III DOMINGO DE CUARESMA Ciclo A
Domingo 19 de marzo 2017
LA PRESENCIA DISCRETA DE DIOS
Con motivo de la escasez de agua
y de alimento, el pueblo de Israel, que peregrinaba por el desierto, comienza a
perder la confianza en Dios. Protesta contra Moisés y expresa su desaliento,
cuestionándose si efectivamente Dios acompañaba al pueblo. La presencia de Dios
no es fácil de apreciar. Rebasa toda identificación con signos sensibles. Dios
escapa a cualquiera de nuestras formas de captar la realidad. Es el totalmente
otro. El Señor Jesús lo trata de explicar a la samaritana, afirmando que en lo
sucesivo habrá que comunicarse con Él en espíritu y verdad. El encuentro de
Jesús con la Samaritana expone una alternativa para todos los creyentes:
encontrarse con Jesús, contemplar sus acciones, escuchar con apertura sus
palabras, a fin de descubrir de manera experiencial su presencia. A Dios no lo
podemos descubrir solamente a través de las palabras de los testigos, es
necesario vivir un encuentro directo y personal, como recomendaban los
samaritanos al final del relato.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 24,
15-16
Mis ojos están siempre fijos en
el Señor, pues él libra mis pies de toda trampa. Mírame, Señor, y ten piedad de
mí, que estoy solo y afligido.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, fuente de
misericordia y de toda bondad, que enseñaste que el remedio contra el pecado
está en el ayuno, la oración y la limosna, mira con agrado nuestra humilde
confesión, para que a quienes agobia la propia conciencia nos reconforte
siempre tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Tenemos sed: danos agua para
beber. Del libro del Éxodo: 17, 3-7
En aquellos días, el pueblo,
torturado por la sed, fue a protestar contra Moisés, diciéndole: "¿Nos has
hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y
a nuestro ganado?"
Moisés clamó al Señor y le dijo:
"¿Qué puedo hacer con este pueblo? Sólo falta que me apedreen".
Respondió el Señor a Moisés: "Preséntate al pueblo, llevando contigo a
algunos de los ancianos de Israel, toma en tu mano el cayado con que golpeaste
el Nilo y vete. Yo estaré ante ti, sobre la peña, en Horeb. Golpea la peña y
saldrá de ella agua para que beba el pueblo".
Así lo hizo Moisés a la vista de
los ancianos de Israel y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la
rebelión de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo:
"¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?"
Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 94, 1-2. 6-7. 8-9
R/. Señor, que no seamos sordos a
tu voz.
Vengan, lancemos vivas al Señor,
aclamemos al Dios que nos salva. Acerquémonos a él, llenos de júbilo, y démosle
gracias. R/.
Vengan, y puestos de rodillas,
adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo, pues él es nuestro Dios y
nosotros, su pueblo; él es nuestro pastor y nosotros, sus ovejas. R/.
Hagámosle caso al Señor, que nos
dice: "No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el
desierto, cuando sus padres dudaron de mí, aunque habían visto mis obras".
R/.
SEGUNDA LECTURA
Dios ha infundido su amor en
nuestros corazones por medio del Espíritu Santo.
De la carta del apóstol san Pablo
a los romanos: 5, 1-2. 5-8
Hermanos: Ya que hemos sido
justificados por la fe, mantengámonos en paz con Dios, por mediación de nuestro
Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido, con la fe, la entrada al mundo de la
gracia, en el cual nos encontramos; por él, podemos gloriamos de tener la
esperanza de participar en la gloria de Dios.
La esperanza no defrauda, porque
Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo,
que él mismo nos ha dado. En efecto, cuando todavía no teníamos fuerzas para
salir del pecado, Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado.
Difícilmente habrá alguien que
quiera morir por un justo, aunque puede haber alguno que esté dispuesto a morir
por una persona sumamente buena. Y la prueba de que Dios nos ama está en que
Cristo murió por nosotros, cuando aún éramos pecadores.
Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
Cfr. Jn 4, 42. 15
R/. Honor y gloria a ti, Señor
Jesús.
Señor, tú eres el Salvador del
mundo. Dame de tu agua viva para que no vuelva a tener sed. R/.
EVANGELIO
Un manantial capaz de dar la vida
eterna.
Del santo Evangelio según san
Juan: 4, 5-42
En aquel tiempo, llegó Jesús a un
pueblo de Samaria, llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José.
Ahí estaba el pozo de Jacob. Jesús, que venía cansado del camino, se sentó sin
más en el brocal del pozo. Era cerca del mediodía.
Entonces llegó una mujer de
Samaria a sacar agua y Jesús le dijo: "Dame de beber". (Sus
discípulos habían ido al pueblo a comprar comida). La samaritana le contestó:
"¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy
samaritana?" (Porque los judíos no tratan a los samaritanos). Jesús le
dijo: "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú
le pedirías a él, y él te daría agua viva".
La mujer le respondió:
"Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿cómo
vas a darme agua viva? ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio
este pozo, del que bebieron él, sus hijos y sus ganados?" Jesús le
contestó: "El que bebe de esta agua vuelve a tener sed. Pero el que beba
del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se
convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna".
