DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR Ciclo C
Domingo 27 de marzo 2016
VE A DECIRLES A MIS HERMANOS
Pedro y Magdalena ocupan un lugar decisivo en cada uno de
los relatos. En la narración evangélica Magdalena supera el llanto y el
desconsuelo inicial al constatar la desaparición del cuerpo del Señor Jesús; al
identificar la voz del Maestro que la llama con su inconfundible timbre de voz,
María rehace su ruta interior, da un giro de 180 grados en su vida y
reconstruye su confianza en el Señor resucitado. La mujer que sale del sepulcro
y comparte su esperanza no se parece a la mujer llorosa del comienzo. Por su
parte, el libro de los Hechos de los Apóstoles nos refiere el testimonio animoso
del apóstol Pedro, quien habiendo superado la penosa situación de su fingida
ignorancia del Maestro, habla contundentemente de la victoria del Señor
Resucitado: "Lo mataron colgándolo de un madero, pero Dios lo resucito al
tercer día".
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 138,18.5-6
He resucitado y viviré siempre contigo; has puesto tu mano
sobre mí. Tu sabiduría ha sido maravillosa, aleluya, aleluya.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres
que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te
adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios
Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas
el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten
piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que por medio de tu Unigénito, vencedor de la
muerte, nos has abierto hoy las puertas de la vida eterna, concede a quienes
celebramos la solemnidad de la resurrección del Señor, resucitar también en la
luz de la vida eterna, por la acción renovadora de tu Espíritu. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Hemos comido y bebido con Cristo resucitado.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles 10, 34. 37-43
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Ya
saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después
del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo
a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los
oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en
Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer
día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que
él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con él
después de que resucitó de entre los muertos.
Él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios
lo ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es
unánime: que cuantos creen en él reciben, por su medio, el perdón de los
pecados". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 117, 1-2. 16ab-17. 22-23
R. Este es el día del triunfo del Señor. Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu
misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es
eterna". R.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es
nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha
hecho. R.
La piedra que desecharon los constructores, es ahora la
piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R.
SEGUNDA LECTURA
Tiren la antigua levadura, pues Cristo, nuestro cordero
pascual, ha sido inmolado.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios 5,
6-8
Hermanos: ¿No saben ustedes que un poco de levadura hace
fermentar toda la masa? Tiren la antigua levadura, para que sean ustedes una
masa nueva, ya que son pan sin levadura, pues Cristo, nuestro cordero pascual,
ha sido inmolado.
Celebremos, pues, la fiesta de la Pascua, no con la antigua
levadura, que es de vicio y maldad, sino con el pan sin levadura, que es de
sinceridad y verdad. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SECUENCIA:
Sólo el día de hoy es obligatoria; durante la octava es
opcional.
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?
A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. 1Co 5, 7-8
R. Aleluya, aleluya.
Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos,
pues, la Pascua. R. Aleluya.
EVANGELIO
¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?
Del santo Evangelio según san Lucas: 24, 1-12
El primer día después del sábado, muy de mañana, llegaron
las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado.
Encontraron que la piedra ya había sido retirada del sepulcro y entraron, pero
no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estando ellas todas desconcertadas por
esto, se les presentaron dos varones con vestidos resplandecientes. Como ellas
se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra, los varones les dijeron:
"¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado.
Recuerden que cuando estaba todavía en Galilea les dijo: 'Es necesario que el
Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado y al
tercer día resucite' ". Y ellas recordaron sus palabras.
Cuando regresaron del sepulcro, las mujeres anunciaron todas
estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que decían estas cosas a los
apóstoles eran María Magdalena, Juana, María (la madre de Santiago) y las demás
que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían desvaríos y no
les creían.
Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se asomó, pero sólo
vio los lienzos y se regresó a su casa, asombrado por lo sucedido.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
O bien:
Él debía resucitar de entre los muertos.
Del santo Evangelio según san Juan 20, 1-9
El primer día después del sábado, estando todavía oscuro,
fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a
correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien
Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no
sabemos dónde lo habrán puesto".
