¿A QUIÉN IREMOS?
Jos 24, 1-2.15-17.18; Sal 33; Ef
5, 21-32; Jn 6, 55. 60-69
El Mesías y los suyos, forman una
comunidad dedicada, sin reservas, al bien de los demás. Esta dedicación
requiere, no sólo dar bienes, sino darse a sí mismo. Semejante entrega resulta
insoportable para los discípulos y protestan contra estas exigencias. Las
consideran excesivas. Por si fuera poco, interpretan su anunciada muerte como
un fracaso y se niegan a seguirlo. Jesús se da perfecta cuenta de lo que
sucede. Esos discípulos, lo esperan todo de un triunfo. Jesús, quiere hacerles
comprender que una muerte, como la suya, no significa un final, que no es un
fracaso, sino la máxima expresión del amor, única fuerza y agente de vida.
Precisamente, cuando se anticipa que todos los discípulos iban a abandonar a
Jesús, Simón Pedro aprovecha su impetuosidad acostumbrada y afirma que no tiene
ninguna intención de irse. ¿A quién iremos?
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 85,
1-3
Inclina tu oído, Señor, y
escúchame. Salva a tu siervo, que confía en ti. Ten piedad de mí, Dios mío,
pues sin cesar te invoco.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en
la tierra paz a quienes ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te
bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey
celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo
del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que
quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la
derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú
Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios
Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de tus fieles, impulsa a tu pueblo a amar lo que mandas y a desear lo que prometes, para que, en medio de la inestabilidad del mundo, estén firmemente anclados nuestros corazones donde se halla la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo ...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Serviremos al Señor, porque él es
nuestro Dios.
Del libro de Josué: 24,
1-2.15-17.18
En aquellos días, Josué convocó
en Siquem a todas las tribus de Israel y reunió a los ancianos, a los jueces, a
los jefes y a los escribas. Cuando todos estuvieron en presencia del Señor,
Josué le dijo al pueblo: "Si no les agrada servir al Señor, digan aquí y
ahora a quién quieren servir: ¿a los dioses a los que sirvieron sus antepasados
al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país
ustedes habitan? En cuanto a mí toca, mi familia y yo serviremos al
Señor".
El pueblo respondió: "Lejos
de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses, porque el Señor es
nuestro Dios; él fue quien nos sacó de la esclavitud de Egipto, el que hizo
ante nosotros grandes prodigios, nos protegió por todo el camino que recorrimos
y en los pueblos por donde pasamos. Así pues, también nosotros serviremos al
Señor, porque él es nuestro Dios". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 33, 2-3. 16-17. 18-19.
20-21. 22-23.
R/. Haz la prueba y verás qué
bueno es el Señor.
Bendeciré al Señor a todas horas,
no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor, que se alegre
su pueblo al escucharlo. R/.
Los ojos del Señor cuidan al
justo, y a su clamor están atentos sus oídos. Contra el malvado, en cambio,
está el Señor, para borrar de la tierra su recuerdo. R/.
Escucha el Señor al hombre justo
y lo libra de todas sus congojas. El Señor no está lejos de sus fieles y
levanta a las almas abatidas. R/.
Muchas tribulaciones pasa el justo,
pero de todas ellas Dios lo libra. Por los huesos del justo vela Dios, sin
dejar que ninguno se le quiebre. Salva el Señor la vida de sus siervos; no
morirán quienes en él esperan. R/.
SEGUNDA LECTURA
Este es un gran misterio, y yo lo
refiero a Cristo y a la Iglesia.
De la carta del apóstol san Pablo
a los efesios: 5,21-32
Hermanos: Respétense unos a
otros, por reverencia a Cristo: que las mujeres respeten a sus maridos, como si
se tratara del Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es
cabeza y salvador de la Iglesia, que es su cuerpo. Por lo tanto, así como la
Iglesia es dócil a Cristo, así también las mujeres sean dóciles a sus maridos
en todo.
Maridos, amen a sus esposas como
Cristo amó a su Iglesia y se entregó por ella para santificarla, purificándola
con el agua y la palabra, pues él quería presentársela a sí mismo toda
resplandeciente, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino santa e
inmaculada.
Así los maridos deben amar a sus
esposas, como cuerpos suyos que son. El que ama a su esposa se ama a sí mismo,
pues nadie jamás ha odiado a su propio cuerpo, sino que le da alimento y calor,
como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. Por eso
abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los
dos una sola cosa. Este es un gran misterio, y yo lo refiero a Cristo y a la
Iglesia. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
Cfr. Jn 6, 63.68
R/. Aleluya, aleluya.
Tus palabras, Señor, son espíritu
y vida. Tú tienes palabras de vida eterna. R/.
EVANGELIO
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes
palabras de vida eterna
Del santo Evangelio según san
Juan: 6, 55. 60-69
En aquel tiempo, Jesús dijo a los
judíos: "Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera
bebida". Al oír sus palabras, muchos discípulos de Jesús dijeron:
"Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?".
Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban, les dijo: "¿Esto
los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba
antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha. Las
palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de
ustedes no creen". (En efecto, Jesús sabía desde el principio quiénes no
creían y quién lo habría de traicionar). Después añadió: "Por eso les he
dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede".
Desde entonces, muchos de sus
discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús
les dijo a los Doce: "¿También ustedes quieren dejarme?". Simón Pedro
le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna;
y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios". Palabra del
Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Pidamos, hermanos, al Señor que
venga en nuestro auxilio y, por el honor de su nombre, escuche nuestra oración.
Digamos con fe y devoción: Te rogamos, Señor.
(R/. Te rogamos, Señor.)
Para que el Señor, en su infinita
bondad, se acuerde del Santo Padre, el Papa N., de nuestro obispo N., y de
todos los demás obispos, que anuncian la palabra de Dios; para que bendiga a
los sacerdotes y diáconos y, en su gran misericordia, se acuerde de todos los
fieles que aman a Jesucristo, roguemos al Señor.
Para que Dios conceda a los que
trabajan la tierra lluvias oportuna y buenas cosechas, dé sabiduría a los
investigadores, acierto a los que enseñan, docilidad y constancia a los que
estudian y otorgue a todos aquellos que necesitan en cada momento, roguemos al
Señor.
Para que el Señor infunda en el
corazón de los pecadores un vivo y sincero arrepentimiento de sus culpas, les
conceda el perdón de sus pecados y les dé fuerza para no recaer en el mal, a
fin de que donde creció el pecado, más desbordante sea la misericordia divina,
roguemos al Señor.
Para que el Señor conceda sus
dones a nuestros familiares, amigos, bienhechores y a todos aquellos que
queremos recordar; para que, a cambio de las riquezas que nos han dado, obtengan
las riquezas inmortales y, en lugar de los bienes temporales, alcancen los
bienes eternos, roguemos al Señor.
Señor Dios, que, por medio de
Cristo, el Verbo eterno, nos has hecho descubrir tu amor, escucha nuestras
oraciones e ilumina a tus fieles con la luz del Espíritu Santo, para que nada
nos aleje de Cristo, el único que tiene palabras de vida eterna, y vive y reina
por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, que con un mismo y único
sacrificio adquiriste para ti un pueblo de adopción, concede, propicio, a tu
Iglesia, los dones de la unidad y de la paz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
Nuestra Humanidad salvada por la
humanidad de Cristo
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor,
Padre santo, Dios poderoso y eterno. Porque reconocemos como la obra de tu
poder admirable no sólo haber socorrido nuestra débil naturaleza con la fuerza
de tu divinidad, sino también el haber previsto el remedio de nuestra misma
naturaleza mortal, y así con lo que fue la causa de nuestra ruina, con eso
mismo nos diste la salvación, por Cristo, Señor nuestro. Por Él, los ángeles
cantan con júbilo eterno y nosotros nos unimos a sus voces, cantando
humildemente tu alabanza
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Prefacio para los domingos del
Tiempo Ordinario.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal
103, 13-15
La tierra está llena, Señor, de
dones tuyos: el pan que sale de la tierra y el vino que alegra el corazón del
hombre.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Señor, que la obra
salvadora de tu misericordia fructifique plenamente en nosotros, y haz que, con
la ayuda continua de tu gracia, de tal manera tendamos a la perfección, que
podamos siempre agradarte en todo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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