sábado, 30 de junio de 2012

LA PUERTA ESTRECHA




Texto bíblico (Mt 7, 13-14)
“Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y amplio el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por él. Pero ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que conduce a la vida, y qué pocos son los que lo encuentran!”.

Reflexión
CÓMO PASAR POR LA PUERTA ESTRECHA ...
Nuestro Señor Jesucristo comparó el Reino de Dios con un camino estrecho que conduce a una puerta angosta que es preciso pasar. La estrechez del camino y lo angosto de la puerta expresan la necesidad de conversión, de renunciación, de limpieza de vida y de buenas obras.
Los cristianos de la Iglesia primitiva comprendieron bien esas exigencias; después de ellos, en todas las épocas de la historia ha habido excelentes cristianos que han re­corrido la senda estrecha y han entrado al Reino por la puerta angosta. Pero también ha habido creyentes tibios que se han conformado con asomarse, sin decidirse a pasar por esa puerta.
Algo más grave ha sucedido también en todas las épocas: la conducta de muchos que han pretendido ensanchar el camino y la puerta del Reino. Tratando de aligerar las exigencias del Evangelio, se han equivocado rotundamente, pues Jesús mismo advierte que el camino espacioso y la puerta amplia conducen a la perdición. ¿Qué es, en la práctica, ese equivocado intento de ensanchar la senda y ampliar la puerta? Consiste en relativizar las exhortaciones de Jesucristo, sobre todo las que requieren sacrificio, espíritu de pobreza y amor hacia todos indistintamente.
Para ser buenos cristianos, no basta con llevar alguna cruz o medallita colgada al cuello. Un cristianismo integral implica verdades que conocer y abrazar (doctrina); una conducta digna del Evangelio, animada por la caridad (moral cristiana) y recurrir asidua­mente a los medios de gracia, como son los sacramentos (culto cristiano).

Fuente de la reflexión: Misal Diario Pan de la Palabra, mes Junio 2012 día 26

Cristo, siervo de Dios, en su misterio pascual



Cristo, siervo de Dios, en su misterio pascual*

Cristo, a pesar de su condición divina,
    no hizo alarde de su categoría de Dios,
    al contrario, se anonadó a sí mismo,
    y tomó la condición de esclavo,
    pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
    se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
    y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
    y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
    de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
    en el cielo, en la tierra, en el abismo
    y toda lengua proclame:
    Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
   

*Flp 2, 6-11

El Plan Divino de la Salvación



El Plan Divino de la Salvación*

Bendito Dios,
    Padre de nuestro Señor Jesucristo,
    que nos ha bendecido en la persona de Cristo
    con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
    antes de crear el mundo,
    para que fuéramos consagrados
    e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo
    por pura iniciativa suya,
    a ser sus hijos,
    para que la gloria de su gracia,
    que tan generosamente nos ha concedido
    en su querido Hijo,
    redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
    hemos recibido la redención,
    el perdón de los pecados.
    El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
    ha sido un derroche para con nosotros,
    dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
    que había proyectado realizar por Cristo
    cuando llegara el momento culminante:
    hacer que todas las cosas
    tuvieran a Cristo por cabeza,
    las del cielo y las de la tierra.
   
*Ef 1, 3-10

miércoles, 6 de junio de 2012

Secuencia del Cuerpo y la Sangre de Cristo



El pan que del cielo baja
es comida de viajeros.
Es un pan para los hijos.
¡No hay que tirarlo a los perros!

Isaac, el inocente,
es figura de este pan,
con el cordero de Pascua
y el misterioso maná.

Te compasión de nosotros,
buen pastor, pan verdadero.
Apaciéntanos y cuídanos
y condúcenos al cielo.

Todo lo puedes y sabes,
pastor de ovejas, divino.
concédenos en el cielo
gozar la herencia contigo.

Amén