Nuestra vida y nuestras actitudes cotidianas son transparentes.
Los demás observan lo que hacemos y sacan sus conclusiones. El capítulo quinto
de los Hechos de los Apóstoles nos presenta de manera creíble la vida de la
primera comunidad cristiana. Es una comunidad vigorosa y congruente que vive al
servicio de su Señor y que atiende con calidez y eficacia a los hermanos que
sufren. Enfermos y oprimidos por el mal alcanzan la curación. Esas señales
vuelven creíble a la comunidad que evangeliza. No es una iglesia perfecta,
puesto que los episodios de mezquindad y ambición siguen presentes en la
persona de Ananías y Safira. Sin embargo, el balance es más que favorable. La
lección mantiene su vigencia. Somos una iglesia urgida de credibilidad. Las
marcas de nuestra fragilidad nos exhiben como una iglesia pecadora, necesitada
de conversión y llamada a servir a los necesitados en nombre de Jesús.
Remar Mar Adentro, pretende, como laicos comprometidos, presentar temas de reflexión para vivir el reino de Dios; levantando las anclas en una tarea asumida generosamente. Ricardo Huante Magaña
miércoles, 24 de abril de 2019
LA DIVINA MISERICORDIA Ciclo C Domingo 28 abril 2019
H EMOS VISTO AL SEÑOR
A partir de estos fragmentos pascuales podemos
corroborar que efectivamente la fe nace de la predicación. Nadie podrá confesar
a Jesús como Señor —así lo ilustra el episodio de Tomás—si no recibe el
testimonio creíble de quienes vieron y escucharon a Jesús resucitado. Los
relatos pascuales insisten en afirmarlo. Fue necesario que Jesús se dejara ver
una y otra vez para que cayera el manto de confusión y resistencia que
bloqueaba la mente de los discípulos. No harían falta evidencias palpables
sobre la presencia física del resucitado como reclamaba Tomás. El sumario de
curaciones que nos reporta el libro de los Hechos así lo documenta. A través de
las señales de vida y humanidad que los apóstoles realizaban en favor de los
enfermos, las personas accedían a la fe en Cristo resucitado.
ANTÍFONA DE ENTRADA 1 Pe 2, 2
Como niños recién nacidos, anhelen una leche pura y
espiritual que los haga crecer hacia la salvación. Aleluya.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a
quienes ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te
adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios
Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del
mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú
Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Dios de eterna misericordia, que reanimas la fe de
este pueblo a ti consagrado con la celebración anual de las fiestas pascuales,
aumenta en nosotros los dones de tu gracia, para que todos comprendamos mejor
la excelencia del bautismo que nos ha purificado, la grandeza del Espíritu que
nos ha regenerado y el precio de la Sangre que nos ha redimido. Por nuestro
Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Crecía el número de los creyentes en el Señor.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 5, 12-16
En aquellos días, los apóstoles realizaban muchos
signos y prodigios en medio del pueblo. Todos los creyentes solían reunirse,
por común acuerdo, en el pórtico de Salomón. Los demás no se atrevían a
juntárseles, aunque la gente los tenía en gran estima.
El número de hombres y mujeres que creían en el
Señor iba creciendo de día en día, hasta el punto de que tenían que sacar en
literas y camillas a los enfermos y ponerlos en las plazas, para que, cuando
Pedro pasara, al menos su sombra cayera sobre alguno de ellos.
Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén y
llevaba a los enfermos y a los atormentados por espíritus malignos, y todos
quedaban curados. Palabra de Dios Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 117, 2-4. 22-24. 25-27a
R/. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.
Diga la casa de Israel: "Su misericordia es
eterna". Diga la casa de Aarón: "Su misericordia es eterna".
Digan los que temen al Señor: "Su misericordia es eterna". R/.
La piedra que desecharon los constructores, es
ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro
patente. Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.
Libéranos, Señor, y danos tu victoria. Bendito el
que vienen nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el
Señor, nuestro Dios, nos ilumine. R/.
SEGUNDA LECTURA
Estuve muerto y ahora, como ves; estoy vivo para
siempre.
Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan: 1,
9-11. 12- 13. 17-19
Yo, Juan, hermano y compañero de ustedes en la
tribulación, en el Reino y en la perseverancia en Jesús, estaba desterrado en
la isla de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios y haber dado
testimonio de Jesús. Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz
potente, como de trompeta, que decía: "Escribe en un libro lo que veas y
envíalo a las siete comunidades cristianas de Asia". Me volví para ver
quién me hablaba, y al volverme, vi siete lámparas de oro, y en medio de ellas,
un hombre vestido de larga túnica, ceñida a la altura del pecho, con una franja
de oro.
