DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO
Ciclo A
Domingo 29 de enero 2017
EL RESTO DE ISRAEL
El profeta Sofonías manejó, al
igual que otros profetas como Isaías, la idea de que la mayoría de los
israelitas se habían rebelado contra el Señor; sin embargo, un pequeño resto de
personas humildes y sensatas se había mantenido receptiva y abierta a las exigencias
de la voluntad de Dios. La actitud de este resto fiel no consistía en una
especie de resignación pasiva, al contrario, era una intensa espiritualidad que
desembocaba en una práctica de la justicia y la bondad con los demás. En esa
misma óptica nos plantea san Mateo el mensaje central de las bienaventuranzas
del Señor Jesús: quienes aceptan vivir conforme al reinado o gobierno de Dios,
asumen actitudes internas de confianza en la bondad de Dios y a la vez, son
discípulos participativos y responsables que trabajan a favor de la paz y la
justicia; personas que, en una palabra: documentan la cercanía del Reino en la
vida de cada día.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 105, 47
Sálvanos, Señor y Dios nuestro;
reúnenos de entre las naciones, para que podamos agradecer tu poder santo y sea
nuestra gloria el alabarte.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en
la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te
alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor
Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo
del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que
quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la
derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú
Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios
Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Señor Dios nuestro,
adorarte con toda el alma y amar a todos los hombres con afecto espiritual. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Dejaré, en medio de ti, un puñado
de gente pobre y humilde.
Del libro del profeta Sofonías:
2, 3; 3,12-13
Busquen al Señor, ustedes los
humildes de la tierra, los que cumplen los mandamientos de Dios. Busquen la
justicia, busquen la humildad. Quizá puedan así quedar a cubierto el día de la
ira del Señor.
"Aquel día, dice el Señor,
yo dejaré en medio de ti, pueblo mío, un puñado de gente pobre y humilde. Este
resto de Israel confiará en el nombre del Señor. No cometerá maldades ni dirá
mentiras; no se hallará en su boca una lengua embustera. Permanecerán
tranquilos y descansarán sin que nadie los moleste".
Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10
R/. Dichosos los pobres de
espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
El Señor siempre es fiel a su
palabra, y es quien hace justicia al oprimido; él proporciona pan a los
hambrientos y libera al cautivo. R/.
Abre el Señor los ojos de los
ciegos y alivia al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a
su cuidado. R/.
A la viuda y al huérfano sustenta
y trastorna los planes del inicuo. Reina el Señor eternamente, reina tu Dios,
oh Sión, reina por siglos. R/.
SEGUNDA LECTURA
Dios ha elegido a los débiles del
mundo.
De la primera carta del apóstol
san Pablo a los corintios: 1, 26-31
Hermanos: Consideren que entre
ustedes, los que han sido llamados por Dios, no hay muchos sabios, ni muchos
poderosos, ni muchos nobles, según los criterios humanos. Pues Dios ha elegido
a los ignorantes de este mundo, para humillar a los sabios; a los débiles del
mundo, para avergonzar a los fuertes; a los insignificantes y despreciados del
mundo, es decir, a los que no valen nada, para reducir a la nada a los que
valen; de manera que nadie pueda presumir delante de Dios.
En efecto, por obra de Dios,
ustedes están injertados en Cristo Jesús, a quien Dios hizo nuestra sabiduría,
nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra redención. Por lo tanto, como
dice la Escritura: El que se gloría, que se gloríe en el Señor.
Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt
5, 12
R/. Aleluya, aleluya.
Alégrense y salten de contento,
porque su premio será grande en los cielos. R/.
EVANGELIO
Dichosos los pobres de espíritu.
Del santo Evangelio según san
Mateo: 5, 1-12
En aquel tiempo, cuando Jesús vio
a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces se le acercaron sus
discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles y les dijo:
"Dichosos los pobres de
espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los que lloran,
porque serán consolados. Dichosos los sufridos, porque heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Dichosos los
limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz,
porque se les llamará hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la
justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos serán ustedes, cuando
los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía.
Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los
cielos".
Palabra del Señor. Gloria a ti,
Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre
Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo
invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del
Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de
Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por
quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación
bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y
se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio
Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las
Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo
en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por
los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la
resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Invoquemos, hermanos, con corazón
unánime y plegaria ferviente, a Dios Padre, fuente y origen de todo bien: (R/.
Escúchanos, Señor.)
Por la santa Iglesia, reunida
aquí en el nombre del Señor y extendida por todo el mundo, roguemos al Señor.
Por nuestra ciudad (nuestro
pueblo) de N., por su prosperidad y por todos los que en ella (él) moran,
roguemos al Señor.
Por los que están de viaje, por
los enfermos y prisioneros, por los pobres y todos los que sufren, roguemos al
Señor.
Por nuestros hermanos difuntos, para
que Dios los reciba en su reino de luz y felicidad, roguemos al Señor.
Dios nuestro, que has prometido
los pobres y humildes la felicidad del reino eterno, escucha nuestras oraciones
y no permitas que tus fieles se dejen seducir por los engaños del mundo, antes
bien, a semejanza de los humildes del Evangelio, sigan con fidelidad a su
esposo y Señor y experimenten así la fuerza de su Espíritu. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, complacido, estos
dones que ponemos sobre tu altar en señal de nuestra sumisión a ti y
conviértelos en el sacramento de nuestra redención. Por Jesucristo nuestro
Señor.
PREFACIO
El Misterio Pascual y el Pueblo
de Dios
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo Señor
nuestro. Quien, por su Misterio Pascual, realizó la obra maravillosa de
llamamos de la esclavitud del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe
elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de tu propiedad, para que,
trasladados por ti de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el
mundo tus maravillas. Por eso con los ángeles y los arcángeles y con todos los
coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra
de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre
del Señor. Hosanna en el cielo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal
30,17-18
Vuelve, Señor tus ojos a tu siervo
y sálvame por tu misericordia. A ti, Señor me acojo, que no quede yo nunca
defraudado.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te rogamos, Señor, que,
alimentados con el don de nuestra redención, este auxilio de salvación eterna
afiance siempre nuestra fe en la verdad. Por Jesucristo nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO
TIEMPO.- Nadie disfruta vivir una existencia marcada por la adversidad y la
marginación. Si las bienaventuranzas felicitan a los pobres, a los sufrientes y
a los hambrientos, no es con la intención de propagar ningún tipo de
resignación o pasividad. Al contrario, el genuino mensaje de las bienaventuranzas
es un acicate a favor de la esperanza activa y del compromiso en pro de la paz
con justicia. Como bien señala el mismo Señor Jesús, los discípulos sensatos
son quienes escuchan este mensaje gozoso y paradójico y no obstante los riesgos
y dificultades, lo ponen en práctica. Los insensatos se desentienden y a lo
sumo lo explican, lo predican y desafortunadamente, lo entierran entre los
recuerdos nostálgicos de unos ideales que nunca intentaron concretar.