martes, 3 de marzo de 2015

IV Domingo de Cuaresma Domingo 15 de marzo 2015



IV Domingo de Cuaresma
Domingo 15 de marzo 2015

TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO

El cuarto Evangelio y la carta a los Efesios coinciden en afirmar la fuerza capital del amor de Dios. Dos textos distintos sin duda alguna: el cuarto Evangelio es una obra nacida del testimonio creyente de una comunidad de discípulos convencidos de la fuerza del amor de Dios. Es la experiencia viva de quien fue llamado "el discípulo amado", la que subyace detrás de este testimonio creyente acerca del amor de Dios manifiesto en su Hijo Jesús. Por su parte, la Carta a los efesios es una reflexión sólida sobre la amplitud de la misericordia divina. Esta carta, que es una especie de memorándum enviado por el apóstol a todas las iglesias por él fundadas, recupera las vivencias fundamentales de la vida cristiana. Quien se considere cristiano, lo será en realidad, por haber conocido en carne propia la experiencia viva del amor de Dios.

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Is 66, 10-11
Alégrate, Jerusalén, y que se reúnan cuantos te aman. Compartan su alegría los que estaban tristes, vengan a saciarse con su felicidad.

No se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que por tu Palabra realizas admirablemente la reconciliación del género humano, concede al pueblo cristiano prepararse con generosa entrega y fe viva a celebrar las próximas fiestas de la Pascua. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.


LITURGIA DE LA PALABRA


Primera lectura

Monición.- La primera lectura nos presenta la realidad del hombre ante Dios, que se presenta con su pesado fardo de infidelidades; la respuesta de Dios es una sana pedagogía colmada de amor y misericordia que refuerza nuestra esperanza.  

Del segundo libro de las Crónicas: 36, 14-16. 19-23

En aquellos días, todos los sumos sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, practicando todas las abominables costumbres de los paganos, y mancharon la casa del Señor, que él se había consagrado en Jerusalén. El Señor, Dios de sus padres, los exhortó continuamente por medio de sus mensajeros, porque sentía compasión de su pueblo y quería preservar su santuario. Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus advertencias y se mofaron de sus profetas, hasta que la ira del Señor contra su pueblo llegó a tal grado, que ya no hubo remedio.
Envió entonces contra ellos al rey de los caldeos. Incendiaron la casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén, pegaron fuego a todos los palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. A los que escaparon de la espada, los llevaron cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos del rey y de sus hijos, hasta que el reino pasó al dominio de los persas, para que se cumpliera lo que dijo Dios por boca del profeta Jeremías: Hasta que el país haya pagado sus sábados perdidos, descansará de la desolación, hasta que se cumplan setenta años. En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de las palabras que habló el Señor por boca de Jeremías, el Señor inspiró a Ciro, rey de los persas, el cual mandó proclamar de palabra y por escrito en todo su reino, lo siguiente: "Así habla Ciro, rey de Persia: El Señor, Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha mandado que le edifique una casa en Jerusalén de Judá. En consecuencia, todo aquel que pertenezca a este pueblo, que parta hacia allá, y que su Dios lo acompañe".
Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.


Salmo responsorial

Del salmo 136, 1-2. 4-5. 6
R/. Tu recuerdo, Señor, es mi alegría.

Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos a llorar de nostalgia; de los sauces que estaban en la orilla colgamos nuestras arpas. R/.

Aquellos que cautivos nos tenían pidieron que cantáramos. Decían los opresores: "Algún cantar de Sión, alegres, cántennos". R/.

Pero, ¿cómo podríamos cantar un himno al Señor en tierra extraña? ¡Que la mano derecha se me seque, si de ti, Jerusalén, yo me olvidara! R/.

¡Que se me pegue al paladar la lengua, Jerusalén, si no te recordara, o si, fuera de ti, alguna otra alegría yo buscara! R/


Segunda lectura

Monición.- San Pablo, en la segunda lectura, nos presenta el amor salvífico y misericordioso de Dios manifestado gratuitamente en Cristo. Por medio de Él, nos hace entrar en una nueva vida. Esta salvación, no es un derecho que se exige, es un don de Dios.

