DOMINGO
XX DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo C
Domingo
14 de agosto 2016
EL
FUEGO PROFÉTICO
Jeremías
fue un crítico implacable de la idolatría y del abuso del culto. Quienes
visitaban el templo de Jerusalén con frecuencia se sentían amparados para
continuar con su tren de vida, sin hacer una evaluación crítica de su propia
conducta. El profeta denunció en repetidas ocasiones que esa deformación de la
religión era reprobable. Dios no sería cómplice de los falsos devotos que
ofrecían sacrificios y continuaban maltratando violentamente a los más débiles.
El culto y la justicia no podían quedar desconectados. En ese mismo sentido el
Señor Jesús se presentó como un profeta congruente que llamaba a sus hermanos a
tomar partido a favor del Reinado de Dios. La oferta religiosa de Jesús tenía
consecuencias en el ámbito social, económico y político y por eso mismo
afectaba los intereses de unos y favorecía a otros. En ese sentido provocaría
una división, pero de ninguna manera Jesús venía a fomentar el odio o la rivalidad
dentro de Israel.
ANTÍFONA
DE ENTRADA Sal 83, 10-11
Dios,
protector nuestro, mira el rostro de tu Ungido. Un solo día en tu casa es más
valioso, que mil días en cualquier otra parte.
GLORIA
Gloria
a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor. Por tu inmensa
gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos
gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único,
Jesucristo.
Señor
Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten
piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque
sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu
Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN
COLECTA
Señor
Dios, que has preparado bienes invisibles para los que te aman, infunde en
nuestros corazones el anhelo de amarte, para que, amándote en todo y sobre
todo, consigamos tus promesas, que superan todo deseo. Por nuestro Señor
Jesucristo...
LITURGIA
DE LA PALABRA
PRIMERA
LECTURA
Tomaron
a Jeremías y lo echaron en un pozo.
Del
libro del profeta Jeremías: 38, 4-6. 8-10
Durante
el sitio de Jerusalén, los jefes que tenían prisionero a Jeremías dijeron al
rey: "Hay que matar a este hombre, porque las cosas que dice desmoralizan
a los guerreros que quedan en esta ciudad y a todo el pueblo. Es evidente que
no busca el bienestar del pueblo, sino su perdición".
Respondió
el rey Sedecías: "Lo tienen ya en sus manos y el rey no puede nada contra
ustedes". Entonces ellos tomaron a Jeremías y, descolgándolo con cuerdas,
lo echaron en el pozo del príncipe Melquías, situado en el patio de la prisión.
En el pozo no había agua, sino lodo, y Jeremías quedó hundido en el lodo.
Ebed-Mélek, el etíope, oficial de palacio, fue a ver al rey y le dijo:
"Señor, está mal hecho lo que estos hombres hicieron con Jeremías,
arrojándolo al pozo, donde va a morir de hambre". Entonces el rey ordenó a
Ebed-Mélek: "Toma treinta hombres contigo y saca del pozo a Jeremías,
antes de que muera”. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL
Del
salmo 39, 2.3.4.18
R/.
Señor, date prisa en ayudarme.
Esperé
en el Señor con gran confianza; él se inclinó hacia mí y escuchó mis plegarias.
R/.
Del
charco cenagoso y la fosa mortal me puso a salvo; puso firmes mis pies sobre la
roca y aseguró mis pasos. R/.
Él me
puso en la boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios. Muchos se conmovieron
al ver estoy confiaron también en el Señor. R/.
A mí,
tu siervo, pobre y desdichado, no me dejes, Señor, en el olvido. Tú eres quien
me ayuda y quien me salva; no te tardes, Dios mío. R/.
SEGUNDA
LECTURA
Corramos
con perseverancia la carrera que tenemos por delante.
De la
carta a los hebreos: 12, 1-4
Hermanos:
Rodeados, como estamos, por la multitud de antepasados nuestros, que dieron
prueba de su fe, dejemos todo lo que nos estorba; librémonos del pecado que nos
ata, para correr con perseverancia la carrera que tenemos por delante, fija la
mirada en Jesús, autor y consumador de nuestra fe. Él, en vista del gozo que se
le proponía, aceptó la cruz, sin temer su ignominia, y por eso está sentado a
la derecha del trono de Dios.