Al contemplarlo, caí a sus pies como muerto; pero
él, poniendo sobre mí la mano derecha, me dijo: "No temas. Yo soy el
primero y el último; yo soy el que vive. Estuve muerto y ahora, como ves, estoy
vivo por los siglos de los siglos. Yo tengo las llaves de la muerte y del más
allá. Escribe lo que has visto, tanto sobre las cosas que están sucediendo,
como sobre las que sucederán después". Palabra de Dios Te alabamos Señor
SECUENCIA
Opcional
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
"¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?"
"A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua."
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 20, 29
R/. Aleluya, aleluya.
Tomás, tú crees, porque me has visto. Dichosos los
que creen sin haberme visto, dice el Señor. R/.
EVANGELIO
Ocho días después, se les apareció Jesús.
Del santo Evangelio según san Juan: 20,19-31
Al anochecer del día de la resurrección, estando
cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a
los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté
con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los
discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús:
"La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envió
yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el
Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y
a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar".
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo,
no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían:
"Hemos visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no veo en sus
manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos
y no meto mi mano en su costado, no creeré".
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos
a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio
de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Luego le dijo a
Tomás: "Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en
mi costado y no sigas dudando, si no cree". Tomás le respondió:
"¡Señor mío y Dios mío!". Jesús añadió: "Tú crees porque me has
visto; dichosos los que creen sin haber visto". Otros muchos signos hizo
Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se
escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de
Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre. Palabra del Señor. Gloria
a ti Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo
y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue
concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a
los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí
ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa
Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Llenos de gozo por la santa resurrección del Señor,
purificados nuestros sentimientos y renovado nuestro espíritu, supliquemos al
Señor, diciendo: Rey vencedor, escúchanos. R/. Rey vencedor, escúchanos.
A Cristo que, con su gloriosa resurrección ha vencido
la muerte y ha destruido el pecado, pidámosle que todos los cristianos sean
siempre fieles a las promesas del bautismo que renovaron en la noche santa de
Pascua.
A Cristo que, con su santa resurrección, ha
otorgado el perdón y la paz a los pecadores, supliquémosle que quienes han
regresado al camino de la vida conserven los dones que la misericordia del
Padre les ha restituido.
A Cristo que, con su gloriosa resurrección, ha dado
al mundo la vida verdadera y ha renovado toda la creación, pidámosle por los
que, por no creer en su triunfo, viven sin esperanza.
A Cristo que, con su santa resurrección, ha colmado
de alegría a los pueblos y los ha enriquecido con sus dones y ha hecho vibrar
nuestros corazones, pidámosle que renueve la esperanza de los que sufren y
lloran.
A Cristo, que, con su gloriosa resurrección,
anunció la alegría a las mujeres, y por medio de las mujeres a los apóstoles. Y
por medio de los apóstoles al mundo entero, pidamos»: por los que nos hemos
reunido para celebrar su triunfo.
Señor, Dios nuestro, que cada domingo reúnes a tu
pueblo para que celebre el triunfo de tu Hijo, el primero y el último, el que
estaba muerto y ahora vive por los siglos de los siglos, escucha nuestra
oración y danos la fuerza de tu Espíritu, para que, destruidas las fuerzas del
mal, te ofrezcamos, juntamente con nuestro amor, el obsequio de nuestra
obediencia libre. Por Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina, inmortal y
glorioso, por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, las ofrendas de tu pueblo (y de los
recién bautizados), para que renovados por la confesión de tu nombre y por el
bautismo, consigamos la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO I DE PASCUA
El Misterio Pascual
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y
salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca (en esta noche) (en
este día) (en este tiempo), en que
Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado. Porque él es el verdadero Cordero que
quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando,
restauró la vida. Por eso, con esta efusión del gozo pascual, el mundo entero
se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los
arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn 20, 27
Jesús dijo a Tomás: Acerca tu mano, toca los
agujeros que dejaron los clavos y no seas incrédulo, sino creyente. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso, concédenos que la gracia
recibida en este sacramento pascual permanezca siempre en nuestra vida. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR Ciclo C Domingo 21 de abril 2019
Pedro y Magdalena ocupan un lugar decisivo en cada uno de los relatos.
En la narración evangélica Magdalena supera el llanto y el desconsuelo inicial
al constatar la desaparición del cuerpo del Señor Jesús; al identificar la voz
del Maestro que la llama con su inconfundible timbre de voz, María rehace su
ruta interior, da un giro de 180 grados en su vida y reconstruye su confianza
en el Señor resucitado. La mujer que sale del sepulcro y comparte su esperanza
no se parece a la mujer llorosa del comienzo. Por su parte, el libro de los
Hechos de los Apóstoles nos refiere el testimonio animoso del apóstol Pedro,
quien, habiendo superado la penosa situación de su fingida ignorancia del
Maestro, habla contundentemente de la victoria del Señor Resucitado: "Lo
mataron colgándolo de un madero, pero Dios lo resucito al tercer día".
