DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo C
Domingo 21 de agosto 2016
EL DIOS DE TODOS LOS PUEBLOS
La profecía de Isaías es retomada con toda su fuerza en el
Evangelio de san Lucas de una manera ingeniosa. El Señor Jesús enfatiza la
urgencia de esforzarnos para entrar por la puerta estrecha que conduce al
Reinado de Dios, y a la vez, remata su discurso con una sentencia profética que
anticipa la apertura del banquete para todos los pueblos. No es en manera
alguna un imperialismo judío o cristiano, donde el centro (Jerusalén) sometería
con un mensaje religioso a la periferia (las naciones). Los extranjeros no
serán ciudadanos de segunda, sino hermanos en sentido pleno en la Jerusalén
renovada, al punto que participarán del oficio sacerdotal, reservado hasta
entonces al selecto linaje levítico. El núcleo que atraerá a los pueblos no
será la fortaleza política de Israel, sino la manifestación palpable de la
gloria de Dios, que acogerá con su misericordia a todas las gentes.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 85, 1-3
Inclina tu oído, Señor, y escúchame. Salva a tu siervo, que confía
en ti. Ten piedad de mí, Dios mío, pues sin cesar te invoco.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el
Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te
glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre
todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el
pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten
piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de tus
fieles, impulsa a tu pueblo a amar lo que mandas y a desear lo que prometes,
para que, en medio de la inestabilidad del mundo, estén firmemente anclados
nuestros corazones donde se halla la verdadera felicidad. Por nuestro Señor
Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Traerán de todos los países a los hermanos de ustedes.
Del libro del profeta Isaías: 66, 18-21
Esto dice el Señor: "Yo vendré para reunir a las naciones de
toda lengua. Vendrán y verán mi gloria. Pondré en medio de ellos un signo, y
enviaré como mensajeros a algunos de los supervivientes hasta los países más
lejanos y las islas más remotas, que no han oído hablar de mí ni han visto mi
gloria, y ellos darán a conocer mi nombre a las naciones.
Así como los hijos de Israel traen ofrendas al templo del Señor en
vasijas limpias, así también mis mensajeros traerán, de todos los países, como
ofrenda al Señor, a los hermanos de ustedes a caballo, en carro, en literas, en
mulos y camellos, hasta mi monte santo de Jerusalén. De entre ellos escogeré
sacerdotes y levitas".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 116,1.2
R/. Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Que alaben al Señor todas las naciones, que lo aclamen todos los
pueblos. R/.
Porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por
siempre. R/.
SEGUNDA LECTURA
El Señor corrige a los que ama.
De la carta a los hebreos: 12, 5-7. 11-13
Hermanos: Ya se han olvidado ustedes de la exhortación que Dios les
dirigió, como a hijos, diciendo: Hijo mío, no desprecies la corrección del
Señor, ni te desanimes cuando te reprenda. Porque el Señor corrige a los que
ama, y da azotes a sus hijos predilectos. Soporten, pues, la corrección, porque
Dios los trata como a hijos; ¿y qué padre hay que no corrija a sus hijos?
Es cierto que de momento ninguna corrección nos causa alegría, sino
más bien tristeza. Pero después produce, en los que la recibieron, frutos de
paz y de santidad. Por eso, robustezcan sus manos cansadas y sus rodillas
vacilantes; caminen por un camino plano, para que el cojo ya no se tropiece,
sino más bien se alivie.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 14, 6
R/. Aleluya, aleluya.
Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie va al Padre si no es
por mí, dice el Señor. R/.
EVANGELIO
Vendrán del oriente y del poniente y participarán en el banquete
del Reino de Dios.
Del santo Evangelio según san Lucas: 13, 22-30
En aquel tiempo, Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos,
mientras se encaminaba a Jerusalén. Alguien le preguntó: "Señor, ¿es
verdad que son pocos los que se salvan?"
Jesús le respondió: "Esfuércense en entrar por la puerta, que
es angosta, pues yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán.
Cuando el dueño de la casa se levante de la mesa y cierre la puerta, ustedes se
quedarán afuera y se pondrán a tocar la puerta, diciendo: '¡Señor, ábrenos!'
Pero él les responderá: 'No sé quiénes son ustedes'.
