentó con los criados para ver
en qué paraba aquello. Los sumos sacerdotes y todo el sanedrín andaban buscando
un falso testimonio contra Jesús, con ánimo de darle muerte; pero no lo
encontraron, aunque se presentaron muchos testigos falsos.
Al fin llegaron dos, que dijeron:
S "Éste dijo: 'Puedo derribar el templo de Dios y reconstruirlo en
tres días'".
C Entonces el sumo sacerdote se levantó y le dijo:
S "¿No respondes nada a lo que éstos atestiguan en contra
tuya?".
C Como Jesús callaba, el sumo sacerdote le dijo:
S "Te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si tú eres el
Mesías, el Hijo de Dios".
C Jesús le respondió:
† "Tú lo has dicho. Además, yo les declaro que pronto verán al
Hijo del hombre, sentado a la derecha de Dios, venir sobre las nubes del
cielo".
C Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó:
S "¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes
mismos han oído la blasfemia. ¿Qué les parece?".
C Ellos respondieron:
S "Es reo de muerte".
C Luego comenzaron a escupirle en la cara y a darle de bofetadas. Otros
lo golpeaban, diciendo:
S "Adivina quién es el que te ha pegado ".
C Entretanto, Pedro estaba fuera, sentado en el patio.
Una criada se le acercó y le dijo:
S "Tú también estabas con Jesús, el Galileo".
C Pero él lo negó ante todos, diciendo:
S "No sé de qué me estás hablando".
C Ya se iba hacia el zaguán, cuando lo vio otra criada y dijo a los que
estaban ahí:
S "También ése andaba con Jesús, el nazareno".
C Él de nuevo lo negó con juramento:
S "No conozco a ese hombre".
C Poco después se acercaron a Pedro los que estaban ahí y le dijeron:
S "No cabe duda de que tú también eres de ellos, pues hasta tu
modo de hablar te delata".
C Entonces él comenzó a echar maldiciones y a jurar que no conocía a
aquel hombre. Y en aquel momento cantó el gallo. Entonces se acordó Pedro de
que Jesús había dicho: "Antes de que cante el gallo, me habrás negado tres
veces". Y saliendo de ahí se soltó a llorar amargamente. Llegada la
mañana, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo
contra Jesús para darle muerte. Después de atarlo, lo llevaron ante el procurador,
Poncio Pilato, y se lo entregaron. Entonces Judas, el que lo había entregado,
viendo que Jesús había sido condenado a muerte, devolvió arrepentido las
treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo:
S "Pequé, entregando la sangre de un inocente".
C Ellos dijeron:
S "¿Y a nosotros qué nos importa? Allá tú".
C Entonces Judas arrojó las monedas de plata en el templo, se fue y se
ahorcó. Los sumos sacerdotes tomaron las monedas de plata y dijeron:
S "No es lícito juntarlas con el dinero de las limosnas, porque
son precio de sangre".
C Después de deliberar, compraron con ellas el Campo del alfarero, para
sepultar ahí a los extranjeros. Por eso aquel campo se llama hasta el día de
hoy "Campo de sangre". Así se cumplió lo que dijo el profeta
Jeremías: "Tomaron las treinta monedas de plata en que fue tasado aquel a
quien pusieron precio algunos hijos de Israel, y las dieron por el Campo del
alfarero, según lo que me ordenó el Señor".
(Desde aquí la forma breve).
C Jesús compareció ante el procurador, Poncio Pilato, quien le
preguntó:
S "¿Eres tú el rey de los judíos?".
C Jesús respondió:
† "Tú lo has dicho".
C Pero nada respondió a las acusaciones que le hacían los sumos
sacerdotes y los ancianos. Entonces le dijo Pilato:
S "¿No oyes todo lo que dicen contra ti?".
C Pero él nada respondió, hasta el punto de que el procurador se quedó
muy extrañado. Con ocasión de la fiesta de la Pascua, el procurador solía
conceder a la multitud la libertad del preso que quisieran. Tenían entonces un
preso famoso, llamado Barrabás.
Dijo, pues, Pilato a los ahí reunidos:
S "¿A quién quieren que les deje en libertad: a Barrabás o a
Jesús, que se dice el Mesías?".
C Pilato sabía que se lo habían entregado por envidia.
Estando él sentado en el tribunal, su mujer mandó decirle:
S "No te metas con ese hombre justo, porque hoy he sufrido mucho
en sueños por su causa".
C Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la
muchedumbre de que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Así,
cuando el procurador les preguntó:
S "¿A cuál de los dos quieren que les suelte?",
C ellos respondieron:
S “A Barrabás".
C Pilato les dijo:
S "¿Y qué voy a hacer con Jesús, que se dice el Mesías?".
