miércoles, 1 de enero de 2025

SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR Ciclo C Domingo 5 de enero 2025

 



 

 

ANTÍFONA DE ENTRADA
 
Miren que ya viene el Señor todopoderoso; en su mano están el reino, la potestad y el imperio.
 
 
GLORIA
 
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
 
 
ORACIÓN COLECTA
 
Señor Dios, que en este día manifestaste a tu Unigénito a las naciones, guiándolas por la estrella, concede a los que ya te conocemos por la fe, que lleguemos a contemplar la hermosura de tu excelsa gloria. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén.
 
 
PRIMERA LECTURA
 
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 60, 1-6)
 
Levántate y resplandece, Jerusalén, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor alborea sobre ti. Mira: las tinieblas cubren la tierra y espesa niebla envuelve a los pueblos; pero sobre ti resplandece el Señor y en ti se manifiesta su gloria. Caminarán los pueblos a tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora.
 
Levanta los ojos y mira alrededor: todos se reúnen y vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces verás esto radiante de alegría; tu corazón se alegrará, y se ensanchará, cuando se vuelquen sobre ti los tesoros del mar y traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos y dromedarios, procedentes de Madián y de Efá. Vendrán todos los de Sabá trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
 
 
Salmo 71
 
R/. Que te adoren, Señor, todos los pueblos.
 
Comunica, Señor, al rey tu juicio y tu justicia, al que es hijo de reyes; así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo justamente. R/.
 
Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz, era tras era. De mar a mar se extenderá su reino y de un extremo al otro de la tierra. R/.
 
Los reyes de occidente y de las islas le ofrecerán sus dones. Ante él se postrarán todos los reyes y todas las naciones. R/.
 
Al débil librará del poderoso y ayudará al que se encuentra sin amparo; se apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al desdichado. R/.
 
 
Segunda Lectura
 
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los efesios (3, 2-3. 5-6)
 
Hermanos: Han oído hablar de la distribución de la gracia de Dios, que se me ha confiado en favor de ustedes.
 
Por revelación se me dio a conocer este misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, pero que ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: es decir, que, por el Evangelio, también los paganos son coherederos de la misma herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Jesucristo. Palabra de Dios. R/. Te alabamos, Señor.
 
 
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
 
R/. Aleluya, aleluya.
 
Hemos visto su estrella en el oriente y hemos venido a adorar al Señor. R/. Aleluya.
 
 
EVANGELIO
 
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 2, 1-12)
 
Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de Oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo”.
 
Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel”.
 
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: “Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño, y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo”.
 
Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño.
 
Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron.
 
Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
 
 
PROFESIÓN DE FE
 
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
 
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
 
 
PLEGARIA UNIVERSAL
 
Oremos a Dios con un espíritu muy abierto al mundo entero.
Después de cada petición diremos: Escúchanos, Padre.
 
Por todos los cristianos, por todos los que sentimos la alegría de creer en Jesús. Oremos.
 
Por los hombres y mujeres de buena voluntad que no han descubierto aún el gozo de la fe. Oremos.
Por los países de misión, y para que cada vez sean más los sacerdotes y religiosos, hijos de aquellas tierras. Oremos.
 
 
Por los niños y niñas que hoy viven esta fiesta llenos de alegría; por los niños y niñas que sufren la pobreza o el abandono. Oremos.
 
Por las enfermeras y enfermeros y por los enfermos a quienes atienden. Oremos.
Por cada uno de nosotros, por nuestras familias y nuestros amigos. Oremos.
 
Escucha, Padre, nuestra oración, y derrama tú Espíritu en nuestros corazones. Por Jesucristo, nuestro Señor.
 
 
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
 
Mira, Señor, con bondad los dones de tu Iglesia, que no consisten ya en oro, incienso y mirra, sino en tu mismo Hijo, Jesucristo, que, bajo las apariencias de pan y de vino, va a ofrecerse en sacrificio y a dársenos en alimento, Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
 
 
PREFACIO DE LA EPIFANÍA
 
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque hoy has revelado en Cristo, el misterio de nuestra salvación, para iluminar con su luz a todos los pueblos; ya que, al manifestarse tu Hijo en nuestra carne mortal, nos has restaurado con la gloria de su inmortalidad.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...
 
 
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Mt 2, 2)
 
Hemos visto su estrella en el oriente y venimos con regalos a adorar al Señor.
 
