La festividad de La Virgen María, Madre de Dios, que celebramos el 1 de Enero está destinada a celebrar la parte que tuvo la Madre santa, por la cual merecimos recibir al Autor de la vida.
“Según el plan de Dios, en María todo está referido a Cristo y todo depende de él. Su existencia entera es una plena comunión con su Hijo. Ella dio su sí a ese designio de amor. Libremente lo aceptó en la anunciación y fue fiel a su palabra hasta el martirio del Gólgota. Fue la fiel acompañante de Señor en todos sus caminos. La maternidad divina la llevó a una entrega total. Fue un don generoso, lúcido y permanente. Anudó una historia de amor a Cristo íntima y santa, única que culmina en la gloria” (Puebla 292)
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