Mediten,
pues, en el ejemplo de aquel que quiso sufrir tanta oposición de parte de los
pecadores, y no se cansen ni pierdan el ánimo, porque todavía no han llegado a
derramar su sangre en la lucha contra el pecado. Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
ACLAMACIÓN
ANTES DEL EVANGELIO Jn 10, 27
R/.
Aleluya, aleluya.
Mis
ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen. R/.
EVANGELIO
No he
venido a traer la paz, sino la división.
Del
santo Evangelio según san Lucas: 12, 49-53
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "He venido a traer fuego a la
tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un
bautismo, ¡y cómo me angustio mientras llega!
¿Piensan
acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a
traer la paz, sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una
familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido
el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la
hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra”.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN
DEFE
CREDO
NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en
un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo
visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios
nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios
verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del
Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra
salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la
Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de
Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las
Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo
en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por
los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la
resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén
PLEGARIA
UNIVERSAL
Presentemos,
hermanos, nuestras súplicas al Señor y pidámosle que atienda a sus hijos, según
las necesidades de cada uno de ellos, respondiendo: Te rogamos, Señor. (R/. Te
rogamos, Señor.)
Roguemos
al Señor por quienes, a causa de su enfermedad, porque están el servicio de sus
hermanos o por cualquier otro motivo, no han podido venir a celebrar con
nosotros el domingo; a fin de que, ya que no pueden participar de la alegría de
esta celebración, no se vean privados nunca del gozo del Señor. Roguemos al
Señor.
Roguemos
por los que ayudan a los pobres o hacen obras de misericordia en favor de sus
hermanos, para que Dios premie abundantemente el bien que hacen, y lo que
reparten a sus hermanos el Señor lo multiplique y lo convierta para ellos en
premio de vida eterna.
Roguemos
por los que están de viaje, por los que tienen que vivir fuera de su hogar o
alejados de sus familiares y amigos, para que Dios los proteja de todo peligro,
los ayude en sus dificultades y les conceda retornar, sanos y salvos, a sus
hogares. Roguemos al Señor.
Roguemos
finalmente por nosotros mismos, para que el Señor nos haga perseverar en la fe
cristiana, nos ayude a conocer más y más el Evangelio de Cristo, fortalezca
nuestra voluntad en el bien, nos guarde de todo mal y nos guarde de todo mal y
nos conceda alcanzar la vida eterna. Roguemos al Señor.
Dios
nuestro, que con la cruz de tu Hijo, bandera discutida, nos revelas la actitud
de muchos corazones, escucha nuestras plegarias y no permitas que la humanidad
rechace de nuevo la verdad y la gracia, sino que sepa descubrir los momentos
que estamos viviendo para alcanzar así la salvación. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe,
Señor, nuestros dones, con los que se realiza tan glorioso intercambio, para
que, al ofrecerte lo que tú nos diste, merezcamos recibirte a ti mismo. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
El
Misterio Pascual y el Pueblo de Dios
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte
gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno, por Cristo Señor nuestro. Quien, por su Misterio
Pascual, realizó la obra maravillosa de llamamos de la esclavitud del pecado y
de la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real, nación
consagrada, pueblo de tu propiedad, para que, trasladados por ti de las
tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas. Por eso
con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin
cesar el himno de tu gloria:
Santo,
Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos
están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna
en el cielo.
Bendito
el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN Sal 129, 7
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Unidos
a Cristo por este sacramento, suplicamos humildemente, Señor, tu misericordia,
para que, hechos semejantes a él aquí en la tierra, merezcamos gozar de su
compañía en el cielo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
UNA
REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- En medio del debate que se ha suscitado con el
recrudecimiento del fanatismo religioso, ha surgido un criterio para valorar
las ofertas religiosas. Es claro que no se puede apreciar a una confesión
religiosa por sus creencias y sus dogmas. Estos son asuntos difícilmente
medibles y por lo mismo, no se puede afirmar que, por ejemplo, son mejores las
creencias budistas que las islámicas o viceversa. Lo que sí se puede apreciar
es qué tipo de conductas, actitudes y valores genera una creencia religiosa en
quienes la practican. Ahí sí podemos ver dónde crece más la compasión, la
solidaridad, la tolerancia y otros valores universales que tanto aprecia
nuestra civilización. Como bien dijera el Señor Jesús, "el árbol se conoce
por sus frutos". Los principales frutos que habría de generar la fe
cristiana se observan en el ámbito personal (incentivando la libertad y madurez
del discípulo de Jesús) y en el plano social (empujando procesos de mejora de
alguna situación comunitaria).
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