viernes, 24 de abril de 2015

IV DOMINGO DE PASCUA Ciclo B Domingo 26 de Abril 2015



IV DOMINGO DE PASCUA Ciclo B

Domingo 26 de Abril 2015


EL PASTOR MODELO

Hech 4,8-12; 1 Jn 3,1-2; Jn 10,11-18

La serie de imágenes que utiliza el Señor Jesús en este famoso discurso del buen pastor no quedaron en una proclama retórica, antes bien, se convirtieron en los referentes y los símbolos para reconocer a los auténticos servidores de la comunidad. El Señor Jesús no esconde su enorme certidumbre: él es el único pastor modelo. Lo es por dos razones en particular, por la cercana intimidad que existe entre él y sus discípulos y por la disposición eficazmente manifiesta de entregar su vida por los suyos. Cuando enfrentó el dilema de preservar su vida o entregarla, se decidió a morir para colaborar en el advenimiento misterioso del Reino de Dios. Los apóstoles Pedro y Juan siguieron sus pasos, y afrontaron palizas, prisiones y amenazas, convencidos que esa era la manera genuina de configurarse con el pastor modelo.


ANTÍFONA ENTRADA Cfr. Sal 32,5-6

La tierra está llena del amor del Señor y su palabra hizo los cielos. Aleluya.


ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, te pedimos que nos lleves a gozar de la alegrías celestiales para que tu rebaño, a pesar de su fragilidad, llegue también a donde lo precedió su glorioso Pastor. El, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.


LITURGIA DE LA PALABRA

Primera lectura

Monición.- El Espíritu es la fuente de sabiduría y audacia de los Apóstoles. Es el mismo Espíritu quien da autoridad a Pedro para predicar que Jesús es la Piedra Angular; el Mesías que nos ha salvado.


Del libro de los Hechos de los Apóstoles 4, 8-12

En aquellos días, Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: "Jefes del pueblo y ancianos: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, para saber cómo fue curado, sépanlo ustedes y sépalo todo el pueblo de Israel: este hombre ha quedado sano en el nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Este mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores, han desechado y que ahora es la piedra angular. Ningún otro puede salvarnos, pues en la tierra no existe ninguna otra persona a quien Dios haya constituido como salvador nuestro".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


Salmo responsorial

Del salmo 117, 1 y 8-9. 21-23. 26. 28 y 29
R. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Aleluya.

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Más vale refugiarse en el Señor, que poner en los hombres la confianza; más vale refugiarse en el Señor, que buscar con los fuertes una alianza. R.

Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste y fuiste para mí la salvación. La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R.

Bendito el que viene en nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Tú eres mi Dios, y te doy gracias. Tú eres mi Dios, y yo te alabo. Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. R.


Segunda lectura

Monición.- La Primera carta de Juan nos enseña que, mientras más abundante sea la bondad de Dios hacia nosotros, más grandes son nuestras obligaciones hacia Él. De hecho, nuestra fe no puede permanecer de otro modo que mirando su misericordia infinita.

De la primera carta del apóstol san Juan 3, 1-2

Queridos hijos: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él.
Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


Aclamación antes del Evangelio

 Jn 10, 14 R. Aleluya, aleluya.

Yo soy el buen pastor, dice el Señor; yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. R. Aleluya, Aleluya.


Evangelio

Monición.- Todos sabemos lo importante que es tener a alguien que se ocupe de nosotros y nos cuide. Por eso el evangelio nos presenta la imagen de Jesús como Buen Pastor; el Mesías que cumple su tarea con delicadeza y amor desmedido.

Del santo Evangelio según san Juan 10, 11-18

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: "Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor.
El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita; yo la doy porque quiero. Tengo poder para darla y lo tengo también para volverla a tomar. Este es el mandato que he recibido de mi Padre". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


Se dice Credo.


