En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Les aseguro que
ustedes llorarán y se entristecerán, mientras el mundo se alegrará. Ustedes
estarán tristes, pero su tristeza se transformará en alegría.
Cuando una mujer va a dar a luz, se angustia, porque le ha llegado la
hora; pero una vez que ha dado a luz, ya no se acuerda de su angustia, por la
alegría de haber traído un hombre al mundo. Así también ahora ustedes están
tristes, pero yo los volveré a ver, se alegrará su corazón y nadie podrá
quitarles su alegría. Aquel día no me preguntarán nada".
Reflexión
La alegría de Dios es algo duradero, no es temporal ni esporádica; no
se parece, de hecho, a la que el mundo y sus pasatiempos pueden producir. La
razón es que esta alegría es interior pues es producida directamente por el
Espíritu Santo.
Por eso Jesús dice: "que nadie podrá quitarnos esta alegría".
Puede ser que pasemos por situaciones difíciles y apremiantes, sin embargo, la
alegría interior se convierte en un río interno que pacifica, conforta y da
armonía a toda nuestra vida, haciéndonos capaces de afrontar y resolver
cualquier problema o dificultad, por difícil o grave que éste sea. Esta alegría
y paz es tal, que por eso dice Jesús también: "Ese día no me preguntarán
nada".
Y es que cuando el corazón está lleno de Dios, ¿qué cosa puede ser
importante para el hombre sino Dios mismo? ¿Qué pregunta podría surgir de este
corazón? Ninguna: Dios lo es todo, Dios lo llena todo, Dios lo ilumina todo.
Pidamos al Espíritu: Ven Espíritu de alegría y de paz y llena todo nuestro ser,
toda nuestra vida y haznos experimentar el poder y el amor del Dios que Salva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario