REY DEL UNIVERSO
2 Sam 5, 1-3; Col 1, 12-20; Lc 23, 35-43
La solemnidad litúrgica de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo,
nos permite adentrarnos en la naturaleza de su realeza. En la escena de la
crucifixión el evangelista nos refiere el tenor de los comentarios que lanzan
los mirones; dichos comentarios desvelan uno de los aspectos enigmáticos de la
realeza de Jesús. Es un rey que no se salva a sí mismo, como sarcásticamente
atestiguan los curiosos. Esa impotencia y esa debilidad parecería desacreditarlo
y sin embargo es lo que lo acredita. Es un mesías no mesiánico que no recurre a
desplantes de fuerza ni a demostraciones portentosas. El gran signo que
despierta la fe del creyente en este Rey-Servidor es su determinación completa
de olvidarse de su propia angustia y su propio miedo, para entregarse
obedientemente al servicio del Reinado del Padre. Mientras que su antepasado
David logró acreditarse por su habilidad guerrera y se atrajo el apoyo de las
doce tribus; el Señor Jesús fundamentó su realeza en su condición de servidor
obediente.
ANTÍFONA DE ENTRADA Ap 5, 12; 1, 6
Digno es el Cordero que fue inmolado, de recibir el poder y la riqueza,
la sabiduría, la fuerza y el honor. A él la gloria y el imperio por los siglos
de los siglos.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor,
Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del
mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú
Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundamentar todas las cosas en
tu Hijo muy amado, Rey del universo, concede, benigno, que toda la creación,
liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te alabe
eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Ungieron a David como rey de Israel.
Del segundo libro de Samuel: 5,1-3
En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a
David, de la tribu de Judá y le dijeron: "Somos de tu misma sangre. Ya
desde antes, aunque Saúl reinaba sobre nosotros, tú eras el que conducía a
Israel, pues ya el Señor te había dicho: 'Tú serás el pastor de Israel, mi
pueblo; tú serás su guía' ".
Así pues, los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver a David, rey de
Judá. David hizo con ellos un pacto en presencia del Señor y ellos lo ungieron
como rey de todas las tribus de Israel. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 121, 1-2. 4-5.
R/. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
¡Qué alegría sentí cuando me dijeron: "Vayamos a la casa del
Señor"! Y hoy estamos aquí, Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas.
R/.
A ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a
Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del Señor. R/.
Por el amor que tengo a mis hermanos, voy a decir: "La paz sea
contigo". Y por la casa del Señor, mi Dios, pediré para ti todos los
bienes. R/.
SEGUNDA LECTURA
Dios nos ha trasladado al Reino de su Hijo amado.
De la carta del apóstol san Pablo a los colosenses: 1, 12-20
Hermanos: Demos gracias a Dios Padre, el cual nos ha hecho capaces de
participar en la herencia de su pueblo santo, en el reino de la luz.
Él nos ha liberado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al
Reino de su Hijo amado, por cuya sangre recibimos la redención, esto es, el
perdón de los pecados.
Cristo es la imagen de Dios invisible, el primogénito de toda la
creación, porque en él tienen su fundamento todas las cosas creadas, del cielo
y de la tierra, las visibles y las invisibles, sin excluir a los tronos y
dominaciones, a los principados y potestades. Todo fue creado por medio de él y
para él.
Él existe antes que todas las cosas, y todas tienen su consistencia en
él. Él es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia. Él es el principio,
el primogénito de entre los muertos, para que sea el primero en todo.
Porque Dios quiso que en Cristo habitara toda plenitud y por él quiso
reconciliar consigo todas las cosas, del cielo y de la tierra, y darles la paz
por medio de su sangre, derramada en la cruz. Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mc 11, 9. 10
R/. Aleluya, aleluya.
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que
llega, el reino de nuestro padre David! R/.
EVANGELIO
Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí.
Del santo Evangelio según san Lucas: 23, 35-43
Cuando Jesús estaba ya crucificado, las autoridades le hacían muecas,
diciendo: "A otros ha salvado; que se salve así mismo, si él es el Mesías
de Dios, el elegido".
También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a él, le
ofrecían vinagre y le decían: "Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a
ti mismo". Había, en efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latín y
hebreo, que decía: "Éste es el rey de los judíos".
Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole:
"Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros". Pero el otro
le reclamaba, indignado: "¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el
mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero
éste ningún mal ha hecho". Y le decía a Jesús: "Señor, cuando llegues
a tu Reino, acuérdate de mí". Jesús le respondió: "Yo te aseguro que
hoy estarás conmigo en el paraíso". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios,
Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los
hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue
crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al
tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha
del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su
reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que
procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma
adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es
una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el
perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del
mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Dirijamos, llenos de confianza, nuestras súplicas a Cristo, supremo
Señor de la vida y de la muerte y rey de todas las creaturas del cielo y de la
tierra y digamos: Rey de la Gloria, escúchanos. (R/. Rey de la gloria,
escúchanos.)
Para que los pastores y fieles de la Iglesia se esfuercen con celo para
reconciliar al universo con Dios y en pacificar por la sangre de la cruz de
Jesucristo a todas las creaturas, roguemos al Señor.
Para que la semilla evangélica, escondida en las diversas religiones y
culturas, germine y se manifieste, y todos los hombres reconozcan con gozo que
Cristo es Señor, para gloria de Dios Padre, roguemos al Señor.
Para que quienes aún viven bajo el dominio de la ignorancia, el pecado o
el sufrimiento sean trasladados al reino de Cristo y encuentren el fin de sus
penas, roguemos al Señor.
Para que los que hoy celebramos la solemnidad de Cristo, Señor supremo
del universo, a quien están destinadas todas las cosas, participemos también un
día en la herencia del pueblo santo, en el reino de la luz, roguemos al Señor.
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, que nos llamas a reinar
contigo en la justicia y en el amor, escucha las oraciones de tu pueblo,
sácanos del dominio de las tinieblas y fortalece nuestras débiles voluntades,
para que sigamos las huellas de tu Hijo y, como él, demos la propia vida en
bien de los demás y compartamos con ellos el reino de Cristo en el paraíso. Él,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al ofrecerte, Señor, el sacrificio de la reconciliación humana, te
suplicamos humildemente que tu Hijo conceda a todos los pueblos los dones de la
unidad y de la paz. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.
PREFACIO
Cristo. Rey del Universo.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte
gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno. Porque has ungido con el óleo de la alegría, a tu Hijo único, nuestro
Señor Jesucristo, como Sacerdote eterno y Rey del universo, para que,
ofreciéndose a sí mismo como víctima perfecta y pacificadora en el altar de la
cruz, consumara el misterio de la redención humana; y, sometiendo a su poder la
creación entera, entregara a tu majestad infinita un Reino eterno y universal:
Reino de la verdad y de la vida, Reino de la santidad y de la gracia, Reino de
la justicia, del amor y de la paz.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros
celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 28, 10-11
En su trono reinará el Señor para siempre y le dará a su pueblo la
bendición de la paz.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo recibido, Señor, el alimento de vida eterna, te rogamos que
quienes nos gloriamos de obedecer los mandamientos de Jesucristo, Rey del
universo, podamos vivir eternamente con él en el reino de los cielos. El, que
vive y reina por los siglos de los siglos.