viernes, 11 de mayo de 2018

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20180513




UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO

Las palabras habladas o escritas no gozan de suficiente credibilidad cuando no van acompañadas de gestos que las avalen. Al contrario, cuando los gestos de solidaridad, de perdón o de cualquier otra noble actitud se manifiestan, no son necesarias las palabras. Los hechos hablan por sí mismos. Las señales realizadas por la primera generación cristiana eran expresión de la amorosa compasión de Dios por los necesitados. Esa demanda siempre estará presente en nuestra sociedad globalizada. Los migrantes, los refugiados, los afectados por catástrofes naturales, los desempleados, los marginados de los sistemas de salud y seguridad social, se asoman a las calles, plazas y cruceros de nuestras ciudades. El Evangelio de Jesucristo nos pide atestiguar su amor con dichas personas. El rostro de Jesús se puede descubrir en los rostros de los excluidos de la globalización. Unos vienen de Centroamérica, otros han salido de nuestras poblaciones y colonias afectadas por tantas formas de violencia y exclusión.


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