sábado, 26 de mayo de 2018

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20180527


UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO

Siendo como somos actores y testigos de una sociedad muy marcada por los derechos de los individuos, y al mismo tiempo, cada vez menos sensible a la dimensión comunitaria, conviene recordar que, como discípulos de Jesucristo, aprendimos a llamar a Dios, Padre nuestro. Nuestra experiencia de fe no es un asunto desvinculado de la fe de los demás. Somos una comunidad de creyentes. Vivir la experiencia cristiana implica creer en la Iglesia, lo que equivale a decir creer dentro de la Iglesia, junto con otros hermanos y hermanas que se confiesan, igual que nosotros, discípulos de Jesús. La cohesión social está a la baja en nuestra sociedad. Los discípulos de Jesús estamos llamados a sumarnos a los proyectos que produzcan solidaridad y amor fraterno. Esas obras y esas iniciativas nos acreditarán como hijos del Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, comunidad de vida y amor plenos.

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