UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO
En los
trágicos sucesos ocurridos el pasado mes de septiembre salió a flote la
solidaridad, la gratuidad y la bondad de muchos mexicanos. Sin conocer la
identidad de los destinatarios que recibirían los víveres y otras ayudas, la
gente se sintió hermanada solidariamente con sus hermanos tocados por la
desgracia. Esas expresiones de amor son ejemplares, porque no persiguen ningún
interés mezquino. Más aún y desafortunadamente, ocurrió que algunos voluntarios
sufrieron maltratos al trasladar los víveres a las poblaciones necesitadas. No
obstante, esas lamentables conductas, las situaciones de emergencia continúan;
no solamente las directamente derivadas del terremoto, también siguen ahí otras
situaciones de emergencia que parecerían normales: la emergencia de la pobreza,
la desnutrición y otros efectos de la inequidad social. El amor cristiano no
puede ser "flor de un día". El Evangelio nos pide ofrecer frutos
duraderos.
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