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 138, 18. 5-6
He resucitado y estoy contigo, aleluya: has puesto tu mano sobre mí,
aleluya: tu sabiduría ha sido maravillosa, aleluya, aleluya.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor,
Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado
del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende
nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de
nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que por medio de tu Unigénito, vencedor de la muerte, nos
has abierto hoy las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos la
solemnidad de la resurrección del Señor, resucitar también en la luz de la vida
eterna, por la acción renovadora de tu Espíritu. Por nuestro Señor
Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Hemos comido y bebido con Cristo resucitada
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 10, 34.37-43
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Ya saben ustedes
lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo
predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de
Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el
diablo, porque Dios estaba con él.
SECUENCIA
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
"¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?"
"A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua."
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. 105 5, 7-8
R. Aleluya, aleluya.
Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la
Pascua. R/.
EVANGELIO
Él debía resucitar de entre los muertos.
Del santo Evangelio según san Juan: 20,1-9
El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María
Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó acorrer,
llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús
amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos
dónde lo habrán puesto".
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban
corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó
primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero
no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el
sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había
estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino
doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había
llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían
entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los
muertos. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
Credo de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y
gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder
de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los
infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y
está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a
juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la
carne y la vida eterna.
Amén.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Llenos de gozo por la santa Resurrección del Señor, purificados
nuestros sentimientos y renovado nuestro espíritu, supliquemos con insistencia
al Señor, diciendo: Rey vencedor, escúchanos. R/. Rey vencedor, escúchanos.
A Cristo, que, con su gloriosa resurrección ha sido constituido Cabeza
de la Iglesia, pidámosle que, por su amor, conceda gozo y exultación a todos
los fieles que celebran su triunfo.
A Cristo, que, con su santa resurrección ha otorgado el perdón y la paz
a los pecadores, supliquémosle que quienes han regresado al camino de la vida
conserven íntegramente los dones que la misericordia del Padre les ha restituido.
A Cristo, que, con su gloriosa resurrección ha in-augurado la
resurrección universal, pidámosle que alegre el corazón de los hombres que aún
desconocen [los frutos de] su victoria y, con el anuncio evangélico, llene de
gozo a todos los pueblos y naciones.
A Cristo, que, con su santa resurrección, ha colmado de alegría a los
pueblos, los ha enriquecido con sus dones y ha hecho vibrar de gozo nuestros
corazones, pidámosle que renueve la esperanza de los C que sufren y lloran.
A Cristo, que, con su gloriosa resurrección, ha alegrado al mundo
entero, pidámosle que renueve nuestro espíritu y nos conceda la esperanza firme
de compartir su triunfo y de resucitar con Él a una vida nueva.
Señor Jesucristo, que en el cielo eres glorificado por los ángeles y los
santos y en la tierra eres enaltecido y adorado por tu Iglesia, en esta fiesta
gloriosa de tu Resurrección, te pedimos que escuches nuestras plegarias y
extiendas tu diestra misericordiosa sobre este pueblo que tiene puesta toda su
esperanza en tu resurrección. Tú, que vives y reinas, inmortal y glorioso, por
los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Llenos de júbilo por el gozo pascual te ofrecemos, Señor, este
sacrificio, mediante el cual admirablemente nace y se nutre tu Iglesia. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO I DE PASCUA
El Misterio Pascual
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca (en esta noche) (en este día)
(en este tiempo), en que Cristo, nuestra
Pascua, fue inmolado. Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del
mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida. Por
eso, con esta efusión del gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría
y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar
el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN 1 Co 5, 7-8
Cristo nuestro Cordero Pascual ha sido inmolado. Aleluya. Celebremos,
pues, la Pascua, con el pan sin levadura, que es sinceridad y verdad. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios de bondad, protege paternalmente con amor incansable a tu Iglesia,
para que renovada por los misterios pascuales, pueda llegar a la gloria de la
resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DESPEDIDA
Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Pueden ir en paz.
Aleluya, aleluya.
R/. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20190421
Las crecientes formas del mal que afligen a la humanidad se
enmascaran en ideologías aparentemente sensatas. Los discursos de odio
repetidos incesantemente contra los migrantes caricaturizados como criminales,
contra los pobres y las minorías de todo tipo, como si fueran una amenaza
contra el bienestar de las naciones prosperas, son una llamada de atención para
la conciencia cristiana. Quienes celebramos la Pascua de Jesús, no podemos
permanecer indiferentes ante ese nuevo viacrucis. Vivir en congruencia con los
valores evangélicos es una opción más que viable porque puede acrecentar la
vida digna de tantas personas que sufren. El respeto cabal a la dignidad
humana, la práctica constante de la compasión y la hospitalidad son los frutos
más claros que él o Espíritu de Jesús resucitado, suscita en el corazón de los
discípulos. Cada uno deberá decidir si quiere vivir conforme a los frutos de la
carne o a los frutos del Espíritu.
