ANTÍFONA DE ENTRADA
 
Alegrémonos en el Señor y alabemos al Hijo de Dios, junto con los
ángeles, al celebrar hoy esta solemnidad de Todos los Santos.
 
 
GLORIA
 
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor,
Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del
mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú
Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
 
 
ORACIÓN COLECTA
 
Dios todopoderoso y eterno, que nos concedes venerar los méritos de
todos tus santos en una sola fiesta, te rogamos, por las súplicas de tan
numerosos intercesores, que en tu generosidad nos concedas la deseada
abundancia de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo. . .
 
 
LITURGIA DE LA PALABRA
 
PRIMERA LECTURA
 
Vi una muchedumbre tan grande, que nadie podía contarla. Eran
individuos de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y lenguas.
 
Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan: 7, 2-4. 9-14
 
Yo, Juan, vi a un ángel que venía del oriente. Traía consigo el sello
del Dios vivo y gritaba con voz poderosa a los cuatro ángeles encargados de
hacer daño a la tierra y al mar. Les dijo: "¡No hagan daño a la tierra, ni
al mar, ni a los árboles, hasta que terminemos de marcar con el sello la frente
de los servidores de nuestro Dios!".
 
Y pude oír el número de los que habían sido marcados: eran ciento
cuarenta y cuatro mil, procedentes de todas las tribus de Israel.
 
Vi luego una muchedumbre tan grande, que nadie podía contarla. Eran
individuos de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y lenguas. Todos
estaban de pie, delante del trono y del Cordero; iban vestidos con una túnica
blanca; llevaban palmas en las manos y exclamaban con voz poderosa: "La
salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del
Cordero".
 
Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono, de los ancianos y
de los cuatro seres vivientes, cayeron rostro en tierra delante del trono y
adoraron a Dios, diciendo: "Amén. La alabanza, la gloria, la sabiduría, la
acción de gracias, el honor, el poder y la fuerza, se le deben para siempre a
nuestro Dios".
 
Entonces uno de los ancianos me preguntó: "¿Quiénes son y de dónde
han venido los que llevan la túnica blanca?". Yo le respondí: "Señor
mío, tú eres quien lo sabe". Entonces él me dijo: "Son los que han
pasado por la gran tribulación y han lavado y blanqueado su túnica con la
sangre del Cordero".
 
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
 
 
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 23, 1-2. 3-4ab. 5-6.
 
R/. Ésta es la clase de hombres que te buscan, Señor.
 
Del Señor es la tierra y lo que ella tiene, el orbe todo y los que en
él habitan, pues él lo edificó sobre los mares, él fue quien lo asentó sobre
los ríos. R/.
 
¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién podrá entrar en su
recinto santo? El de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso. R/.
 
Ése obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador, le hará
justicia. Ésta es la clase de hombres que te buscan y vienen ante ti, Dios de
Jacob. R/.
 
 
SEGUNDA LECTURA
 
Veremos a Dios tal cual es.
 
De la primera carta del apóstol san Juan: 3, 1-3
 
Queridos hijos: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo
nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es
porque tampoco lo ha reconocido a él.
 
Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado
cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser
semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
 
Todo el que tenga puesta en Dios esta esperanza, se purifica a sí mismo
para ser tan puro como él.
 
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
 
 
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 11, 28
 
R/. Aleluya, aleluya.
 
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y
yo les daré alivio, dice el Señor. R/.
 
 
EVANGELIO
 
Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los
cielos.
 
Del santo Evangelio según san Mateo: 5, 1-12
 
En aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se
sentó. Entonces se le acercaron sus discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles,
y les dijo: "Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino
de los cielos.
 
Dichosos los que lloran, porque serán consolados. Dichosos los
sufridos, porque heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de
justicia, porque serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán
misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos
los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios. Dichosos los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los
cielos. Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas
falsas de ustedes por causa mía. Alégrense y salten de contento, porque su
premio será grande en los cielos".
 