De la carta del apóstol san Pablo a los efesios: 2, 4-10

Hermanos: La misericordia y el amor de Dios son muy grandes; porque nosotros estábamos muertos por nuestros pecados, y él nos dio la vida con Cristo y en Cristo. Por pura generosidad suya, hemos sido salvados. Con Cristo y en Cristo nos ha resucitado y con él nos ha reservado un sitio en el cielo. Así, en todos los tiempos, Dios muestra, por medio de Jesús, la incomparable riqueza de su gracia y de su bondad para con nosotros.
En efecto, ustedes han sido salvados por la gracia, mediante la fe; y esto no se debe a ustedes mismos, sino que es un don de Dios. Tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir, porque somos hechura de Dios, creados por medio de Cristo Jesús, para hacer el bien que Dios ha dispuesto que hagamos.
Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.


ACLAMACIÓN Jn 3, 16
 R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. R/.


Evangelio

Monición.- San Juan en el evangelio nos reporta el máximo regalo de Dios a la humanidad, su Hijo. Es el culmen del amor de Dios a los hombres, un amor sin límites. La finalidad de esa donación es para que todo el que crea en Cristo… tenga vida eterna.
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Del santo Evangelio según san Juan: 3, 14-21

En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: "Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por Él. El que cree en Él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios.
La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran.
En cambio, el que obra el bien conforme a la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios".
Palabra del Señor. T. Gloria a ti, Señor Jesús. Credo.


PLEGARIA UNIVERSAL

Oremos, hermanos, al Señor, que no desea la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, y pidámosle que tenga misericordia de su pueblo penitente:
 (R/. Escúchanos, Señor.)

Para que Dios aumente la fe y fortalezca la voluntad de los que se preparan a recibir en estos días cuaresmales el sacramento de la penitencia y les conceda un verdadero arrepentimiento de sus culpas, roguemos al Señor.

Para que el Señor abra la inteligencia y el corazón de los incrédulos, de manera que lleguen al conocimiento de la verdad, y en la fe encuentren aquel descanso que tanto desea su corazón, roguemos al Señor.

Para que Dios conceda su ayuda a los enfermos, a los pobres, a los que se sienten tentados y a todos aquellos que con su sufrimiento participan de le cruz de Cristo, roguemos al Señor.

Para que todos nosotros perseveremos en el esfuerzo cuaresmal y lleguemos, purificados e iluminados, a las fiestas de Pascua que se acercan, roguemos al Señor.

Dios bueno y fiel, que nunca dejas de llamar a los que se extravían para que se conviertan y vuelvan a ti y, en tu Hijo elevado sobre la cruz, nos curas de las heridas del Maligno, escucha nuestras oraciones y concédenos tu gracia, para que, renovados en el espíritu, podamos corresponder a los dones de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te presentamos, Señor, llenos de alegría, estas ofrendas para el sacrificio y pedimos tu ayuda para celebrarlo con fe sincera y ofrecerlo dignamente por la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio I o II de Cuaresma.


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Sal 121, 3-4)

Jerusalén ha sido edificada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor Dios, luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo, ilumina nuestros corazones con el resplandor de tu gracia, para que podamos siempre pensar lo que es digno y grato a tus ojos y amarte con sincero corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO

Protege, Señor, a quienes te invocan, ayuda a los débiles y reaviva siempre con tu luz a quienes caminan en medio de las tinieblas de la muerte; concédeles que, liberados por tu bondad de todos los males, alcancen los bienes supremos. Por Jesucristo, nuestro Señor.


UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO


Quien haya experimentado el amor gratuito de una persona bella por dentro y por fuera, que se dona libre y gustosamente a quien ama, comenzará a entender lo que san Pablo quiere decir, cuando afirma que Dios nos ama por pura generosidad. Las realidades más valiosas de la vida son gratuitas y solamente se acogen desde la gratitud. Las muestras del amor de Dios no son fácilmente reconocibles, pueden confundirse con las propias ilusiones o anhelos profundos. Un criterio que nos permitirá reconocerlas es la gratuidad; cuando encontramos una persona que se dona y se entrega sin pedir nada a cambio, estamos delante de una auténtica experiencia del amor divino. En la cultura de los intercambios interesados, el cálculo y el trueque, es posible advertir la presencia viva de Dios en la vida de personas que se regalan sin buscar su propio beneficio.

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