C Respondieron todos:
S "Crucifícalo".
C Pilato preguntó:
S "Pero ¿qué mal ha hecho?".
C Mas ellos seguían gritando cada vez con más fuerza:
S "¡Crucifícalo!".
C Entonces Pilato, viendo que nada conseguía y que crecía el tumulto,
pidió agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo:
S "Yo no me hago responsable de la muerte de este hombre justo.
Allá ustedes".
C Todo el pueblo respondió:
S "¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros
hijos!".
C Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás. En cambio a Jesús lo
hizo azotar y lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del procurador
llevaron a Jesús al pretorio reunieron alrededor de él a todo el batallón. Lo
desnudaron, le echaron encima un manto de púrpura, trenzaron una corona de
espinas y se la pusieron en la cabeza; le pusieron una caña en su mano derecha,
y arrodillándose ante él, se burlaban diciendo:
S "¡Viva el rey de los judíos!",
C Y le escupían. Luego, quitándole la caña, lo golpeaban con ella en la
cabeza. Después de que se burlaron de él, le quitaron el manto, le pusieron sus
ropas y lo llevaron a crucificar. Juntamente con él crucificaron a dos
ladrones. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo
obligaron a llevar la cruz. Al llegar a un lugar llamado Gólgota, es decir,
"Lugar de la Calavera", le dieron a beber a Jesús vino mezclado con
hiel; él lo probó, pero no lo quiso beber. Los que lo crucificaron se
repartieron sus vestidos, echando suertes, y se quedaron sentados ahí para
custodiarlo. Sobre su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: "Éste
es Jesús, el rey de los judíos". Juntamente con él, crucificaron a dos
ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Los que pasaban por ahí lo
insultaban moviendo la cabeza y gritándole:
S "Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reedificas,
sálvate a ti mismo; si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz”.
C También se burlaban de él los sumos sacerdotes, los escribas y los
ancianos, diciendo: "Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo. Si
es el rey de Israel, que baje de la cruz y creeremos en él. Ha puesto su
confianza en Dios, que Dios lo salve ahora, si es que de verdad lo ama, pues él
ha dicho: "Soy el Hijo de Dios".
C Hasta los ladrones que estaban crucificados a su lado lo injuriaban.
Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, se oscureció toda aquella
tierra. Y alrededor de las tres, Jesús exclamó con fuerte voz:
† "Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?",
C que quiere decir: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?". Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S "Está llamando a Elías".
C Enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó
en vinagre y sujetándola a una caña, le ofreció de beber. Pero los otros le
dijeron:
S "Déjalo. Vamos a ver si viene Elías a salvarlo".
C Entonces Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró.
(Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes)
C Entonces el velo del templo se rasgó en dos partes, de arriba abajo,
la tierra tembló y las rocas se partieron. Se abrieron los sepulcros y
resucitaron muchos justos que habían muerto, y después de la resurrección de
Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a mucha gente. Por su
parte, el oficial y los que estaban con él custodiando a Jesús, al ver el
terremoto y las cosas que ocurrían, se llenaron de un gran temor y dijeron:
S "Verdaderamente éste era Hijo de Dios".
C Estaban también allí, mirando desde lejos, muchas de las mujeres que
habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo. Entre ellas estaban María
Magdalena, María, la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de
Zebedeo. Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que se
había hecho también discípulo de Jesús. Se presentó a Pilato y le pidió el
cuerpo de Jesús, y Pilato dio orden de que se lo entregaran. José tomó el
cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo,
que había hecho excavar en la roca para sí mismo. Hizo rodar una gran piedra
hasta la entrada del sepulcro y se retiró. Estaban ahí María Magdalena y la
otra María, sentadas frente al sepulcro. Al otro día, el siguiente de la
preparación de la Pascua, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron ante
Pilato y le dijeron:
S "Señor, nos hemos acordado de que ese impostor, estando aún en
vida, dijo: 'A los tres días resucitaré'. Manda, pues, asegurar el sepulcro
hasta el tercer día; no sea que vengan sus discípulos, lo roben y digan luego
al pueblo: 'Resucitó de entre los muertos', porque esta última impostura sería
peor que la primera".
C Pilato les dijo:
S "Tomen un pelotón de soldados, vayan y aseguren el sepulcro como
ustedes quieran".
C Ellos fueron y aseguraron el sepulcro, poniendo un sello sobre la
puerta y dejaron ahí la guardia.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO DE LOS APÓSTOLES
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y
gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder
de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los
infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y
está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a
juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la
carne y la vida eterna.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Imploremos, hermanos, a Jesús, el Sumo Sacerdote de la fe que
profesamos, que en la cruz presentó, con lágrimas en los ojos, oraciones y
súplicas al Padre, y oremos también nosotros por todos los hombres: (R/.
