sábado, 29 de abril de 2017

III Domingo de Pascua Ciclo A Domingo 30 de abril 2017



III Domingo de Pascua Ciclo A
Domingo 30 de abril 2017

UN MENSAJE PROVOCADOR

La predicación cristiana enfrentó desde el principio una serie de retos para acreditarse como un mensaje razonable y válido ante los oídos de los oyentes judíos. En primer lugar, estaba el escándalo de la muerte de Jesús en la cruz. Si era realmente el Mesías y el Salvador, cómo había permitido el Padre que los soldados romanos y las autoridades judías, lo condenaran a muerte. El primero de los discursos de Pedro recuerda el historial bondadoso de Jesús. Él efectivamente murió, pero no como resultado de la sagacidad de sus enemigos. Dios Padre había decidido revelarse como un Dios celosamente respetuoso de la libertad humana. Si bien quería establecer un reinado de paz y armonía, no deseaba que Jesús lo impusiera por medio de señales aparatosas, sino invitando al seguimiento libre y voluntario. Dios nos ama sin otro límite, que el respeto cabal a nuestra libertad.


ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 65, 1-2
Aclama a Dios, tierra entera. Canten todos un himno a su nombre, denle gracias y alábenlo. Aleluya.


GLORIA

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.


ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que tu pueblo se regocije siempre al verse renovado y rejuvenecido, para que, al alegrarse hoy por haber recobrado la dignidad de su adopción filial, aguarde seguro su gozosa esperanza el día de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo...


LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Yo era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 14. 22-33
El día de Pentecostés, se presentó Pedro, junto con los Once, ante la multitud, y levantando la voz, dijo: "Israelitas, escúchenme. Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes, mediante los milagros, prodigios y señales que Dios realizó por medio de él y que ustedes bien conocen. Conforme al plan previsto y sancionado por Dios, Jesús fue entregado, y ustedes utilizaron a los paganos para clavarlo en la cruz.
Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte, ya que no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio. En efecto, David dice, refiriéndose a él: Yo veía constantemente al Señor delante de mí, puesto que él está a mí lado para que yo no tropiece. Por eso se alegra mi corazón y mi lengua se alboroza; por eso también mi cuerpo vivirá en la esperanza, porque tú, Señor, no me abandonarás a la muerte, ni dejarás que tu santo sufra la corrupción. Me has enseñado el sendero de la vida y me saciarás de gozo en tu presencia. Hermanos, que me sea permitido hablarles con toda claridad. El patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro se conserva entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios le había prometido con juramento que un descendiente suyo ocuparía su trono, con visión profética habló de la resurrección de Cristo, el cual no fue abandonado a la muerte ni sufrió la corrupción. Pues bien, a este Jesús Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos. Llevado a los cielos por el poder de Dios, recibió del Padre el Espíritu Santo prometido a él y lo ha comunicado, como ustedes lo están viendo y oyendo". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 15, 1-2a y 5. 7-8. 9-10. 11
R/. Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Aleluya.
Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos. R/.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado, jamás tropezaré. R/.
Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción. R/.
Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti. R/.


SEGUNDA LECTURA

Ustedes han sido rescatados con la sangre preciosa de Cristo, el cordero sin mancha.
De la primera carta del apóstol san Pedro: 1, 17-21
Hermanos: Puesto que ustedes llaman Padre a Dios, que juzga imparcialmente la conducta de cada uno según sus obras, vivan siempre con temor filial durante su peregrinar por la tierra.
Bien saben ustedes que de su estéril manera de vivir, heredada de sus padres, los ha rescatado Dios, no con bienes efímeros, como el oro y la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha, al cual Dios había elegido desde antes de la creación del mundo y, por amor a ustedes, lo ha manifestado en estos tiempos, que son los últimos. Por Cristo, ustedes creen en Dios, quien lo resucitó de entre los muertos y lo llenó de gloria, a fin de que la fe de ustedes sea también esperanza en Dios. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Lc 24, 32

R/. Aleluya, aleluya.
Señor Jesús, haz que comprendamos la Sagrada Escritura. Enciende nuestro corazón mientras nos hablas. R/.


EVANGELIO

Lo reconocieron al partir el pan.

Del santo Evangelio según san Lucas: 24,13-35

El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: "¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?" Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?" Él les preguntó: "¿Qué cosa?". Ellos le respondieron: "Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron.
Nosotros esperábamos que él fuera el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron".
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?" Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él.
Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!".
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón". Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


PROFESIÓN DE FE

CREDO de los Apóstoles

Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.


