V DOMINGO DE CUARESMA DE CUARESMA Ciclo A
Domingo 2 abril 2017
CUANDO ABRA SUS SEPULCROS
La palabra del profeta Ezequiel
tenía una doble misión, primero, debía animar a los israelitas desterrados a
reconocer su responsabilidad en la ruina de Jerusalén y una vez que ocurrió el
desastre, tenía que alentarlos para que recuperaran la esperanza y lucharan por
la restauración del pueblo. El profeta asocia la restauración con la imagen de
unos huesos calcinados que reviven. Este mensaje profético no anunciaba de
manera explícita la resurrección de los muertos. Esa enseñanza vendría
posteriormente. En el Evangelio de san Juan se nos narra la reanimación de
Lázaro, amigo y seguidor de Jesús. Esta señal milagrosa acrecentó la molestia
de los sumos sacerdotes que se confabularon para eliminarlo. Jesús se conduce
con una enorme confianza en su Padre, Él sabe que siempre lo escucha y por eso,
antes de devolverle la vida a Lázaro, se abandona en sus manos.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 42, 1-2
Señor, hazme justicia. Defiende
mi causa contra gente sin piedad, sálvame del hombre injusto y malvado, tú que
eres mi Dios y mi defensa.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Te rogamos, Señor Dios nuestro,
que, con tu auxilio, avancemos animosamente hacia aquel grado de amor con el
que tu Hijo, por la salvación del mundo, se entregó a la muerte. El que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Les infundiré mi espíritu y
vivirán.
Del libro del profeta Ezequiel:
37, 12-14
Esto dice el Señor Dios:
"Pueblo mío, yo mismo abriré sus sepulcros, los haré salir de ellos y los
conduciré de nuevo a la tierra de Israel. Cuando abra sus sepulcros y los saque
de ellos, pueblo mío, ustedes dirán que yo soy el Señor. Entonces les infundiré
mi espíritu y vivirán, los estableceré en su tierra y ustedes sabrán que yo, el
Señor, lo dije y lo cumplí". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 129, 1-2. 3-4ab. 4c-6.
7-8
R/. Perdónanos, Señor, y
viviremos.
Desde el abismo de mis pecados
clamo a ti; Señor, escucha mi clamor; que estén atentos tus oídos a mi voz
suplicante. R/.
Si conservaras el recuerdo de las
culpas, ¿quién habría, Señor, que se salvara? Pero de ti procede el perdón, por
eso con amor te veneramos. R/.
Confío en el Señor, mi alma
espera y confía en su palabra; mi alma aguarda al Señor, mucho más que a la
aurora el centinela. R/.
Como aguarda a la aurora el
centinela, aguarda Israel al Señor, porque del Señor viene la misericordia y la
abundancia de la redención, y él redimirá a su pueblo de todas sus iniquidades.
R/.
SEGUNDA LECTURA
El Espíritu de aquel que resucitó
a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes.
De la carta del apóstol san Pablo
a los romanos: 8, 8-11
Hermanos: Los que viven en forma
desordenada y egoísta no pueden agradar a Dios. Pero ustedes no llevan esa
clase de vida, sino una vida conforme al Espíritu, puesto que el Espíritu de
Dios habita verdaderamente en ustedes. Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no
es de Cristo. En cambio, si Cristo vive en ustedes, aunque su cuerpo siga
sujeto a la muerte a causa del pecado, su espíritu vive a causa de la actividad
salvadora de Dios.
Si el Espíritu del Padre, que
resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes, entonces el Padre,
que resucitó a Jesús de entre los muertos, también les dará vida a sus cuerpos
mortales, por obra de su Espíritu, que habita en ustedes. Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn
11, 25. 26
R/. Honor y gloria a ti, Señor
Jesús.
Yo soy la resurrección y la vida,
dice el Señor; el que cree en mí no morirá para siempre. R/.
EVANGELIO
Yo soy la resurrección y la vida.
Del santo Evangelio según san
Juan: 11, 1-45
En aquel tiempo, se encontraba
enfermo Lázaro, en Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. María era
la que una vez ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su
cabellera. El enfermo era su hermano Lázaro. Por eso las dos hermanas le
mandaron decir a Jesús: "Señor, el amigo a quien tanto quieres está
enfermo".
Al oír esto, Jesús dijo:
"Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria
de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella". Jesús amaba a
Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando se enteró de que Lázaro
estaba enfermo, se detuvo dos días más en el lugar en que se hallaba. Después
dijo a sus discípulos: "Vayamos otra vez a Judea". Los discípulos le
dijeron: "Maestro, hace poco que los judíos querían apedrearte, ¿y tú vas
a volver allá?" Jesús les contestó: "¿Acaso no tiene doce horas el
día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; en
cambio, el que camina de noche tropieza, porque le falta la luz".
Dijo esto y luego añadió:
"Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido; pero yo voy ahora a
despertarlo". Entonces le dijeron sus discípulos: "Señor, si duerme,
es que va a sanar". Jesús hablaba de la muerte, pero ellos creyeron que
hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les dijo abiertamente: "Lázaro
ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber estado allí, para que crean.
Ahora, vamos allá". Entonces Tomás, por sobrenombre el Gemelo, dijo a los
demás discípulos: "Vayamos también nosotros, para morir con él".
