martes, 10 de marzo de 2015

V Domingo de Cuaresma Domingo 22 de marzo 2015




V Domingo de Cuaresma

Domingo 22 de marzo 2015


SI EL GRANO DE TRIGO NO MUERE...

Jeremías había acuñado grandes esperanzas en la conversión de Israel. Le parecía que el desastre del exilio sería lo suficientemente aleccionador para que buscaran a Dios. El profeta sabía que la ley era una coacción externa, que podía provocar rechazo por parte de las personas. Las obligaciones impuestas resultan molestas, porque parecen invasivas hacia la autodeterminación de la persona. Jeremías da en el blanco, cuando discierne que Dios hará una alianza nueva, puesto que ya no habrá relaciones basadas en la coacción sino en la convicción nacida del interior de la persona. Esa novedad es la que se hará realidad con la vida, pasión y muerte de Jesús. Su victoria sobre la muerte, será la reivindicación de su proyecto de vida. Jesús entrega su vida motivado por la esperanza en el futuro esperanzador que Dios creará a través de su espíritu.

ANTÍFONA DE ENTRADA Sal. 42, 1-2

Señor, hazme justicia. Defiende mi causa contra gente sin piedad, sálvame del hombre injusto y malvado, tú que eres mi Dios y mi defensa.


No se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Te rogamos, Señor Dios nuestro, que, con tu auxilio, avancemos animosamente hacia aquel grado de amor con el que tu Hijo, por la salvación del mundo, se entregó a la muerte. El que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.


LITURGIA DE LA PALABRA


Primera lectura

Monición.- En la primera lectura el profeta Jeremías anuncia una nueva alianza por parte de Dios  con su pueblo, porque las anteriores no produjeron los frutos esperados. La nueva alianza será grabada en el corazón del hombre.

Del libro del profeta Jeremías: 31, 31-34

"Se acerca el tiempo, dice el Señor, en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No será como la alianza que hice con los padres de ustedes, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto. Ellos rompieron mi alianza y yo tuve que hacer un escarmiento con ellos. Ésta será la alianza nueva que voy a hacer con la casa de Israel: Voy a poner mi ley en lo más profundo de su mente y voy a grabarla en sus corazones.
Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya nadie tendrá que instruir a su prójimo ni a su hermano, diciéndole: 'Conoce al Señor', porque todos me van a conocer, desde el más pequeño hasta el mayor de todos, cuando yo les perdone sus culpas y olvide para siempre sus pecados". Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.


Salmo responsorial

Del salmo 50, 3-4, 12-13, 14-15
R/. Crea en mí, Señor, un corazón puro.

Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados. R/.

Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu. R/.

Devuélveme tu salvación, que regocija, y mantén en mí un alma generosa. Enseñaré a los descarriados tus caminos y volverán a ti los pecadores. R/.


Segunda lectura

Monición.- Cristo, escucharemos en la segunda lectura, a pesar de que esa el Hijo, aprendió a obedecer padeciendo y así “se convirtió en la causa de la salvación eterna para todos los que lo obedecen”.

De la carta a los hebreos: 5, 7-9

Hermanos: Durante su vida mortal, Cristo ofreció oraciones y súplicas, con fuertes voces y lágrimas, a aquel que podía librarlo de la muerte, y fue escuchado por su piedad. A pesar de que era el Hijo, aprendió a obedecer padeciendo, y llegado a su perfección, se convirtió en la causa de la salvación eterna para todos los que lo obedecen.
Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.


ACLAMACIÓN Jn 12, 26 R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. R/.


Evangelio

Monición.- En el evangelio de hoy, Jesús pronuncia su último discurso público. Es la víspera de su arresto, de su condena y de su muerte en le cruz. Su espíritu se turba. A pesar de la tristeza, vemos la decisión con la que afronta su pasión y muerte.

Del santo Evangelio según san Juan: 12, 20-33

Entre los que habían llegado a Jerusalén para adorar a Dios en la fiesta de Pascua, había algunos griegos, los cuales se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le pidieron: "Señor, quisiéramos ver a Jesús".
Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús y Él les respondió: "Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado. Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre.
Ahora que tengo miedo, ¿le voy a decir a mi Padre: `Padre, líbrame de esta hora'? No, pues precisamente para esta hora he venido. Padre, dale gloria a tu nombre". Se oyó entonces una voz que decía: "Lo he glorificado y volveré a glorificarlo". De entre los que estaban ahí presentes y oyeron aquella voz, unos decían que había sido un trueno; otros, que le había hablado un ángel. Pero Jesús les dijo: "Esa voz no ha venido por mí, sino por ustedes. Está llegando el juicio de este mundo; ya va a ser arrojado el príncipe de este mundo. Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí". Dijo esto, indicando de qué manera habría de morir.
Palabra del Señor. T. Gloria a ti, Señor Jesús. Credo.


PLEGARIA UNIVERSAL

Oremos, amados hermanos, y pidamos la misericordia del Señor para que, compadecido de su pueblo penitente, escuche nuestras plegarias: (R/. Escúchanos, Señor.)

Para que el Redentor del mundo, que se entregó a la muerte para vivificar a su pueblo, libere a la Iglesia de todo mal, roguemos al Señor.

Para que el Redentor del mundo, que oró en la cruz por quienes lo crucificaban, interceda ante el Padre por los pecadores, roguemos al Señor.

Para que el Redentor de mundo, que experimentó en la cruz el sufrimiento y la angustia, se compadezca de los que sufren, les dé fortaleza y paciencia y ponga fin a sus dolores, roguemos al Señor.

Para que el Redentor del mundo a nosotros, sus siervos, que en estos días nos disponemos a recordar con veneración su cruz, nos reconforte con la fuerza de su resurrección, roguemos al Señor.

Escucha, Padre, las súplicas de tu Hijo, que, para establecer la alianza nueva y eterna, por obediencia aceptó hasta la muerte de cruz; haz que, a través de las pruebas de la vida, sepamos participar íntimamente de su pasión y, alcanzando la fecundidad del grano que muere, merezcamos ser reunidos, como cosecha buena, en los graneros de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Escúchanos, Dios todopoderoso, y concede a tus siervos, en quienes infundiste la sabiduría de la fe cristiana, quedar purificados, por la eficacia de este sacrificio. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio I o II de Cuaresma.


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 12, 24-25

Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te rogamos, Dios todopoderoso, que podamos contarnos siempre entre los miembros de aquel cuyo Cuerpo y Sangre acabamos de comulgar. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.


ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO

Bendice, Señor, a tu pueblo, que espera los dones de tu misericordia, y concédele recibir de tu mano generosa lo que tú mismo lo mueves a pedir. Por Jesucristo, nuestro Señor.


UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO

Nuestro país vive procesos sociales dolorosos y aparentemente no disponemos de salidas a corto plazo. Se cambian las leyes, se publicitan reformas, se gastan millones de pesos en publicidad gubernamental; no obstante, la terca realidad no cambia en la dirección y la velocidad que la sociedad requiere. Entre otras variables, que explican la lentitud de nuestra transformación social, está el desacato de los valores cívicos. No somos un país que esté acostumbrado a cumplir las normas jurídicas ni las normas morales. Jeremías tenía razón al criticar el talante coactivo de las leyes religiosas, porque la relación con Dios no brota de la obligación, sino de la confianza y el amor. Sin embargo, en el terreno de las relaciones sociales y políticas, es necesario participar en el diseño de las normas que nos rigen y cumplirlas con decisión. En una verdadera democracia, no hay personas por encima de las leyes, por muy poderosas que éstas sean. Un respeto por la legalidad es necesario para reordenar la convivencia social.


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