ORACIÓN DE LOS FIELES

Levantemos, hermanos, nuestros ojos a Cristo, obispo y pastor de nuestras almas, y pongamos en sus manos, con toda confianza, las necesidades de los hombres diciendo: Jesús, Buen Pastor, sálvanos. (R/. Jesús, Buen Pastor, sálvanos.)

1. Para que los obispos, los presbíteros y diáconos apacienten santamente a los pueblos que tienen encomendados, roguemos al Señor.

2. Para que la paz que Jesucristo concedió a los discípulos arraigue con fuerza en nuestro mundo, y se alejen de las naciones el odio y las guerras, roguemos al Señor.

3. Para que los enfermos, los pobres y todos los que sufren encuentren en Cristo resucitado luz y esperanza, roguemos al Señor.

4. Para que Dios derrame en las familias cristianas el espíritu de piedad y de renuncia a lo mundano, de manera que germinen abundantes vocaciones al ministerio eclesial, roguemos al Señor.

Dios nuestro, fuente de gozo y paz, que has concedido a tu Hijo el poder y la realeza sobre los hombres y los pueblos, escucha nuestra oración y sosténnos con la fuerza de tu Espíritu, para que nunca nos separemos de nuestro pastor, que nos conducirá hacia fuente de aguas vivas, y que vive y reina, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Señor, vivir siempre llenos de gratitud por estos misterios pascuales que celebramos, para que, continuamente renovados por su acción se conviertan para nosotros en causa de eterna felicidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio I-V de Pascua.


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN.

Ha resucitado el Buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas y se entregó a la muerte por su rebaño. Aleluya.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Buen Pastor, vela con solicitud por tu rebaño y dígnate conducir a las ovejas que redimiste con la preciosa sangre de tu Hijo, a las praderas eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor.



UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- No podemos dormimos en los laureles, ni conformarnos con "saludar con sombrero ajeno", afirmando que el papa Francisco es una persona humilde, que acoge con calidez y apertura a cuantos buscan respuestas a sus problemas y situaciones personales. Sin duda alguna, que el papa Francisco es un sorprendente regalo de Dios para su Iglesia. Bajo el modelaje del Señor Jesús, el obispo de Roma está viviendo como pastor modelo. Cualquier cristiano consagrado o laico que desempeñe algún ministerio pastoral, sea en la parroquia o en su familia, está siendo desafiado por este testimonio creíble: Dios sigue acompañando a su Iglesia y sin que sepamos exactamente cómo lo hace, sigue suscitando pastores creíbles, que se desprenden de su tiempo, sus privilegios y prejuicios para servir y dar la vida por sus ovejas.

jueves, 16 de abril de 2015

III DOMINGO DE PASCUA Domingo 19 de abril 2015



III DOMINGO DE PASCUA
Domingo 19 de abril 2015


NOSOTROS SOMOS TESTIGOS

Hech 3, 13-15. 17-19; 1 Jn 2, 1-5; Lc 24,35-48

El discurso de Pedro está bastante bien ordenado, las sentencias y cada una de las afirmaciones que proclama el apóstol tienen un objetivo preciso. Señala los hechos ocurridos en toda su crudeza: entregaron y rechazaron al Siervo de Dios ante Pilato, pidieron el indulto de un asesino. Por otra parte y como una confesión de fe proclama la acción salvadora de Dios, que lo resucitó. Habiendo establecido los sucesos medulares, extrae las consecuencias decisivas que éstos tienen para el presente. Se han cumplido las profecías, el pueblo y sus dirigentes quedan exculpados por haber procedido por ignorancia y el llamado al arrepentimiento y a la conversión es la oferta de gracia que Dios regala a su pueblo. La resurrección de Jesús no estrecha, sino que ensancha el camino de acceso al Padre.


ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 65, 1-2

Aclama a Dios, tierra entera. Canten todos un himno a su nombre, denle gracias y alábenlo. Aleluya.


Se dice Gloria.


ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que tu pueblo se regocije siempre al verse renovado y rejuvenecido, para que, al alegrarse hoy por haber recobrado la dignidad de su adopción filial, aguarde seguro su gozosa esperanza el día de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo...


LITURGIA DE LA PALABRA

Primera lectura

Monición.- La Iglesia pregona la Palabra de Dios y la confirma a través de milagros y señales. Esto es lo que nos enseña Pedro en el discurso que proclamó después de curar al paralítico de nacimiento.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles 3. 13-15. 17-19

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, a quien ustedes entregaron a Pilato, y a quien rechazaron en su presencia, cuando él ya había decidido ponerlo en libertad. Rechazaron al santo, al justo, y pidieron el indulto de un asesino; han dado muerte al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y de ello nosotros somos testigos.
Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes han obrado por ignorancia, de la misma manera que sus jefes; pero Dios cumplió así lo que había predicho por boca de los profetas: que su Mesías tenía que padecer. Por lo tanto, arrepiéntanse y conviértanse para que se les perdonen sus pecados".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


Salmo responsorial

Del salmo 4, 2. 4. 7, 9
R. En ti, Señor, confío. Aleluya.

Tú que conoces lo justo de mi causa, Señor, responde a mi clamor. Tú que me has sacado con bien de mis angustias, apiádate y escucha mi oración, R.

Admirable en bondad ha sido el Señor para conmigo, y siempre que lo invoco me ha escuchado; por eso en él confío. R.

En paz, Señor, me acuesto y duermo en paz, pues sólo tú, Señor, eres mi tranquilidad. R.


Segunda lectura

Monición.- La Primera carta de Juan nos enseña que Cristo, intercesor y abogado ante Dios, murió por todos y cada uno de los hombres. Ahora su muerte nos compromete a amarnos los unos a los otros para ser testigos creíbles de su amor.

De la primera carta del apóstol san Juan 2, 1-5

Hijitos míos: Les escribo esto para que no pequen. Pero, si alguien peca, tenemos como intercesor ante el Padre, a Jesucristo, el justo. Porque él se ofreció como víctima de expiación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino por los del mundo entero.
En esto tenemos una prueba de que conocemos a Dios: en que cumplimos sus mandamientos. Quien dice: "Yo lo conozco", pero no cumple sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él. Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado a su plenitud, y precisamente en esto conocemos que estamos unidos a él. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


Aclamación antes del Evangelio Cfr. Lc 24, 32
R. Aleluya, aleluya.

Señor Jesús, haz que comprendamos la Sagrada Escritura. Enciende nuestro corazón mientras nos hablas. R. Aleluya.


Evangelio

Monición.- A veces, la incredulidad y la duda se anidan en el corazón del hombre, tal y como sucedía con los apóstoles en Jerusalén. Pero Jesús nos ayuda a superar el miedo y la desesperanza mediante el don de la paz.

Del santo Evangelio según san Lucas 24, 35-48

Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: "No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona. Tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo". Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: "¿Tienen aquí algo de comer?" Le ofrecieron un trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.
Después les dijo: "Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos".
Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: "Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


Se dice Credo.
En el Tiempo de Cuaresma y Tiempo Pascual diremos el “Credo de los Apóstoles”


ORACIÓN DE LOS FIELES

Invoquemos, amados hermanos, a Cristo, triunfador del pecado y de la muerte, que siempre intercede por nosotros:
R/. Escúchanos Señor.

1. Para que Cristo, el Señor, atraiga hacia sí el corazón de los fieles y fortalezca sus voluntades, de manera que busquen los bienes de allá arriba, donde él está sentado a la derecha de Dios, roguemos al Señor.

2. Para que Cristo, amo supremo de la creación, haga que todos los pueblos gocen abundantemente de la paz que en sus apariciones otorgó a los discípulos, roguemos al Señor.

