Todos los Santos
Solemnidad
Domingo 1 de noviembre 2015
Esta solemnidad nos
representa visualmente a toda la multitud de los redimidos, para descubrirnos
el destino que nos espera también a nosotros, peregrinos. Es, además, un motivo
para hacernos conscientes de nuestra solidaridad con todos aquellos que nos ha
precedido en el mundo del espíritu. Todos ellos, que viven frente a Dios, son
nuestros intercesores, que dan impulso a nuestra vida.
HIJOS DE DIOS LO SOMOS YA
La espiritualidad de la
resistencia mantenía en pie a los primeros cristianos que se atrevían a
enfrentar el absolutismo despótico del Imperio Romano. Su fe operante, se había
transformado en esperanza perseverante. El Señor Jesús no era un nombre hueco,
era una experiencia viva que los llenaba de fortaleza para testimoniar su
condición de personas libres. Convencidos de su condición filial vivían la
adversidad sin victimizarse. Sabiendo que el Señor Jesús había prometido la dicha
para quienes asumieran la adversidad desde la certeza de que el Reino de Dios
estaba llegando, los cristianos se mantenían unidos. Jesús es el verdadero
Señor que no ejerce un señorío despótico, sino una relación cercana y
dialogante con quienes se reconocen como sus discípulos.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Alegrémonos en el Señor y
alabemos al Hijo de Dios, junto con los ángeles, al celebrar hoy esta
solemnidad de Todos los Santos.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y
en la tierra paz a quienes ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te
bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey
celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú
que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a
la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo
tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de
Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno,
que nos concedes venerar los méritos de todos tus santos en una sola fiesta, te
rogamos, por las súplicas de tan numerosos intercesores, que en tu generosidad
nos concedas la deseada abundancia de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Vi una muchedumbre tan
grande, que nadie podía contarla. Eran individuos de todas las naciones y
razas, de todos los pueblos y lenguas.
Del libro del Apocalipsis del
apóstol san Juan: 7, 2-4. 9-14
Yo, Juan, vi a un ángel que
venía del oriente. Traía consigo el sello del Dios vivo y gritaba con voz
poderosa a los cuatro ángeles encargados de hacer daño a la tierra y al mar.
Les dijo: "No hagan daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que
terminemos de marcar con el sello la frente de los servidores de nuestro
Dios!" Y pude oír el número de los que habían sido marcados: eran ciento
cuarenta y cuatro mil, procedentes de todas las tribus de Israel.
Vi luego una muchedumbre tan
grande, que nadie podía contarla. Eran individuos de todas las naciones y
razas, de todos los pueblos y lenguas. Todos estaban de pie, delante del trono
y del Cordero; iban vestidos con una túnica blanca; llevaban palmas en las
manos y exclamaban con voz poderosa: "La salvación viene de nuestro Dios,
que está sentado en el trono, y del Cordero"
Y todos los ángeles que
estaban alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes,
cayeron rostro en tierra delante del trono y adoraron a Dios, diciendo:
"Amén. La alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el
honor, el poder y la fuerza, se le deben para siempre a nuestro Dios"
Entonces uno de los ancianos
me preguntó: "¿Quiénes son y de dónde han venido los que llevan la túnica
blanca?". Yo le respondí: "Señor mío, tú eres quien lo sabe".
Entonces él me dijo: "Son los que han pasado por la gran persecución y han
lavado y blanqueado su túnica con la sangre del Cordero".
Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 23, 1-2.3-4ab. 5-6
R/. Ésta es la clase de
hombres que te buscan, Señor.
Del Señor es la tierra y lo
que ella tiene, el orbe todo y los que en él habitan, pues Él lo edificó sobre
los mares, Él fue quien lo asentó sobre los ríos. R/.
¿Quién subirá hasta el monte
del Señor? ¿Quién podrá entrar en su recinto santo? El de corazón limpio y
manos puras y que no jura en falso. R/.
Ése obtendrá la bendición de
Dios, y Dios, su salvador, le hará justicia. Ésta es la clase de hombres que te
buscan y vienen ante ti, Dios de Jacob. R/.
SEGUNDA LECTURA
Veremos a Dios tal cual es.
De la primera carta del
apóstol san Juan: 3, 1-3
Queridos hijos: Miren cuánto
amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que
lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a Él.
Hermanos míos, ahora somos
hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos
que, cuando Él se manifieste, vamos a ser semejantes a Él, porque lo veremos
tal cual es.
Todo el que tenga puesta en
Dios esta esperanza, se purifica a sí mismo para ser tan puro como El.
Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL
EVANGELIO Mt 11, 28
R/. Aleluya, aleluya.
Vengan a mí todos los que
están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio, dice el Señor.
R/.
EVANGELIO
Alégrense y salten de
contento, porque su premio será grande en los cielos.
Del santo Evangelio según san
Mateo: 5, 1-12a
En aquel tiempo, cuando Jesús
vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces se le acercaron sus
discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles y les dijo:
"Dichosos los pobres de
espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los que lloran,
porque serán consolados. Dichosos los sufridos, porque heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Dichosos los
limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque
se les llamará hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la
justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos serán ustedes cuando
los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía.
Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los
cielos".
Palabra del Señor. Gloria a
ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
Creo en un sólo Dios, Padre
Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo
invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del
Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de
Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por
quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación
bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y
se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio
Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las
Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo
en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por
los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la
resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
ORACIÓN UNIVERSAL
Iluminados con el ejemplo de los santos, que fueron en su vida sal de la
tierra y luz del mundo, y uniendo nuestra oración a la de la inmensa multitud
de los que están en presencia del Señor, oremos confiadamente al Señor.
R/ Te lo pedimos, Señor.
1. Para que el Señor suscite en su Iglesia ejemplos de una santidad
heroica que atraiga los no creyentes a Cristo y conceda a todos los bautizados
redescubrir que Dios los llama a la santidad, roguemos al Señor. R/
2. Para que nuestros hermanos que no conocen la luz y la hermosura del
Evangelio de Cristo sean liberados de las tinieblas, entren en el reino de la
luz y compartan la herencia de los santos, roguemos al Señor. R/
3. Para que el ejemplo de los santos, que experimentaron que para entrar
en el reino de Dios hay que sufrir muchas tribulaciones, fortalezca a los que
sufren y se tambalean en su combate, roguemos al Señor. R/
4. Para que quienes hoy nos hemos reunido para celebrar la solemnidad de
todos los santos nos encontremos también con nuestros familiares y amigos
difuntos en el reino de Jesucristo, roguemos al Señor. R/
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que te sean gratos, Señor,
los dones que ofrecemos en honor de todos los santos, y concédenos experimentar
la ayuda para obtener nuestra salvación de aquellos que alcanzaron con certeza
la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
La gloria de nuestra madre,
la Jerusalén celeste.
En verdad es justo y
necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque hoy nos concedes
celebrar a tu familia que es nuestra madre, la Jerusalén del cielo, en donde
nuestros hermanos ya glorificados te alaban eternamente.
Hacía ella, peregrinos,
caminando por la fe, nos apresuramos ardoroso, regocijándonos por los más
ilustres miembros de la Iglesia, en cuya gloria nos das al mismo tiempo ejemplo
y ayuda para nuestra fragilidad. Por eso, unidos a ellos y a todos los ángeles,
a una voz te alabamos y glorificamos, diciendo: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 5,
8-10
Dichosos los limpios de
corazón, porque verán a Dios. Dichosos lo que trabajan por la paz, porque se
les llamará hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los cielos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Dios nuestro, a quien
adoramos, admirable y único Santo entre todos tus santos, imploramos tu gracia
para que, al consumar nuestra satisfacción en la plenitud de tu amor, podamos
pasar de esta mesa de la Iglesia peregrina, al banquete de la patria celestial.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO
TIEMPO.- La condición de bienaventuranza que ofrece el Señor Jesús a sus
discípulos no debe confundirse con un salvoconducto hacia la comodidad. No es
una dicha barata ni una felicidad ligera como la que ofertan los fabricantes de
libros de autoayuda. Jesús sabe que la fidelidad al proyecto de Dios acarrea
hostilidad por parte de gobernantes e instituciones de poder. Es necesario
mantenerse estrechamente unido en la oración para resistir al desaliento y la
hostilidad. Quienes realizan servicios de promoción comunitaria, lo mismo que
quienes alientan alguna iniciativa de cambio social pacífico por causa de su fe
cristiana, saben que no es fácil perseverar alegremente en dicho compromiso.
Nuestra condición de hijos de Dios nos estimula a sumarnos a los proyectos
encaminados a mejorar nuestra sociedad y nuestra casa común. Es una manera
efectiva de vivir la esperanza cristiana.