Cuando llegó Jesús, Lázaro
llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania quedaba cerca de Jerusalén, como
a unos dos kilómetros y medio, y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a
María para consolarlas por la muerte de su hermano.
Apenas oyó Marta que Jesús
llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a
Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero
aun ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas".
Jesús le dijo: "Tu hermano
resucitará". Marta respondió: "Ya sé que resucitará en la
resurrección del último día". Jesús le dijo: "Yo soy la resurrección
y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está
vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto?" Ella le
contestó: "Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de
Dios, el que tenía que venir al mundo".
Después de decir estas palabras,
fue a buscar a su hermana María y le dijo en voz baja: "Ya vino el Maestro
y te llama". Al oír esto, María se levantó en el acto y salió hacia donde
estaba Jesús, porque él no había llegado aún al pueblo, sino que estaba en el
lugar donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con María en la
casa, consolándola, viendo que ella se levantaba y salía de prisa, pensaron que
iba al sepulcro para llorar allí y la siguieron.
Cuando llegó María adonde estaba
Jesús, al verlo, se echó a sus pies y le dijo: "Señor, si hubieras estado
aquí, no habría muerto mi hermano". Jesús, al verla llorar y al ver llorar
a los judíos que la acompañaban, se conmovió hasta lo más hondo y preguntó:
"¿Dónde lo han puesto?" Le contestaron: "Ven, Señor, y lo
verás".
Jesús se puso a llorar y los
judíos comentaban: "De veras ¡cuánto lo amaba!" Algunos decían:
"¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego de nacimiento, hacer que
Lázaro no muriera?"
Jesús, profundamente conmovido
todavía, se detuvo ante el sepulcro, que era una cueva, sellada con una losa.
Entonces dijo Jesús: "Quiten la losa". Pero Marta, la hermana del que
había muerto, le replicó: "Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro
días". Le dijo Jesús: "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria
de Dios?" Entonces quitaron la piedra.
Jesús levantó los ojos a lo alto
y dijo: "Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo ya sabía que tú
siempre me escuchas; pero lo he dicho a causa de esta muchedumbre que me rodea,
para que crean que tú me has enviado". Luego gritó con voz potente:
"¡Lázaro, sal de allí!" Y salió el muerto, atados con vendas las
manos y los pies, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:
"Desátenlo, para que pueda andar".
Muchos de los judíos que habían
ido a casa de Marta y María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
CREDO de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro
Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa
María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los
muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre
Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón
de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, amados hermanos, y
pidamos la misericordia del Señor para que, compadecido de su pueblo penitente,
escuche nuestras plegarias: (R/. Escúchanos, Señor)
Para que el Redentor del mundo,
que se entregó a la muerte para vivificar a su pueblo, libere a la Iglesia de
todo mal, roguemos al Señor.
Para que el Redentor del mundo,
que oró en la cruz por quienes lo crucificaban, interceda ante el Padre por los
pecadores, roguemos al Señor.
Para que el Redentor de mundo,
que experimentó en la cruz el sufrimiento y la angustia, se compadezca de los
que sufren, les dé fortaleza y paciencia y ponga fin a sus dolores, roguemos al
Señor.
Para que el Redentor del mundo a
nosotros, sus siervos, que en estos días nos disponemos a recordar con
veneración su cruz, nos reconforte con la fuerza de su resurrección, roguemos
al Señor.
Señor Dios, gloria del hombre
viviente, que manifestaste tu compasión en las lágrimas que tu Hijo derramó
ante la tumbas de su amigo Lázaro, contempla los sufrimientos de la Iglesia,
que llora por sus hijos muertos a causa del pecado, y, con la fuerza del
Espíritu Santo, concede a los que han muerto por sus culpas la resurrección y
la vida nueva de la gracia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Escúchanos, Dios todopoderoso, y
concede a tus siervos, en quienes infundiste la sabiduría de la fe cristiana,
quedar purificados, por la eficacia de este sacrificio. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn
11, 26
Todo el que está vivo y cree en
mí, no morirá para siempre, dice el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te rogamos, Dios todopoderoso,
que podamos contarnos siempre entre los miembros de aquel cuyo Cuerpo y Sangre
acabamos de comulgar. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
Bendice, Señor, a tu pueblo, que
espera los dones de tu misericordia, y concédele recibir de tu mano generosa lo
que tú mismo lo mueves a pedir. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO
TIEMPO.- En la última encuesta sobre prácticas y creencias de los mexicanos,
realizada en 2014, aparecieron algunos datos sorprendentes en relación con la
fe en Dios y con la vida después de la muerte. Por un lado, un 90% afirma creer
en Dios y por otro, un 56% no cree que exista alguna forma de vida después de
la muerte. Dos creencias que en la realidad actual de los creyentes mexicanos,
hacen "corto circuito". La fe cristiana está asentada en la muerte y
resurrección de Jesús. Aceptar la victoria de Jesucristo crucificado sobre la
muerte es el centro de nuestra esperanza. Aunque los cristianos vivamos en una
cultura que parece cerrarse a la posibilidad de trascender a la vida plena, no
estamos exentos de documentar de manera creíble nuestra esperanza. En la medida
que seamos más libres y desapegados de las realidades materiales, más estaremos
transparentando nuestra confianza en Cristo resucitado.
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