PLEGARIA UNIVERSAL

Invoquemos, amados hermanos, a Cristo, triunfador del pecado y de la muerte, que siempre intercede por nosotros diciendo: Rey de la gloria, resucítanos contigo. R/. Rey de la gloria, resucítanos contigo.
Para que Cristo, el Señor, atraiga hacia sí el corazón de los fieles y fortalezca sus voluntades, de manera que busquen los bienes de allá arriba, donde él está sentado a la derecha de Dios, roguemos al Señor. R/. Rey de la gloria, resucítanos contigo.
Para que Cristo, amo supremo de la creación, haga que todos los pueblos gocen abundantemente de la paz que en sus apariciones otorgó a los discípulos, roguemos al Señor. R/. Rey de la gloria, resucítanos contigo.
Para que Cristo, el destructor de la muerte y el médico de toda enfermedad, se compadezca de los débiles y desdichados y aleje del mundo el hambre, las guerras y todos los males, roguemos al Señor. R/. Rey de la gloria, resucítanos contigo.
Para que Cristo, el Señor, salve y bendiga nuestra parroquia (comunidad), y conceda la paz, la alegría y el descanso den las fatigas a los que hoy nos hemos reunido aquí para celebrar su triunfo, roguemos al Señor. R/. Rey de la gloria, resucítanos contigo.
Dios nuestro, que en este día, memorial de la Pascua, has reunido a tu Iglesia que peregrina por el mundo, escucha nuestra oración y abre nuestros corazones para que entendamos las Escrituras y reconozcamos a tu Hijo al partir el pan. Él, que vive y reina, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, los dones que, jubilosa, tu Iglesia te presenta, y puesto que es a ti a quien debe su alegría, concédele también disfrutar de la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.


PREFACIO

PREFACIO I DE PASCUA

El Misterio Pascual

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca (en esta noche) (en este día) (en este tiempo),  en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado. Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida. Por eso, con esta efusión del gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn 21, 12-13
Los discípulos reconocieron al Señor Jesús, al partir el pan. Aleluya.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dirige, Señor, tu mirada compasiva sobre tu pueblo, al que te has dignado renovar con estos misterios de vida eterna, y concédele llegar un día a la gloria incorruptible de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.



UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- El proceder de Pedro y los otros apóstoles continúa siendo un referente a la hora de proponer a las personas el camino cristiano. Ellos presentan el mensaje de la muerte y resurrección de Jesús de manera argumentada e inteligente; no obligan a nadie a creer a la fuerza, ni descalifican a quienes se resisten a creer. Apelan a un terreno común y compartido: las Escrituras que se leían en la sinagoga cada sábado. Los Profetas, Moisés y David habían anticipado veladamente la pasión y resurrección de Jesús. En una sociedad marcada por la diversidad de credos y convicciones, nos corresponde acreditar el camino cristiano con buenas razones, con apertura y sencillez de corazón. La mejor manera de proponer la fe cristiana es viviendo congruentemente como vivió Jesús.

viernes, 21 de abril de 2017

II DOMINGO DE PASCUA La Divina Misericordia Domingo 23 de abril 2017



II DOMINGO DE PASCUA
La Divina Misericordia

Domingo 23 de abril 2017


LA IGLESIA, COMUNIDAD APOSTÓLICA


El sumario que describe de manera un tanto idealizada la vida de la comunidad cristiana primitiva de Jerusalén no ha perdido su vigencia. Cualquier comunidad eclesial no podrá recibir tal nombre si no se organiza en torno de esos quehaceres, que finalmente son su esencia y su ser mismo. Efectivamente la iglesia surge de la escucha de la predicación y la enseñanza de los apóstoles. La iglesia es apostólica. Además, es una comunidad que celebra la fracción del pan para conmemorar el centro de su fe, a saber, la muerte y la resurrección de Cristo. Esa comunidad confiesa su filiación y por tanto vive en contacto permanente con Dios por medio de la oración y la escucha de su voluntad. Esa experiencia de fe se refleja en una intensa comunión espiritual y en una comunión de bienes, que se esfuerza seriamente por eliminar el número de personas necesitadas, a través de la solidaridad y la caridad.


ANTÍFONA DE ENTRADA 1 Pe 2, 2

Como niños recién nacidos, anhelen una leche pura y espiritual que los haga crecer hacia la salvación. Aleluya.


GLORIA

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.


ORACIÓN COLECTA

Dios de eterna misericordia, que reanimas la fe de este pueblo a ti consagrado con la celebración anual de las fiestas pascuales, aumenta en nosotros los dones de tu gracia, para que todos comprendamos mejor la excelencia del bautismo que nos ha purificado, la grandeza del Espíritu que nos ha regenerado y el precio de la Sangre que nos ha redimido. Por nuestro Señor Jesucristo...


LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Los creyentes vivían unidos y todo lo tenían en común.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 42-47

En los primeros días de la Iglesia, todos los que habían sido bautizados eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la comunión fraterna, en la fracción del pan y en las oraciones. Toda la gente estaba llena de asombro y de temor, al ver los milagros y prodigios que los apóstoles hacían en Jerusalén.
Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común. Los que eran dueños de bienes o propiedades los vendían, y el producto era distribuido entre todos, según las necesidades de cada uno. Diariamente se reunían en el templo, y en las casas partían el pan y comían juntos, con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y toda la gente los estimaba. Y el Señor aumentaba cada día el número de los que habían de salvarse. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 117, 2-4. 13-15. 22-24

R/. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.

Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". Diga la casa de Aarón: "Su misericordia es eterna". Digan los que temen al Señor: "Su misericordia es eterna". R/.

Querían a empujones derribarme, pero Dios me ayudó. El Señor es mi fuerza y mi alegría, en el Señor está mi salvación R/.

La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.


SEGUNDA LECTURA

La resurrección de Cristo nos da la esperanza de una vida nueva.

De la primera carta del apóstol san Pedro: 1, 3-9

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, por su gran misericordia, porque al resucitar a Jesucristo de entre los muertos, nos concedió renacer a la esperanza de una vida nueva, que no puede corromperse ni mancharse y que él nos tiene reservada como herencia en el cielo. Porque ustedes tienen fe en Dios, él los protege con su poder, para que alcancen la salvación que les tiene preparada y que él revelará al final de los tiempos.
Por esta razón, alégrense, aun cuando ahora tengan que sufrir un poco por adversidades de todas clases, a fin de que su fe, sometida a la prueba, sea hallada digna de alabanza, gloria y honor, el día de la manifestación de Cristo. Porque la fe de ustedes es más preciosa que el oro, y el oro se acrisola por el fuego. A Cristo Jesús no lo han visto y, sin embargo, lo aman; al creer en él ahora, sin verlo, se llenan de una alegría radiante e indescriptible, seguros de alcanzar la salvación de sus almas, que es la meta de la fe.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


SECUENCIA    opcional


Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado,
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la vida,
triunfante se levanta.

"¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?"
"A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortajas.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Vengan a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí verán los suyos
la gloria de la Pascua".

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor,
apiádate de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 20, 29

R/. Aleluya, aleluya.

Tomás, tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haberme visto, dice el Señor. R/.


EVANGELIO

Ocho días después, se les apareció Jesús.

Del santo Evangelio según san Juan: 20, 19-31

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.
De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar".
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré".
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree". Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús añadió: "Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto".
Otros muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


PROFESIÓN DE FE
CREDO de los Apóstoles

Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.


PLEGARIA UNIVERSAL

Llenos de gozo por la santa resurrección del Señor, purificados nuestros sentimientos y renovado nuestro espíritu, supliquemos al Señor, diciendo: Rey vencedor, escúchanos. R/. Rey vencedor, escúchanos.

A Cristo que, con su gloriosa resurrección ha vencido la muerte y ha destruido el pecado, pidámosle que todos los cristianos sean siempre fieles a las promesas del bautismo que renovaron en la noche santa de Pascua. R/. Rey vencedor, escúchanos.

A Cristo que, con su santa resurrección, ha otorgado el perdón y la paz a los pecadores, supliquémosle que quienes han regresado al camino de la vida conserven los dones que la misericordia del Padre les ha restituido. R/. Rey vencedor, escúchanos.

A Cristo que, con su gloriosa resurrección, ha dado al mundo la vida verdadera y ha renovado toda la creación, pidámosle por los que, por no creer en su triunfo, viven sin esperanza. R/. Rey vencedor, escúchanos.

A Cristo que, con su santa resurrección, ha colmado de alegría a los pueblos y los ha enriquecido con sus dones y ha hecho vibrar nuestros corazones, pidámosle que renueve la esperanza de los que sufren y lloran.R/. Rey vencedor, escúchanos.

A Cristo, que, con su gloriosa resurrección, anunció la alegría a las mujeres, y por medio de las mujeres a los apóstoles, y por medio de los apóstoles al mundo entero, pidámosle por los que nos hemos reunido para celebrar su triunfo. R/. Rey vencedor, escúchanos.
Señor, Dios nuestro, que en tu gran misericordia nos has hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, escucha nuestra oración y acrecienta en nosotros la fe pascual, para que, creyendo en tu Hijo, sin haberlo visto, consigamos, como meta de nuestra fe, la salvación de nuestras almas. Por Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, las ofrendas de tu pueblo (y de los recién bautizados), para que, renovados por la confesión de tu nombre y por el bautismo, consigamos la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.


PREFACIO I DE PASCUA

El Misterio Pascual

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca (en esta noche) (en este día) (en este tiempo),  en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado. Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida. Por eso, con esta efusión del gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn 20, 27

Jesús dijo a Tomás: Acerca tu mano, toca los agujeros que dejaron los clavos y no seas incrédulo, sino creyente. Aleluya.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dios todopoderoso, concédenos que la gracia recibida en este sacramento pascual permanezca siempre en nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne, p. 338 (602). Para despedir al pueblo se canta o se dice "Pueden ir en paz, aleluya, aleluya." A lo cual se responde "Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya."



UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- La Iglesia se reconoce como una comunidad de vida y de fe. Los bautizados confesamos a un Padre amoroso, que nos ha amado de manera singular en la persona de su Hijo Jesucristo. Para nosotros, Jesucristo no es un simple personaje histórico ni un reformador religioso lejano a nuestra vida. Es una persona realmente viva y próxima a nosotros. Lo conocimos gracias a la fe testimoniada por nuestros padres, familiares y catequistas. Esa fe nos anima a vivir confiando en Dios y por eso, nos comunicamos juntos y de manera personal con él, por medio de la oración y la celebración de los sacramentos. Dado que estamos conscientes que la fe cristiana tiene que dar respuesta a nuestros interrogantes actuales, buscamos orientación y guía en la tradición apostólica, para discernir de manera personal y comunitaria, la mejor manera de servir cálida y eficazmente como discípulos, a nuestros hermanos.

domingo, 16 de abril de 2017

DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR Domingo 16 de abril 2017



DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

Domingo 16 de abril 2017


TODO EL QUE CREE EN ÉL

 Pedro, Juan y Magdalena vivieron un proceso de fe doloroso y difícil. Se entusiasmaron con su maestro Jesús, se afligieron y hasta uno de ellos lo negó en la hora de la pasión. Pero la fidelidad del Padre hacia su Hijo los sorprendió y les arrancó del desaliento y la desilusión, anunciándoles la victoria sobre la muerte. La experiencia real e íntima de la resurrección de Jesús se fue abriendo paso en el corazón de los discípulos. Al principio, María no atinaba a interpretar el sepulcro vacío; tampoco Pedro lo comprendió, hasta que Juan el discípulo predilecto lo descifra y cree. Cuando revisan el mensaje de las Escrituras, recuerdan que Dios había prometido que su Siervo vería la luz y que transitaría por el sendero de la vida. Jesús, el hijo fiel, había alcanzado la vida y ahora estaba sentado a la diestra del Padre.


ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 138, 18. 5-6

He resucitado y estoy contigo, aleluya: has puesto tu mano sobre mí, aleluya: tu sabiduría ha sido maravillosa, aleluya, aleluya.


GLORIA

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.


ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que por medio de tu Unigénito, vencedor de la muerte, nos has abierto hoy las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos la solemnidad de la resurrección del Señor, resucitar también en la luz de la vida eterna, por la acción renovadora de tu Espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo...


LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Hemos comido y bebido con Cristo resucitado.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 10, 34.37-43

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos.
Él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que cuantos creen en él reciben, por su medio, el perdón de los pecados". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 117, 1-2. 16ab-17. 22-23

R/. Este es el día del triunfo del Señor. Aleluya.

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, por tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". R/.

La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. R/.

La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R/.


SEGUNDA LECTURA

Busquen los bienes del cielo, donde está Cristo.

De la carta del apóstol san Pablo a los colosenses: 3,1-4

Hermanos: Puesto que han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con él.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


SECUENCIA

Sólo el día de hoy es obligatoria; durante la octava es opcional.


Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto e
l que es la Vida,
triunfante se levanta.

¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?

A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.

¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. 1Co 5, 7-8
R/. Aleluya, aleluya.

Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua. R/.


EVANGELIO

Él debía resucitar de entre los muertos.

Del santo Evangelio según san Juan: 20, 1-9

El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto".
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


PROFESIÓN DE FE

CREDO de los Apóstoles

Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.

Amén.


ORACIÓN DE LOS FIELES

Llenos de gozo por la santa Resurrección del Señor, purificados nuestros sentimientos y renovado nuestro espíritu, supliquemos con insistencia al Señor, diciendo: Rey vencedor, escúchanos. R/. Rey vencedor, escúchanos.

A Cristo, que, con su gloriosa resurrección ha sido constituido Cabeza de la Iglesia, pidámosle que, por su amor, conceda gozo y exultación a todos los fieles que celebran su triunfo.

A Cristo, que, con su santa resurrección ha otorgado el perdón y la paz a los pecadores, supliquémosle que quienes han regresado al camino de la vida conserven íntegramente los dones que la misericordia del Padre les ha restituido.

A Cristo, que, con su gloriosa resurrección ha inaugurado la resurrección universal, pidámosle que alegre el corazón de los hombres que aún desconocen [los frutos de] su victoria y, con el anuncio evangélico, llene de gozo a todos los pueblos y naciones.


