I DOMINGO DE ADVIENTO Ciclo B
DOMINGO 30 de noviembre 2014
LOS MANTENDRÁ FIRMES HASTA EL FIN
Is 63, 16-17.19; 64, 2-7; 1 Co 1, 3-9; Mc 13, 33-37
La lectura del profeta Isaías es una confesión de culpa y a
la vez una súplica confiada y amigable. Israel se había extraviado y lo
reconoce: "todos estábamos contaminados". Los israelitas sufrieron la
destrucción de la ciudad y del templo y ahora piden que Dios se comporte como
lo que es en realidad: "tú Señor, eres nuestro Padre". En la lógica
del profeta hay un postulado: Dios corrige a los que ama y en su momento los
perdona. Desde esa certidumbre se pueden afrontar los momentos de adversidad
que sobrevengan. El Evangelio de san Marcos nos advierte que la llegada del
final de los tiempos, tendrá un carácter repentino, como sin duda lo es la
visita del ladrón. La recomendación insistente tanto en el Evangelio como en la
Carta a los corintios es la misma: mantenerse en vela, perseverar y mantenerse
firme haciendo la voluntad del Padre.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Sal 24, 1-3)
A ti, Señor, levanto mi alma; Dios mío, en ti confío, no
quede yo defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos; pues los que esperan
en ti no quedan defraudados.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Concede a tus fieles, Dios todopoderoso, el deseo de salir
al encuentro de Cristo, que viene a nosotros, para que, mediante la práctica de
las buenas obras, colocados un día a su derecha, merezcamos poseer el reino
celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Primera lectura.
Monición.- En tiempos del profeta Isaías el pueblo elegido
estaba triste y miserable. Por ello el profeta les habla con benevolencia y les
invita a alejarse de la desesperanza
Del libro del profeta Isaías: 63, 16-17. 19; 64, 2-7
Tú, Señor, eres nuestro padre y nuestro redentor; ése es tu
nombre desde siempre. ¿Por qué, Señor, nos has permitido alejarnos de tus
mandamientos y dejas endurecer nuestro corazón hasta el punto de no temerte?
Vuélvete, por amor a tus siervos, a las tribus que son tu heredad. Ojalá
rasgaras los cielos y bajaras, estremeciendo las montañas con tu presencia.
Descendiste y los montes se estremecieron con tu presencia.
Jamás se oyó decir, ni nadie vio jamás que otro Dios, fuera de ti, hiciera
tales cosas en favor de los que esperan en él. Tú sales al encuentro del que
practica alegremente la justicia y no pierde de vista tus mandamientos.
Estabas airado porque nosotros pecábamos y te éramos siempre
rebeldes. Todos éramos impuros y nuestra justicia era como trapo asqueroso;
todos estábamos marchitos, como las hojas, y nuestras culpas nos arrebataban,
como el viento. Nadie invocaba tu nombre, nadie se levantaba para refugiarse en
ti, porque nos ocultabas tu rostro y nos dejabas a merced de nuestras culpas.
Sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre; nosotros somos el
barro y tú el alfarero; todos somos hechura de tus manos. Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
Salmo responsorial
Del salmo 79 R/. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.
Escúchanos, pastor de Israel; tú, que estás rodeado de
querubines, manifiéstate, despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.
Señor, Dios de los ejércitos, vuelve tus ojos, mira tú viña
y visítala; protege la cepa plantada por tu mano, el renuevo que tú mismo
cultivaste. R/.
Que tu diestra defienda al que elegiste, al hombre que has
fortalecido. Ya no nos alejaremos de ti; consérvanos la vida y alabaremos tu
poder. R/.
Segunda lectura
Monición.- El apóstol Pablo les recuerda a los corintios que
han sido llamados a la fe mediante el Evangelio. Una fe que los provee de toda
clase de dones del Espíritu.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios:
1, 3-9
Hermanos: Les deseo la gracia y la paz de parte de Dios,
nuestro Padre, y de Cristo Jesús, el Señor.