3. Para que Cristo, el destructor de la muerte y el médico de toda enfermedad, se compadezca de los débiles y desdichados y aleje del mundo el hambre, las guerras y todos los males, roguemos al Señor.

4. Para que Cristo, el Señor, salve y bendiga nuestra parroquia (comunidad), y conceda la paz, la alegría y el descanso den las fatigas a los que hoy nos hemos reunido aquí para celebrar su triunfo, roguemos al Señor.

Acrecienta, en nosotros, Padre misericordioso, la luz de la fe, para que en los signos sacramentales, sepamos reconocer siempre a tu Hijo, que se manifiesta constantemente a nosotros, sus discípulos, y haz que, llenos del Espíritu Santo, proclamemos con valentía ante los hombres que Cristo es el Señor. Él, que vive y reina, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, los dones que, jubilosa, tu Iglesia te presenta, y puesto que es a ti a quien debe su alegría, concédele también disfrutar de la felicidad eterna. Por
Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio I-V de Pascua


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Lc 24, 46-47

Era necesario que Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y que, en su nombre, se exhortara a todos los pueblos el arrepentimiento para el perdón de los pecados. Aleluya.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dirige, Señor, tu mirada compasiva sobre tu pueblo, al que te has dignado renovar con estos misterios de vida eterna, y concédele llegar un día a la gloria incorruptible de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne.

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Ofertar arrepentimiento y conversión parece desusado en esta sociedad satisfecha de sí misma. Tanto se ha insistido en liberarse de sentimientos de culpa que las generaciones jóvenes encuentran una enorme dificultad en solicitar una disculpa o en expresar una petición de perdón sincera a sus padres. En esta sociedad marcada por el individualismo narcisista no resulta muy viable reconocer que se ha caminado por una senda equivocada. Cuando se vive con cierta pretensión de autosuficiencia y orgullo no parece posible desandar el propio camino. Sin embargo, cuando se tiene la mínima honestidad es posible realizar una autocrítica seria de la propia conducta. El cristiano sabe por experiencia propia que su Padre Dios le acoge con desenfadada compasión y sin recriminación alguna. A las personas nos resulta muy complicado dar una segunda oportunidad cuando vemos que los demás persisten en sus actitudes negativas. La anchura de la compasión divina nos acogerá sin reservas, cada que nos dispongamos a vivir la reconciliación.


viernes, 10 de abril de 2015

DECRETO POR EL QUE SE ENRIQUECEN CON INDULGENCIAS ACTOS DE CULTO EN HONOR DE LA MISERICORDIA DIVINA



DECRETO POR EL QUE SE ENRIQUECEN CON INDULGENCIAS ACTOS DE CULTO EN HONOR DE LA MISERICORDIA DIVINA[1]

Se enriquecen con indulgencias actos de culto realizados en honor de La Misericordia Divina en el segundo domingo de Pascua.

"Tu misericordia, oh Dios, no tiene límites, y es infinito el tesoro de tu bondad..." (Oración después del himno “Te Deum”) y “Dios nuestro, que con tu perdón y tu misericordia nos das la prueba más delicada de tu omnipotencia...” (Oración colecta del domingo XXVI del Tiempo Ordinario), canta humilde y fielmente la santa Madre Iglesia. En efecto, la inmensa condescendencia de Dios, tanto hacia el género humano en su conjunto como hacia cada una de las personas, resplandece de modo especial cuando el mismo Dios todopoderoso perdona los pecados y las fallas morales, y readmite paternalmente a los culpables a su amistad, que merecidamente habían perdido.

