DOMINGO XIV DEL TIEMPO
ORDINARIO Ciclo A
Domingo 9 de julio 2017
BENDITO SEAS PADRE
Entre la profecía de Zacarías y
la oferta que Jesús nos hace para cargar su yugo, existe una línea de
continuidad. El rey que presenta el profeta es inusual porque no dispone de
toda la parafernalia de ejércitos, cortesanos y servidumbre, que solían llevar
consigo los monarcas antiguos. Desentona deliberadamente porque se transporta
en un borrico, animal más que modesto para las pretensiones de los monarcas
absolutistas del antiguo Oriente. Sin necesidad de recurrir a la violencia y la
fuerza se hace con la victoria. Precisamente, en un borrico prestado decide
ingresar el Señor Jesús a Jerusalén para manifestar que su realeza es
alternativa. Efectivamente Jesús no se impone por la fuerza, no echa encima de
nadie un manojo de normas y exigencias; antes bien, invita y propone. Quien se
decida a vivir con la plenitud que él vivió, lo hará por propia decisión. Esa
libertad de elección es la que nos torna llevadero el yugo del Evangelio.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 47, 10-11
Meditamos, Señor, los dones de tu
amor, en medio de tu templo. Tu alabanza llega hasta los confines de la tierra
como tu fama. Tu diestra está llena de justicia.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en
la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te
alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor
Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo
del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que
quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la
derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú
Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios
Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que por medio de la
humillación de tu Hijo reconstruiste el mundo derrumbado, concede a tus fieles
una santa alegría, para que, a quienes rescataste de la esclavitud del pecado,
nos hagas disfrutar del gozo que no tiene fin. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Mira a tu rey que viene humilde
hacia ti.
Del libro del profeta Zacarías:
9, 9-10
Esto dice el Señor:
"Alégrate sobremanera, hija de Sión; da gritos de júbilo, hija de
Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti, justo y victorioso, humilde y montado
en un burrito.
Él hará desaparecer de la tierra
de Efraín los carros de guerra, y de Jerusalén, los caballos de combate.
Romperá el arco del guerrero y anunciará la paz a las naciones. Su poder se
extenderá de mar a mar y desde el gran río hasta los últimos rincones de la
tierra".
Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 144, 1-2. 8-9. 10-11.
13 cd-14.
R/. Acuérdate, Señor, de tu
misericordia.
Dios y rey mío, yo te alabaré,
bendeciré tu nombre siempre y para siempre. Un día tras otro bendeciré tu
nombre, y no cesará mi boca de alabarte. R/.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos
y su amor se extiende a todas sus creaturas. R/.
El Señor es siempre fiel a sus
palabras, y lleno de bondad en sus acciones. Da su apoyo el Señor al que
tropieza y al agobiado alivia. R/.
Que te alaben, Señor, todas tus
obras, y que todos tus fieles te bendigan. Que proclamen la gloria de tu reino
y den a conocer tus maravillas. R/.
SEGUNDA LECTURA
Si con la ayuda del Espíritu dan
muerte a los bajos deseos del cuerpo, vivirán.
De la carta del apóstol san Pablo
a los romanos: 8, 9. 11-13
Hermanos: Ustedes no viven
conforme al desorden egoísta del hombre, sino conforme al Espíritu, puesto que
el Espíritu de Dios habita verdaderamente en ustedes. Quien no tiene el Espíritu
de Cristo, no es de Cristo. Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de
entre los muertos, habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús
de entre los muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por obra de
su Espíritu, que habita en ustedes.
Por lo tanto, hermanos, no
estamos sujetos al desorden egoísta del hombre, para hacer de ese desorden
nuestra regla de conducta. Pues si ustedes viven de ese modo, ciertamente serán
destruidos. Por el contrario, si con la ayuda del Espíritu destruyen sus malas
acciones, entonces vivirán. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
Cfr. Mt 11, 25
R/. Aleluya, aleluya.
Yo te alabo, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente
sencilla. R/.