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
 
 
PROFESIÓN DE FE
 
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
 
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios,
Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los
hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue
crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al
tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha
del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino
no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede
del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa,
católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los
pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
 
 
ORACIÓN DE LOS FIELES
 
Iluminados con el ejemplo de los santos, que fueron en su vida sal de
la tierra y luz del mundo, y uniendo nuestra oración a la inmensa multitud de
los que ya gozan de la presencia del Señor, oremos confiadamente a Dios
diciendo juntos:
“Señor, que nos llamas a la santidad, escúchanos”.
 
1. Para que en la Iglesia surjan ejemplos de santidad heroica que
atraiga a los no creyentes a Cristo y conceda a todos los bautizados
redescubrir que Dios los llame a una vida de plenitud. Oremos.
2. Para que quienes gobiernan en nuestro País luchen por la defensa de
la vida en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte natural.
Oremos.
3. Para que nuestros hermanos que sufren sean liberados de las
angustias e incertidumbres y algún día, compartan la herencia de los santos.
Oremos.
4. Para que el ejemplo de los santos, que experimentaron pruebas y
dificultades antes de entrar en el reino de Dios, fortalezca a los que
tambalean en la fe y han perdido la esperanza. Oremos.
5. Para que quienes hoy celebramos con alegría, la solemnidad de Todos
los Santos, mientras nos encaminamos al cielo, seamos sembradores de esperanza
y constructores del reino glorioso de Jesucristo. Oremos.
 
Padre Santo, que has glorificado en tu reino a los siervos fieles que
vivieron con valentía las Bienaventuranzas y los has admitido en el banquete
eterno de tu Hijo, escucha nuestra oración y no permitas que nos apartemos de
Ti. Por Jesucristo nuestro Señor.
 
 
PREFACIO
 
La gloria de nuestra madre, la Jerusalén celeste.
 
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte
gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno. Porque hoy nos concedes celebrar a tu familia, que es nuestra madre, la
Jerusalén del cielo, en donde nuestros hermanos ya glorificados te alaban
eternamente. Hacia ella, peregrinos, caminando por la fe, nos apresuramos
ardorosos, regocijándonos por los más ilustres miembros de la Iglesia, en cuya
gloria nos das al mismo tiempo ejemplo y ayuda para nuestra fragilidad. Por
eso, unidos a ellos y a todos los ángeles, a una voz te alabamos y
glorificamos, diciendo: Santo, Santo, Santo. . .
 
 
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 5, 8-10
 
Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos los que
trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios. Dichosos los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los
cielos.
 
 
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
 
Dios nuestro, a quien adoramos, admirable y único Santo entre todos tus
santos, imploramos tu gracia para que, al consumar nuestra santificación en la
plenitud de tu amor, podamos pasar de esta mesa de la Iglesia peregrina, al
banquete de la patria celestial. Por Jesucristo, nuestro Señor.
 
Indulgencia Plenaria en favor de los difuntos
 
a)Quienes visitan el cementerio y oran por los difuntos del 1 al 8 de
noviembre.
b)Quienes visitan una iglesia u oratorio y rezan el Padre nuestro o el
Credo en el día de la conmemoración de todos los difuntos (EI, n. 29).
 
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO
 
La santidad puede parecer un concepto abstracto. En cierto sentido lo
es y, por eso, requiere que utilicemos nuestras mentes para entenderla. Pero es
mucho más que un concepto. Es la vida que palpita dentro de los santos, quienes
la han encarnado a lo largo de muchas épocas y en muchos lugares. Es también
nuestro destino, si tenemos el valor de abrazarla, y por ser así, la santidad
necesita nuestras imaginaciones. Ya que ella no tiene un manual de usuarios, no
tenemos otra alternativa que imaginar cómo podemos ser santos hoy en medio de
los desafíos de nuestro mundo y con los dones personales que Dios nos ha
regalado precisamente para este destino. La imaginación es una herramienta
necesaria para conseguir esa belleza de la vida cristiana que es la santidad y
de la cual habla tanto el Papa Francisco.