Entonces le dirán con insistencia: 'Hemos comido y bebido contigo y
tú has enseñado en nuestras plazas'. Pero él replicará: 'Yo les aseguro que no
sé quiénes son ustedes. Apártense de mí, todos ustedes los que hacen el mal'.
Entonces llorarán ustedes y se desesperarán, cuando vean a Abraham, a Isaac, a
Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes se vean echados
fuera. Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y
participarán en el banquete del Reino de Dios. Pues los que ahora son los
últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los
últimos".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DEFE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios,
Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los
hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue
crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al
tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha
del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino
no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede
del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa,
católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los
pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén
PLEGARIA UNIVERSAL
Pidamos, hermanos, al Señor que venga en nuestro auxilio y, por el
honor de su nombre, escuche nuestra oración. Digamos con fe y devoción: Te
rogamos, Señor. (R/. Te rogamos, Señor.)
Para que el Señor, en su infinita bondad, se acuerde del Santo
Padre, el Papa Francisco, de nuestro obispo N., y de todos los demás obispos,
que anuncian la palabra de Dios; para que bendiga a los sacerdotes y diáconos
y, en su gran misericordia, se acuerde de todos los fieles que aman a
Jesucristo, roguemos al Señor.
Para que Dios conceda a los que trabajan la tierra lluvias oportuna
y buenas cosechas, dé sabiduría a los investigadores, acierto a los que
enseñan, docilidad y constancia los que estudian y otorgue a todos aquellos que
necesitan en cada momento, roguemos al Señor.
Para que el Señor infunda en el corazón de los pecadores un vivo y
sincero arrepentimiento de sus culpas, les conceda el perdón de sus pecados y
les dé fuerza para no recaer en el mal, a fin de que donde creció el pecado,
más desbordante sea la misericordia divina, roguemos al Señor,
Para que el Señor conceda sus dones a nuestros familiares, amigos,
bienhechores y que, a cambio de las riquezas que nos han dado, obtengan las
riquezas inmortales y, en lugar de los bienes temporales, alcancen los bienes
eternos, roguemos al Señor.
Dios nuestro, que invitas a los hombres a entrar por la puerta
estrecha de la cruz hacia el gozoso banquete de tu reino, escucha nuestras
oraciones y danos la fuerza de tu Espíritu, para que, siguiendo las huellas de
tu Hijo, tengamos parte en la mesa festiva de su gloria. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, que con un mismo y único sacrificio adquiriste para ti un
pueblo de adopción, concede, propicio, a tu Iglesia, los dones de la unidad y
de la paz. Por Jesucristo nuestro Señor.
PREFACIO
El Misterio Pascual y el Pueblo de Dios
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de
salvación darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno, por Cristo Señor nuestro. Quien, por su Misterio
Pascual, realizó la obra maravillosa de llamamos de la esclavitud del pecado y
de la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real, nación
consagrada, pueblo de tu propiedad, para que, trasladados por ti de las
tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas. Por eso
con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos
sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 103, 13-15
El
que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, dice el Señor, y yo lo
resucitaré en el último día.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Señor, que la obra salvadora de tu misericordia
fructifique plenamente en nosotros, y haz que, con la ayuda continua de tu gracia,
de tal manera tendamos a la perfección, que podamos siempre agradarte en todo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- La incesante ola de conflictos
en Siria y en otros países del Medio Oriente ha vuelto a poner sobre la mesa el
asunto de las migraciones. La vulnerabilidad de las personas que terminan
siendo obligadas a abandonar su tierra y sus raíces por la más importante de
todas las razones: la preservación de su propia vida, es un asunto de
humanidad. Más allá de los asuntos políticos y estratégicos que tiene este
asunto, los cristianos estamos llamados a reconocer en el forastero y el
emigrante a un hermano. Lo que de manera visible e institucionalizada
realizamos en nuestras comunidades eclesiales en México es muy exiguo. Debiera
ser la regla y no la excepción, el mantener y coordinar el espíritu del buen
samaritano en nuestra Iglesia. Si los fanatismos supremacistas y el discurso
nacionalista se recrudecen en los países ricos, no podemos acostumbrarnos a
esta visión excluyente. El Padre que Jesús nos ha revelado, ama compasivamente
a los hombres y mujeres de toda condición, en particular, a los malos y
desagradecidos.
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