viernes, 19 de junio de 2015

XII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo B Domingo 21 de junio 2015



XII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo B
Domingo 21 de junio 2015


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Job 38,1.8-11; 2 Co 5,14-17; Mc 4,35-41

El relato de la tempestad calmada no deja de ser provocador y sorprendente. Los discípulos están lidiando como pueden con una fuerte tormenta, sus fuerzas están al límite y Jesús se recuesta a dormir en la pequeña popa de la barca. Aparente insensibilidad de su parte, podría pensarse. El Señor se desconecta de la realidad para conocer la capacidad de respuesta de sus discípulos ante una situación imprevista y de difícil manejo. Jesús despierta, se impone con serena autoridad a la naturaleza desbocada y alecciona a los suyos sobre la calidad de su fe. El comentario final gira en torno de una pregunta, que prácticamente lleva implícita la respuesta: quien consigue doblegar la fuerza del viento y el oleaje, ha de estar muy cercano a Dios, que es el soberano que fija límites y dicta ordenes al mar, como lo explica el libro de Job.


ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 27, 8-9

El Señor es la fuerza de su pueblo, defensa y salvación para su Ungido. Sálvanos, Señor, vela sobre nosotros y guíanos siempre.


ORACIÓN COLECTA

Señor, concédenos vivir siempre en el amor y respeto a tu santo nombre, ya que jamás dejas de proteger a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo...


LITURGIA DE LA PALABRA


PRIMERA LECTURA

Monición.- Job le exigía a Dios respuestas para su sufrimiento. En la primera lectura de hoy, Dios le explica que Él no puede ser puesto a prueba porque es el Creador y dueño de todo.

Del libro de Job 38, 1. 8-11

El Señor habló a Job desde la tormenta y le dijo: "Yo le puse límites al mar, cuando salía impetuoso del seno materno; yo hice de la niebla sus mantillas y de las nubes sus pañales; yo le impuse límites con puertas y cerrojos y le dije: 'Hasta aquí llegarás, no más allá. Aquí se romperá la arrogancia de tus olas'".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 106, 23-24. 25-26. 28-29. 30-31

R/. Demos gracias al Señor por sus bondades.

Los que la mar surcaban con sus naves, por las aguas inmensas negociando, el poder del Señor y sus prodigios en medio del abismo contemplaron. R/.

Habló el Señor y un viento huracanado las olas encrespó; al cielo y al abismo eran lanzados, sobrecogidos de terror. R/.

Clamaron al Señor en tal apuro y Él los libró de sus congojas. Cambió la tempestad en suave brisa y apaciguó las olas. R/.

Se alegraron al ver la mar tranquila y el Señor los llevó al puerto anhelado. Den gracias al Señor por los prodigios que su amor por el hombre ha realizado. R/.


SEGUNDA LECTURA

Monición.- San Pablo, en la segunda lectura, afirma que quien muere y resucita con Cristo deja el hombre viejo para ser una nueva creatura en la verdad, en la libertad y en el amor.

De la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios 5, 14-17

Hermanos: El amor de Cristo nos apremia, al pensar que si uno murió por todos, todos murieron. Cristo murió por todos para que los que viven ya no vivan para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
Por eso nosotros ya no juzgamos a nadie con criterios humanos. Si alguna vez hemos juzgado a Cristo con tales criterios, ahora ya no lo hacemos. El que vive según Cristo es una creatura nueva; para él todo lo viejo ha pasado. Ya todo es nuevo. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Lc 7, 16

R/. Aleluya, aleluya.

Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo. R/.


EVANGELIO

El evangelio de hoy nos narra un prodigio de Jesús, no para buscar la admiración, sino para que sus discípulos fueran descubriendo los signos del misterio que se esconde en Jesús.

Del santo Evangelio según san Marcos 4, 35-41

Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: "Vamos a la otra orilla del lago". Entonces los discípulos despidieron a la gente y condujeron a Jesús en la misma barca en que estaba. Iban además otras barcas.
De pronto se desató un fuerte viento y las olas se estrellaban contra la barca y la iban llenando de agua.
Jesús dormía en la popa, reclinado sobre un cojín. Lo despertaron y le dijeron: "Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?" Él se despertó, reprendió al viento y dijo al mar: "¡Cállate, enmudece!" Entonces el viento cesó y sobrevino una gran calma. Jesús les dijo: "¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?" Todos se quedaron espantados y se decían unos a otros: "¿Quién es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen? “Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


Se dice Credo.


PLEGARIA UNIVERSAL

Elevemos, hermanos, nuestros ojos al Señor y esperemos, confiados, su ayuda salvífica respondiendo:

Escúchanos, Señor. (R/. Escúchanos, Señor.)

Por el santo Padre, el Papa Francisco, por nuestro obispo N., y por todos los sacerdotes y diáconos de Jesucristo, roguemos al Señor.

Por el buen tiempo, por el fruto de las investigaciones de los estudiosos y por la prosperidad del trabajo de todos, roguemos al Señor.

Por las vírgenes consagradas al Señor y por los religiosos que trabajan en nuestras comunidades, roguemos al Señor.

Por todos los que hacen el bien en nuestras parroquias y por los que cuidan de los pobres y de los enfermos, roguemos al Señor.

Escucha, Señor, nuestras oraciones y fortalece la fe del pueblo cristiano, para que nunca se enorgullezca ante la prosperidad ni se desanime ante la adversidad, sino que en todo momento sepa reconocer y experimentar que tú estás cerca de nosotros y nos acompañas en el camino de la vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, este sacrificio de reconciliación y alabanza y concédenos que, purificados por su eficacia, podamos ofrecerte el entrañable afecto de nuestro corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 144, 15

Los ojos de todos esperan en ti, Señor; y tú les das la comida a su tiempo.


O bien: Jn 10, 11.15

Yo soy el buen pastor, y doy la vida por mis ovejas, dice el Señor.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Renovados, Señor, por el alimento del sagrado Cuerpo y la preciosa Sangre de tu Hijo, concédenos que lo que realizamos con asidua devoción, lo recibamos convertido en certeza de redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.



UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Este temporal de huracanes y tormentas ha sido tan intenso que sus efectos se han dejado sentir tan ostentosamente que no se pueden ignorar. De un lado vemos lagunas y represas repletas, campos reverdecidos; pero por otra parte, atestiguamos inundaciones, deslaves y destrucción de carreteras y viviendas. Es la fuerza embravecida del mar a quien no podemos —y por desgracia ni queremos— poner un alto como confiesa el libro de Job; y al cual Dios sí se le puede imponer: "hasta aquí llegarás y no pasarás". Nuestra condición de criaturas frágiles queda exhibida ante la intensidad de esta estación llena de ventiscas y tormentas incesantes. Una relación amigable con la naturaleza, regalo que Dios entregó en nuestras manos, es más que urgente. Es la única forma inteligente en que podemos intentar ponerle un límite al poderío del océano.


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