REFLEXIÓN: "La Pascua es la
verdadera salvación de la humanidad. Si Cristo, el Cordero de Dios, no hubiera
derramado su Sangre por nosotros, no tendríamos ninguna esperanza, la muerte
sería inevitablemente nuestro destino y el del mundo entero. Pero la Pascua ha
invertido la tendencia: la resurrección de Cristo es una nueva creación, como
un injerto capaz de regenerar toda la planta. Es un acontecimiento que ha
modificado profundamente la orientación de la historia, inclinándola de una vez
por todas en la dirección del bien, de la vida y de perdón. ¡Somos libres,
estamos salvados! Por eso, desde o profundo del corazón exultamos: «Cantemos al
Señor, sublime es su victoria»" (Benedicto XVI, 2010).
viernes, 12 de abril de 2019
DOMINGO DE RAMOS, "DE LA PASIÓN DEL SEÑOR" Ciclo C Domingo 14 de abril 2019
CUANDO
LLEGÓ LA HORA
El
relato de la Pasión que nos ofrece san Lucas nos permite acercarnos al drama y
al misterio de la obediencia de Jesucristo. La narración sobre la última cena
nos informa de la determinación y la libertad con la cual Jesús entrega su vida
y su cuerpo por los suyos. No fue un arrebato ni una ocurrencia, él había
tomado la decisión irrevocable de subir a Jerusalén y había deseado celebrar su
Pascua con sus discípulos. El desenlace sangriento que pondría fin a su
existencia terrena había ido perfilándose en su conciencia: "este Hombre
se va según lo establecido". No obstante lo anterior, como verdadero
hombre marcado por la fragilidad, experimentaba angustia y vacilación que logró
superar orando con insistencia. Esa fortaleza lo mantuvo firme para culminar su
camino, poniéndose en las manos del Padre: "en tus manos encomiendo mi
Espíritu".
LA
MISA
ANTÍFONA
DE ENTRADA
Seis
días antes de la Pascua, cuando el Señor entró a la ciudad de Jerusalén,
salieron los niños a su encuentro y llevando en sus manos ramos de palmera
aclamaban con fuerte voz: Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de
bondad y de misericordia. – Puertas, ábranse de par en par; agrándense,
portones eternos, porque va a entrar el Rey de la gloria. Y ¿quién es ese Rey
de la gloria? El Señor de los ejércitos es el Rey de la gloria. Hosanna en el
cielo. Bendito Tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia.
ORACIÓN
COLECTA
Dios
todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se hiciera hombre y
padeciera en la cruz para dar al género humano ejemplo de humildad, concédenos,
benigno, seguir las enseñanzas de su pasión y que merezcamos participar de su
gloriosa resurrección. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA
DE LA PALABRA
PRIMERA
LECTURA
No
aparté mi rostro de los insultos, y sé que no quedaré avergonzado.
Del
libro del profeta Isaías: 50, 4-7
En
aquel entonces, dijo Isaías: "El Señor me ha dado una lengua experta, para
que pueda confortar al abatido con palabras de aliento.
Mañana
tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo.
El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me
he echado para atrás.
Ofrecí
la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba.
No aparté mi rostro de los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por
eso no quedaré confundido, por eso endurecí mi rostro como roca y sé que no
quedaré avergonzado". Palabra de Dios Te alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL
Del
salmo 21, 8-9. 17-18a. 19-20.23-24
R.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Todos
los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: "Confiaba en el
Señor, pues que él lo salve; si de veras lo ama, que lo libre". R/.
Los
malvados me cercan por doquiera como rabiosos perros. Mis manos y mis pies han
taladrado y se pueden contar todos mis huesos. R/.
Reparten
entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados. Señor, auxilio mío,
ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado. R/.
Contaré
tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor,
alábenlo; glorifícalo, linaje de Jacob; témelo, estirpe de Israel. R/.
SEGUNDA
LECTURA
Cristo
se humilló a sí mismo, por eso Dios lo exaltó.
De
la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 2, 6-11
Cristo,
siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su
condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó, asimismo, tomando la
condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de
ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una
muerte de cruz.
Por
eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre
todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo,
en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo
es el Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra de Dios Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN
ANTES DEL EVANGELIO Flp 2,8-9
R/.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Cristo
se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte
de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que
está sobre todo nombre. R/.