Continuamente agradezco a mi Dios los dones divinos que les
ha concedido a ustedes por medio de Cristo Jesús, ya que por él los ha
enriquecido con abundancia en todo lo que se refiere a la palabra y al
conocimiento; porque el testimonio que damos de Cristo ha sido confirmado en
ustedes a tal grado, que no carecen de ningún don, ustedes, los que esperan la
manifestación de nuestro Señor Jesucristo. El los hará permanecer
irreprochables hasta el fin, hasta el día de su advenimiento. Dios es quien los
ha llamado a la unión con su Hijo Jesucristo, y Dios es fiel. Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN
(Sal 84, 8) R/. Aleluya, aleluya.
Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. R/.
Evangelio
Monición.- La vida del creyente es una constante y tensa
peregrinación en el mundo. Por ellos Jesús, en su pedagogía, insiste en la
vigilancia sobre el día y la hora exacta de su regreso. El texto de Marcos es
un discurso que alienta la esperanza y la plena confianza en el Padre.
Del santo Evangelio según san Marcos: 13, 33-37
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Velen y
estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre
que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y
encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a
qué hora va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche,
al canto del gallo o a la madrugada. No vaya a suceder que llegue de repente y
los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan
alerta".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos a Jesús, la luz del mundo, el camino de la vida.
Después de cada petición diremos: Ven, Señor Jesús.
Por el Papa, los obispos y todos los ministros ordenados al
servicio de la Iglesia, Pueblo de Dios. Oremos.
Por las vocaciones al sacerdocio, al diaconado y a la vida
religiosa. Oremos.
Por todos los pueblos de la tierra, y especialmente por los
que sufren a causa del hambre y de la guerra. Oremos.
Por las familias rotas, por los ancianos abandonados, por
los niños que no conocen el cariño de unos padres. Oremos.
Por nosotros y por todos los cristianos, que queremos abrir
un camino al Señor en nuestras vidas y preparar la llegada de su Reino. Oremos.
Ven a nosotros, Señor Jesús, para dar tu consuelo a los
afligidos, tu fortaleza a los que te queremos seguir, tu luz a los que no te
conocen, y un corazón nuevo a los que viven encerrados en el egoísmo. Tú, que
vives y reinas por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, estos dones que te ofrecemos, tomados de los
mismos bienes que nos has dado, y haz que lo que nos das en el tiempo presente
para aumento de nuestra devoción, se convierta para nosotros en prenda de tu
redención eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I o III de Adviento.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 84, 13)
El Señor nos mostrará su misericordia y nuestra tierra
producirá su fruto.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Señor, que nos aprovechen los misterios en que
hemos participado, mediante los cuales, mientras caminamos en medio de las
cosas pasajeras, nos inclinas ya desde ahora a anhelar las realidades
celestiales y a poner nuestro apoyo en las que han de durar para siempre. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- La actitud que las
personas asumamos ante el final de la historia o ante nuestro propio final
depende de la forma como entendamos la muerte. Quien juzgue que es la aniquilación
definitiva no asumirá una actitud serena, sino desesperada, que podrá
camuflarse, como de hecho ocurre actualmente en una cultura de la alienación y
el divertimento. Quien esté persuadido de que la muerte no cancela la vida
personal, sino que la intensifica, podrá aceptarla con serenidad. Para los
cristianos la muerte no es el final, ni el término de nuestros afanes y
proyectos; antes bien, es el fin, es decir, el paso obligado que conduce a la
meta, que no es otra que la vida en plenitud no sólo para los privilegiados,
sino para todos los hijos de Dios. Si la existencia histórica siempre ha estado
marcada por la exclusión y los privilegios, no será así en la casa del Padre,
ahí habrá lugar para todos y nadie sufrirá afrenta ni marginación. Él es
nuestro Padre.