Por Jesús de las Heras Muela
Revista Ecclesia
1 EL SILENCIO.–: Es tantas veces el lenguaje de Dios. Dios habla siempre en
el silencio. «Mientras un silencio apacible lo envolvía todo, y en el preciso
instante de la medianoche, tu omnipotente palabra, oh Señor, se lanzó desde los
tronos del cielo», afirma el salmo 18. San Ignacio de Antioquía escribió que la Palabra de Dios, que es su
Hijo, «procedió del silencio».
Cuando en Greccio, San
Francisco de Asís se «inventó» el «Belén», hablaba del silencio de la Navidad. «¿Qué es la Navidad ?», le preguntó el
hermano León… Y Francisco le respondió, balbuceando: «Es Belén, es humildad, es
paz, es intimidad, es gozo, es dulzura, es esperanza, es benignidad, es
suavidad, es aurora, es bondad, es amor, es luz, es ternura, es amanecer… Es
silencio». Y Dios vino esa noche.
2 LA
FE.– La
fe, a pesar de la debilidad de los signos de la salvación, nos descubrirá la
grandeza, escondida en la pequeñez, la fortaleza, revestida de debilidad, de la Navidad. Escribió
San Bernardo de Claraval: «¿Hay algo que pueda declarar más inequívocamente la
misericordia de Dios que el hecho de haber aceptado nuestra miseria? ¿Qué hay
más rebosante de piedad que la palabra de Dios convertida en tan poca cosa por
nosotros…? Cuánto más pequeño se hizo en su humanidad, tanto más grande se
reveló en su bondad; y tanto más querido me es ahora».
3.- LA CONTEMPLACIÓN Y LA ESCUCHA DE LA PALABRA DE DIOS, que anunciaba el misterio y lo
desvelaba, porque se han cumplido las promesas, porque la Palabra se ha hecho carne,
ha hablado y habla para siempre en los gemidos, susurros y balbuceos
inenarrables y hasta inaudibles de un recién nacido.
4.-LA
TERNURA , que
es amor, ante Jesús, hermano nuestro, niño que entre pajas yace, tan débil, tan
necesitado como un bebé. «El amor no es amado», exclama Francisco de
Asís, por los valles y caminos de Rietti, mientras anunciaba la Navidad , cuando proclamaba
que «esta noche vendrá Dios». La ternura y el amor de la Navidad llaman a la
ternura y al amor de toda nuestra vida.
5.- LA ALEGRÍA ,
HUMILDE Y BULLICIOSA, porque la gracia y la
salvación de Dios nos han visitado, porque Dios se ha hecho uno de nosotros y
si Dios se hace hombre, ser hombre es lo más grande que se puede ser para Dios.
La Navidad es
la fiesta del hombre. Por eso, Navidad es alegría, la alegría verdadera, sin
edulcorantes y sin burbujas, la alegría de saber y de sentir a Dios con
nosotros y para siempre.
6.- LA INTENSIFICACIÓN DE LAS RELACIONES FRATERNALES, porque Jesús, el Hijo de Dios y el
hijo de mujer, al nacer y al vivir en la carne, se ha hecho hermano de todos
para siempre. Nada humano le es ajeno. Comparte en todo nuestra condición
humana menos en el pecado. Es hermano entre los hermanos. Navidad es
fraternidad. Navidad es solidaridad. Navidad es caridad.
7.- LA
ALABANZA.– «Gloria
a Dios en el cielo y en la tierra, paz a los hombres de buena voluntad».
Alabanza traducida en cánticos y villancicos, alabanza a su inmensa grandeza
abajada a nuestras categorías, alabanza a su infinita misericordia.
8.- LA
ADORACIÓN , donde
mejor contemplar y descubrir, entender y discernir el misterio y su llamada.
Adoración que es oración y plegaria.
9.- LA
ACCIÓN DE GRACIAS, porque Dios ha venido a nuestro valle,
porque se ha manifestado su poder y su gloria, porque la historia humana es
historia de Dios, porque la gratitud es única respuesta posible a tanto amor
derramado por nosotros.
10.- LA
CONVESIÓN.– La Navidad es la buena y definitiva noticia de la
felicidad y de la salvación que tanto anhelamos. No podemos reducirla o
constreñirla a unos días. Lleva en sí misma inscrita vocación de futuro, de
eternidad. Porque, como escribe San Pablo, «ha aparecido la gracia de Dios, que
trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la vida
sin religión y a los deseos mundanos, llevando ya desde ahora una vida sobria,
honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa
del gran Dios y salvador nuestro Jesucristo».
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