Escúchanos, Señor.)
Para que el Señor, que en la cruz excusó a los ignorantes y pidió
perdón por ellos, tenga piedad de los fieles que han caído en el pecado, les dé
valor para recurrir al sacramento de la penitencia y les conceda el gozo del
perdón y de la paz, roguemos al Señor.
Para que la sangre de Jesús, que habla más favorablemente que la de
Abel, reconcilie con Dios a los que aún están lejos a causa de la ignorancia,
la indiferencia, la maldad o las propias pasiones, roguemos al Señor.
Para que el Señor, que en la cruz experimentó la amargura de sentirse triste
y abandonado, se apiade de los enfermos, los afligidos y los oprimidos y les
envíe a su ángel para que los conforte, roguemos al Señor.
Para que el Señor, que recibió en su reino al ladrón arrepentido, se
apiade de nosotros nos dé sentimientos de contrición y nos admita, después de
la muerte, en su paraíso, roguemos al Señor.
Dios todopoderoso y eterno, que enviaste a tu Hijo al mundo, para que,
con su pasión, destruyera el pecado y la muerte y, con su resurrección, nos
devolviera la vida y la felicidad, escucha las oraciones de tu pueblo y haz que
podamos gozar de los frutos de la cruz gloriosa de Jesucristo. El, que vive y
reina por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que la pasión de tu Unigénito, Señor, nos atraiga tu perdón, y aunque
no lo merecemos por nuestras obras, por la mediación de este sacrificio único,
lo recibamos de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
Prefacio I de la Pasión del Señor
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte
gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno, por Cristo, Señor nuestro. El cual, siendo inocente, se dignó padecer
por los pecadores y fue injustamente condenado por salvar a los culpables; con
su muerte borró nuestros delitos y, resucitando, conquistó nuestra
justificación. Por eso, te alabamos con todos los ángeles y te aclamamos con
voces de júbilo, diciendo: Santo, Santo, Santo ...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 26, 42
Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este cáliz, hágase tu
voluntad,
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Tú que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la muerte
de tu Hijo nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos promete,
concédenos, Señor, llegar, por medio de su resurrección, a la meta de nuestras
esperanzas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
Dios y Padre nuestro, mira con bondad a esta familia tuya, por la cual
nuestro Señor Jesucristo no dudó en entregarse a sus verdugos y padecer el
tormento de la cruz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
sábado, 25 de marzo de 2023
EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20230326
V Domingo de Cuaresma Ciclo A. Domingo 26 de enero 2023
LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA
Ez 37,12-14; Sal 129; Rom 8,8-11; Jn 11,1-45
Una de las visiones más famosas de Ezequiel es la de los huesos secos.
Fue su manera de animar a sus connacionales, que han comenzado a experimentar
la muerte desde el momento en que fueron desplazados de su tierra y exiliados
en Babilonia. Nuestra primera lectura es la parte final de esta visión, cuando
Dios promete que de ese cadáver que es Israel hará florecer de nuevo la vida.
El Evangelio demuestra que tal resurrección es posible porque ya estaba
empezando por medio de Jesús. Narra el séptimo y último signo de Jesús en su
obra, por eso Juan lo ha dotado de excepcional belleza y atracción. El
evangelista no sólo ha querido contar un milagro y revelar un aspecto íntimo y
personal de Jesús, sino también con
firmar la palabra reveladora: "Yo soy la resurrección y la
vida" (v. 25).
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 42, 1-2
Señor, hazme justicia. Defiende mi causa contra gente sin piedad,
sálvame del hombre injusto y malvado, tú que eres mi Dios y mi defensa.
NO SE DICE GLORIA.
ORACIÓN COLECTA
Te rogamos, Señor Dios nuestro, que, con tu auxilio, avancemos animosamente
hacia aquel grado de amor con el que tu Hijo, por la salvación del mundo, se
entregó a la muerte. El que vive y reina contigo ...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Les infundiré mi espíritu y vivirán.
Del libro del profeta Ezequiel: 37, 12-14
Esto dice el Señor Dios: "Pueblo mío, yo mismo abriré sus
sepulcros, los haré salir de ellos y los conduciré de nuevo a la tierra de
Israel. Cuando abra sus sepulcros y los saque de ellos, pueblo mío, ustedes
dirán que yo soy el Señor. Entonces les infundiré mi espíritu y vivirán, los
estableceré en su tierra y ustedes sabrán que yo, el Señor, lo dije y lo
cumplí". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 129,1-2. 3-4ab. 4c-6. 7-8.
R/. Perdónanos, Señor, y viviremos.
