En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Este es mi
mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene
amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis
amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo
no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a
conocer todo lo que le he oído a mí Padre.
No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido y
los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca, de modo que
el Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre. Esto es lo que les mando:
que se amen los unos a los otros".
Reflexión
El amor cristiano tiene una característica muy particular: ha de ser
semejante al de Cristo. Jesús en este evangelio no deja lugar a dudas de cómo
ha de ser nuestro amor: "ámense de la misma manera que yo los he
amado".
Para Jesús no había clases sociales, culturas, buenos o malos, justos o
pecadores, romanos o judíos. Los amó a todos, los envolvió a todos de manera
total. Junto a él nadie se sentía excluido. Si verdaderamente queremos cumplir
el mandamiento de Jesús nuestro amor ha de ser: solidario, compasivo, total y
envolvente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario