DOMINGO XVII DEL TIEMPO ORDINARIO
Ciclo A
Domingo 30 de julio 2017
ENSÉÑAME A ESCUCHAR
El relato del libro de los Reyes
nos refiere la visión que tuvo el rey Salomón en el templo de Gabaón. Dios se
le manifestó en sueños y le abrió su cartera de par en par, diciéndole
"pídeme lo que quieras". Salomón no se engolosinó como solemos hacer
los humanos, cuando nos dejamos encandilar por las apariencias. Antes que
pedirle riquezas, larga vida o victorias sobre sus enemigos, Salomón le pidió
sensatez para escuchar y saber gobernar a su pueblo y sabiduría para desechar
las malas decisiones y acoger las buenas. La sabiduría de Salomón no es algo
imposible de conseguir. En el Evangelio, el Señor Jesús nos explica que el
tesoro y la perla preciosa del reinado de Dios están al alcance de toda persona
bien dispuesta, que sepa buscar. Quien encuentre el tesoro escondido del Reino,
aprenderá a vivir con la sabiduría que Jesús vivió.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 67,
6. 7. 36
Dios habita en su santuario; Él
nos hace habitar juntos en su casa; es la fuerza y el poder de su pueblo.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en
la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te
alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor
Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo
del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que
quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la
derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú
Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios
Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, protector de los que
en ti confían, sin ti, nada es fuerte, ni santo; multiplica sobre nosotros tu
misericordia para que, bajo tu dirección, de tal modo nos sirvamos ahora de los
bienes pasajeros, que nuestro corazón esté puesto en los bienes eternos. Por
nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Por haberme pedido sabiduría.
Del primer libro de los Reyes: 3,
5-13
En aquellos días, el Señor se le
apareció al rey Salomón en sueños y le dijo: "Salomón, pídeme lo que
quieras, y yo te lo daré".
Salomón le respondió:
"Señor, tú trataste con misericordia a tu siervo David, mi padre, porque
se portó contigo con lealtad, con justicia y rectitud de corazón. Más aún,
también ahora lo sigues tratando con misericordia, porque has hecho que un hijo
suyo lo suceda en el trono. Sí, tú quisiste, Señor y Dios mío, que yo, tu
siervo, sucediera en el trono a mi padre, David. Pero yo no soy más que un
muchacho y no sé cómo actuar. Soy tu siervo y me encuentro perdido en medio de
este pueblo tuyo, tan numeroso, que es imposible contarlo. Por eso te pido que
me concedas sabiduría de corazón para que sepa gobernar a tu pueblo y
distinguir entre el bien y el mal. Pues sin ella, ¿quién será capaz de gobernar
a este pueblo tuyo tan grande?"
Al Señor le agradó que Salomón le
hubiera pedido sabiduría y le dijo: "Por haberme pedido esto, y no una
larga vida, ni riquezas, ni la muerte de tus enemigos, sino sabiduría para
gobernar, yo te concedo lo que me has pedido. Te doy un corazón sabio y
prudente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti. Te voy a
conceder, además, lo que no me has pedido: tanta gloria y riqueza, que no habrá
rey que se pueda comparar contigo". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 118, 57 y 72. 76-77.
127-128. 129-130.
R/. Yo amo, Señor, tus
mandamientos.
A mí, Señor, lo que me toca es
cumplir tus preceptos. Para mí valen más tus enseñanzas que miles de monedas de
oro y plata. R/.
Señor, que tu amor me consuele,
conforme a las promesas que me has hecho. Muéstrame tu ternura y viviré, porque
en tu ley he puesto mi contento. R/.
Amo, Señor, tus mandamientos más
que el oro purísimo: por eso tus preceptos son mi guía y odio toda mentira. R/.
Tus preceptos, Señor, son
admirables, por eso yo los sigo. La explicación de tu palabra da luz y
entendimiento a los sencillos.
SEGUNDA LECTURA
Nos predestina para que
reproduzcamos en nosotros mismos la imagen de su Hijo.
De la carta del apóstol san Pablo
a los romanos: 8, 28-30
Hermanos: Ya sabemos que todo
contribuye para bien de los que aman a Dios, de aquellos que han sido llamados
por él, según su designio salvador.
En efecto, a quienes conoce de
antemano, los predestina para que reproduzcan en sí mismos la imagen de su
propio Hijo, a fin de que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A
quienes predestina, los llama; a quienes llama, los justifica; y a quienes
justifica, los glorifica. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
Cfr. Mt 11, 25
R/. Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente
sencilla. R/.
EVANGELIO
Vende cuanto tiene y compra aquel
campo.
Del santo Evangelio según san
Mateo: 13, 44-52
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: "El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un
campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende
cuanto tiene y compra aquel campo.
El Reino de los cielos se parece también
a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y
vende cuanto tiene y la compra. También se parece el Reino de los cielos a la
red que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se
llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los
pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al
final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos
y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación.
¿Han entendido todo esto?"
Ellos le contestaron: "Sí". Entonces él les dijo: "Por eso, todo
escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de
familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
CREDO NICENO CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre
Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo
invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del
Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios
verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien
todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajo del
cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo
hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y
subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con
gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el
Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que
con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los
profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso
que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección
de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Pidamos, hermanos, el auxilio del
Espíritu Santo, para que inspire nuestras oraciones y ruegue con nosotros por
las necesidades del mundo, respondiendo: Te rogamos, Señor. (R/. Te rogamos,
Señor.)
Para los que empiezan a conocer a
Cristo y desean la gracia del bautismo y para que los que preparan el bautismo
de sus hijos, pidamos el favor de Dios todopoderoso. Te rogamos, Señor.
Para nuestra ciudad (nuestro
pueblo), para todos los que habitan en ella (él), y para todos los pueblos y
naciones, pidamos al Señor paz y prosperidad abundantes. Te rogamos, Señor.
Para los que persiguen a la
Iglesia y para los pecadores que viven intranquilos, pidamos la luz del
Espíritu y la gracia de la conversión. Te rogamos, Señor.
Por los que estamos aquí reunidos
y por aquellos por los que queremos rezar, pidamos al Señor que nos guarde a
todos en la fe y nos reúna en el reino de su Hijo. Te rogamos, Señor.
Señor Dios, que Cristo, nos has
hecho descubrir el tesoro escondido y la perla de gran valor, concédenos la luz
de tu Espíritu, para que, viviendo en medio del mundo, sepamos valorar las
riquezas inestimables de tu reino y, para poseerlas, estemos dispuestos a renunciar
a todo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, los dones que por
tu generosidad te presentamos, para que, por el poder de tu gracia, estos
sagrados misterios santifiquen toda nuestra vida y nos conduzcan a la felicidad
eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
El Misterio Pascual y el Pueblo
de Dios
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo Señor
nuestro. Quien, por su Misterio Pascual, realizó la obra maravillosa de
llamamos de la esclavitud del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe
elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de tu propiedad, para que,
trasladados por ti de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el
mundo tus maravillas. Por eso con los ángeles y los arcángeles y con todos los
coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra
de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre
del Señor. Hosanna en el cielo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 102,
2
Bendice alma mía al Señor, y no
te olvides de tus beneficios.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo recibido, Señor, el
sacramento celestial, memorial perpetuo de la pasión de tu Hijo, concédenos que
este don, que él mismo nos dio con tan inefable amor, nos aproveche para
nuestra salvación eterna. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.