Así, los fieles son impulsados a conmemorar con íntimo afecto del alma los misterios del perdón divino y a celebrarlos con fervor, y comprenden claramente la suma conveniencia, más aún, el deber que el pueblo de Dios tiene de alabar, con formas particulares de oración, La Misericordia Divina, obteniendo al mismo tiempo, después de realizar con espíritu de gratitud, las obras exigidas y de cumplir las debidas condiciones, los beneficios espirituales derivados del tesoro de la Iglesia. "El Misterio Pascual es el culmen de esta revelación y actuación de la misericordia, que es capaz de justificar al hombre, de restablecer la justicia en el sentido del orden salvífico querido por Dios desde el principio para el hombre y, mediante el hombre, en el mundo" (Dives in misericordia, 7)

La Misericordia Divina realmente sabe perdonar incluso los pecados más graves, pero al hacerlo impulsa a los fieles a sentir un dolor sobrenatural, no meramente psicológico, de sus propios pecados, de forma que, siempre con la ayuda de la gracia divina, hagan un firme propósito de no volver a pecar. Esas disposiciones del alma consiguen efectivamente el perdón de los pecados mortales cuando el fiel recibe con fruto el sacramento de la Penitencia o se arrepiente de los mismos mediante un acto de caridad perfecta y de dolor perfecto, con el propósito de acudir cuanto antes al mismo sacramento de la Penitencia. En efecto, nuestro Señor Jesucristo, en la parábola del hijo pródigo, nos enseña que el pecador debe confesar su miseria ante Dios, diciendo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de llamarme hijo tuyo" (Lc 15, 18-19), percibiendo que ello es obra de Dios: "Estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido encontrado" (Lc 15, 32)

Por eso, con próvida solicitud pastoral, el Sumo Pontífice Juan Pablo II, para imprimir en el alma de los fieles estos preceptos y enseñanzas de la fe cristiana, impulsado por la dulce consideración del Padre de las misericordias, ha querido que el segundo domingo de Pascua se dedique a recordar con especial devoción estos dones de la gracia, atribuyendo a ese domingo la denominación de "Domingo de La Misericordia Divina" (cf Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, decreto Misericors et miserator, 5 de mayo de 2000)

El evangelio del segundo domingo de Pascua narra las maravillas realizadas por nuestro Señor Jesucristo el día mismo de la Resurrección en la primera aparición pública: << Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz con ustedes. Como el Padre me envió, también yo los envío". Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos”>> (Jn 20,19-23)

Para hacer que los fieles vivan con intensa piedad esta celebración, el mismo Sumo Pontífice ha establecido que el citado domingo se enriquezca con la indulgencia plenaria, como se indicará más abajo, para que los fieles reciban con más abundancia el don de la consolación del Espíritu Santo, y cultiven así una creciente caridad hacia Dios y hacia el prójimo, y, una vez obtenido de Dios el perdón de sus pecados, ellos a su vez perdonen generosamente a sus hermanos.

De esta forma, los fieles vivirán con más perfección el espíritu del Evangelio, acogiendo en sí la renovación ilustrada e introducida por el concilio ecuménico Vaticano II: <<Los cristianos, recordando la palabra del Señor "En esto conocerán que ustedes son mis discípulos, si se aman unos a otros" (Jn 13, 35), nada pueden desear más ardientemente que servir cada vez más generosa y eficazmente a los hombres del mundo actual. (...) Quiere el Padre que en todos los hombres reconozcamos y amemos eficazmente a Cristo, nuestro hermano, tanto de palabra como de obra>> (Gaudium et spes, 93)

Por eso, el Sumo Pontífice, animado por un ardiente deseo de fomentar al máximo en el pueblo cristiano estos sentimientos de piedad hacia La Misericordia Divina, por los abundantísimos frutos espirituales que de ello pueden esperarse, en la audiencia concedida el día 13 de junio de 2002 a los infrascritos responsables de la Penitenciaría apostólica, se ha dignado otorgar indulgencias en los términos siguientes:

Se concede la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión sacramental, Comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) al fiel que, en el domingo segundo de Pascua, llamado de La Misericordia Divina, en cualquier iglesia u oratorio, con espíritu totalmente alejado del afecto a todo pecado, incluso venial, participe en actos de piedad realizados en honor de La Misericordia Divina, o al menos rece, en presencia del Santísimo Sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado en el Sagrario, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, "Jesús misericordioso, confío en ti")

Se concede la indulgencia parcial al fiel que, al menos con corazón contrito, eleve al Señor Jesús misericordioso una de las invocaciones piadosas legítimamente aprobadas.