A Cristo, que, con su santa resurrección, ha colmado de alegría a los pueblos, los ha enriquecido con sus dones y ha hecho vibrar de gozo nuestros corazones, pidámosle que renueve la esperanza de los que sufren y lloran.
A Cristo, que, con su gloriosa resurrección, ha ale-grado al mundo entero, pidámosle que renueve nuestro espíritu y nos conceda la esperanza firme de compartir su triunfo y de resucitar con Él a una vida nueva.

Señor Jesucristo, que en el cielo eres glorificado por los ángeles y los santos y en la tierra eres enaltecido y adorado por tu Iglesia, en esta fiesta gloriosa de tu Resurrección te pedimos que escuches nuestras plegarias y extiendas tu diestra misericordiosa sobre este pueblo que tiene puesta toda su esperanza en tu resurrección. Tú, que vives y reinas, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Llenos de júbilo por el gozo pascual te ofrecemos, Señor, este sacrificio, mediante el cual admirablemente nace y se nutre tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.


PREFACIO I DE PASCUA

El Misterio Pascual

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca (en esta noche) (en este día) (en este tiempo),  en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado. Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida. Por eso, con esta efusión del gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...



ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN 1 Co 5, 7-8

Cristo nuestro Cordero Pascual ha sido inmolado. Aleluya. Celebremos, pues, la Pascua, con el pan sin levadura, que es sinceridad y verdad. Aleluya.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dios de bondad, protege paternalmente con amor incansable a tu Iglesia, para que renovada por los misterios pascuales, pueda llegar a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.


DESPEDIDA

Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Pueden ir en paz. Aleluya, aleluya.


R/. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.

viernes, 7 de abril de 2017

DOMINGO DE RAMOS, "DE LA PASIÓN DEL SEÑOR" Domingo 9 de abril 2017



DOMINGO DE RAMOS, "DE LA PASIÓN DEL SEÑOR"

Domingo 9 de abril 2017


EL SEÑOR ME AYUDA

La entereza con que el Siervo de Yahvé se confronta con el sufrimiento y el maltrato es sorprendente. Extrañamente ofrecía su espalda a los verdugos que lo maltratan y a los torturadores que lo lastimaban. No procedía de esta manera por algún trastorno psicológico que lo empujara a disfrutar del dolor. Antes bien, es un creyente que sabe que el Dios justo, en su momento, fallará en su favor y lo rescatará de la prueba. Sus últimas palabras resultan hasta retadoras y desafiantes: "¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque". El Señor Jesús cuando enfrentó su pasión no desestimó la gravedad de su sufrimiento, se quejó abiertamente ante el Padre, solicitó le apartara de aquella prueba, experimentó el doloroso abandono, pero finalmente, asumió confiadamente su muerte, sabiendo que cumplía el designio del Padre, que lo resucitaría y manifestaría su victoria sobre el mal.


LA MISA


ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se hiciera hombre y padeciera en la cruz para dar al género humano ejemplo de humildad, concédenos, benigno, seguir las enseñanzas de su pasión y que merezcamos participar de su gloriosa resurrección. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.


LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

No aparté mi rostro de los insultos, y sé que no quedaré avergonzado.

Del libro del profeta Isaías: 50, 4-7

En aquel entonces, dijo Isaías: "El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento.
Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24

R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: "Confiaba en el Señor, pues que Él lo salve; si de veras lo ama, que lo libre". R/.

Los malvados me cercan por doquiera como rabiosos perros. Mis manos y mis pies han taladrado y se pueden contar todos mis huesos. R/.

Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados. Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado. R/.

Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alábenlo; glorifícalo, linaje de Jacob; témelo, estirpe de Israel. R/.


SEGUNDA LECTURA

Cristo se humilló a sí mismo, por eso Dios lo exaltó.

De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 2, 6-11

Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Flp 2,8-9
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. R/.


EVANGELIO

PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN MATEO: 26, 14-27, 66

(La señal de cruz, se refiere a Cristo; la C, al cronista, y la S. a la sinagoga).

C En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo:

S "¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?"

C Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo. El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:

S "¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?"

C Él respondió:

† "Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa".

C Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua. Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce, y mientras cenaban, les dijo:

† "Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme".

C Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno:

S "¿Acaso soy yo, Señor?"

C El respondió:

† "El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de Él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido".

C Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:

S "¿Acaso soy yo, Maestro?"

C Jesús le respondió:

† "Tú lo has dicho".

C Durante la cena, Jesús tomó un pan, y pronunciada la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

† "Tomen y coman. Éste es mi Cuerpo".
Luego tomó en sus manos una copa de vino, y pronunciada la acción de gracias, la pasó a sus discípulos, diciendo:

† "Beban todos de ella, porque ésta es mi Sangre, Sangre de la nueva alianza, que será derramada por todos, para el perdón de los pecados. Les digo que ya no beberé más del fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre".

C Después de haber cantado el himno, salieron hacia el monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo:

† "Todos ustedes se van a escandalizar de mí esta noche, porque está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño. Pero después de que yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea".