EVANGELIO
PASIÓN
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
SEGÚN
SAN LUCAS: 22, 14-23, 56 (o más breve 23, 1-49)
Llegada
la hora de cenar, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo: "Cuánto he
deseado celebrar esta Pascua con ustedes, antes de padecer, porque yo les
aseguro que ya no la volveré a celebrar, hasta que tenga cabal cumplimiento en
el Reino de Dios". Luego tomó en sus manos una copa de vino, pronunció la
acción de gracias y dijo: "Tomen esto y repártanlo entre ustedes, porque
les aseguro que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el
Reino de Dios".
Tomando
después un pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio,
diciendo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en
memoria mía". Después de cenar, hizo lo mismo con una copa de vino,
diciendo: "Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se
derrama por ustedes".
"Pero
miren: la mano del que me va a entregar está conmigo en la mesa. Porque el Hijo
del hombre va a morir, según lo decretado; pero ¡ay de aquel hombre por quien
será entregado!". Ellos empezaron a preguntarse unos a otros quién de
ellos podía ser el que lo iba a traicionar.
Después
los discípulos se pusieron a discutir sobre cuál de ellos debería ser
considerado como el más importante. Jesús les dijo: "Los reyes de los
paganos los dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar
bienhechores. Pero ustedes no hagan eso, sino todo lo contrario: que el mayor
entre ustedes actúe como si fuera el menor, y el que gobierna, como si fuera un
servidor. Porque, ¿quién vale más, el que está a la mesa o el que sirve?
¿Verdad que es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de ustedes como el
que sirve. Ustedes han perseverado conmigo en mis pruebas, y yo les voy a dar
el Reino, como mi Padre me lo dio a mí, para que coman y beban a mi mesa en el
Reino, y se siente cada uno en un trono, para juzgar a las doce tribus de
Israel".
Luego
añadió: "Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido permiso para
zarandearlos como trigo; pero yo he orado por ti, para que tu fe no
desfallezca; y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos". Él le
contestó: "Señor, estoy dispuesto a ir contigo incluso a la cárcel y a la
muerte". Jesús le replicó: "Te digo, Pedro, que hoy, antes de que
cante el gallo, habrás negado tres veces que me conoces".
Después
les dijo a todos ellos "Cuando los envié sin provisiones, sin dinero ni
sandalias, ¿acaso les faltó algo?". Ellos contestaron: "Nada".
El añadió: "Ahora, en cambio, el que tenga dinero o provisiones, que los
tome; y el que no tenga espada, que venda su manto y compre una. Les aseguro
que conviene que se cumpla esto que está escrito de mí: Fue contado entre los
malhechores, porque se acerca el cumplimiento de todo lo que se refiere a
mí". Ellos le dijeron: "Señor, aquí hay dos espadas". Él les
contestó: "¡Basta ya!".
Salió
Jesús, como de costumbre, al monte de los Olivos y lo acompañaron los
discípulos. Al llegar a ese sitio, les dijo: "Oren, para no caer en la
tentación". Luego se alejó de ellos a la distancia de un tiro de piedra y
se puso a orar de rodillas, diciendo: "Padre, si quieres, aparta de mí
esta amarga prueba; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya". Se le
apareció entonces un ángel para confortarlo; él, en su angustia mortal, oraba
con mayor insistencia, y comenzó a sudar gruesas gotas de sangre, que caían
hasta el suelo. Por fin terminó su oración, se levantó, fue hacia sus
discípulos y los encontró dormidos por la pena. Entonces les dijo: "¿Por
qué están dormidos? Levántense y oren para no caer en la tentación".
Todavía
estaba hablando, cuando llegó una turba encabezada por Judas, uno de los Doce,
quien se acercó a Jesús para besarlo. Jesús le dijo: "Judas, ¿con un beso
entregas al Hijo del hombre?".
Al
darse cuenta de lo que iba a suceder, los que estaban con él dijeron:
"Señor, ¿los atacamos con la espada?". Y uno de ellos hirió a un
criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Jesús intervino,
diciendo: "Dejen! ¡Basta!. Le tocó la oreja y lo curó.
Después
Jesús dijo a los sumos sacerdotes, a los encargados del templo y a los ancianos
que habían venido a arrestarlo: "Han venido a aprehenderme con espadas y
palos, como si fuera un bandido. Todos los días he estado con ustedes en el
templo y no me echaron mano. Pero ésta es su hora y la del poder de las
tinieblas".
Ellos
lo arrestaron, se lo llevaron y lo hicieron entrar en la casa del sumo
sacerdote. Pedro los seguía desde lejos. Encendieron fuego en medio del patio,
se sentaron alrededor y Pedro se sentó también con ellos. Al verlo sentado
junto a la lumbre, una criada se le quedó mirando y dijo: "Este también
estaba con él". Pero él lo negó diciendo: "No lo conozco,
mujer". Poco después lo vio otro y le dijo: "Tú también eres uno de
ellos". Pedro replicó: "¡Hombre, no lo soy!". Y como después de
una hora, otro insistió: "Sin duda que éste también estaba con él, porque
es galileo".