Desde el abismo de mis pecados clamo a ti; Señor, escucha mi clamor;
que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. R/.
Si conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor, que se
salvara? Pero de ti procede el perdón, por eso con amor te veneramos. R/.
Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra; mi alma
aguarda al Señor, mucho más que a la aurora el centinela. R/.
Como aguarda a la aurora el centinela, aguarda Israel al Señor, porque
del Señor viene la misericordia y la abundancia de la redención, y él redimirá
a su pueblo de todas sus iniquidades. R/.
SEGUNDA LECTURA
El Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita
en ustedes.
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 8,8-11
Hermanos: Los que viven en forma desordenada y egoísta no pueden
agradar a Dios. Pero ustedes no llevan esa clase de vida, sino una vida
conforme al Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita verdaderamente en
ustedes. Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. En cambio, si
Cristo vive en ustedes, aunque su cuerpo siga sujeto a la muerte a causa del
pecado, su espíritu vive a causa de la actividad salvadora de Dios.
Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos,
habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús de entre los
muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por obra de su Espíritu,
que habita en ustedes.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 11, 25. 26
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor; el que cree en mí no
morirá para siempre. R/.
EVANGELIO
Yo soy la resurrección y la vida.
Del santo Evangelio según san Juan: 11, 1-45
En aquel tiempo, se encontraba enfermo Lázaro, en Betania, el pueblo de
María y de su hermana Marta. María era la que una vez ungió al Señor con
perfume y le enjugó los pies con su cabellera. El enfermo era su hermano
Lázaro. Por eso las dos hermanas le mandaron
decir a Jesús: "Señor, el amigo a quien tanto quieres está
enfermo".
Al oír esto, Jesús dijo: "Esta enfermedad no acabará en la muerte,
sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea
glorificado por ella". Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin
embargo, cuando se enteró de que Lázaro estaba enfermo, se detuvo dos días más
en el lugar en que se hallaba. Después dijo a sus discípulos: "Vayamos
otra vez a Judea".
Los discípulos le dijeron: "Maestro, hace poco que los judíos
querían apedrearte, ¿y tú vas a volver allá?". Jesús les contestó:
"¿Acaso no tiene doce horas el día? El que camina de día no tropieza,
porque ve la luz de este mundo; en cambio, el que camina de noche tropieza,
porque le falta la luz".
Dijo esto y luego añadió: "Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido;
pero yo voy ahora a despertarlo". Entonces le dijeron sus discípulos:
"Señor, si duerme, es que va a sanar". Jesús hablaba de la muerte,
pero ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les dijo
abiertamente: "Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber
estado allí, para que crean. Ahora, vamos allá". Entonces Tomás, por
sobrenombre el Gemelo, dijo a los demás discípulos: "Vayamos también
nosotros, para morir con él".
Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.
Betania quedaba cerca de Jerusalén, como a unos dos kilómetros y medio, y
muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para consolarlas por la muerte
de su hermano.
Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se
quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, no
habría muerto mi hermano. Pero aun ahora estoy segura de que Dios te concederá
cuanto le pidas".
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará". Marta respondió:
"Ya sé que resucitará en la resurrección del último día". Jesús le
dijo: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya
muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para
siempre. ¿Crees tú esto?". Ella le contestó: "Sí, Señor. Creo
firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al
mundo".
Después de decir estas palabras, fue a buscar a su hermana María y le
dijo en voz baja: "Ya vino el Maestro y te llama". Al oír esto, María
se levantó en el acto y salió hacia donde estaba Jesús, porque él no había
llegado aún al pueblo, sino que estaba en el lugar donde Marta lo había
encontrado. Los judíos que estaban con María en la casa, consolándola, viendo
que ella se levantaba y salía de prisa, pensaron que iba al sepulcro para
llorar allí y la siguieron.
Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo, se echó a sus pies y
le dijo: "Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano".
Jesús, al verla llorar y al ver llorar a los judíos que la acompañaban, se
conmovió hasta lo más hondo y preguntó: "¿Dónde lo han puesto?". Le
contestaron: "Ven, Señor, y lo verás".
Jesús se puso a llorar y los judíos comentaban: "De veras ¡cuánto
lo amaba!". Algunos decían: "¿No podía éste, que abrió los ojos al
ciego de nacimiento, hacer que Lázaro no muriera?".
Jesús, profundamente conmovido todavía, se detuvo ante el sepulcro, que
era una cueva, sellada con una losa. Entonces dijo Jesús: "Quiten la
losa". Pero Marta, la hermana del que había muerto, le replicó:
"Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días". Le dijo Jesús:
"¿No
te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?". Entonces
quitaron la piedra.
Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: "Padre, te doy gracias
porque me has escuchado. Yo ya sabía que tú siempre me escuchas; pero lo he
dicho a causa de esta muchedumbre que me rodea, para que crean que tú me has
enviado". Luego gritó con voz potente: "¡Lázaro, sal de allí!".
Y salió el muerto, atados con vendas las manos y los pies, y la cara envuelta
en un sudario. Jesús les dijo: "Desátenlo, para que pueda andar".
Muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver lo
que había hecho Jesús, creyeron en él.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO DE LOS APÓSTOLES
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y
gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder
de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado
a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a
vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la
comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y
la vida eterna.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, amados hermanos, y pidamos la misericordia del Señor para que,
compadecido de su pueblo penitente, escuche nuestras plegarias: (R/.
Escúchanos, Señor.)
Para que el Redentor del mundo, que se entregó a la muerte para
vivificar a su pueblo, libere a la Iglesia de todo mal, roguemos al Señor.
Para que el Redentor del mundo, que oró en la cruz por quienes lo
crucificaban, interceda ante el Padre por los pecadores, roguemos al Señor.
Para que el Redentor de mundo, que experimentó en la cruz el sufrimiento
y la angustia, se compadezca de los que sufren, les dé fortaleza y paciencia y
ponga fin a sus dolores, roguemos al Señor.
Para que el Redentor del mundo a nosotros, sus Siervos, que en estos
días nos disponemos a recordar con veneración su cruz, nos reconforte con la
fuerza de su resurrección, roguemos al Señor.
Señor Dios, gloria del hombre viviente, que manifestaste tu compasión
en las lágrimas que tu Hijo derramó ante la tumba de su amigo Lázaro, contempla
los sufrimientos de la Iglesia, que llora por sus hijos muertos a causa del
pecado, y, con la fuerza del Espíritu Santo, concede a los que han muerto por
sus culpas la resurrección y la vida nueva de la gracia. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Escúchanos, Dios todopoderoso, y concede a tus siervos, en quienes
infundiste la sabiduría de la fe cristiana, quedar purificados, por la eficacia
de este sacrificio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
La resurrección de Lázaro.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte
gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque él mismo, por el misterio de la encarnación, condujo al género
humano, que caminaba en tinieblas, a la luz de la fe, y a quienes nacían
esclavos del pecado los elevó, renacidos por el bautismo, a la dignidad de
hijos de adopción.
Por eso, todas tus creaturas. en el cielo y en la tierra, te adoran
entonando un cántico nuevo, y también nosotros, unidos a los ángeles, te
aclamamos, diciendo sin cesar: Santo, Santo, Santo ...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn 11. 26
Todo el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre, dice el
Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te rogamos, Dios todopoderoso, que podamos contarnos siempre entre los
miembros de aquel cuyo Cuerpo y Sangre acabamos de comulgar. Él, que vive y
reina por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
Bendice, Señor, a tu pueblo, que espera los dones de tu misericordia, y
concédele recibir de tu mano generosa lo que tú mismo lo mueves a pedir. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20230326
A veces nos olvidamos de que la muerte puede amenazar no sólo a individuos, sino también a grupos y naciones enteras. Es lo que sucedió a Israel durante su exilio. Deportado de su tierra, que le fue dada por Dios como su "herencia" y "descanso" (términos bíblicos que señalan la esencia imprescindible de la tierra para Israel), el pueblo tenía que vivir entre los extranjeros que, por su falta de fe en Yahvé, consideró "muertos". Si tal muerte nacional fue así hace más de dos milenios y siete siglos, es posible hoy. ¿Es la nuestra una nación muerta por la violencia, la pobreza y otros problemas? Nuestras ciudades y parroquias, ¿están muertas por la apatía, la falta de participación o inclusión, o por dificultades que nos resistimos en reconocer? Pero si aparecen como muertas nuestras comunidades, no debemos desesperar. La resurrección es siempre posible.
sábado, 18 de marzo de 2023
EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20230319
«Vino el Señor; y ¿qué hizo?
Grande es el misterio que manifiesta. Escupió en la tierra y con su saliva hizo
lodo; porque el Verbo se hizo carne. Y ungió los ojos del ciego. Estaba ungido,
y aún no veía. Le envió a la piscina de Siloé. Tuvo cuidado el evangelista de
manifestamos el nombre de esta piscina, diciendo que significa "Enviado ':
Ya sabéis quién es el enviado. Si él no hubiese sido enviado, ninguno de
nosotros hubiese sido libertado de la iniquidad. Lavó los ojos en aquella
piscina que quiere decir enviado, es decir, fue bautizado en Cristo. Pues sí,
cuando en cierto modo le bautizó en sí mismo, entonces le iluminó, podemos
decir que, cuando le untó los ojos, le hizo catecúmeno. De varios modos puede ser
expuesta y explicada la profundidad de tan grande sacramento, pero baste esto a
vuestra caridad. Ya habéis oído un gran misterio. Pregunta a un hombre: ¿Eres
cristiano? Te responde que no. ¿Eres pagano o judío? Si te contesta que no, le
vuelves a preguntar: ¿Eres catecúmeno o fiel? Si dice que es catecúmeno, está
untado, aún no está lavado. ¿Por quién está untado? Pregúntale y te responderá.
