II DOMINGO DE PASCUA
La Divina Misericordia
Domingo 23 de abril 2017
LA IGLESIA, COMUNIDAD APOSTÓLICA
El sumario que describe de manera
un tanto idealizada la vida de la comunidad cristiana primitiva de Jerusalén no
ha perdido su vigencia. Cualquier comunidad eclesial no podrá recibir tal
nombre si no se organiza en torno de esos quehaceres, que finalmente son su
esencia y su ser mismo. Efectivamente la iglesia surge de la escucha de la
predicación y la enseñanza de los apóstoles. La iglesia es apostólica. Además,
es una comunidad que celebra la fracción del pan para conmemorar el centro de
su fe, a saber, la muerte y la resurrección de Cristo. Esa comunidad confiesa
su filiación y por tanto vive en contacto permanente con Dios por medio de la
oración y la escucha de su voluntad. Esa experiencia de fe se refleja en una
intensa comunión espiritual y en una comunión de bienes, que se esfuerza
seriamente por eliminar el número de personas necesitadas, a través de la
solidaridad y la caridad.
ANTÍFONA DE ENTRADA 1 Pe 2, 2
Como niños recién nacidos,
anhelen una leche pura y espiritual que los haga crecer hacia la salvación.
Aleluya.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en
la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te
alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor
Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo
del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que
quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la
derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú
Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios
Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Dios de eterna misericordia, que
reanimas la fe de este pueblo a ti consagrado con la celebración anual de las
fiestas pascuales, aumenta en nosotros los dones de tu gracia, para que todos
comprendamos mejor la excelencia del bautismo que nos ha purificado, la
grandeza del Espíritu que nos ha regenerado y el precio de la Sangre que nos ha
redimido. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Los creyentes vivían unidos y
todo lo tenían en común.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles:
2, 42-47
En los primeros días de la
Iglesia, todos los que habían sido bautizados eran constantes en escuchar la
enseñanza de los apóstoles, en la comunión fraterna, en la fracción del pan y
en las oraciones. Toda la gente estaba llena de asombro y de temor, al ver los
milagros y prodigios que los apóstoles hacían en Jerusalén.
Todos los creyentes vivían unidos
y lo tenían todo en común. Los que eran dueños de bienes o propiedades los
vendían, y el producto era distribuido entre todos, según las necesidades de
cada uno. Diariamente se reunían en el templo, y en las casas partían el pan y
comían juntos, con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y toda la
gente los estimaba. Y el Señor aumentaba cada día el número de los que habían
de salvarse. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 117, 2-4. 13-15. 22-24
R/. La misericordia del Señor es
eterna. Aleluya.
Diga la casa de Israel: "Su
misericordia es eterna". Diga la casa de Aarón: "Su misericordia es
eterna". Digan los que temen al Señor: "Su misericordia es
eterna". R/.
Querían a empujones derribarme,
pero Dios me ayudó. El Señor es mi fuerza y mi alegría, en el Señor está mi
salvación R/.
La piedra que desecharon los
constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor,
es un milagro patente. Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de
gozo. R/.
SEGUNDA LECTURA
La resurrección de Cristo nos da
la esperanza de una vida nueva.
De la primera carta del apóstol
san Pedro: 1, 3-9
Bendito sea Dios, Padre de
nuestro Señor Jesucristo, por su gran misericordia, porque al resucitar a
Jesucristo de entre los muertos, nos concedió renacer a la esperanza de una
vida nueva, que no puede corromperse ni mancharse y que él nos tiene reservada
como herencia en el cielo. Porque ustedes tienen fe en Dios, él los protege con
su poder, para que alcancen la salvación que les tiene preparada y que él
revelará al final de los tiempos.
Por esta razón, alégrense, aun
cuando ahora tengan que sufrir un poco por adversidades de todas clases, a fin
de que su fe, sometida a la prueba, sea hallada digna de alabanza, gloria y
honor, el día de la manifestación de Cristo. Porque la fe de ustedes es más
preciosa que el oro, y el oro se acrisola por el fuego. A Cristo Jesús no lo
han visto y, sin embargo, lo aman; al creer en él ahora, sin verlo, se llenan
de una alegría radiante e indescriptible, seguros de alcanzar la salvación de
sus almas, que es la meta de la fe.
Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
SECUENCIA opcional
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado,
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la vida,
triunfante se levanta.
"¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?"
"A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortajas.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Vengan a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí verán los suyos
la gloria de la Pascua".
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor,
apiádate de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn
20, 29
R/. Aleluya, aleluya.
Tomás, tú crees porque me has
visto; dichosos los que creen sin haberme visto, dice el Señor. R/.