Pedro
contestó: "¡Hombre, no sé de qué hablas!". Todavía estaba hablando,
cuando cantó un gallo.
El
Señor, volviéndose, miró a Pedro. Pedro se acordó entonces de las palabras que
el Señor le había dicho: `Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces',
y saliendo de allí se soltó llorar amargamente.
Los
hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de él, le daban golpes, le tapaban la
cara y le preguntaban: "¿Adivina quién te ha pegado?". Y proferían
contra él muchos insultos.
Al
amanecer se reunió el consejo de los ancianos con los sumos sacerdotes y los
escribas. Hicieron comparecer a Jesús ante el sanedrín y le dijeron: "Si
tú eres el Mesías, dínoslo". Él les contestó: "Si se lo digo, no lo
van a creer, y si les pregunto, no me van a responder. Pero ya desde ahora, el
Hijo del hombre está sentado a la derecha de Dios todopoderoso". Dijeron
todos: "Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?". Él les contestó:
"Ustedes mismos lo han dicho: sí lo soy". Entonces ellos dijeron:
"¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Nosotros mismos lo hemos oído de
su boca". El consejo de los ancianos, con los sumos sacerdotes y los
escribas, se levantaron y llevaron a Jesús ante Pilato.
Entonces
comenzaron a acusarlo, diciendo: "Hemos comprobado que éste anda amotinando
a nuestra nación y oponiéndose a que se pague tributo al César y diciendo que
él es el Mesías rey".
Pilato
preguntó a Jesús: "¿Eres tú el rey de los judíos?". Él le contestó:
"Tú lo has dicho". Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba:
"No encuentro ninguna culpa en este hombre". Ellos insistían con más
fuerza, diciendo: "Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde
Galilea hasta aquí". Al oír esto, Pilato preguntó si era galileo, y al
enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió, ya que
Herodes estaba en Jerusalén precisamente por aquellos días.
Herodes,
al ver a Jesús, se puso muy contento, porque hacía mucho tiempo que quería
verlo, pues había oído hablar mucho de él y esperaba presenciar algún milagro
suyo. Le hizo muchas preguntas, pero él no le contestó ni una palabra.
Estaban
ahí los sumos sacerdotes y los escribas, acusándolo sin cesar. Entonces
Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él, y le mandó
poner una vestidura blanca. Después se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se
hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes eran enemigos.
Pilato
convocó a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, y les dijo:
"Me han traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; pero yo lo
he interrogado delante de ustedes y no he encontrado en él ninguna de las
culpas de que lo acusan. Tampoco Herodes, porque me lo ha enviado de nuevo. Ya
ven que ningún delito digno de muerte se ha probado. Así pues, le aplicaré un
escarmiento y lo soltaré".
Con
ocasión de la fiesta, Pilato tenía que dejarles libre a un preso. Ellos
vociferaron en masa, diciendo: "¡Quita a ése! ¡Suéltanos a
Barrabás!". A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida
en la ciudad y un homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra, con la
intención de poner en libertad a Jesús; pero ellos seguían gritando:
"¡Crucifícalo, crucifícalo!". Él les dijo por tercera vez:
"¿Pues qué ha hecho de malo? No he encontrado en él ningún delito que
merezca la muerte; de modo que le aplicaré un escarmiento y lo soltaré".
Pero ellos insistían, pidiendo a gritos que lo crucificaran. Como iba creciendo
el griterío, Pilato decidió que se cumpliera su petición; soltó al que le
pedían, al que había sido encarcelado por revuelta y homicidio, y a Jesús se lo
entregó a su arbitrio.
Mientras
lo llevaban a crucificar, echaron mano a un cierto Simón de Cirene, que volvía
del campo, y lo obligaron a cargar la cruz, detrás de Jesús. Lo iba siguiendo
una gran multitud de hombres y mujeres, que se golpeaban el pecho y lloraban
por él. Jesús se volvió hacia las mujeres y les dijo: "Hijas de Jerusalén,
no lloren por mí; lloren por ustedes y por sus hijos, porque van a venir días
en que se dirá: ¡Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y
los pechos que no han criado!'. Entonces dirán a los montes: 'Desplómense sobre
nosotros', y a las colinas: 'Sepúltennos', parques' así tratan al árbol verde,
¿qué pasará con el seco?".
Conducían,
además, a dos malhechores, para ajusticiarlos con él. Cuando llegaron al lugar
llamado "la Calavera", lo crucificaron allí, a él y a los
malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús decía desde la
cruz: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Los soldados
se repartieron sus ropas, echando suertes.
El
pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas, diciendo: "A
otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el
elegido". También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a él,
le ofrecían vinagre y le decían: "Si tú eres el rey de los judíos, sálvate
a ti mismo". Había, en efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latín
y hebreo, que decía: "Éste es el rey de los judíos".
