INSTRUCCIONES FINALES
2
Re 4, 8-11.14-16; Rom 6, 3-4. 8-11; Mt 10,37-42
Estamos
ante el cierre del llamado discurso misionero que Jesús dirige a sus apóstoles.
Tendrán que marcharse a predicar y curar a sabiendas que esa misión generará
conflictos tanto dentro de sus familias como en el entorno social donde vivan.
La armonía familiar, el reconocimiento social y hasta la seguridad personal
estarán en riesgo. Cuando el Evangelio de Jesucristo se asume con toda
congruencia siempre genera dificultades, sin embargo, son superables cuando se
tiene la certeza de que Dios Padre acompañará a los enviados. A ningún
misionero le apasiona perder la vida ni ver disminuida su tranquilidad
personal. El discipulado y la misión cristianas están inmersas dentro de una
situación paradójica, donde entregar la vida equivale a ganarla y conservarla
supone perderla para siempre. La contradicción queda superada solamente a
partir de la experiencia pascual de Cristo muerto y resucitado.
ANTÍFONA
DE ENTRADA Sal 46. 2
Pueblos
todos, aplaudan; aclamen al Señor con gritos de júbilo.
GLORIA
Gloria
a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor. Por tu inmensa
gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos
gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único,
Jesucristo.
Señor
Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten
piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque
sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el
Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN
COLECTA
Señor
Dios, que mediante la gracia de la adopción filial quisiste que fuéramos hijos
de la luz, concédenos que no nos dejemos envolver en las tinieblas del error,
sino que permanezcamos siempre vigilantes en el esplendor de la verdad. Por
nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA
DE LA PALABRA
PRIMERA
LECTURA
Este
hombre es un hombre de Dios.
Del
segundo libro de los Reyes: 4, 8-11. 14-16
Un
día pasaba Eliseo por la ciudad de Sunem y una mujer distinguida lo invitó con
insistencia a comer en su casa. Desde entonces, siempre que Eliseo pasaba por
ahí, iba a comer a su casa. En una ocasión, ella le dijo a su marido: "Yo
sé que este hombre, que con tanta frecuencia nos visita, es un hombre de Dios.
Vamos a construirle en los altos una pequeña habitación. Le pondremos allí una
cama, una mesa, una silla y una lámpara, para que se quede allí, cuando venga a
visitamos".
Así
se hizo y cuando Eliseo regresó a Sunem, subió a la habitación y se recostó en
la cama. Entonces le dijo a su criado: "¿Qué podemos hacer por esta
mujer?". El criado le dijo: "Mira, no tiene hijos y su marido ya es
un anciano".
Entonces
dijo Eliseo: "Llámala". El criado la llamó y ella, al llegar, se
detuvo en la puerta. Eliseo le dijo: "El año que viene, por estas mismas
fechas, tendrás un hijo en tus brazos". Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
SALMO
RESPONSORIAL
Del
salmo 88,2-3.16-17.18-19.
R/.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Proclamaré
sin cesar la misericordia del Señor, y daré a conocer que su fidelidad es
eterna, pues el Señor ha dicho: "Mi amor es para siempre, y mi lealtad,
más firme que los cielos". R/.
Señor,
feliz el pueblo que te alaba y que a tu luz camina, que en tu nombre se alegra
a todas horas y al que llena de orgullo tu justicia. R/.
Feliz,
porque eres tú su honor y fuerza y exalta tu favor nuestro poder. Feliz, porque
el Señor es nuestro escudo y el santo de Israel es nuestro rey. R/.
SEGUNDA
LECTURA
El
bautismo nos sepultó con Cristo para que llevemos una vida nueva.
De
la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 6, 3-4. 8-11
Hermanos:
Todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por medio del bautismo,
hemos sido incorporados a su muerte. En efecto, por el bautismo fuimos
sepultados con él en su muerte, para que, así como Cristo resucitó de entre los
muertos por la gloria del Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva.
Por
lo tanto, si hemos muerto con Cristo, estamos seguros de que también viviremos
con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya
nunca morirá. La muerte ya no tiene dominio sobre él, porque al morir, murió al
pecado de una vez para siempre, y al resucitar vive ahora para Dios. Lo mismo
ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús,
Señor nuestro.
Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN
ANTES DEL EVANGELIO
1
Pedro 2, 9
R/.
Aleluya, aleluya.
Ustedes
son estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada a Dios, para que
proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su
luz admirable. R/.
EVANGELIO
El
que no toma su cruz, no es digno de mí. Quien los recibe a ustedes me recibe a
mí.
Del
santo Evangelio según san Mateo: 10, 37-42
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "El que ama a su padre o a su
madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que
a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
El
que salve su vida la perderá y el que la pierda por mí, la salvará.
Quien
los recibe a ustedes me recibe a mí; y quien me recibe a mí, recibe al que me
ha enviado.
El
que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que
recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo.
Quien
diere, aunque no sea más que un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, por
ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa".
Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN
DE FE
CREDO
NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo
en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo
lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de
Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios
verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del
Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra
salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la
Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de
Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las
Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo
en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por
los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la
resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA
UNIVERSAL
Pidamos,
hermanos, al Señor que escuche nuestras oraciones, para que podamos alegrarnos
al recibir su ayuda, respondiendo: Escúchanos, Señor. (R/. Escúchanos, Señor.)
Por
los ministros de la Iglesia que han consagrado su vida al Señor y por todos los
pueblos que adoran al Dios verdadero, roguemos al Señor.
Para
que el tiempo sea bueno y todos podamos gozar de una naturaleza limpia en la
bella sucesión de las diversas estaciones, roguemos a Dios, que con sabiduría
gobierna al mundo.
Por
los que son víctimas de la debilidad humana, del espíritu de odio o de envidia
o de los otros vicios del mundo, roguemos al Redentor misericordioso.
Encomendémonos
mutuamente al Señor, pongamos toda nuestra existencia en sus manos y oremos con
confianza al autor y guardián de todo lo que tenemos y poseemos.
Escucha,
Padre santo, Dios todopoderoso, las oraciones de tu pueblo e infunde en
nosotros la sabiduría del Espíritu Santo, para que, unidos a Cristo, sigamos el
camino de la cruz dispuestos a perder nuestra vida para manifestar al mundo
nuestra esperanza en el reino que nos tienes preparado. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Señor
Dios, que bondadosamente realizas el fruto de tus sacramentos, concédenos que
seamos capaces de servirte como corresponde a tan santos misterios. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 102, 1
Bendice,
alma mía al Señor; que todo mi ser bendiga su santo nombre.
ORACIÓN
DESPUES DE LA COMUNIÓN
Que
la víctima divina que te hemos ofrecido y que acabamos de recibir, nos
vivifique, Señor, para que, unidos a ti con perpetuo amor, demos frutos que
permanezcan para siempre. Por Jesucristo, nuestro Señor.