sábado, 13 de junio de 2015

XI DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO Ciclo B Domingo 14 de junio 2015





XI DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO  Ciclo B

Domingo 14 de junio 2015



LLEGARÁ A SER UN CEDRO MAGNÍFICO

Ez 17, 22-24; 2 Co 5,6-10; Mc 4.26-34

Las imágenes del crecimiento vegetal son bastante idóneas para comprender el proceso de maduración en la fe. Semillas que crecen sin que el agricultor consiga descifrar el proceso de la siembra, la germinación y la fructificación, pero que indudablemente es un dinamismo asombroso que ahora comprendemos y nos sigue admirando. La vida que no cesa de crecer. Ese es el núcleo mismo de la vida cristiana: el progreso en la identificación con Cristo. No hay prisa ni urgencia de conseguir cambios espectaculares y vistosos. La pequeña semilla de mostaza, pasa por todas las fases desde el ocultamiento en la tierra hasta el desarrollo de una fronda tupida que anida a las aves del cielo. La maduración del cristiano se va consolidando despacio, no sin altibajos. El proceso no se ha de interrumpir: Cristo murió por nosotros, para que ya no vivamos para nosotros mismos.


ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 26, 7. 9

Oye, Señor, mi voz y mis clamores. Ven en mi ayuda, no me rechaces, ni me abandones, Dios, salvador mío.


ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, fortaleza de los que en ti esperan, acude bondadoso, a nuestro llamado y puesto que sin ti nada puede nuestra humana debilidad, danos siempre la ayuda de tu gracia, para que, en cumplimiento de tu voluntad, te agrademos siempre con nuestros deseos y acciones. Por nuestro Señor Jesucristo...


LITURGIA DE LA PALABRA


PRIMERA LECTURA

Monición.- En la primera lectura, Dios confirma que Él es el Señor de la vida y de la historia y que es a través de los acontecimientos humildes y sencillos, que él realiza maravillas.

Del libro del profeta Ezequiel 17, 22-24

Esto dice el Señor Dios: "Yo tomaré un renuevo de la copa de un gran cedro, de su más alta rama cortaré un retoño. Lo plantaré en la cima de un monte excelso y sublime. Lo plantaré en la montaña más alta de Israel. Echará ramas, dará fruto y se convertirá en un cedro magnífico. En él anidarán toda clase de pájaros y descansarán al abrigo de sus ramas.
Así, todos los árboles del campo sabrán que yo, el Señor, humillo los árboles altos y elevo los árboles pequeños; que seco los árboles lozanos y hago florecer los árboles secos. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 91, 2-3. 13-14. 15-16

R/. ¡Qué bueno es darte gracias, Señor!

¡Qué bueno es darte gracias, Dios altísimo, y celebrar tu nombre, pregonando tu amor cada mañana y tu fidelidad, todas las noches! R/.

Los justos crecerán como las palmas, como los cedros en los altos montes; plantados en la casa del Señor, en medio de sus atrios darán flores. R/.

Seguirán dando fruto en su vejez, frondosos y lozanos como jóvenes, para anunciar que en Dios, mi protector, ni maldad ni injusticia se conocen. R/.


SEGUNDA LECTURA

Monición.- En la segunda lectura, le pide al hombre que camine guiado por la fe y que sea agradable al Señor en espera de comparecer delante de Cristo para recibir el premio o el castigo de nuestros actos.

De la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios 5, 6-10

Hermanos: Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras vivimos en el cuerpo, estamos desterrados, lejos del Señor. Caminamos guiados por la fe, sin ver todavía. Estamos, pues, llenos de confianza y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor.
Por eso procuramos agradarle, en el destierro o en la patria. Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir el premio o el castigo por lo que hayamos hecho en esta vida.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

R/. Aleluya, aleluya.

La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre. R/.


EVANGELIO

Monición.- En el evangelio de hoy, Jesús nos instruye cómo crece el Reino de Dios en nuestro interior. Lo hace utilizando la imagen de la semilla y la mostaza para facilitar la comprensión.

Del santo Evangelio según san Marcos 4, 26-34

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha".
Les dijo también: "¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra".
Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


Se dice Credo.


PLEGARIA UNIVERSAL

Oremos, hermanos, al Señor que conoce lo que está escondido a nuestros ojos y sabe cuáles son las verdaderas necesidades de los hombres, diciendo:

Señor Jesús, escúchanos. (R/. Señor Jesús, escúchanos.)

Oremos por la santa Iglesia, para que Dios, nuestro Señor, aumente el número de sus fieles, aleje de ella toda división y escuche las plegarias que le dirigen todos los cristianos del mundo, roguemos al Señor.

Oremos también a nuestro Señor por los gobernantes de nuestra patria y de todos los pueblos, para que Dios les dé sabiduría y fuerza para gobernar y dirigir con paz y justicia el pueblo que tienen encomendado, roguemos al Señor.

Oremos también por los que están lejos de su hogar, para que nuestro Señor les conceda un viaje feliz, retornar con salud a sus familias y la realización plena de los proyectos de su viaje.

Oremos también a nuestro Señor por los que hoy nos hemos reunido aquí en su nombre y por el párroco (pastor) que nos preside, para que nuestro Señor escuche nuestras oraciones y nuestras peticiones le sean siembre agradables, roguemos al Señor.

Dios nuestro, que siembras a manos llenas en nuestros corazones la semilla de la verdad y de la gracia, escucha nuestras oraciones, concédenos acoger, con humilde esperanza, y cultivar, con paciencia evangélica, el grano que tú has sembrado en nosotros, convencidos de que, cuanto más profundamente arraigue tu palabra en nuestras vidas, más amor y más justicia habrá en el mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Tú que con este pan y este vino que te presentamos das al género humano el alimento que lo sostiene y el sacramento que lo renueva, concédenos, Señor, que nunca nos falte esta ayuda para el cuerpo y el alma. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio para los domingos del Tiempo ordinario.


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 26, 4

Una sola cosa he pedido y es lo único que busco, habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor, que esta santa comunión, que acabamos de recibir, así como significa la unión de los fieles en ti, así también lleve a efecto la unidad en tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.


UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.-

El centro del mensaje cristiano es paradójico. Ya no vivimos para nosotros mismos, sino para Cristo que murió por nosotros. La frase adquiere sentido si entendemos lo que es vivir con el yo descentrado sobre su propio eje. No se trata de vivir mirándose al ombligo, sino de estar pendientes de las situaciones que atraviesan quienes viven a nuestro lado. Porque es en su vida que Jesús se manifiesta. Los hermanos más débiles son el lugar donde Jesús se nos revela. No obstante, cabe admitir que no resulta sencillo lograrlo; pero eso nos lanza a la segunda paradoja. La que formuló san Pablo afirmando: "ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí". Para vivir orientados, sirviendo y amando a los demás, es necesario dejar que la fuerza vivificante del Espíritu de Jesús, nos convierta en organismos genéticamente modificados y nos potencie en sintonía con su genética compasiva y amorosa.

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