Uno
de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: "Si tú eres
el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros". Pero el otro le reclamaba,
indignado: "¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio?
Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal
ha hecho". Y le decía a Jesús: "Señor, cuando llegues a tu Reino,
acuérdate de mí". Jesús le respondió: "Yo te aseguro que hoy estarás
conmigo en el paraíso".
Era
casi el mediodía, cuando las tinieblas invadieron toda la región y se oscureció
el sol hasta las tres de la tarde. El velo del templo se rasgó a la mitad.
Jesús, clamando con voz potente, dijo: "¡Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu!". Y dicho esto, expiró.
[Aquí
se arrodillan todos y se hace una breve pausa]
El
oficial romano, al ver lo que pasaba, dio gloria a Dios, diciendo:
"Verdaderamente este hombre era justo". Toda la muchedumbre que había
acudido a este espectáculo, mirando lo que ocurría, se volvió a su casa dándose
golpes de pecho. Los conocidos de Jesús se mantenían a distancia, lo mismo que
las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, y permanecían mirando todo
aquello.
Un
hombre llamado José, consejero del sanedrín, hombre bueno y justo, que no había
estado de acuerdo con la decisión de los judíos ni con sus actos, que era
natural de Arimatea, ciudad de Judea, y que aguardaba el Reino de Dios, se
presentó ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Lo bajó de la cruz, lo
envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde no
habían puesto a nadie todavía. Era el día de la Pascua y ya iba a empezar el
sábado. Las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea acompañaron a José
para ver el sepulcro y cómo colocaban el cuerpo. Al regresar a su casa,
prepararon perfumes y ungüentos, y el sábado guardaron reposo, conforme al
mandamiento.
Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
O
bien: Forma breve
PASIÓN
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS: 23, 1-49
En
aquel tiempo, el consejo de los ancianos, con los sumos sacerdotes y los
escribas, se levantaron y llevaron a Jesús ante Pilato. Entonces comenzaron a
acusarlo, diciendo: "Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra
nación y oponiéndose a que se pague tributo al César y diciendo que él es el
Mesías rey".
Pilato
preguntó a Jesús: "¿Eres tú el rey de los judíos?". Él le contestó:
"Tú lo has dicho". Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba:
"No encuentro ninguna culpa en este hombre". Ellos insistían con más
fuerza, diciendo: "Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde
Galilea hasta aquí". Al oír esto, Pilato preguntó si era galileo, y al
enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió, ya que
Herodes estaba en Jerusalén precisamente por aquellos días.
Herodes,
al ver a Jesús, se puso muy contento, porque hacía mucho tiempo que quería
verlo, pues había oído hablar mucho de él y esperaba presenciar algún milagro
suyo. Le hizo muchas preguntas, pero él no le contestó ni una palabra. Estaban ahí
los sumos sacerdotes y los escribas, acusándolo sin cesar. Entonces Herodes,
con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él, y le mandó poner una
vestidura blanca. Después se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron
amigos Herodes y Pilato, porque antes eran enemigos.
Pilato
convocó a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, y les dijo:
"Me han traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; pero yo lo
he interrogado delante de ustedes y no he encontrado en él ninguna de las
culpas de que lo acusan. Tampoco Herodes, porque me lo ha enviado de nuevo. Ya
ven que ningún delito digno de muerte se ha probado. Así pues, le aplicaré un
escarmiento y lo soltaré".
Con
ocasión de la fiesta, Pilato tenía que dejarles libre a un preso. Ellos
vociferaron en masa, diciendo: "¡Quita a ése! ¡Suéltanos a
Barrabás!". A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida
en la ciudad y un homicidio.
Pilato
volvió a dirigirles la palabra, con la intención de poner en libertad a Jesús;
pero ellos seguían gritando:
"¡Crucifícalo,
crucifícalo!". Él les dijo por tercera vez: "¿Pues qué ha hecho de
malo? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte; de modo que
le aplicaré un escarmiento y lo soltaré". Pero ellos insistían, pidiendo a
gritos que lo crucificara. Como iba creciendo el griterío, Pilato decidió que
se cumpliera su petición; soltó al que le pedían, al que había sido encarcelado
por revuelta y homicidio, y a Jesús se lo entregó a su arbitrio. Hijas de
Jerusalén, no lloren por mi
Mientras
lo llevaban a crucificar, echaron mano a un cierto Simón de Cirene, que volvía
del campo, y lo obligaron a cargar la cruz, detrás de Jesús. Lo iba siguiendo
una gran multitud de hombres y mujeres, que se golpeaban el pecho y lloraban
por él. Jesús se volvió hacia las mujeres y les dijo: "Hijas de Jerusalén,
no lloren por mí; lloren por ustedes y por sus hijos, porque van a venir días
en que se dirá: `¡Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y
los pechos que no han criado!'. Entonces dirán a los montes: 'Desplómense sobre
nosotros', y a las colinas: `Sepúltennos', porque si así tratan al árbol verde,
¿qué pasará con el seco?".