Pregúntale en quién cree. Por el hecho de ser catecúmeno dirá: en Cristo. Notad
que ahora hablo a los fieles ya los catecúmenos. ¿Qué dije del lodo y de la
saliva? Que el Verbo se hizo carne. Esto se dice también a los catecúmenos;
pero no les basta el haber sido ungidos; corran a lavarse si quieren ver» (San
Agustín [354-430]. Tratado 14 sobre el Evangelio de Juan).
IV DOMINGO IV DE CUARESMA Ciclo A Domingo 19 de marzo 2023
EL PROGRESO EN LA FE
1 Sam 16,1,6-7.10-13; Sal 22; Ef 5, 8-14; Jn 9,1-41
La curación del ciego de nacimiento es el sexto de los signos que Jesús
ejecuta en Juan y uno de los relatos más pintorescos en el cuarto Evangelio. Lo
que llama la atención es el progreso en la fe que el ciego, una vez curado,
experimenta. Empieza describiendo al Señor simplemente como "ese hombre
que se llama Jesús" (v. 11). Luego se da cuenta de la conexión entre la
capacidad de curar a los ciegos, que puede originarse sólo en Dios, y Jesús, a
quien identifica como profeta (v. 17). Más adelante sugiere que es discípulo de
Cristo (v. 27). Finalmente, afirma que Jesús viene de Dios (v. 33). Claramente
los fariseos se dan cuenta de su creciente fe, ya que no lo pueden tolerar -como
no pueden aguantar a Jesús- y lo echan fuera (v. 34).
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Is 66, 10-11
Alégrate, Jerusalén, y que se reúnan cuantos te aman. Compartan su
alegría los que estaban tristes, vengan a saciarse con su felicidad.
NO SE DICE GLORIA
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que por tu Palabra realizas admirablemente la
reconciliación del género humano, concede al pueblo cristiano prepararse con
generosa entrega y fe viva a celebrar las próximas fiestas de la Pascua.
Por nuestro Señor Jesucristo ...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
David es ungido como rey de Israel.
Del primer libro de Samuel: 16, 1. 6-7. 10-13
En aquellos días, dijo el Señor a Samuel: "Ve a la casa de Jesé,
en Belén, porque de entre sus hijos me he escogido un rey. Llena, pues, tu
cuerno de aceite para ungirlo y vete".
Cuando llegó Samuel a Belén y vio a Eliab, el hijo mayor de Jesé pensó:
"Éste es, sin duda, el que voy a ungir como rey". Pero el Señor le
dijo: "No te dejes impresionar por su aspecto ni por su gran estatura,
pues yo lo he descartado, porque yo no juzgo como juzga el hombre. El hombre se
fija en las apariencias, pero el Señor se fija en los corazones".
Así fueron pasando ante Samuel siete de los hijos de Jesé; pero Samuel
dijo: "Ninguno de éstos es el elegido del Señor". Luego le preguntó a
Jesé: "¿Son éstos todos tus hijos?". Él respondió: "Falta el más
pequeño, que está cuidando el rebaño".
Samuel le dijo: "Hazlo venir, porque no nos sentaremos a comer
hasta que llegue". Y Jesé lo mandó llamar.
El muchacho era rubio, de ojos vivos y buena presencia. Entonces el
Señor dijo a Samuel: "Levántate y úngelo, porque éste es". Tomó Samuel
el cuerno con el aceite y lo ungió delante de sus hermanos. A partir de aquel
día, el espíritu del Señor estuvo con David. Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6.
R/. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace
reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. R/.
Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así,
aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara
y tu cayado me dan seguridad. R/.
Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges
la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y
viviré en la casa del Señor por años sin término. R/.
SEGUNDA LECTURA
Levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz.
De la carta del apóstol san Pablo a los efesios: 5, 8-14
Hermanos: En otro tiempo ustedes fueron tinieblas, pero ahora, unidos
al Señor, son luz. Vivan, por lo tanto, como hijos de la luz. Los frutos de la
luz son la bondad, la santidad y la verdad. Busquen lo que es agradable al
Señor y no tomen parte en las obras estériles de los que son tinieblas.
