DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo B
Domingo 8 de noviembre 2015
LA VIUDA DE SAREPTA
La viuda que recibe la visita del profeta Elías es una mujer de
Fenicia, que sufre como todos los campesinos del relato, la escasez de víveres
luego de una prolongada sequía. La mujer no se identifica con Elías, porque no
reconoce como suyo al Dios de Israel. No obstante, atiende sin chistar las
órdenes del profeta, pasando por encima del bienestar de su familia. La mujer
encarna una nobleza de espíritu y una generosidad que solemos encontrar en la
gente más pobre. En las situaciones de carencia extrema se las personas
mezquinas exhiben su egoísmo. La viuda de Sarepta es generosa con un israelita
desconocido. Nobleza extrema, si la comparamos con la limosna generosa que la
viuda del Evangelio ofrece agradecida al Dios que la ha socorrido toda la vida.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 87, 3
Que llegue hasta ti mi súplica, Señor, inclina tu oído a mi clamor.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor,
Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado
del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende
nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de
nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males,
para que, con el alma y el cuerpo bien dispuestos, podamos con libertad de
espíritu cumplir lo que es de tu agrado. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Con el puñado de harina la viuda hizo un panecillo y se lo llevó a
Elías.
Del primer libro de los Reyes: 17, 10-16
En aquel tiempo, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta. Al
llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí a una viuda que recogía leña. La
llamó y le dijo: "Tráeme, por favor, un poco de agua para beber".
Cuando ella se alejaba, el profeta le gritó: "Por favor, tráeme también un
poco de pan". Ella le respondió: "Te juro por el Señor, tu Dios, que
no me queda ni un pedazo de pan; tan sólo me queda un puñado de harina en la
tinaja y un poco de aceite en la vasija. Ya ves que estaba recogiendo unos
cuantos leños. Voy a preparar un pan para mí y para mi hijo. Nos lo comeremos y
luego moriremos".
Elías le dijo: "No temas. Anda y prepáralo como has dicho; pero
primero haz un panecillo para mí y tráemelo. Después lo harás para ti y para tu
hijo, porque así dice el Señor Dios de Israel: 'La tinaja de harina no se
vaciará, la vasija de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe
la lluvia sobre la tierra' ".
Entonces ella se fue, hizo lo que el profeta le había dicho y comieron
él, ella y el niño. Y tal como había dicho el Señor por medio de Elías, a partir
de ese momento, ni la tinaja de harina se vació, ni la vasija de aceite se
agotó. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 145,6c-7. 8-9°. 9bc-10
R/. El Señor siempre es fiel a su palabra.
El Señor siempre es fiel a su palabra, y es quien hace justicia al
oprimido; Él proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo. R/.
Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado. Ama el Señor
al hombre justo y toma al forastero a su cuidado. R/.
A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo.
Reina el Señor eternamente. Reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos. R/.
SEGUNDA LECTURA
Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos.
De la carta a los hebreos: 9, 24-28
Hermanos: Cristo no entró en el santuario de la antigua alianza,
construido por mano de hombres y que sólo era figura del verdadero, sino en el
cielo mismo, para estar ahora en la presencia de Dios, intercediendo por
nosotros.
En la antigua alianza, el sumo sacerdote entraba cada año en el
santuario para ofrecer una sangre que no era la suya; pero Cristo no tuvo que
ofrecerse una y otra vez a sí mismo en sacrificio, porque en tal caso habría
tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo. De hecho, Él se
manifestó una sola vez, en el momento culminante de la historia, para destruir
el pecado con el sacrificio de sí mismo.
Así como está determinado que los hombres mueran una sola vez y que
después de la muerte venga el juicio, así también Cristo se ofreció una sola
vez para quitar los pecados de todos. Al final se manifestará por segunda vez,
pero ya no para quitar el pecado, sino para salvación de aquellos que lo
aguardan y en El tienen puesta su esperanza. Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 5, 3
R/. Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los
cielos. R/.
EVANGELIO
Esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos.
Del santo Evangelio según san Marcos: 12, 38-44
En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y le decía:
"¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y
recibir reverencias en las calles; buscan los asientos de honor en las
sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; se echan sobre los bienes de
las viudas haciendo ostentación de largos rezos. Éstos recibirán un castigo muy
riguroso".
En una ocasión Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo,
mirando cómo la gente echaba allí sus monedas. Muchos ricos daban en abundancia.
En esto, se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor.
Llamando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: "Yo les aseguro que
esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos. Porque los demás han
echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza, ha echado todo lo que
tenía para vivir".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios,
Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se
encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue
crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al
tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha
del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su
reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que
procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma
adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es
una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el
perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo
futuro.
Amén.
ORACIÓN UNIVERSAL
SAC.: Oremos, hermanos, por todos los hombres y por sus necesidades,
para que nunca falte a nadie la ayuda de nuestra caridad:
TODOS: Escúchanos, Padre.
1. Para que la Iglesia viva en paz, crezca constantemente, se extienda
por todo el mundo y persevere con alegría en la presencia del Señor, confortada
por el Espíritu Santo, roguemos al Señor.
2. Para que el Señor conceda a los que gobiernan el espíritu de
sabiduría y de prudencia, a fin de que rijan a sus pueblos pensando en la paz
común y en el bien y la prosperidad de sus súbditos, roguemos al Señor.
3. Para que Dios Padre libere al mundo de toda falsedad, hambre y
miseria, y auxilie a los perseguidos, a los encarcelados y a los que son
tratados injustamente, roguemos al Señor.
4. Para que todos nosotros realicemos nuestro trabajo con espíritu
cristiano y consigamos frutos abundantes por nuestras obras, roguemos al Señor.
Intenciones de la Iglesia local
SAC.: Señor Dios, que sustentas al huérfano y a la viuda, haces
justicia a los oprimidos y das pan a los hambrientos, escucha las súplicas de
tu pueblo, que confía en tu amor, no permitas que a nadie le falte nunca ni la
libertad ni el pan, y haz que todos aprendamos a ayudar a los necesitados, a
ejemplo de tu Hijo, que se entregó libremente para salvar a todos. Él, que vive
y reina por los siglos de los siglos.
TODOS: Amén.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, mira con bondad este sacrificio, y concédenos alcanzar los
frutos de la pasión de tu Hijo, que ahora celebramos sacramentalmente. Él, que
vive y reina por los siglos de los siglos.
Prefacio dominical.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 22, 1-2
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace
recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Alimentados con estos sagrados dones, te damos gracias, Señor, e
imploramos tu misericordia, para que, por la efusión de tu Espíritu, cuya
eficacia celestial recibimos, nos concedas perseverar en la gracia de la
verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Sabiendo que prácticamente dos de
cada tres mexicanos disponen de recursos insuficientes para satisfacer sus
necesidades, no podemos darle la vuelta a la página de estos relatos, cuyos
protagonistas son mujeres viudas y pobres. Aun cuando los pobres suelen
desarrollar redes de solidaridad para paliar los efectos de la pobreza, también
cabe resaltar que esa misma pobreza les ha cerrado las puertas a la salud y los
ha encajonado en las llamadas enfermedades de la pobreza (tuberculosis,
diarrea, enfermedades respiratorias, talla y peso bajos al nacer, etc.). Todo
ese malestar social disminuiría con alimentación adecuada, acceso al agua
potable y servicios de salud. No hay que olvidar que estos males sociales
serían remediables si nuestra sociedad eliminara la desbordante corrupción. La
ejemplar solidaridad que muestran los pobres con sus iguales, no ha
desaparecido. Es un desafío para quienes disponemos de fe en Jesús y de mayor
bienestar.
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