EVANGELIO
Ocho días después, se les
apareció Jesús.
Del santo Evangelio según san
Juan: 20, 19-31
Al anochecer del día de la
resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los
discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les
dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y
el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.
De nuevo les dijo Jesús: "La
paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío
yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el
Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y
a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar".
Tomás, uno de los Doce, a quien
llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros
discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero él les contestó:
"Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los
agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré".
Ocho días después, estaban
reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se
presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con
ustedes". Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos; acerca tu
dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino
cree". Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús
añadió: "Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber
visto".
Otros muchos signos hizo Jesús en
presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se
escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de
Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre. Palabra del Señor. Gloria
a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro
Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa
María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los
muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre
Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón
de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Llenos de gozo por la santa
resurrección del Señor, purificados nuestros sentimientos y renovado nuestro
espíritu, supliquemos al Señor, diciendo: Rey vencedor, escúchanos. R/. Rey
vencedor, escúchanos.
A Cristo que, con su gloriosa
resurrección ha vencido la muerte y ha destruido el pecado, pidámosle que todos
los cristianos sean siempre fieles a las promesas del bautismo que renovaron en
la noche santa de Pascua. R/. Rey vencedor, escúchanos.
A Cristo que, con su santa
resurrección, ha otorgado el perdón y la paz a los pecadores, supliquémosle que
quienes han regresado al camino de la vida conserven los dones que la
misericordia del Padre les ha restituido. R/. Rey vencedor, escúchanos.
A Cristo que, con su gloriosa
resurrección, ha dado al mundo la vida verdadera y ha renovado toda la
creación, pidámosle por los que, por no creer en su triunfo, viven sin
esperanza. R/. Rey vencedor, escúchanos.
A Cristo que, con su santa
resurrección, ha colmado de alegría a los pueblos y los ha enriquecido con sus
dones y ha hecho vibrar nuestros corazones, pidámosle que renueve la esperanza
de los que sufren y lloran.R/. Rey vencedor, escúchanos.
A Cristo, que, con su gloriosa
resurrección, anunció la alegría a las mujeres, y por medio de las mujeres a
los apóstoles, y por medio de los apóstoles al mundo entero, pidámosle por los
que nos hemos reunido para celebrar su triunfo. R/. Rey vencedor, escúchanos.
Señor, Dios nuestro, que en tu
gran misericordia nos has hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, por la
resurrección de Jesucristo de entre los muertos, escucha nuestra oración y
acrecienta en nosotros la fe pascual, para que, creyendo en tu Hijo, sin
haberlo visto, consigamos, como meta de nuestra fe, la salvación de nuestras
almas. Por Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina, inmortal y glorioso,
por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, las ofrendas de tu
pueblo (y de los recién bautizados), para que, renovados por la confesión de tu
nombre y por el bautismo, consigamos la felicidad eterna. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
PREFACIO I DE PASCUA
El Misterio Pascual
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca
(en esta noche) (en este día) (en este tiempo),
en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado. Porque él es el verdadero
Cordero que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y
resucitando, restauró la vida. Por eso, con esta efusión del gozo pascual, el
mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los
ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn
20, 27
Jesús dijo a Tomás: Acerca tu
mano, toca los agujeros que dejaron los clavos y no seas incrédulo, sino
creyente. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso, concédenos que
la gracia recibida en este sacramento pascual permanezca siempre en nuestra
vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Puede utilizarse la fórmula de
bendición solemne, p. 338 (602). Para despedir al pueblo se canta o se dice
"Pueden ir en paz, aleluya, aleluya." A lo cual se responde
"Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya."
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO
TIEMPO.- La Iglesia se reconoce como una comunidad de vida y de fe. Los
bautizados confesamos a un Padre amoroso, que nos ha amado de manera singular
en la persona de su Hijo Jesucristo. Para nosotros, Jesucristo no es un simple
personaje histórico ni un reformador religioso lejano a nuestra vida. Es una
persona realmente viva y próxima a nosotros. Lo conocimos gracias a la fe
testimoniada por nuestros padres, familiares y catequistas. Esa fe nos anima a
vivir confiando en Dios y por eso, nos comunicamos juntos y de manera personal
con él, por medio de la oración y la celebración de los sacramentos. Dado que
estamos conscientes que la fe cristiana tiene que dar respuesta a nuestros
interrogantes actuales, buscamos orientación y guía en la tradición apostólica,
para discernir de manera personal y comunitaria, la mejor manera de servir
cálida y eficazmente como discípulos, a nuestros hermanos.
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