Al contrario, repruébenlas abiertamente; porque, si bien las cosas que
ellos hacen en secreto da vergüenza aun mencionarlas, al ser reprobadas
abiertamente, todo queda en claro, porque todo lo que es iluminado por la luz
se convierte en luz. Por eso se dice: Despierta, tú que duermes; levántate de
entre los muertos y Cristo será tu luz. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 8, 12
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz
de la vida. R/.
EVANGELIO
Fue, se lavó y volvió con vista.
Del santo Evangelio según san Juan: 9, 1-41
En aquel tiempo, Jesús vio al pasar a un ciego de nacimiento, y sus
discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién pecó para que éste naciera
ciego, él o sus padres?". Jesús respondió: "Ni él pecó, ni tampoco
sus padres. Nació así para que en él se manifestaran las obras de Dios. Es
necesario que yo haga las obras del que me envió, mientras es de día, porque
luego llega la noche y ya nadie puede trabajar. Mientras esté en el mundo, yo
soy la luz del mundo".
Dicho esto, escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo puso en
los ojos al ciego y le dijo: "Ve a lavarte en la piscina de Siloé"
(que significa 'Enviado').
Él fue, se lavó y volvió con vista. Entonces los vecinos y los que lo
habían visto antes pidiendo limosna, preguntaban:
"¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?". Unos
decían: "Es el mismo". Otros: "No es él, sino que se le
parece". Pero él decía: "Yo soy". Y le preguntaban:
"Entonces, ¿cómo se te abrieron los ojos?". Él les respondió:
"El hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo puso en los ojos y me dijo:
'Ve a Siloé y lávate'. Entonces fui, me lavé y comencé a ver". Le preguntaron:
"¿En dónde está él?". Les contestó: "No lo sé".
Llevaron entonces ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado
el día en que Jesús hizo lodo y le abrió los ojos. También los fariseos le
preguntaron cómo había adquirido la vista. Él les contestó: "Me puso lodo
en los ojos, me lavé y veo", Algunos de los fariseos comentaban: "Ese
hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado". Otros replicaban:
"¿Cómo puede un pecador hacer semejantes prodigios?". Y había división
entre ellos. Entonces volvieron a preguntarle al ciego: "Y tú, ¿qué
piensas del que te abrió los ojos?". Él les contestó: "Que es un
profeta".
Pero los judíos no creyeron que aquel hombre, que había sido ciego,
hubiera recobrado la vista. Llamaron, pues, a sus padres y les preguntaron:
"¿Es éste su hijo, del que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo es que
ahora ve?". Sus padres contestaron: "Sabemos que éste es nuestro hijo
y que nació ciego. Cómo es que ahora ve o quién le haya dado la vista, no lo
sabemos. Pregúntenselo a él; ya tiene edad suficiente y responderá por sí
mismo". Los padres del que había sido ciego dijeron esto por miedo a los
judíos, porque éstos ya habían convenido en expulsar de la sinagoga a quien
reconociera a Jesús como el Mesías. Por eso sus padres dijeron: 'Ya tiene edad;
pregúntenle a él'.
Llamaron de nuevo al que había sido ciego y le dijeron: "Da gloria
a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador". Contestó él: "Si
es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo". Le
preguntaron otra vez: "¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?".
Les contestó: "Ya se lo dije a ustedes y no me han dado crédito.
¿Para qué quieren oírlo otra vez? ¿Acaso también ustedes quieren hacerse
discípulos suyos?". Entonces ellos lo llenaron de insultos y le dijeron:
"Discípulo de ése lo serás tú. Nosotros somos discípulos de Moisés.
Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios. Pero ése, no sabemos de
dónde viene".
Replicó aquel hombre: "Es curioso que ustedes no sepan de dónde
viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los
pecadores, pero al que lo teme y hace su voluntad, a ese sí lo escucha. Jamás
se había oído decir que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento. Si
éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder". Le replicaron: "Tú
eres puro pecado desde que naciste, ¿cómo pretendes darnos lecciones?". Y
lo echaron fuera.
Supo Jesús que lo habían echado fuera, y cuando lo encontró, le dijo:
"¿Crees tú en el Hijo del hombre?". Él contestó: "¿Y quién es,
Señor, para que yo crea en él?". Jesús le dijo: "Ya lo has visto; el
que está hablando contigo, ése es". Él dijo: "Creo, Señor". Y
postrándose, lo adoró.
