En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida
en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de
una olla, sino que se pone sobre un candelero, para que alumbre a todos los de
la casa.
Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que
viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en
los cielos".
Reflexión
Sabemos que ser cristiano es algo que se nota; es decir, no puede pasar
desapercibido, de la misma manera que la ciudad construida en un monte no puede
esconderse.
Nuestra manera de pensar, de vestir, de actuar, de vivir, nos descubre
inmediatamente. Basta que convivamos con un cristiano para darnos cuenta de la
realidad que está en su vida. Si esto no sucede así, lo más seguro es que no
estemos siendo luz, que nuestra vida no sea real o totalmente cristiana.
Por otro lado, es curioso que cuando alguno empieza a dejar que Jesús
se transparente en su vida, a pesar de las persecuciones, Dios lo pone siempre
en un lugar más alto, para que sea un verdadero modelo de la vida en abundancia
que Dios mismo nos ofrece. Nuestra Iglesia necesita de tu vida de santidad, de
tu testimonio; no escondas a Jesús, déjalo obrar en tu vida, para que se note.
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