LA RIQUEZA INFINITA DEL ESPIRITU
(Misa del día) Hech 2, 1-11; Sal 103; 1 Cor 12, 3-7.12-13; Jn 20,19-23
Las lecturas bíblicas de esta gran fiesta litúrgica proclaman la
riqueza infinita del Espíritu. En Hechos, Lucas entrelaza una tapicería de
imágenes: el viento, el fuego, y las lenguas, para simbolizar la fuerza y el
vigor que el Espíritu otorga a la evangelización. En la Primera carta a los
corintios, Pablo se dirige a los carismas que el Espíritu suscita en la Iglesia
y que deben dar origen no a las divisiones y los celos, sino al trabajo
unificado para formar el único Cuerpo de Cristo. En Juan, el Espíritu que se
desprende del soplo de Jesús recuerda ese soplo divino que "se movía sobre
la superficie de la Tierra" (Gén 1,2) en la creación del mundo; sólo que
aquí, el mundo no se crea, sino que se recrea por medio del perdón y la
reconciliación, otros dones del Espíritu maravilloso.
Misa del día
ANTÍFONA DE ENTRADA Sab 1, 7
El Espíritu del Señor llena toda la tierra; él da consistencia al
universo y sabe todo lo que el hombre dice. Aleluya.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor,
Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado
del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende
nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de
nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que por el misterio de la festividad que hoy celebramos
santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones, concede al mundo
entero los dones del Espíritu Santo y continúa obrando en el corazón de tus
fieles las maravillas que te dignaste realizar en los comienzos de la predicación
evangélica. Por nuestro Señor Jesucristo ...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 1-11
El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un
mismo lugar. De repente se oyó un gran ruido que venía del cielo, como cuando
sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se encontraban.
Entonces aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre
ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros
idiomas, según el Espíritu los inducía a expresarse.
En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes
del mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque
cada uno los oía hablar en su propio idioma.
Atónitos y llenos de admiración, preguntaban: "¿No son galileos
todos estos que están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos hablar en nuestra lengua
nativa? Entre nosotros hay medos, partos y elamitas; otros vivimos en
Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia,
en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene. Algunos somos
visitantes, venidos de Roma, judíos y prosélitos; también hay cretenses y
árabes. Y, sin embargo, cada quien los oye hablar de las maravillas de Dios en
su propia lengua". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 103, 1ab. 24ac. 29bc-30. 31. 34.
R/. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.
Bendice al Señor, alma mía; Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza.
¡Qué numerosas son tus obras, Señor! La tierra llena está de tus creaturas. R/.
Si retiras tu aliento, toda creatura muere y vuelve al polvo; pero
envías tu espíritu, que da vida, y renuevas el aspecto de la tierra. R/.
Que Dios sea glorificado para siempre y se goce en sus creaturas. Ojalá
que le agraden mis palabras y yo me alegraré en el Señor. R/.
SEGUNDA LECTURA
Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 12, 3-7.
12-13
Hermanos: Nadie puede llamar a Jesús "Señor", si no es bajo
la acción del Espíritu Santo. Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el
mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes
actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo. En cada uno se
manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos
ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo.
Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido
bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha
dado a beber del mismo Espíritu.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SECUENCIA
Ven, Dios Espíritu Santo,
y envíanos desde el cielo
tu luz, para iluminamos.
Ven ya, padre de los pobres,
luz que penetra en las almas,
dador de todos los dones.
Fuente de todo consuelo,
amable huésped del alma,
paz en las horas de duelo.
Eres pausa en el trabajo,
brisa, en un clima de fuego,
consuelo, en medio del llanto.
Ven, luz santificadora,
y entra hasta el fondo del alma
de todos los que te adoran.
Sin tu inspiración divina
los hombres nada podemos
y el pecado nos domina.
Lava nuestras inmundicias,
fecunda nuestros desiertos
y cura nuestras heridas.
Doblega nuestra soberbia,
calienta nuestra frialdad,
endereza nuestras sendas.
Concede a aquellos que ponen
en ti su fe y su confianza
tus siete sagrados dones.
Danos virtudes y méritos,
danos una buena muerte
y contigo el gozo eterno.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en
ellos el fuego de tu amor. R/.
EVANGELIO
Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo: Reciban el
Espíritu Santo.
Del santo Evangelio según san Juan: 20, 19-23
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas
de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se
presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con
ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado.
Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo
les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así
también los envío yo".
Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el
Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y
a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y
gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder
de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los
infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y
está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a
juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la
carne y la vida eterna.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, hermanos, e invoquemos a Cristo, que, entronizado a la diestra
de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, y pidámosle que lo
derrame sobre la Iglesia y sobre todo el mundo diciendo: Espíritu Santo,
ilumínanos
Oremos a Cristo, el buen pastor de la Iglesia, que nos mereció la
efusión del Espíritu Santo, y pidámosle que sean iluminados por este mismo
Espíritu el Papa N., nuestro obispo N., Y todos los demás pastores de la
Iglesia, a fin de que conduzcan a su rebaño por las sendas de la salvación.
Pidamos también al Señor resucitado, que envió su Espíritu en forma de
lenguas para destruir la división de Babel, que congregue en la unidad y
conceda la paz a todos los pueblos y naciones del mundo.
Supliquemos al vencedor de la muerte que envíe el Paráclito a los que
sufren, para que encuentren fuerza y consuelo en la contemplación del misterio
pascual, y les dé la firme esperanza de que están llamados a la resurrección y
a la felicidad de su reino.
Pidamos al Hijo de Dios, que desde el Padre nos ha enviado el Espíritu
Santo, que este mismo Espíritu nos recuerde constantemente sus palabras y nos
dé la fuerza que necesitamos para dar testimonio de él hasta los confines del
mundo.
Terminemos nuestra oración pidiendo al mismo Espíritu que resucitó a
Cristo de entre los muertos, que permanezca en nosotros y nos disponga así para
ser piedras vivas del templo eterno de Dios.
Escucha, Señor, las oraciones de tu pueblo y haz que quienes nos
disponemos a clausurar, con la solemnidad de hoy, las fiestas pascuales,
renovados y fortalecidos por tu Espíritu, vivamos continuamente la novedad
pascual y lleguemos también a las fiestas de la Pascua eterna. Por Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos…
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, que, conforme a la promesa de tu Hijo, el Espíritu
Santo nos haga comprender con más plenitud el misterio de este sacrificio y haz
que nos descubra toda su verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
El misterio de Pentecostés.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte
gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno. Porque tú, para llevar a su plenitud el misterio pascual, has enviado
hoy al Espíritu Santo sobre aquellos a quienes adoptaste como hijos al
injertarlos en Cristo, tu Unigénito. Este mismo Espíritu fue quien, al nacer la
Iglesia, dio a conocer a todos los pueblos el misterio del Dios verdadero y
unió la diversidad de las lenguas en la confesión de una misma fe.
Por eso, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros
celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu
gloria: Santo, Santo, Santo ...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Hech 2, 4. 11
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban las maravillas
de Dios. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios nuestro, tú que concedes a tu Iglesia dones celestiales,
consérvale la gracia que le has dado, para que permanezca siempre vivo en ella
el don del Espíritu Santo que le infundiste; y que este alimento espiritual nos
sirva para alcanzar la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
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