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los
dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y
llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el
suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y
entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario,
que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el
suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo,
el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces
no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de
entre los muertos.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
O bien, en la misas vespertinas del domingo:
Quédate con nosotros; porque ya es tarde.
Del santo Evangelio según san Lucas 24, 13-35
El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos
hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y
comentaban todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y
comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban
velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: "¿De qué cosas vienen
hablando, tan llenos de tristeza?"
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres tú
el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en
Jerusalén?" Él les preguntó: "¿Qué cosa?" Ellos le respondieron:
"Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras,
ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo
entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros
esperábamos que él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya
tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de
nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no
encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos
ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron
al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a él no lo
vieron".
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes y
qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no
era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su
gloria?" Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les
explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él.
Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que
iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros,
porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró para quedarse con
ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió
y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él se
les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro
corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las
Escrituras!"
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde
encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron:
"De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón".
Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían
reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por
obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el
poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los
infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y
está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a
juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la
carne y la vida eterna.
Amén.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Llenos de gozo por la santa y gloriosa Resurrección del
Señor, supliquémosle con insistencia diciendo: Rey vencedor, escúchanos. R/.
Rey vencedor, escúchanos.
A Cristo, que ha sido constituido Cabeza de la Iglesia,
pidámosle que conceda gozo y felicidad a todos los fieles que celebran su
triunfo.
A Cristo, que ha otorgado el perdón y la paz a los
pecadores, supliquémosle que quienes han regresado al camino del bien,
perseveren en sus buenos propósitos.
A Cristo, que ha inaugurado la resurrección universal,
pidámosle que alegre el corazón de los hombres que aún desconocen [los frutos
de] su victoria.
A Cristo, que ha colmado de alegría a los pueblos y los ha
enriquecido con sus dones, pidámosle que renueve la esperanza de los que sufren
y lloran.
A Cristo, que, con su gloriosa resurrección, ha alegrado al
mundo entero, pidámosle que nos conceda la esperanza firme de compartir su
triunfo y de resucitar con El a una vida nueva.
Señor Jesucristo, en esta fiesta de tu Resurrección te
pedimos que escuches nuestras plegarias y extiendas tu diestra misericordiosa
sobre este pueblo que tiene puesta en ti toda su esperanza. Tú, que vives y
reinas por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Llenos de júbilo por el gozo pascual te ofrecemos, Señor,
este sacrificio, mediante el cual admirablemente nace y se nutre tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
Prefacio de Pascua I
El misterio pascual
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca (en esta noche) (en este día)
(en este tiempo), en que Cristo, nuestra pascua, fue inmolado. Porque Él es el
Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra
muerte, y resucitando, restauró la vida. Por eso, con esta efusión de gozo
pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros
celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN 1 Co 5,7-8
Cristo nuestro Cordero Pascual ha sido inmolado. Aleluya. Celebremos,
pues, la Pascua, con el pan sin levadura, que es sinceridad y verdad. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios de bondad, protege paternalmente con amor incansable a
tu Iglesia, para que renovada por los misterios pascuales, pueda llegar a la
gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DESPEDIDA
C. Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Pueden
ir en paz, aleluya, aleluya.
R. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- La confianza es una
poderosa fuerza que activa el compromiso y la dedicación ante cualquier tarea.
María Magdalena y Pedro vieron mermada su confianza a partir de la muerte
dolorosa del Señor Jesús. La fiesta de Pascua más sombría de su vida fue la del
año 31 en que habían crucificado al Maestro. Las noches en que se abandonaron
al desconsuelo fueron muchas y muy desgarradoras. Finalmente reflexionaron,
abrieron su corazón y se dispusieron a esperar en la fidelidad de Dios; cuando
estuvieron ciertos de que el Padre no abandonaría a su Hijo, pudieron acoger
las señales de su triunfo sobre la muerte. No era sencillo comunicarlo a
quienes no habían experimentado la nueva forma de presencia de Jesús
resucitado. Tantas situaciones adversas que agobian a nuestro país y a nuestra
Iglesia, desgarran la confianza de muchos de nosotros. Necesitamos abrir los
ojos de la fe, para deletrear los signos del resucitado en el tejido cotidiano
de nuestra vida.