C Entonces Pedro le replicó:

S "Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré".

C Jesús le dijo:

† "Yo te aseguro que esta misma noche, antes de que el gallo cante, me habrás negado tres veces".

C Pedro le replicó:

S "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré".

C Y lo mismo dijeron todos los discípulos: Entonces Jesús fue con ellos a un lugar llamado Getsemaní y dijo a los discípulos:

† "Quédense aquí mientras yo voy a orar más allá".

C Se llevó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dijo:

† "Mi alma está llena de una tristeza mortal. Quédense aquí y velen conmigo".

C Avanzó unos pasos más, se postró rostro en tierra y comenzó a orar, diciendo:

† "Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz; pero que no se haga como yo quiero, sino como quieres tú".

C Volvió entonces a donde estaban los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:

† "¿No han podido velar conmigo ni una hora? Velen y oren, para no caer en la tentación, porque el espíritu está pronto, pero la carne es débil".

C Y alejándose de nuevo, se puso a orar, diciendo:

† "Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad".

C Después volvió y encontró a sus discípulos otra vez dormidos, porque tenían los ojos cargados de sueño. Los dejó y se fue a orar de nuevo, por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Después de esto, volvió a donde estaban los discípulos y les dijo:

† "Duerman ya y descansen. He aquí que llega la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya está aquí el que me va a entregar".

C Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegó Judas, uno de los Doce, seguido de una chusma numerosa con espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El que lo iba a entregar les había dado esta señal:

S "Aquel a quien yo le dé un beso, ése es. Aprehéndanlo".

C Al instante se acercó a Jesús y le dijo:

S "¡Buenas noches, Maestro!"

C Y lo besó. Jesús le dijo:

† "Amigo, ¿es esto a lo que has venido?"

C Entonces se acercaron a Jesús, le echaron mano y lo apresaron. Uno de los que estaban con Jesús, sacó la espada, hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó una oreja. Le dijo entonces Jesús:

† "Vuelve la espada a su lugar, pues quien usa la espada, a espada morirá. ¿No crees que si yo se lo pidiera a mi Padre, Él pondría ahora mismo a mi disposición más de doce legiones de ángeles? Pero, ¿cómo se cumplirían entonces las Escrituras, que dicen que así debe suceder?"

C Enseguida dijo Jesús a aquella chusma:

† ¿Han salido ustedes a apresarme como a un bandido, con espadas y palos? Todos los días yo enseñaba, sentado en el templo, y no me aprehendieron. Pero todo esto ha sucedido para que se cumplieran las predicciones de los profetas".

C Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Los que aprehendieron a Jesús lo llevaron a la casa del sumo sacerdote Caifás, donde los escribas y los ancianos estaban reunidos. Pedro los fue siguiendo de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote. Entró y se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello. Los sumos sacerdotes y todo el sanedrín andaban buscando un falso testimonio contra Jesús, con ánimo de darle muerte; pero no lo encontraron, aunque se presentaron muchos testigos falsos. Al fin llegaron dos, que dijeron:

S "Este dijo: 'Puedo derribar el templo de Dios y reconstruirlo en tres días"'.

C Entonces el sumo sacerdote se levantó y le dijo:

S "¿No respondes nada a lo que éstos atestiguan en contra tuya?".

C Como Jesús callaba, el sumo sacerdote le dijo:

S "Te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios".

C Jesús le respondió:

† "Tú lo has dicho. Además, yo les declaro que pronto verán al Hijo del hombre, sentado a la derecha de Dios, venir sobre las nubes del cielo".

C Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó:

S "¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes mismos han oído la blasfemia. ¿Qué les parece?"

C Ellos respondieron:

S "Es reo de muerte".

C Luego comenzaron a escupirle en la cara y a darle de bofetadas. Otros lo golpeaban, diciendo:

S "Adivina quién es el que te ha pegado".

C Entretanto, Pedro estaba fuera, sentado en el patio. Una criada se le acercó y le dijo:

S "Tú también estabas con Jesús, el Galileo".

C Pero él lo negó ante todos, diciendo:

S "No sé de qué me estás hablando".

C Ya se iba hacia el zaguán, cuando lo vio otra criada y dijo a los que estaban ahí:

S "También ése andaba con Jesús, el nazareno".

C Él de nuevo lo negó con juramento:

S "No conozco a ese hombre".

C Poco después se acercaron a Pedro los que estaban ahí y le dijeron:

S "No cabe duda de que tú también eres de ellos, pues hasta tu modo de hablar te delata".

