V Domingo de Cuaresma
Domingo 22 de marzo 2015
SI EL GRANO DE TRIGO NO MUERE...
Jeremías había acuñado grandes esperanzas en la conversión
de Israel. Le parecía que el desastre del exilio sería lo suficientemente
aleccionador para que buscaran a Dios. El profeta sabía que la ley era una
coacción externa, que podía provocar rechazo por parte de las personas. Las
obligaciones impuestas resultan molestas, porque parecen invasivas hacia la
autodeterminación de la persona. Jeremías da en el blanco, cuando discierne que
Dios hará una alianza nueva, puesto que ya no habrá relaciones basadas en la
coacción sino en la convicción nacida del interior de la persona. Esa novedad
es la que se hará realidad con la vida, pasión y muerte de Jesús. Su victoria
sobre la muerte, será la reivindicación de su proyecto de vida. Jesús entrega
su vida motivado por la esperanza en el futuro esperanzador que Dios creará a
través de su espíritu.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal. 42, 1-2
Señor, hazme justicia. Defiende mi causa contra gente sin
piedad, sálvame del hombre injusto y malvado, tú que eres mi Dios y mi defensa.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Te rogamos, Señor Dios nuestro, que, con tu auxilio,
avancemos animosamente hacia aquel grado de amor con el que tu Hijo, por la
salvación del mundo, se entregó a la muerte. El que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Primera lectura
Monición.- En la primera lectura el profeta Jeremías anuncia
una nueva alianza por parte de Dios con
su pueblo, porque las anteriores no produjeron los frutos esperados. La nueva
alianza será grabada en el corazón del hombre.
Del libro del profeta Jeremías: 31, 31-34
"Se acerca el tiempo, dice el Señor, en que haré con la
casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No será como la alianza que
hice con los padres de ustedes, cuando los tomé de la mano para sacarlos de
Egipto. Ellos rompieron mi alianza y yo tuve que hacer un escarmiento con
ellos. Ésta será la alianza nueva que voy a hacer con la casa de Israel: Voy a
poner mi ley en lo más profundo de su mente y voy a grabarla en sus corazones.
Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya nadie tendrá que
instruir a su prójimo ni a su hermano, diciéndole: 'Conoce al Señor', porque
todos me van a conocer, desde el más pequeño hasta el mayor de todos, cuando yo
les perdone sus culpas y olvide para siempre sus pecados". Palabra de
Dios. T. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial
Del salmo 50, 3-4, 12-13, 14-15
R/. Crea en mí, Señor, un corazón puro.
Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de
mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis
pecados. R/.
Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para
cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí
tu santo espíritu. R/.
Devuélveme tu salvación, que regocija, y mantén en mí un
alma generosa. Enseñaré a los descarriados tus caminos y volverán a ti los
pecadores. R/.
Segunda lectura
Monición.- Cristo, escucharemos en la segunda lectura, a
pesar de que esa el Hijo, aprendió a obedecer padeciendo y así “se convirtió en
la causa de la salvación eterna para todos los que lo obedecen”.
De la carta a los hebreos: 5, 7-9
Hermanos: Durante su vida mortal, Cristo ofreció oraciones y
súplicas, con fuertes voces y lágrimas, a aquel que podía librarlo de la
muerte, y fue escuchado por su piedad. A pesar de que era el Hijo, aprendió a
obedecer padeciendo, y llegado a su perfección, se convirtió en la causa de la
salvación eterna para todos los que lo obedecen.
Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN Jn 12, 26 R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté,
también esté mi servidor. R/.
Evangelio
Monición.- En el evangelio de hoy, Jesús pronuncia su último
discurso público. Es la víspera de su arresto, de su condena y de su muerte en
le cruz. Su espíritu se turba. A pesar de la tristeza, vemos la decisión con la
que afronta su pasión y muerte.
Del santo Evangelio según san Juan: 12, 20-33
Entre los que habían llegado a Jerusalén para adorar a Dios
en la fiesta de Pascua, había algunos griegos, los cuales se acercaron a
Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le pidieron: "Señor, quisiéramos ver
a Jesús".
Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe se lo
dijeron a Jesús y Él les respondió: "Ha llegado la hora de que el Hijo del
hombre sea glorificado. Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la
tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que
se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se
asegura para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, para que
donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi
Padre.
Ahora que tengo miedo, ¿le voy a decir a mi Padre: `Padre,
líbrame de esta hora'? No, pues precisamente para esta hora he venido. Padre,
dale gloria a tu nombre". Se oyó entonces una voz que decía: "Lo he
glorificado y volveré a glorificarlo". De entre los que estaban ahí
presentes y oyeron aquella voz, unos decían que había sido un trueno; otros,
que le había hablado un ángel. Pero Jesús les dijo: "Esa voz no ha venido
por mí, sino por ustedes. Está llegando el juicio de este mundo; ya va a ser
arrojado el príncipe de este mundo. Cuando yo sea levantado de la tierra,
atraeré a todos hacia mí". Dijo esto, indicando de qué manera habría de
morir.
Palabra del Señor. T. Gloria a ti, Señor Jesús. Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, amados hermanos, y pidamos la misericordia del Señor
para que, compadecido de su pueblo penitente, escuche nuestras plegarias: (R/.
Escúchanos, Señor.)
Para que el Redentor del mundo, que se entregó a la muerte
para vivificar a su pueblo, libere a la Iglesia de todo mal, roguemos al Señor.
Para que el Redentor del mundo, que oró en la cruz por
quienes lo crucificaban, interceda ante el Padre por los pecadores, roguemos al
Señor.
Para que el Redentor de mundo, que experimentó en la cruz el
sufrimiento y la angustia, se compadezca de los que sufren, les dé fortaleza y
paciencia y ponga fin a sus dolores, roguemos al Señor.
Para que el Redentor del mundo a nosotros, sus siervos, que
en estos días nos disponemos a recordar con veneración su cruz, nos reconforte
con la fuerza de su resurrección, roguemos al Señor.
Escucha, Padre, las súplicas de tu Hijo, que, para
establecer la alianza nueva y eterna, por obediencia aceptó hasta la muerte de
cruz; haz que, a través de las pruebas de la vida, sepamos participar
íntimamente de su pasión y, alcanzando la fecundidad del grano que muere,
merezcamos ser reunidos, como cosecha buena, en los graneros de tu reino. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Escúchanos, Dios todopoderoso, y concede a tus siervos, en
quienes infundiste la sabiduría de la fe cristiana, quedar purificados, por la
eficacia de este sacrificio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I o II de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 12, 24-25
Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la
tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te rogamos, Dios todopoderoso, que podamos contarnos siempre
entre los miembros de aquel cuyo Cuerpo y Sangre acabamos de comulgar. Él, que
vive y reina por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
Bendice, Señor, a tu pueblo, que espera los dones de tu
misericordia, y concédele recibir de tu mano generosa lo que tú mismo lo mueves
a pedir. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO
Nuestro país vive procesos sociales dolorosos y
aparentemente no disponemos de salidas a corto plazo. Se cambian las leyes, se
publicitan reformas, se gastan millones de pesos en publicidad gubernamental;
no obstante, la terca realidad no cambia en la dirección y la velocidad que la
sociedad requiere. Entre otras variables, que explican la lentitud de nuestra
transformación social, está el desacato de los valores cívicos. No somos un
país que esté acostumbrado a cumplir las normas jurídicas ni las normas
morales. Jeremías tenía razón al criticar el talante coactivo de las leyes
religiosas, porque la relación con Dios no brota de la obligación, sino de la
confianza y el amor. Sin embargo, en el terreno de las relaciones sociales y políticas,
es necesario participar en el diseño de las normas que nos rigen y cumplirlas
con decisión. En una verdadera democracia, no hay personas por encima de las
leyes, por muy poderosas que éstas sean. Un respeto por la legalidad es
necesario para reordenar la convivencia social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario