DOMINGO
IV DE CUARESMA Ciclo C
Domingo
6 de marzo 2016
NO
TENIA QUE VER CON EL PECADO
La
brevísima narración del libro de Josué refiere el comienzo de la Pascua, fiesta
de la libertad, del pueblo reconciliado que vive tranquilo, sabiendo que
quienes amenazaban su libertad han quedado vencidos. La lectura cristiana que hace
el apóstol san Pablo de la vida y muerte del Señor Jesús enfatiza su misión al
servicio de la reconciliación. Las amnistías decretadas por los gobernantes
eran una cancelación de los delitos, especialmente los de tipo político. Jesús
que no era responsable de delito alguno, entregó su vida como rescate por
nuestro sobregiro egoísta y nuestra inmoralidad. Todo lo que enseñó con
parábolas tan hermosas, como la oveja perdida y el hijo pródigo, también lo
hizo vida en su experiencia pascual. Aunque experimentó dificultades y luchas
en las horas previas a la pasión, decidió entregarse como expresión del amor
esperanzado y generoso del Padre. Jesús se entrega sin reservas, porque había
sido amado de la misma manera por su Padre.
ANTÍFONA
DE ENTRADA Cfr. Is 66, 10-11
Alégrate,
Jerusalén, y que se reúnan cuantos te aman. Compartan su alegría los que
estaban tristes, vengan a saciarse con su felicidad.
No
se dice Gloria.
ORACIÓN
COLECTA
Señor
Dios, que por tu Palabra realizas admirablemente la reconciliación del género
humano, concede al pueblo cristiano prepararse con generosa entrega y fe viva a
celebrar las próximas fiestas de la Pascua. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA
DE LA PALABRA
PRIMERA
LECTURA
El
pueblo de Dios celebró la Pascua al entrar en la tierra prometida.
Del
libro de Josué: 5, 9. 10-12
En
aquellos días, el Señor dijo a Josué: "Hoy he quitado de encima de ustedes
el oprobio de Egipto".
Los
israelitas acamparon en Guilgal, donde celebraron la Pascua, al atardecer del
día catorce del mes, en la llanura desértica de Jericó. El día siguiente a la
Pascua, comieron del fruto de la tierra, panes ázimos y granos de trigo
tostados. A partir de aquel día, cesó el maná. Los israelitas ya no volvieron a
tener maná, y desde aquel año comieron de los frutos que producía la tierra de
Canaán. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL
Del
salmo 33, 3-4. 18-19. 20-21ab.
R/.
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Bendeciré
al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso
del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo. R/.
Proclamemos
la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando acudí al Señor,
me hizo caso y me libró de todos mis temores. R/.
Confía
en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado, porque el
Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias. R/.
SEGUNDA
LECTURA
Dios
nos reconcilió consigo por medio de Cristo.
De
la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios: 5, 17-21
Hermanos:
El que vive según Cristo es una creatura nueva; para él todo lo viejo ha
pasado. Ya todo es nuevo.
Todo
esto proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y que nos
confirió el ministerio de la reconciliación. Porque, efectivamente, en Cristo,
Dios reconcilió al mundo consigo y renunció a tomar en cuenta los pecados de
los hombres, y a nosotros nos confió el mensaje de la reconciliación. Por eso,
nosotros somos embajadores de Cristo, y por nuestro medio, es como si Dios
mismo los exhortara a ustedes. En nombre de Cristo les pedimos que se dejen
reconciliar con Dios.
Al
que nunca cometió pecado, Dios lo hizo "pecado" por nosotros, para
que, unidos a él, recibamos la salvación de Dios y nos volvamos justos y
santos. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN
ANTES DEL EVANGELIO Lc 15, 18
R/.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Me
levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti. R/.
EVANGELIO
Tu
hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida.
Del
santo Evangelio según san Lucas: 15, 1-3. 11-32
En
aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para
escucharlo. Por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí:
"Éste recibe a los pecadores y come con ellos".
Jesús
les dijo entonces esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos, y el menor de
ellos le dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de la herencia que me toca'. Y
él les repartió los bienes.
No
muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país
lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de
malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a
pasar necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país,
el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las
bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera.
Se
puso entonces a reflexionar y se dijo: ¡Cuántos trabajadores en casa de mi
padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me
levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus
trabajadores'.
Enseguida
se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su
padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los
brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: 'Padre, he pecado
contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo'.
Pero
el padre les dijo a sus criados: ¡Pronto!, traigan la túnica más rica y
vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el
becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío
estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado'. Y
empezó el banquete.
El
hijo mayor estaba en el campo y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la
música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué
pasaba. Éste le contestó: 'Tu hermano ha regresado y tu padre mandó matar el
becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo'. El hermano mayor se enojó y
no quería entrar.
Salió
entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: ¡Hace tanto tiempo
que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca
ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo,
que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro
gordo'.
El
padre repuso: 'Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era
necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y
ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado' ".
Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN
DE FE
Creo
en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en
Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia
del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de
Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado
a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a
vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la
comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y
la vida eterna.
Amén
PLEGARIA
UNIVERSAL
Oremos,
hermanos, al Señor, que no desea la muerte del pecador, sino que se convierta y
viva, y pidámosle que tenga misericordia de su pueblo penitente: (R/.
Escúchanos, Señor.)
Para
que Dios aumente la fe y fortalezca la voluntad de los que se preparan a
recibir en estos días cuaresmales el sacramento de la penitencia y les conceda
un verdadero arrepentimiento de sus culpas, roguemos al Señor. R/.
Para
que el Señor abra la inteligencia y el corazón de los incrédulos, de manera que
lleguen al conocimiento de la verdad, y en la fe encuentren aquel descanso que
tanto desea su corazón, roguemos al Señor. R/.
Para
que Dios conceda su ayuda a los enfermos, a los pobres, a los que se sienten
tentados y a todos aquellos que con su sufrimiento participan de la cruz de
Cristo, roguemos al Señor. R/.
Para
que todos nosotros perseveremos en el esfuerzo cuaresmal y lleguemos,
purificados e iluminados, a las fiestas de Pascua que se acercan, roguemos al
Señor. R/.
Dios
rico en misericordia, que acoges con el abrazo del perdón a tus hijos que,
arrepentido, retornan a ti, escucha nuestras oraciones, perdona nuestras culpas
y revístenos con vestiduras de fiesta, para que podamos participar en el
banquete pascual. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Te
presentamos, Señor, llenos de alegría, estas ofrendas para el sacrificio y
pedimos tu ayuda para celebrarlo con fe sincera y ofrecerlo dignamente por la
salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
II de Cuaresma
El
espíritu de penitencia cuaresmal
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte
gracias y alabarte, siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno. Porque misteriosamente estableciste este tiempo especial
de gracia para que tus hijos busquen de nuevo la pureza del corazón y así,
libres de todo afecto desordenado, de tal manera se apliquen a las realidades
transitorias, que más bien pongan su corazón en las que duran para siempre. Por
eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos
sin cesar el himno de tu gloria:
Santo,
Santo, Santo...
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN Lc 15, 32
Alégrate,
hijo mío, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido
y lo hemos encontrado.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor
Dios, luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo, ilumina nuestros
corazones con el resplandor de tu gracia, para que podamos siempre pensar lo
que es digno y grato a tus ojos y amarte con sincero corazón. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ORACIÓN
SOBRE EL PUEBLO
Protege,
Señor, a quienes te invocan, ayuda a los débiles y reaviva siempre con tu luz a
quienes caminan en medio de las tinieblas de la muerte; concédeles que,
liberados por tu bondad de todos los males, alcancen los bienes supremos. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
UNA
REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Como atinadamente afirma san Pablo en la carta
a los Romanos: "con dificultad se dejaría uno matar por una causa justa...
sin embargo el Mesías murió por nosotros cuando éramos pecadores". Esta no
es una moraleja edificante inventada por un fabricante de leyendas. Tampoco es
la práctica común de una sociedad que ha olvidado el sentido de la gratuidad y
la donación. Pero sí es la clave de lectura para comprender la vida entera del
Señor Jesús. Darse o dar la propia vida es un camino de realización personal.
El padre del hijo pródigo encuentra la alegría profunda cuando dona sin
condiciones la nueva vida, la de hijo, al que por propia decisión había querido
vivir en condición de excluido. El rostro misericordioso de Dios necesita
manifestarse de forma más patente en las actitudes de todos los bautizados. La
rudeza de los violentos nos deshumaniza más. Es imprescindible confrontar esa
dinámica violenta con una espiritualidad de la paz y la reconciliación en
nuestras familias y comunidades.
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