Conducían,
además, a dos malhechores, para ajusticiarlos con él. Cuando llegaron al lugar
llamado "la Calavera", lo crucificaron allí, a él y a los
malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús decía desde la
cruz: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Los soldados
se repartieron sus ropas, echando suertes.
El
pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas, diciendo: "A
otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el
elegido". También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a él,
le ofrecían vinagre y le decían: "Si tú eres el rey de los judíos, sálvate
a ti mismo". Había, en efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latín
y hebreo, que decía: "Éste es el rey de los judíos".
Uno
de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: "Si tú eres
el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros". Pero el otro le reclamaba
indignado: "Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio?
Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal
ha hecho". Y le decía a Jesús: "Señor, cuando llegues a tu Reino,
acuérdate de mí". Jesús le respondió: "Yo te aseguro que hoy estarás
conmigo en el paraíso".
Era
casi el mediodía, cuando las tinieblas invadieron toda la región y se oscureció
el sol hasta las tres de la tarde. El velo del templo se rasgó a la mitad.
Jesús, clamando con voz potente, dijo: "¡Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu!. Y dicho esto, expiró.
[Aquí
se arrodillan todos y se hace una breve pausa)
El
oficial romano, al ver lo que pasaba, dio gloria a Dios, diciendo:
"Verdaderamente este hombre era justo". Toda la muchedumbre que había
acudido a este espectáculo, mirando lo que ocurría, se volvió a su casa dándose
golpes de pecho. Los conocidos de Jesús se mantenían a distancia, lo mismo que
las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, y permanecían mirando todo
aquello.
Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN
DE FE
Credo
de los Apóstoles
Creo
en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en
Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia
del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de
Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado
a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a
vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la
comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y
la vida eterna.
Amén.
PLEGARIA
UNIVERSAL
Imploremos,
hermanos, a Jesús, el Sumo Sacerdote de la fe que profesamos, que en la cruz
presentó, con lágrimas en los ojos, oraciones y súplicas al Padre, y oremos
también nosotros por todos los hombres: (R/. Escúchanos, Señor.)
Para
que el Señor, que en la cruz excusó a los ignorantes y pidió perdón por ellos,
tenga piedad de los fieles que han caído en el pecado, les dé valor para
recurrir al sacramento de la penitencia y les conceda el gozo del perdón y de la
paz roguemos al Señor.
Para
que la sangre de Jesús, que habla más favorablemente que la de Abel, reconcilie
con Dios a los que aún están lejos a causa de la ignorancia, la indiferencia,
la maldad o las propias pasiones, roguemos al Señor.
Para
que el Señor, que en la cruz experimentó la amargura de sentirse triste y
abandonado, se apiade de los enfermos, los afligidos y los oprimidos y les
envíe a su ángel para que los conforte, roguemos al Señor.
Para
que el Señor, que recibió en su reino al ladrón arrepentido, se apiade de
nosotros nos dé sentimientos de contrición y nos admita, después de la muerte,
en su paraíso, roguemos al Señor.
Dios
todopoderoso y eterno, que enviaste a tu Hijo al mundo, para que, con su
pasión, destruyera el pecado y la muerte y, con su resurrección, nos devolviera
la vida y la felicidad, escucha las oraciones de tu pueblo y haz que podamos
gozar de los frutos de la cruz gloriosa de Jesucristo. El, que vive y reina por
los siglos de los siglos.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Que
la pasión de tu Unigénito, Señor, nos atraiga tu perdón, y aunque no lo
merecemos por nuestras obras, por la mediación de este sacrificio único, lo
recibamos de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
Prefacio
I de la Pasión del Señor
La
fuerza de la Cruz
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte
gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno. Porque mediante la pasión salvadora de tu Hijo diste a
los hombres una nueva comprensión de tu majestad y una nueva manera de
alabarla, al poner de manifiesto, por la eficacia inefable de la cruz, el poder
del crucificado y el juicio que del mundo has hecho. Por eso, ahora nosotros
llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y los santos diciendo:
Santo,
Santo, Santo...
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN Mt 26, 42
Padre
mío, si no es posible evitar que yo beba este cáliz, hágase tu voluntad.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Tú
que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la muerte de tu Hijo
nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos promete, concédenos, Señor,
llegar, por medio de su resurrección, a la meta de nuestras esperanzas. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN
SOBRE EL PUEBLO
Dios
y Padre nuestro, mira con bondad a esta familia tuya, por la cual nuestro Señor
Jesucristo no dudó en entregarse a sus verdugos y padecer el tormento de la
cruz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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