Entonces le dijo Jesús: "Yo he venido a este mundo para que se
definan los campos: para que los ciegos vean, y los que ven queden
ciegos". Al oír esto, algunos fariseos que estaban con él le preguntaron:
"¿Entonces, también nosotros estamos ciegos?". Jesús les contestó:
"Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado; pero como dicen que ven, siguen
en su pecado".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo
en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y
gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder
de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los
infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y
está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a
juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la
carne y la vida eterna.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, hermanos, al Señor, que no desea la muerte del pecador, sino
que se convierta y viva, y pidámosle que tenga misericordia de su pueblo
penitente: (R/. Escúchanos, Señor.)
Para que Dios aumente la fe y fortalezca la voluntad de los que se
preparan a recibir en estos días cuaresmales el sacramento de la penitencia y
les conceda un verdadero arrepentimiento de sus culpas, roguemos al Señor.
Para que el Señor abra la inteligencia y el corazón de los incrédulos,
de manera que lleguen al conocimiento de la verdad, y en la fe encuentren aquel
descanso que tanto desea su corazón, roguemos al Señor.
Para que Dios conceda su ayuda a los enfermos, a los pobres, a los que
se sienten tentados y a todos aquellos que con su sufrimiento participan de la
cruz de Cristo, roguemos al Señor.
Para que todos nosotros perseveremos en el esfuerzo cuaresmal y
lleguemos, purificados e iluminados, a las fiestas de Pascua que se acercan,
roguemos al Señor.
Dios nuestro, Padre de la luz, que conoces hasta lo más recóndito de
nuestro corazón, no permitas que nos domine el poder de las tinieblas, antes
bien abre nuestros ojos a la luz del Espíritu, para que podamos ver a aquel que
has enviado para iluminar al mundo y creamos únicamente en él, Jesucristo Señor
nuestro. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te presentamos, Señor, llenos de alegría, estas ofrendas para el
sacrificio y pedimos tu ayuda para celebrarlo con fe sincera y ofrecerlo
dignamente por la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
El ciego de nacimiento.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte
gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno, por Cristo, Señor nuestro. Porque él mismo, por el misterio de la
encarnación, condujo al género humano, que caminaba en tinieblas, a la luz de
la fe, y a quienes nacían esclavos del pecado los elevó, renacidos por el
bautismo, a la dignidad de hijos de adopción. Por eso, todas tus creaturas, en
el cielo y en la tierra, te adoran entonando un cántico nuevo, y también
nosotros, unidos a los ángeles, te aclamamos, diciendo sin cesar: Santo, Santo,
Santo ...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn 9, 11. 38
El Señor me puso lodo sobre los ojos; entonces fui, me lavé, comencé a
ver y creí en Dios. (Cfr. Jn 9, 11. 38).
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor Dios, luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo,
ilumina nuestros corazones con el resplandor de tu gracia, para que podamos
siempre pensar lo que es digno y grato a tus ojos y amarte con sincero corazón.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
Protege, Señor, a quienes te invocan, ayuda a los débiles y reaviva
siempre con tu luz a quienes caminan en medio de las tinieblas de la muerte;
concédeles que, liberados por tu bondad de todos los males, alcancen los bienes
supremos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20230319
martes, 7 de marzo de 2023
EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20230312
«Del agua viva habla el Señor con total evidencia. Había dicho, en efecto, la mujer: ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob ...? De esta agua viva no puedes darme, porque no tienes medio para sacarla. ¿Quizá prometes otra fuente? ¿Puedes ser mejor que nuestro padre, que cavó este pozo y él mismo lo usó con los suyos? El Señor, pues, nos diga a qué llamó agua viva. Respondió Jesús y le dijo: Todo el que bebiere de esta agua tendrá de nuevo sed; en cambio, quien bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en fuente que salta para vida eterna. Con toda claridad ha dicho el Señor: Se convertirá en él en fuente de agua que salta para vida eterna. Quien bebiere de esta agua no tendrá sed jamás. Es del todo evidente que prometía agua no visible, sino invisible; es del todo evidente que hablaba en sentido no carnal, sino espiritual. Sin embargo, la mujer está aún centrada en la carne. Le complació no tener sed y suponía que el Señor le había prometido esto según la carne. Sí, esto se realizará, pero en la resurrección de los muertos. Ella lo quería ya, pues en cierta ocasión Dios había dado a su siervo Elías no padecer hambre ni sed durante cuarenta días. Quien pudo dar esto durante cuarenta días, ¿no pudo darlo siempre? Suspiraba empero ella, pues no quería necesitar, no quería trabajar. Se veía forzada a venir con frecuencia a esa fuente, a cargarse de peso con que suplir la necesidad y, terminada el agua que había sacado, a regresar de nuevo; ese trabajo era cotidiano para ella, porque la necesidad se aliviaba, pero no se extinguía. Complacida, pues, por tal don, ruega que le dé agua viva» (San Agustín [354-430]. Tratado 15 del Evangelio de Juan).