Además, los navegantes, que cumplen su deber en la inmensa extensión del mar; los innumerables hermanos a quienes los desastres de la guerra, las vicisitudes políticas, la inclemencia de los lugares y otras causas parecidas han alejado de su patria; los enfermos y quienes los asisten, y todos los que por justa causa no pueden abandonar su casa o desempeñan una actividad impostergable en beneficio de la comunidad, podrán conseguir la indulgencia plenaria en el domingo de La Misericordia Divina si con total rechazo de cualquier pecado, como se ha dicho antes, y con la intención de cumplir, en cuanto sea posible, las tres condiciones habituales, rezan, frente a una piadosa imagen de nuestro Señor Jesús misericordioso, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, "Jesús misericordioso, confío en ti")

Si ni siquiera eso se pudiera hacer, en ese mismo día podrán obtener la indulgencia plenaria los que se unan con la intención a los que realizan del modo ordinario la obra prescrita para la indulgencia y ofrecen a Dios misericordioso una oración y a la vez los sufrimientos de su enfermedad y las molestias de su vida, teniendo también ellos el propósito de cumplir, en cuanto les sea posible, las tres condiciones prescritas para lucrar la indulgencia plenaria,

Los sacerdotes que desempeñan el ministerio pastoral, sobre todo los párrocos, informen oportunamente a sus fieles acerca de esta saludable disposición de la Iglesia, préstense con espíritu pronto y generoso a escuchar sus confesiones, y en el domingo de La Misericordia Divina, después de la celebración de la Santa Misa o de las Vísperas, o durante un acto de piedad en honor de La Misericordia Divina, dirijan, con la dignidad propia del rito, el rezo de las oraciones antes indicadas; por último, dado que son "Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (Mt 5, 7), al impartir la catequesis, impulsen a los fieles a hacer con la mayor frecuencia posible obras de caridad o de misericordia, siguiendo el ejemplo y el mandato de Jesucristo, como se indica en la segunda concesión general del "Enchiridion Indulgentiarum".

Este decreto tiene vigor perpetuo. No obstante cualquier disposición contraria.

Dado en Roma, en la sede de la Penitenciaría apostólica, el 29 de junio de 2002, en la solemnidad de San Pedro y San Pablo, apóstoles.

Luigi DE MAGISTRIS
Arzobispo titular de Nova Pro-penitenciario mayor

Gianfranco GIROTTI, o.f.m. conv.

Regente





[1]  cfr. www.vatican.va/roman_curia/tribunals/apost_penit/documents/rc_trib_appen_doc_20020629_decree-ii_sp.html

II Domingo de Pascua o De la Divina Misericordia



II Domingo de Pascua o De la Divina Misericordia

Domingo 12 de abril 2015


ENTRE ELLOS NINGUNO PASABA NECESIDAD

Hech 4,32-35; 1 Jn 5,1-6; Jn 20,19-31

Los primeros cristianos tomaron el Evangelio de Jesús y las tradiciones de Israel con bastante seriedad. Cuando retomaron su misión evangelizadora, convencidos de la presencia del Resucitado en sus vidas, no se dedicaron a lanzar predicas y sermones, antes bien, reorganizaron su vida comunitaria, ateniéndose a los principios de la solidaridad y la comunión de bienes. La resurrección de Jesús era la señal de que los tiempos nuevos habían comenzado y conforme a esa nueva certeza, había que reordenar las relaciones sociales en medio de la comunidad de los discípulos. El Evangelio nos refiere como Tomás y el resto de los Doce fueron superando las dudas y temores que la ausencia física del crucificado había dejado en sus vidas. Cuando se convencieron de que Jesús había vencido a la muerte, también ellos derribaron sus temores y sirvieron al Señor de la vida.