La mujer le dijo: "Señor,
dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni tenga que venir hasta aquí a
sacarla". Él le dijo: "Ve a llamar a tu marido y vuelve".
La mujer le contestó: "No
tengo marido". Jesús le dijo: "Tienes razón en decir: 'No tengo
marido'. Has tenido cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la
verdad".
La mujer le dijo: "Señor, ya
veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte y ustedes
dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén".
Jesús le dijo: "Créeme,
mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán
al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos.
Porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, y ya está
aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu
y en verdad, porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es
espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu yen verdad".
La mujer le dijo: "Ya sé que
va a venir el Mesías (es decir, Cristo). Cuando venga, él nos dará razón de
todo". Jesús le dijo: "Soy yo, el que habla contigo".
En esto llegaron los discípulos y
se sorprendieron de que estuviera conversando con una mujer; sin embargo,
ninguno le dijo: ` ¿Qué le preguntas o de qué hablas con ella?' Entonces la
mujer dejó su cántaro, se fue al pueblo y comenzó a decir a la gente:
"Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será
éste el Mesías?" Salieron del pueblo y se pusieron en camino hacia donde
él estaba.
Mientras tanto, sus discípulos le
insistían: "Maestro, come". Él les dijo: "Yo tengo por comida un
alimento que ustedes no conocen". Los discípulos comentaban entre sí:
"¿Le habrá traído alguien de comer?" Jesús les dijo: "Mi alimento
es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿Acaso no
dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la siega? Pues bien, yo les
digo: Levanten los ojos y contemplen los campos, que ya están dorados para la
siega. Ya el segador recibe su jornal y almacena frutos para la vida eterna. De
este modo se alegran por igual el sembrador y el segador. Aquí se cumple el
dicho: 'Uno es el que siembra y otro el que cosecha'. Yo los envié a cosechar
lo que no habían trabajado. Otros trabajaron y ustedes recogieron su
fruto".
Muchos samaritanos de aquel
poblado creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer: 'Me dijo todo lo que
he hecho'. Cuando los samaritanos llegaron a donde él estaba, le rogaban que se
quedara con ellos, y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron en él al oír
su palabra. Y decían a la mujer: "Ya no creemos por lo que tú nos has
contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es, de veras, el
Salvador del mundo". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro
Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa
María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los
muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre
Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón
de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Instruidos por el ejemplo de
Jesús, el Señor, que en el desierto se entregaba a la oración, oremos también
nosotros con insistencia a nuestro Dios: (R/. Escúchanos, Señor.)
Para que todos los fieles, por
medio de las penitencias y prácticas cuaresmales, sean purificados de sus
culpas y vean fortalecida su vida cristiana, roguemos al Señor.
Para que todos los pueblos
alcancen la paz, la tranquilidad y el bienestar necesario y puedan así buscar
más fácilmente los bienes del cielo, roguemos al Señor.
Para que el Señor conceda su
fuerza a los que se ven tentados o se sienten turbados, infunda el deseo de la
conversión a los pecadores y otorgue el consuelo del cielo a los que están
tristes o abatidos, roguemos al Señor.
Para que infunda en todos
nosotros el deseo de una verdadera conversión, a fin de que nos preparemos a
celebrar debidamente el sacramento pascual de la penitencia, roguemos al Señor.
Señor nuestro, fuente de todo
bien, que nunca dejas de ofrecernos el agua viva de la gracia que brota de la
roca, que es Cristo, el Salvador, escucha nuestras oraciones y concédenos el
don del Espíritu, para que manifestemos con valentía nuestra fe y anunciemos
con gozo a nuestros hermanos las maravillas de tu amor. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Por estas ofrendas, Señor,
concédenos benigno el perdón de nuestras ofensas, y ayúdanos a perdonar a
nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 4,
13-14
El que beba del agua que yo le
daré, dice el Señor, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá
dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Alimentados en la tierra con el
pan del cielo, prenda de eterna salvación, te suplicamos, Señor, que lleves a
su plenitud en nuestra vida la gracia recibida en este sacramento. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
Dirige, Señor, los corazones de
tus fieles y da en tu bondad a tus siervos una gracia tan grande que,
cumpliendo en plenitud tus mandamientos, nos haga permanecer en tu amor y en el
de nuestro prójimo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO
TIEMPO.- La samaritana era una mujer inquieta que no había perdido su capacidad
de asombro. Aunque vivía cumpliendo pesadas labores domésticas, acarreando agua
del pozo, como otras tantas mujeres de Israel, no había perdido su sensibilidad
creyente. Conforme fue conociendo a Jesús, fue descubriendo su identidad;
primero lo reconoció como profeta, luego como Mesías y finalmente como el
Salvador del mundo. Los creyentes tenemos por experiencia que la fe se
transmite, compartiéndola con los que amamos. Sin duda alguna es importante el
testimonio de los padres en relación a sus hijos, no obstante, la experiencia
de encuentro personal con Jesús es irremplazable. Como señalara el Papa
Benedicto XVI: se comienza a ser cristiano gracias a un encuentro personal con
Jesucristo. Quienes confesamos a Jesús hemos de recordar el testimonio de fe
viva de nuestros padres, para compartir esa misma fe con nuestros hijos.
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