EVANGELIO
Soy manso y humilde de corazón.
Del santo Evangelio según san
Mateo: 11, 25-30
En aquel tiempo, Jesús exclamó:
"¡Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido
estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla!
Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien. El Padre ha puesto todas las
cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre
sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí, todos los que están
fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes
y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso,
porque mi yugo es suave y mi carga, ligera. Palabra del Señor. Gloria a ti,
Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO NICENO CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre
Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo
invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del
Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de
Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por
quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación
bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y
se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio
Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las
Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo
en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por
los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la
resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Pidamos, hermanos, al Señor que
escuche nuestras súplicas y acoja nuestras peticiones. Digamos confiadamente:
Te rogamos, Señor. (R/. Te rogamos, Señor.)
Oremos a Dios por el Papa
Francisco, por nuestro obispo N., y por todos aquellos a los que se han
confiado nuestras almas; que nuestro Señor les dé la fuerza y sabiduría para
dirigir y gobernar santamente las comunidades que les han sido encomendadas y
puedan así dar buena cuenta cuando se les pida. Roguemos al Señor.
Oremos también para que Dios nos
conceda la paz; que él, que es la verdadera paz y el origen de toda concordia,
transmita la paz del cielo a la tierra, la paz espiritual para nuestras almas y
la paz temporal para nuestros días. Roguemos al Señor.
Pidamos por los que se esfuerzan
en seguir las sendas del Evangelio, para que nuestro Señor los mantenga en este
santo propósito hasta el fin de sus días; oremos también por los que viven en
pecado, para que nuestro Señor les dé la gracia de convertirse, hacer
penitencia y purificarse en el sacramento del perdón y alcanzar así la
salvación eterna. Roguemos al Señor.
Oremos, finalmente, a Dios
nuestro Señor por los fieles difuntos, que han salido ya de este mundo,
especialmente por nuestros familiares, amigos y bienhechores, para que el
Señor, por su gran misericordia, los reciba en su gloria y los coloque entre
los santos y elegidos. Roguemos al Señor.
Señor Dios, que has revelado a
los sencillo las riquezas de tu reino, escucha nuestras oraciones y haz que,
como discípulos de tu Hijo, llevemos con él el yugo suave de la cruz y
anunciemos a los hermanos el descanso eterno que sólo se encuentra en ti. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
La oblación que te ofrecemos,
Señor, nos purifique, y nos haga participar, de día en día, de la vida del
reino glorioso. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
El Misterio Pascual y el Pueblo
de Dios
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo Señor
nuestro. Quien, por su Misterio Pascual, realizó la obra maravillosa de
llamamos de la esclavitud del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe
elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de tu propiedad, para que,
trasladados por ti de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el
mundo tus maravillas. Por eso con los ángeles y los arcángeles y con todos los
coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra
de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre
del Señor. Hosanna en el cielo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 33,9
Prueben y vean qué bueno es el
Señor; dichoso quien se acoge a él.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que nos has colmado con
tantas gracias, concédenos alcanzar los dones de la salvación y que nunca
dejemos de alabarte. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Quien afirme
que vivir a plenitud el Evangelio de Jesús es cosa fácil no sabe lo que dice.
Jesús se desentendió de la preocupación desmedida de su propio beneficio y se
ocupó de atender y acoger a los necesitados sin pedir nada a cambio. Vivió la
gratuidad y la compasión a plenitud. No lo hizo para llamar la atención ni para
volverse popular, sino de manera auténtica, porque así había aprendido a amar,
porque así lo había amado el Padre. El llamado "yugo ligero" del
Evangelio no es un exceso verbal, por más que lo parezca. Quien ha sido tratado
con amor, acrecienta su capacidad de amar. Por eso mismo no considera que amar,
sin segundas intenciones, sea una obligación. Para el Señor Jesús no hace falta
vivir abrumado con un sinfín de normas morales y jurídicas, basta con
experimentar el amor del Padre y dejarse potenciar por ese am
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