C Entonces él comenzó a echar maldiciones y a jurar que no conocía a aquel hombre. Y en aquel momento cantó el gallo. Entonces se acordó Pedro de que Jesús había dicho: "Antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces". Y saliendo de ahí se soltó a llorar amargamente. Llegada la mañana, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo contra Jesús para darle muerte. Después de atarlo, lo llevaron ante el procurador, Poncio Pilato, y se lo entregaron. Entonces Judas, el que lo había entregado, viendo que Jesús había sido condenado a muerte, devolvió arrepentido las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo:

S "Pequé, entregando la sangre de un inocente".

C Ellos dijeron:

S "¿Y a nosotros qué nos importa? Allá tú".

C Entonces Judas arrojó las monedas de plata en el templo, se fue y se ahorcó. Los sumos sacerdotes tomaron las monedas de plata y dijeron:

S "No es lícito juntarlas con el dinero de las limosnas, porque son precio de sangre".

C Después de deliberar, compraron con ellas el Campo del alfarero, para sepultar ahí a los extranjeros. Por eso aquel campo se llama hasta el día de hoy "Campo de sangre". Así se cumplió lo que dijo el profeta Jeremías: "Tomaron las treinta monedas de plata en que fue tasado aquel a quien pusieron precio algunos hijos de Israel, y las dieron por el Campo del alfarero, según lo que me ordenó el Señor".

C Jesús compareció ante el procurador, Poncio Pilato, quien le preguntó:

S "¿Eres tú el rey de los judíos?"

C Jesús respondió:

† "Tú lo has dicho".

C Pero nada respondió a las acusaciones que le hacían los sumos sacerdotes y los ancianos. Entonces le dijo Pilato:

S "¿No oyes todo lo que dicen contra ti?"

C Pero El nada respondió, hasta el punto de que el procurador se quedó muy extrañado. Con ocasión de la fiesta de la Pascua, el procurador solía conceder a la multitud la libertad del preso que quisieran. Tenían entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Dijo, pues, Pilato a los ahí reunidos:

S "¿A quién quieren que les deje en libertad: a Barrabás o a Jesús, que se dice el Mesías?".

C Pilato sabía que se lo habían entregado por envidia. Estando él sentado en el tribunal, su mujer mandó decirle:

S "No te metas con ese hombre justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa".

C Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la muchedumbre de que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Así, cuando el procurador les preguntó:

S "¿A cuál de los dos quieren que les suelte?",

C ellos respondieron:

S "A Barrabás".

C Pilato les dijo:

S "¿Y qué voy a hacer con Jesús, que se dice el Mesías?"

C Respondieron todos:

S "Crucifícalo".

C Pilato preguntó:

S "Pero, ¿qué mal ha hecho?"

C Más ellos seguían gritando cada vez con más fuerza:

S "¡Crucifícalo!"

C Entonces Pilato, viendo que nada conseguía y que crecía el tumulto, pidió agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo:

S "Yo no me hago responsable de la muerte de este hombre justo. Allá ustedes".

C Todo el pueblo respondió:

S "¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!"

C Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás. En cambio a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del procurador llevaron a Jesús al pretorio reunieron alrededor de Él a todo el batallón. Lo desnudaron, le echaron encima un manto de púrpura, trenzaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza; le pusieron una caña en su mano derecha, y arrodillándose ante Él, se burlaban diciendo:

S "¿Viva el rey de los judíos!",

C y le escupían. Luego, quitándole la caña, lo golpeaban con ella en la cabeza. Después de que se burlaron de Él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y lo llevaron a crucificar. Juntamente con Él crucificaron a dos ladrones. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz. Al llegar a un lugar llamado Gólgota, es decir, "Lugar de la Calavera", le dieron a beber a Jesús vino mezclado con hiel; Él lo probó, pero no lo quiso beber. Los que lo crucificaron se repartieron sus vestidos, echando suertes, y se quedaron sentados ahí para custodiarlo. Sobre su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: "Éste es Jesús, el rey de los judíos". Juntamente con Él, crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y El otro a su izquierda. Los que pasaban por ahí lo insultaban moviendo la cabeza y gritándole:
S "Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz".

C También se burlaban de Él los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, diciendo: "Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo. Si es el rey de Israel, que baje de la cruz y creeremos en Él. Ha puesto su confianza en Dios, que Dios lo salve ahora, si es que de verdad lo ama, pues Él ha dicho: "Soy el Hijo de Dios".

C Hasta los ladrones que estaban crucificados a su lado lo injuriaban. Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, se oscureció toda aquella tierra. Y alrededor de las tres, Jesús exclamó con fuerte voz:

† "Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?",

C que quiere decir: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" Algunos de los presentes, al oírlo, decían:

S "Está llamando a Elías".

C Enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en vinagre y sujetándola a una caña, le ofreció de beber. Pero los otros le dijeron:

S "Déjalo. Vamos a ver si viene Elías a salvarlo".

C Entonces Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró.

(Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes)

C Entonces el velo del templo se rasgó en dos partes, de arriba a abajo, la tierra tembló y las rocas se partieron. Se abrieron los sepulcros y resucitaron muchos justos que habían muerto, y después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a mucha gente. Por su parte, el oficial y los que estaban con él custodiando a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que ocurrían, se llenaron de un gran temor y dijeron:

S "Verdaderamente éste era Hijo de Dios".

C Estaban también allí, mirando desde lejos, muchas de las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo. Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que se había hecho también discípulo de Jesús. Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, y Pilato dio orden de que se lo entregaran. José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo, que había hecho excavar en la roca para sí mismo. Hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y se retiró. Estaban ahí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro. Al otro día, el siguiente de la preparación de la Pascua, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato y le dijeron:

S "Señor, nos hemos acordado de que ese impostor, estando aún en vida, dijo: 'A los tres días resucitaré'. Manda, pues, asegurar el sepulcro hasta el tercer día; no sea que vengan sus discípulos, lo roben y digan luego al pueblo: 'Resucitó de entre los muertos', porque esta última impostura sería peor que la primera".

C Pilato les dijo:

S "Tomen un pelotón de soldados, vayan y aseguren el sepulcro como ustedes quieran".

C Ellos fueron y aseguraron el sepulcro, poniendo un sello sobre la puerta y dejaron ahí la guardia.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


CREDO de los Apóstoles

Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.


PLEGARIA UNIVERSAL

Imploremos, hermanos, a Jesús, el Sumo Sacerdote de la fe que profesamos, que en la cruz presentó, con lágrimas en los ojos, oraciones y súplicas al Padre, y oremos también nosotros por todos los hombres: (R/. Escúchanos, Señor.)

Para que el Señor, que en la cruz excusó a los ignorantes y pidió perdón por ellos, tenga piedad de los fieles que han caído en el pecado, les dé valor para recurrir al sacramento de la penitencia y les conceda el gozo del perdón y de la paz, roguemos al Señor.

Para que la sangre de Jesús, que habla más favorablemente que la de Abel, reconcilie con Dios a los que aún están lejos a causa de la ignorancia, la indiferencia, la maldad o las propias pasiones, roguemos al Señor.

Para que el Señor, que en la cruz experimentó la amargura de sentirse triste y abandonado, se apiade de los enfermos, los afligidos y los oprimidos y les envíe a su ángel para que los conforte, roguemos al Señor.

Para que el Señor, que recibió en su reino al ladrón arrepentido, se apiade de nosotros nos dé sentimientos de contrición y nos admita, después de la muerte, en su paraíso, roguemos al Señor.

Dios todopoderoso y eterno, que enviaste a tu Hijo al mundo, para que, con su pasión, destruyera el pecado y la muerte y, con su resurrección, nos devolviera la vida y la felicidad, escucha las oraciones de tu pueblo y haz que podamos gozar de los frutos de la cruz gloriosa de Jesucristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que la pasión de tu Unigénito, Señor, nos atraiga tu perdón, y aunque no lo merecemos por nuestras obras, por la mediación de este sacrificio único, lo recibamos de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.


PREFACIO

Prefacio I de la Pasión del Señor

La fuerza de la Cruz

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque mediante la pasión salvadora de tu Hijo diste a los hombres una nueva comprensión de tu majestad y una nueva manera de alabarla, al poner de manifiesto, por la eficacia inefable de la cruz, el poder del crucificado y el juicio que del mundo has hecho. Por eso, ahora nosotros llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y los santos diciendo:
Santo, Santo, Santo...
La Pasión del Señor


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 26, 42

Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este cáliz, hágase tu voluntad.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Tú que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la muerte de tu Hijo nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos promete, concédenos, Señor, llegar, por medio de su resurrección, a la meta de nuestras esperanzas. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO

Dios y Padre nuestro, mira con bondad a esta familia tuya, por la cual nuestro Señor Jesucristo no dudó en entregarse a sus verdugos y padecer el tormento de la cruz. Por Jesucristo, nuestro Señor.


UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Normalmente los seres humanos evitamos los golpes y los castigos como acciones arbitrarias y carentes de significado. Consideramos como malo y reprobable cuanto nos provoca sufrimiento. Sin embargo, hay ocasiones en que aceptamos algunos sufrimientos porque comprendemos que son inevitables y porque intuimos que posteriormente nos acarrearán resultados favorables. Los hombres generosos que han padecido largos años en prisión sin dejarse marchitar el corazón por el odio y el resentimiento son conocidos: ahí tenemos a Mandela, Gandhi y Luther King. Hombres y mujeres religiosos que sostuvieron su misión en alguna convicción creyente. La Pasión del Señor Jesucristo se nos presenta como un camino viable para enfrentar los reveses de la vida. Jesús entendió que la entrega de su existencia, desataría el amanecer del reino de Dios, por eso se decidió a beber el cáliz que tanto trabajo le costó beber: por amor a su Padre.