ANTÍFONA DE ENTRADA 1 P 2, 2

Como niños recién nacidos, anhelen una leche pura y espiritual que los haga crecer hacia la salvación. Aleluya.


Se dice Gloria.


ORACIÓN COLECTA

Dios de eterna misericordia, que reanimas la fe de este pueblo a ti consagrado con la celebración anual de las fiestas pascuales, aumenta en nosotros los dones de tu gracia, para que todos comprendamos mejor la excelencia del bautismo que nos ha purificado, la grandeza del Espíritu que nos ha regenerado y el precio de la Sangre que nos ha redimido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.


LITURGIA DE LA PALABRA

Primera lectura

Monición.- Los apóstoles dieron testimonio de la resurrección de Jesús mediante el gozo y la simpatía, con la puesta en común de todos sus bienes y a través de la unidad del corazón y del alma.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles 4, 32-35

La multitud de los que habían creído tenía un solo corazón y una sola alma; todo lo poseían en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenía.
Con grandes muestras de poder, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y todos gozaban de gran estimación entre el pueblo. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían terrenos o casas, los vendían, llevaban el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles, y luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


Salmo responsorial

Del salmo 117, 2-4. 16ab-18. 22-24 R. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.

Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". Diga la casa de Aarón: "Su misericordia es eterna". Digan los que temen al Señor: "Su misericordia es eterna". R.

La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. Me castigó, me castigó el Señor; pero no me abandonó a la muerte. R.

La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R.


Segunda lectura

Monición.- La segunda lectura no enseña que la fe, fruto del Espíritu es el medio por el cual los cristianos nos sumergimos en la experiencia gozosa del amor de Dios, que se nos manifestó con la muerte y resurrección de Cristo Jesús.

De la primera carta del apóstol san Juan 5, 1-6

Queridos hermanos: Todo el que cree que Jesús es el Mesías, ha nacido de Dios. Todo el que ama a un padre, ama también a los hijos de éste. Conocemos que amamos a los hijos de Dios, en que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos, pues el amor de Dios consiste en que cumplamos sus preceptos. Y sus mandamientos no son pesados, porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Y nuestra fe es la que nos ha dado la victoria sobre el mundo. Porque, ¿quién es el que vence al mundo? Sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios. Jesucristo es el que se manifestó por medio del agua y de la sangre; él vino, no sólo con agua, sino con agua y con sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SECUENCIA opcional

SECUENCIA

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado,
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la vida,
triunfante se levanta.

“¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?”
“A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua”.

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.



Aclamación antes del Evangelio (Jn 20, 29)
R. Aleluya, aleluya.
Tomás, tú crees, porque me has visto. Dichosos los que creen sin haberme visto, dice el Señor. R. Aleluya.


Evangelio

Monición.- El evangelio nos presenta la experiencia que Tomás y los discípulos tienen de Jesús resucitado: el Maestro ahuyenta sus miedos, desesperanzas y tristezas, y los provee de una gran paz, fruto del Espíritu Santo.

Del santo Evangelio según san Juan 20, 19-31

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.
De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar".
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré".
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree". Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús añadió: "Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto".
Otras muchas señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritas en este libro. Se escribieron éstas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


Se dice Credo.


ORACIÓN DE LOS FIELES

Llenos de gozo por la santa resurrección del Señor —purificados nuestros sentimientos y renovado nuestro espíritu— supliquemos al Señor, diciendo: Rey vencedor, escúchanos. R. Rey vencedor, escúchanos.

1. A Cristo que ha vencido la muerte y ha destruido el pecado, pidámosle que todos los cristianos sean siempre fieles a las promesas del bautismo que renovaron en la noche santa de Pascua.