 
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
 
Que tu luz, Señor, nos guíe y nos acompañe siempre para que comprendamos, cada día más, este sacramento en el que hemos participado y podamos recibirlo con mayor amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
 
 
LA POSTRACIÓN DE LOS REYES MAGOS ES EL SIGNO DE QUIENES DEJAN DE LADO SUS IDEAS Y DAN ESPACIO A DIOS (ÁNGELUS DEL 6 DE ENERO DE 2022)
 
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días, buena fiesta!
 
Hoy, solemnidad de la Epifanía, contemplamos el episodio de los magos, que emprenden un largo y extenuante viaje para ir a adorar al «Rey de los judíos». Los guía el signo prodigioso de una estrella, y cuando al final llegaron a la meta, en lugar de encontrar algo prodigioso, ven a un niño con su madre. Podrían haber protestado: “¿Todo un largo camino y tantos sacrificios para ver a un niño pobre?”.
 
Y, sin embargo, no se escandalizan y no se sienten defraudados. No se quejan. ¿Qué hacen? Se postran.
 
«Entraron en la casa —dice el Evangelio—; vieron al niño con su madre María y, postrándose, le adoraron».
 
¡Pensemos en estos sabios que llegan de lejos, ricos, cultos y famosos, y se postran, es decir, se inclinan hasta el suelo para adorar a un niño! Parece una contradicción. Sorprende este gesto tan humilde de hombres tan ilustres. Postrarse ante una autoridad que se presentaba con los signos del poder y la gloria era normal en aquellos tiempos. E incluso hoy no sería extraño. Pero frente al Niño de Belén no es fácil. No es fácil adorar a este Dios, cuya divinidad permanece oculta y no parece triunfante. Significa acoger la grandeza de Dios, que se manifiesta en la pequeñez: este es el mensaje. Los magos se rebajan ante la inaudita lógica de Dios, acogen al Señor no como lo imaginaban, sino como es, pequeño y pobre.
 
Su postración es el signo de quienes dejan de lado sus ideas y dan espacio a Dios. Se requiere humildad para hacer esto.
 
El Evangelio insiste en esto: no dice solamente que los magos adoraron, subraya que se postraron y adoraron. Tomemos esta indicación: la adoración va junto con la postración. Al hacer este gesto, los magos demuestran que acogen con humildad a Aquel que se presenta en la humildad. Y así se abren a la adoración de Dios. Los cofres que abren son imagen de su corazón abierto: su verdadera riqueza no consiste en la fama y el éxito, sino en la humildad, en el hecho de considerarse necesitados de salvación. Y así es el ejemplo que nos dan los magos, hoy.
 
Queridos hermanos y hermanas, si en la base de todo nos ponemos siempre a nosotros con nuestras ideas y presumimos de tener algo de qué jactarnos ante Dios, nunca lo encontraremos plenamente, no llegaremos a adorarlo. Si no caen nuestras pretensiones y vanidades, nuestro pundonor y deseo de sobresalir, es posible que acabemos adorando a alguien o algo en la vida, ¡pero no será al Señor! Si, por el contrario, abandonamos nuestra pretensión de autosuficiencia, si nos hacemos pequeños por dentro, redescubriremos el asombro de adorar a Jesús. Porque la adoración pasa por la humildad de corazón: quien tiene el afán de adelantar, no nota la presencia del Señor. Jesús pasa cerca y es ignorado, como les sucedió a muchos en aquel tiempo, pero no a los magos.
 
Hermanos y hermanas, fijándonos en ellos, hoy nos preguntamos: ¿cómo está mi humildad? ¿Estoy convencido de que el orgullo impide mi progreso espiritual? Ese orgullo, manifiesto u oculto, que cubre siempre el impulso hacia Dios. ¿Trabajo sobre mi docilidad, para estar disponible para Dios y los demás, o estoy siempre centrado en mí mismo, en mis exigencias, con ese egoísmo oculto que es la soberbia? ¿Sé dejar de lado mi punto de vista para abrazar el de Dios y el de los demás? Y finalmente, ¿rezo y adoro solo cuando necesito algo, o lo hago constantemente porque creo que siempre necesito a Jesús? Los magos comenzaron el camino mirando una estrella y hallaron a Jesús. Caminaron mucho. Hoy podemos seguir este consejo: mira la estrella y camina. Nunca dejes de caminar, pero no olvides mirar la estrella. Este es el consejo de hoy, fuerte: mira la estrella y camina, mira la estrella y camina.
 
Que la Virgen María, sierva del Señor, nos enseñe a redescubrir la necesidad vital de la humildad y el ardiente deseo de la adoración. Nos enseñe a mirar la estrella y a caminar.
 
Y os deseo a todos una feliz fiesta. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.    Papa Francisco
 
 

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