2. A Cristo que ha otorgado el perdón y la paz a los pecadores, supliquémosle que quienes han regresado al camino de la vida conserven los dones que la misericordia del Padre les ha restituido.

3. A Cristo que ha dado al mundo la vida verdadera y ha renovado toda la creación, pidámosle por los que, por no creer en su triunfo, viven sin esperanza.

4. A Cristo que ha colmado de alegría a los pueblos y los ha enriquecido con sus dones, pidámosle que renueve la esperanza de los que sufren y lloran.

5. A Cristo que anunció la alegría a las mujeres, y por medio de las mujeres a los apóstoles, pidámosle por los que nos hemos reunido para celebrar su triunfo.

Señor, Dios nuestro, que cada domingo reúnes a tu pueblo para que celebre el triunfo de tu Hijo, el primero y el último, el que estaba muerto y ahora vive por los siglos de los siglos, escucha nuestra oración y danos la fuerza de tu Espíritu, para que, destruidas las fuerzas del mal, te ofrezcamos, juntamente con nuestro amor, el obsequio de nuestra obediencia libre. Por Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, las ofrendas de tu pueblo (y de los recién bautizados), para que, renovados por la confesión de tu nombre y por el bautismo, consigamos la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio de Pascua I El Misterio Pascual

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado.  Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida.  Por eso, con esta efusión del gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn 20, 27

Jesús dijo a Tomás: Acerca tu mano, toca los agujeros que dejaron los clavos y no seas incrédulo, sino creyente. Aleluya.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso, concédenos que la gracia recibida en este sacramento pascual permanezca siempre en nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne

BENDICIÓN SOLEMNE

Que Dios todopoderoso, los bendiga en este día solemnísimo de la Pascua y compadecido de ustedes, los guarde de todo pecado. R. Amén

Que les conceda el premio de la inmortalidad aquel que los ha redimido para la vida eterna con la resurrección de su Unigénito. R. Amén

Que ustedes, que una vez terminados los días de la Pasión, celebran con gozo la fiesta de la Pascua del Señor, puedan participar, con su gracia, del júbilo de la Pascua eterna. R. Amén

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo +, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.


Para despedir al pueblo se canta o se dice Pueden ir en paz, aleluya, aleluya. A lo cual se responde Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.



UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- La enorme inequidad social que afea a nuestra sociedad continúa creciendo. Una de las consecuencias del predominio del modelo económico actual es que excluye a numerosas personas del bienestar. Para este sistema son más importantes los índices macroeconómicos y la meticulosa fidelidad a la ortodoxia neoliberal (baja inflación, bajo déficit público) que el bienestar general. Las personas, que finalmente para esos economistas no son sino estadísticas, parecen importar menos que las doctrinas y las finanzas públicas. El Evangelio no aprueba ese planteamiento, porque confiesa una verdad por encima de cualquier otra: el Padre común nos hermana en la filiación y por eso mismo, nos invita a corresponsabilizarnos por la construcción de una fórmula de convivencia justa y solidaria. Cuando esto ocurre la fe adquiere sentido pleno; entonces es cuando la confesión de fe, la liturgia, la comunión y la fraternidad modelan la vida de la comunidad creyente.

jueves, 9 de abril de 2015

Himno Al entrar en la noche



Himno

Al entrar en la noche
y verme en tu presencia,
confieso Señor mío
que contra ti he pecado.
Más en mi angustia grito:
Déjame ver tu rostro.

A tu misericordia
y a tu gracia me acojo
y aunque los fuertes lazos
yo de tu Amor he roto,
necesito tu Vida,
necesito tu Rostro.

Sé que de Padre bueno
se visten tus entrañas
y sé que a los humildes
y pobres das tu gracia;
como pobre te busco,
deseo ver tu Rostro.

A ti, Señor, la Gloria,
a ti el poder y el honor,
y al Hijo que contigo
da al mundo tu esplendor.
Que el Amor nos transforme
y veamos tu Rostro.


Amén